Lo sabíamos todos. Lo decía Juan Pablo Varsky en sus lúcidos artículos, lo afirmaba Cristian Vera en su seductor blog resucitado, lo comentamos con los amigos cuando nos sentamos frente al televisor, colmados de emoción y ávidos de un poco de fútbol, a observar los partidos del Mundial. Lo sabíamos todos: la primera fecha del Mundial fue una suma de mediocridad, obsesión defensiva y ausencia de fútbol. Sin embargo, a partir del inicio del grupo ocho, protagonizado por dos equipos seductores como Chile y España, el Mundial, me parece, ha dado un giro benéfico. Estos últimos días, hemos podido observar grandes demostraciones futbolísticas (el Chile de Bielsa que pone ocho jugadores en ataque y construye paredes hermosas en las cercanías del área), emocionantes partidos (la compleja derrota alemana contra los serbios) y muchos goles. Sin embargo, todavía existen muchos equipos cobardes, atenazados por sus propias obsesiones, que solamente tienen la pulsión esencial de mantener el arco en cero. El caso paradigmático es el de Francia.
Seguramente existen muchas razones para explicar por qué hay tantos equipos que juegan tan poco, a pesar de sus jugadores. En este escrito, me concentraré en una de ellas: los directores técnicos. Desde una perspectiva ideal, pensamos en los directores técnicos como seres extremadamente lúcidos, eruditos, comprometidos. La realidad, vez tras vez, nos demuestra lo contrario. En su mayoría son poco consecuentes, rumiantes del sentido común y están atenazados por el miedo. Como el fútbol es ahora una maquinaria despiadada que solamente se mueve en base a resultados, los primeros actores en estar en la cuerda floja son los técnicos. Eso los ha vuelto extremadamente temerosos e incoherentes. Lo que más les preocupa es no perder, poco les importa ganar. Construyen todas sus construcciones tácticas en base a esa premisa esencial: tratar de mantener el arco en cero (ya se verá cómo conseguir el gol). Esta necesidad de evitar la derrota también los ha vuelto poco consecuentes. Dicen lo que los hinchas y dirigentes quieren oír, mutan sin sentido entre distintas posiciones estratégicas, y fluctúan entre perspectivas y principios, aparentemente incontrastables, sin ningún problema.
Estos aspectos están presentes en muchos técnicos que dirigen las selecciones mundialistas, estos aspectos pueden explicar, fragmentariamente, la pálida actuación de importantes equipos que forman parte del Mundial que estamos viviendo. A continuación, propongo algunos candidatos para el título del peor técnico del Mundial. Mi voto va por Domenech. Ustedes tienen, ahora, la palabra.
1. Dunga: por su absurda obsesión defensiva. Por salir a jugar de manera tan mediocre y temerosa en el debut contra una selección bastante limitada. Por su convocatoria: por privarnos de Dinho. Por ser el nuevo gran abanderado del anti futbol. Por olvidarse de la historia, por olvidarse de Garrincha, Didí o Pelé, por olvidarse de la memoria larga, plasmada aún en la identidad de todos los brasileros, que construyó la magnífica selección de 1970, entre otras.
2. Sven Goran Erickson: por ser, como dice Álvaro Loayza, un rey Midas invertido (todo lo que toca lo convierte en bosta). Por su perenne obcecación con mantener el arco en cero. Por su ignorancia. Por la capacidad que tiene para hacer jugar mal a equipos que tienen grandes estrellas. Un ejemplo anacrónico: el 2006, anuló a Lampard y Gerard y transformó la vehemencia inglesa en abulia y temor. Por falta de huevos.
3. Raymond Domenech: por construir una estúpida cosmovisión mezclando el recelo, la más profunda ignorancia y la absoluta confianza en los astros. Por lograr que sus equipos divaguen sin sentido en el campo de juego, a pesar de los jugadores con los que cuenta. Por sus alineaciones (dejar a Malouda en el banco y mantener la negligencia de Govou solamente es explicable si el técnico es Domenech). Por la estupidez. Por la horrible imagen que dejó contra el equipo mexicano y el uruguayo.
4. Marcello Lippi: por continuar, con grandes méritos, la vieja estirpe italiana que está matando al fútbol. Por el bodrio que nos hace vivir a todos cada vez que sus equipos entran a la cancha. Por el debut contra Paraguay. Por dejar afuera de su convocatoria a grandes jugadores, mientras lleva a jugadores que más que futbolistas parecen perros cazadores. Probablemente esta nominación es insostenible: es el actual campeón del mundo. Pero mi subjetividad es más importante que ese valor común. Hasta su triunfo para mí tiene un tufo maloliente: por el horrible sentimiento que nos dejó del Mundial del 2006. Porque Italia fue campeón. Por privar al rey Zidane de su segundo título. Por Materazzi.
5. Diego Maradona: por la incoherencia. Por la falta de conocimiento. Por transitar, sin ningún problema ni justificación, entre propuestas futbolísticas opuestas y polares: jugar con los tres pequeñitos adelante y después pretender jugar con cuatro defensores centrales en la defensa. Por pretender que Otamendi (un defensor central que me encanta) juegue de marcador de punta. Por la convocatoria: por dejar afuera a Zanetti y Cambiasso, por llevar a Garcé. Por haberse puesto solito contra las cuerdas. Por no tener variantes gracias a su absurda convocatoria. De nuevo, por no llevar a Zanetti.
1 comentarios:
Frichi, no creo que haya la menor duda, Domenech gana por robo; pero Dunga tiene un potencial impresionante, ojalá que con su descaro no termine teniendo la razón, sería horrible para la historia del fútbol.
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