jueves, julio 12, 2012

La posesión de la pelota y la muerte del resultadismo


Es recurrente la frase que afirma que dentro de cada aficionado al fútbol habita un entrenador. No creo que sea muy certera dicha frase pues en el mejor de los casos podemos encontrarnos con meros alineadores; y no creo errar mucho si afirmo que entre los que se tienen por seguidores de este deporte son mayoría aplastante los fanáticos de la victoria. Cantar goles y recitar un par de alineaciones no hace que uno sepa de fútbol. De hecho, al probable mejor jugador de la historia, el hecho de haber metido dos de los goles más repetidos y citados siquiera le ha servido para desentreñar los misterios tácticos y estratégicos del balompié. D10s se tornó indigente el día que se sentó en el banquillo. Pero, tal y como ya se ha dicho tantas y tantas veces, esa es otra historia...


Viene siendo habitual que las visiones excluyentes y totalizadoras traten de imponer unos criterios en detrimento del resto. Casi siempre, parece que la victoria parece justificarlo todo y otorgue razones al modo en que pueda hacerlo el resolver una ecuación. Y así como quienes defienden el fútbol de toque se ven refrendados por las victorias de la selección española y el Barcelona, el triunfo del Chelsea en la Champions cuenta con sus particulares gurús. El ejemplo es extensible a cualquiera que haya ganado algo digno de mención para los juntaletras de los mass media. Personalmente, yo estoy a otra cosa. He disfrutado de infinidad de equipos independientemente de su esquema y estilo de juego. Quizás, sentir los colores de un equipo menor me permita disfrutar de modo distinto los grandes prodigios y hechos heróicos propios de los dioses. He de añadir, que a los carros de los que triunfan suele arrimarse mucho advenedizo. Y no es muy distinto su papel de aquellos que mientras sacan a hombros de la plaza al torero se van haciendo con jirones del traje de luces que convertirán en las reliquias que den sentido a sus supersticiones.

Al hilo de los triunfos de los equipos (Barcelona y selección española como máximos exponentes) que practican lo que ya se conoce como “tiqui-taca” se está construyendo una especie de imaginario en base a las sensaciones epidérmicas más que en el analisis profundo del juego. Quizás sea cosa de los tiempos o la consecuencia apropiada de esta cultura de la simbiosis entre el veni vidi vici y el fast food. Así pues, se da por bueno que el dominio abrumador de la selección española en la posesión debiera traer como consecuencia directa una miríada de disparos a puerta; y a razón de lo anterior, las goleadas debieran estar aseguradas. Si le das a un hooligan una estadística que alimente su fanatismo, bien puede desarrollar un razonamiento similar...

Lo “novedoso” de esta manera de jugar es que se defiende con la pelota y se somete al rival a un castigo tanto físico como mental. No es en vano que los mejores partidos de la selección española (contra Rusia en 2008, Alemania en 2010 e Italia en 2012) lo fueron porque dichos equipos salieron a disputarle la posesión de la pelota y sufrían cuando no la tenían en su poder. Los rivales, cada vez más y mejor conocedores de las posibles fisuras de esta manera de entender el juego, han ido acentuando el énfasis en los aspectos defensivos y ofensivos que podrían darles la victoria. Presión axfisiante hacia Xavi Hernández, impedir que Iniesta reciba la pelota en tres cuartos de cancha y salidas fulgurantes en contraataque tras robo de la pelota. Aquellos equipos de mayor poderío físico intentan presionar en zonas más adelantadas mientras les dura la gasolina. Si los partidos se prolongan más allá de los 90 minutos, curiosamente la selección española, plagada de jugadores de aspecto endeble y una brutal carga de partidos a lo largo del  año, llega en mejores condiciones para disputar los minutos del alargue... Y es que suele pasar que quienes hacen correr la pelota suelen cansarse menos que quienes corren tras de ella. Otra de las “novedades” de este sistema.

Asímismo, el combinado español, ante las diferentes soluciones que le han ido oponiendo los rivales, ha ido optando por prescindir de los delanteros centro, de los arietes, de la figura del hombre-objetivo, en definitiva, del tradicional 9 o punta de ataque. Y los ha ido sustituyendo por enganches, extremos o volantes ofensivos dependiendo de las circunstancias del rival y el momento de partido.

En todo el tiempo que llevo viendo fútbol, sólo un equipo tuvo un dominio similar de la competición y del juego: El Milán de Arrigo Sacchi. Era un placer verles jugar y sobre todo pude aprender mucho de todos los que en su camino hacia el triunfo le opusieron resistencia. Nadie pudo jugar como ellos, ni siquiera parecido. Y los que le sucedieron lo hicieron con modelos de juego muy diferentes y ninguno tan dominante.

En estos últimos cuatro años de dominio del binomio Barcelona-España, se ha comprobado que renunciar a la posesión de lo pelota es como jugar a la lotería: rara vez toca. Aunque “comprensible”, resulta muy triste ver como equipos plagados de jugadores con una calidad enorme, salen a no disputar la posesión de la pelota a quienes disfrutan con ella. No creo que sea buena idea dejar que el rival disfrute de la opción de poder desarrollar sus virtudes. Y me parece mezquino menoscabar el juego de quien pone y propone el fútbol porque no cree mil ocasiones ante once grandes jugadores cuyo único empeño cierto es defender, defender y defender. Cuando uno ha tenido que ver a Samuel Etoo jugar de lateral, o a Didier Drogba, Roque Santacruz y a otros grandes delanteros marcando en su propia área a los centrales rivales, no puede culpar a quien busca la manera de derribar los muros de Numancia de no ver un juego brillante. Las distintas soluciones tácticas que se les ocurren a todos esos “The Special One” pueden ser muy respetables, pero en tanto que defensivas (y nada novedosas, pues ya Maguregui y otros muchos antes ya intentaron colgar a sus once del larguero), no creo que su apuesta sea precisamente ofrecer un bonito espectáculo a quien va a verlos. Y no sé si ha de ser elogiable de por sí el hecho de buscar soluciones tácticas que posibiliten mantener este sistema de juego que consiste en tener la pelota el mayor tiempo posible y lo más cerca del área rival. Pero desde luego, no tiene mucho sentido parangonar ambas estéticas sobre todo cuando tantos y tantos que se dicen entendidos (tanto de uno como de otro “bando”) fundamentan sus disquisiciones en función del resultado.

lunes, julio 02, 2012

Enhorabuena a España campeón


Los grandes equipos se miden en los grandes momentos, y así lo hizo España. Un equipo que durante el torneo transitó sin demasiado brillo, eso sí, fiel a su estilo de hacer de la posesión del balón y del toque de éste su principal arma ofensiva y defensiva, mostrándose muy poco certero de cara al gol y sin demasiada brillantez de sus geniales individualidades. En cambio, en el encuentro decisivo, el equipo tuvo lo anterior y más ya que apareció el talento de Xavi Hernández, Fábregas y Silva para inclinar la contienda desde los primeros aprestos y, cómo no,  Jordi Alba, el jovencísimo lateral del Valencia que ahora vestirá los colores blaugranas,  la mayor estrella española de la competición sin lugar a dudas, que aportó no sólo con su despliegue incansable sino con un golazo de mayúscula factura.

La eficacia en la final fue el factor decisivo y desequilibrante, ya que entre el primer y segundo gol, Italia se adueñó del balón y de las situaciones que siempre resolvió el magistral Casillas; después del segundo arponazo Italia no tuvo al fuerza para volver al partido, a lo que colaboró además la pésima fortuna de perder a dos jugadores por lesión (Chiellini y Motta) quedándose con 10 futbolistas durante el último un tercio del partido, en consecuencia el resto fue un picnic para la “furia” de otrora, tiki-taka-tiki-taka.
España erradicó en los noventa minutos finales cualquier duda que sembró en el camino y con sólo tres jugadores del plantel por encima de los 30 (Casillas, Hernández y Alonso) se postula como el candidato máximo a vencer en el mundial de Brasil, erigiéndose como una de las selecciones más gloriosas de la historia de nuestro deporte. Tuvo este conjunto en el “Sabio de Hortaleza” Luis Aragonés su cimentador, y en Guardiola su gran apuntalador, de ahí mantener y ostentar el estilo y los protagonistas del mismo, las claves de esta tercera e indiscutible victoria consecutiva, todo un glorioso hito. A Del Bosque reprocharle que con ésta pléyade de magistrales futbolistas,  debería apostar más por uno que otro jugador de punta que le permita alcanzar en los marcadores la supremacía que demuestra en el juego, como  fue también en la final con dos goles más cuando ingresaron Pedro y Torres.

Un párrafo final se merece Italia que,  pese a la derrota final ha mostrado un nuevo semblante basado en un juego con respeto y cariño a la pelota, violando esa norma que rige en su constitución que prohíbe alinear más de un delantero y un media punta en su esquema titular; Prandelli hizo la vista gorda de esa máxima constitucional, dejó en el trastero el artero “catenaccio” e hizo de Pirlo su emblema enviando al olvido esas viejas italias que tenían en defensas como Cabrini, Baresi, Maldini o Cannavaro su mayor figura. Ojalá Italia mantenga esta estela tan positiva que dejó en la Euro, que seguro que más temprano que tarde se otorgará satisfacciones.

Se nos va la Euro 2012 y ahora resta aguardar el próximo mundial, para despedirnos un sonoro enhorabuena a España que año tras año escribe en letras doradas y escarlatas ínclitas páginas en los anales del fútbol mundial.