jueves, noviembre 22, 2007

Fantasmas, entre la añoranza y la lontananza


“Escribí este libro para los fantasmas, que son los únicos que tienen tiempo porque están fuera
del tiempo.”

Roberto Bolaño,
Amberes

















Los fantasmas existen, y vaya que existen.

Bolaño no erra al otorgarles ontología a los fantasmas.

Bolaño nos refiere al tiempo como la dimensión en la que los fantasmas pululan. Otra vez está en lo cierto.

El tiempo es una de las dimensiones fantasmales, los fantasmas habitan en el tiempo y sobre todo en el sentido más temporal que los humanos poseen: la memoria.

La memoria es la casa de los fantasmas.

Ellos deambulan por la memoria con asiduidad,
haciéndose presentes con inopinada recurrencia,
recordándonos de su existencia con frecuencias irregulares,
que como también sabemos
hay fantasmas y Fantasmas.

Goya nos dibujaba los monstruos de la razón; bueno, si la razón tiene monstruos, la memoria tiene fantasmas, por ende todo ser humano que la tenga en alta o baja estima, pero tenga memoria ostentará uno o unos cuantos fantasmas. Los sueños de la razón tienen monstruos, dice y graba, para ser más precisos Goya y Lucientes, y los fantasmas también se mezclan mucho en los territorios de lo onírico, ya que los sueños es otra inespacialidad que los fantasmas disfrutan de pasear. Las tramas de Morfeo son de las visitas fantasmales más vívidas que uno puede enfrentar, a veces con un palpable terror por lo rotundo, palpable e impresionable de la vivencia, ya que hay pocas realidades que ericen tanto la piel como un sueño recordado sobre todo si tuvo de invitado a un fantasma.

Intentando delinear las “cronografías” de los fantasmas, ya sabemos que son asiduos habitantes del tiempo, de la memoria, del sueño, pero también son atrevidos y se nos revelan en la realidad empírica, pero nunca como espectros visuales y menos vestidos de una sábana percudida, tampoco como una palpabilidad táctil o gustativa, sino que los fantasmas urden sus apariciones a través de olores y sonidos, dos armas que cual invisibles efluvios atomistas, toman contacto con sus respectivos sentidos otorgando la facultad de la presencia mediante evocación -otra vez la memoria, que casualidad-, ya que la memoria nos devuelve, y fantasma es por esencia sinónimo de pasado, pero el pasado no equivale a muerte, y en ese limbo entre el pasado y la muerte, presente y vida deambulan los fantasmas, devolviéndonos, retrotrayéndonos a un “aquel tiempo” presencial o figurativo donde aquel o aquella fantasma solían habitar y compartir y reír y gruñir y beber y escuchar y besar y mirar y carajear y follar y soñar en fantasmas y evocar y figurar, ya que ese fantasma alguna vez existió en tres dimensiones y seis sentidos y hoy ya no es, sino un fantasma, y si para Goya y Lucientes los sueños de la razón tienen monstruos, para mí los sueños y el pretérito tienen fantasmas, los cuales podrían ser monstruosos, pero a mi experiencia no lo son, son más bien entrañables primos de la nostalgia, amantes de la añoranza y de la lontananza; por su misma esencia inefables, tristemente inasibles, profundamente y disfrutablemente evocables y, ojalá, una inextinguible e irremplazable compañía.

Por todo eso y mucho más, los fantasmas existen y vaya que suerte que estáis.


“De lo perdido, de lo irremediablemente perdido, solo deseo recuperar
la disponibilidad cotidiana de mi. . .”

Roberto Bolaño, Amberes

miércoles, noviembre 14, 2007

Mis cinco (actuaciones) predilectas

Quiero hacer un homenaje a esa tarea tan crucial en el cine que es la interpretación, elijo cinco porque es un número maravilloso y elijo estas cinco sin orden específico porque a mi opinión, son las más memorables del cine. El hecho de que todos sean actores anglosajones no me extraña dado que si en algo tienen hegemonía los anglosajones es en su producción masiva de actores de primer nivel. No hay que negarlo y eso no quita que en la historia de esta noble práctica artística hayan habido maravillosas performances de oriundos de todo el orbe. Con este post quiero ceder, por primera vez, a la tentación de poner este género: "Mis cinco predilectas", una forma de conteo que nos es tan sabrosa a los cinéfilos y ramas afines. Aquí vamos.

Gloria Swanson (Sunset Boulevard): Mientras el cínico guionista Joe Gillis encarna ese lado masculino, pragmático (por no decir instrumentalista) y solar a través de su apego implacable al Verbo; Norma Desmond, antigua vedette del cine mudo, representa la oscura, voraz y nocturna naturaleza femenina. Nunca una actriz ha encarnado mejor la tragedia hollywoodiana, la caída de una divinidad y la locura consiguiente. Ya Wilder, antes de la modernidad cinematográfica, nos regala esta joya proto-moderna donde el cine, por primera vez, se ve a sí mismo y, como en todo fenómeno especular, la sustancia que emana no carece de veneno y matiz escarlata. Gloria Swanson es gigantesca y el último plano de la película queda como estampa de esa magnitud.

Laura Dern (INLAND EMPIRE): Si Lynch, hasta Mulholland Drive, había explorado el fenómeno del Doble, en INLAND EMPIRE da un paso más adelante. ¿Qué importancia tiene la lógica del Doble si no es aquella según la cual uno no es idéntico a sí mismo? Vale decir que, si uno no es uno, qué importa ser dos o tres o cinco. El ser múltiple nunca es explorado de una manera tan trágica, oscura y pesadillesca como lo es en este opus del cine digital. El desafío de Laura Dern es importantísimo y los frutos lo son aun más. La alta rubia nos lleva por una gama inmensa de formas de ser (mujer), es eso lo que la hace a la vez tan entrañable y repulsiva. La mutación e inestabilidad identitaria que siempre han obsesionado al director encuentran en esta combinación con su actriz fetiche un apogeo y un viaje por el laberinto jamás concebido en la pantalla grande.

Miranda Richardson (Spider): Exquisita, sutil, virtuosa... a Miranda Richardson le toca cargar un peso enorme respecto al sentido que encierra la tremenda historia de Spider (donde Ralph Fiennes y Gabriel Byrne juegan roles extraordinarios también). La araña, la mala madre y la buena madre, la puta y la mujer autoritaria, todo atravesado por una imagen, un rostro que los asume todos y por ende, no representa a ninguno con certeza. En esta hermosa y triste historia marcada por el Edipo freudiano, la actriz inglesa se encarga de que los delicados cristales de la sinfonía narrativa de este rompecabezas no se vengan abajo y podamos comprender la tragedia subyacente. Performance literalmente alucinante.

Jeremy Irons (Dead Ringers): ¿Podrá haber mejor actuación que la de Jeremy Irons en Dead Ringers? Lo dudo. Elliot y Beverly Mantle son y serán los gemelos más reales, dentro de lo humanamente posible, en la historia del cine. Su historia es tan tremenda que, para el espectador, es difícil pensar que la película es una obra maestra de los efectos especiales al juntar en dos roles sin ambigüedad al mismo actor, en la misma pantalla, en escenas desencarnadas, llenas de angustia y emociones tan difíciles de transmitir de manera convincente que si no es a través de una interpretación virtuosa pueden derivar en cualquier pastiche melodramático. Por ello, el maestro Cronenberg (papá en dirección de actores) pensó que era más fácil conseguir a un actor brillante que actúe de dos gemelos y hacer una película de efectos especiales en vez de tomarse la tarea de buscar dos gemelos que sean capaces de llenar las expectativas en la pantalla.


Ed Harris (Pollock): Uno de los principales desafíos del actor, a mi juicio, es entrar lo más posible en el personaje pero no quedarse varado allí (al más puro estilo de la pesadilla lynchiana). En la historia del cine, una de esas aproximaciones límite es, sin duda, la de Ed Harris representando al conflictivo pionero en el expresionismo abstracto Jackson Pollock. Interpretar pintores tiene una doble dificultad: la primera, inherente a toda representación de un personaje histórico, es que el juicio también incluye los datos históricos fehacientes, los hechos registrados (más aun si se trata de un contemporáneo que ha sido entrevistado, fotografiado, filmado, etc.). La segunda dificultad emana propiamente de la representación de un personaje perito en alguna técnica específica: Ed Harris ha tenido que aprender a pintar, si no como Jackson Pollock, al menos ha tenido que asumir el vigor, aprender la quasi-danza del transe pictórico que llevaba a cabo el genio norteamericano. El resultado es una penetración única en el espíritu del artista plástico y en su vida y sus pasiones. Me saco el sombrero.

¿Están o no de acuerdo? ¿Por qué? Se espera sugerencias y comentarios

viernes, noviembre 09, 2007

Los descendientes de Magdala

No hace mucho que me he enterado que la tierra no es exactamente redonda, es lo que se denomina como geoide. Valiente definición esa que el término ad-hoc describe en sí mismo lo que se quiere decir. Uno dice silla y puede imaginarse cualquier cosa que tenga cuatro patas, pero así son las cosas en el mundo en el que dicen que una imagen dice más que mil palabras...
Palabras. Qué escurridizas que son, sobre todo en manos de informáticos. De hecho, estos sólo saben de etiquetas. Así pasa, que son capaces de ir en frac con deportivas. De todos modos, ahí tenemos a los hagiógrafos de san google y a los exégetas de microsoft, poniendo labels a todo lo que se mueve por la red de redes. ¡Qué curioso que entre todo lo que huele a profeta tenga relación con el pescado! Pero bueno, ya nos dimos por aludidos y sabemos que las cosas actualmente están así, uno teclea una palabra cualquiera para realizar una búsqueda, y acto seguido, pues eso es lo que debe ser los 0,0316 segundos que tarda el programa en cuestión, aparecen equis o ene lugares (dependiendo de si la variable es una incógnita o tiende al infinito, y sin pinzas) en los que el término en cuestión aparece reflejado cual espejismo, reseñado cual consejo, o simplemente escrito.

Supongo que si uno quisiera ser un snob acorde con los tiempos (tiene su sentido precisamente por lo paradójico), pues como decía, si alguien quiere llamar la atención de un buscador de internet, quizás un modo sería introducir en su cuaderno de bitácora (otro concepto que tiene mucho que ver con el mar) palabras desconocidas, o rescatar lo que incluso el DRAE deshecha por desuso, o simplemente nombrar lo que todavía no se ha dicho. Yo lo he probado con los sinónimos de prostituta, pero he de reconocer que no he sido el primero, así que a los que tengan curiosidad por este nuevo juego, les digo que si buscan puta en la red no aparecerá mi link el primero, pero como dicen que en esta vida todo reside en venderse, hay al menos otras setenta fulanas que quizás les lleven hasta mí, y que bien ordenadas confunden soneto con sonata.


Las hijas de Eva



Favorita, Manceba, Cortesana,
Mujerzuela, Zorrón, Hurgamandera,
Entretenida Golfa, Barragana,
Querida Amiga, Amante Compañera.



Querindanga, Pelandusca, Churriana,
Daifa, Concubina, Combleza Hetera,
Buscona, Calipoterra, Fulana,
Horizontal, Ninfómana, Ramera.



Gamberra, Quillotra, Coima, Perdida,
Perendeca, Mesalina, Mozcorra,
Meretriz Callejera, Prostituta.



Mundana, Palaciega, Mantenida,
Loba, Hetaira, Zorra Periforra,
Putón, Putaña, Putañona, Puta.


(N.d.E) Agradeciendo a Iñaki por brindarnos una de sus astracanadas tan rutinarias e hilarantes en su blog La estirpe de Caín, inaugurando su tan afamada etiqueta en nuestro lar, hemos querido hacer de esta oda a la palabra, un asimétrico homenaje a la imagen, tan resistida por nuestro iracundo vasco, procurando crear una amalgama orgiástica de sonidos, colores y persiguiendo emanar enrevesados y sabrosos significados.

lunes, noviembre 05, 2007

Fernando León de Aranoa: los resquicios


“Nadie lo podrá impedir
esta noche iré hasta el fin
con los locos, los borrachos
con las putas y los guachos.

Al zaguán de un mundo liberado
al placer de un mambo marginal
al rincón de un juego desquiciado
hasta tumbar en plenitud,hasta tumbar.”

El viejo de arriba, Bersuit Vergarabat

Convengamos que, en general y para la mayoría, el mundo es una mierda. Una mierda en dos niveles esenciales: en el ámbito de los circuitos emocionales de la vida cotidiana y en el ámbito de las necesidades materiales para vivir con un poco de dignidad (si utilizáramos la burda traducción que la ortodoxia realizó de la teoría de Marx podríamos hablar de “superestructura y estructura”). Por un lado, en general, en el fondo, la vida de los humanos está signada por el tedio, por la acción maquinal e inocua, la existencia sólo es una larga construcción de nostalgias y melancolía, una espera larga y heroica de la triste noticia que llegará un día, encarnada en uno mismo o en las personas que mas uno quiere. Por otro lado, los humanos transitan la existencia buscándose la forma de encontrar mendrugos y objetos: cincuenta años de contar y repartir billetes que nunca tendrán, de construir casas que nunca habitarán, de vender cuerpos y amores que nunca alcanzarán. Una vida entera de actividades horribles y poco placenteras para poder existir materialmente. ¿Por qué, entonces, seguimos existiendo? Por los resquicios.
La persona que te hace temblar cuando se te aparece en un momento mágico, el cobijo tibio de la compañía labrada a través de años de amistad, el olor a ternura que despide tu hijo pequeño cuando está durmiendo, el grito atragantado en la garganta cuando por fin esa pelota se cuela entre las redes después de años y años de saborear el infortunio, la canción que se filtra entre tus huesos desde lejos mientras compartes alcohol y palabras, el momento en que tu piel se eriza y te vas por fluidos y sensaciones, el discurso que lanzas cuando tu hijo es bachiller y parece que todo el laburo hará que el futuro sea diferente en otra persona, el pasajero que sube y te dice que te pagara cinco veces la carrera si llegas en quince minutos al destino lejano. Eso, resquicios.

Me parece que el cine de Fernando León de Aranoa, uno de los más interesantes y sugerentes directores contemporáneos, se podría definir como un cine expresivo de esos resquicios, de esos espacios que permiten que toda una existencia de dolor y sufrimiento valga la pena. En “Princesas”, “Barrio” pero principalmente en “Los lunes al sol” (una película terriblemente hermosa, imperdible), observamos vidas jodidas (tanto a nivel sentimental como a nivel material) que encuentran en la amistad, los sueños y la comunidad de pares la posibilidad de esperanza, de redención, de sentido.
Las historias que construye el magistral realizador español esbozan esos resquicios condimentadas con otros aspectos esenciales: el humor y la emotividad. El tránsito de sus personajes encuentra otra posibilidad de redención (tanto para ellos como para el espectador) en el humor, en las conversaciones absurdas, en lo irónicamente contradictoria que es la vida muchas veces. Y, por otro lado, construye como muy pocos, momentos emotivos terriblemente impactantes, lo hace, además, sin artificios ni lugares comunes. Momentos donde el aliento se corta y parece que en el mundo ya no queda ningún lugar que posea algo de vida. Una mujer que entra a un cuarto de hotel donde recibirá la paliza de su vida, el cuarto de un alcohólico donde ya no queda nada para vender o disfrutar, un callejón oscuro en las afueras de la ciudad donde un niño entiende que la ausencia de su hermano se debe a la heroína. Las películas de León de Aranoa se mueven entre ese tránsito entre la emoción, el dolor, el humor y la ternura.

Si queda resquicio para la esperanza, si queda la posibilidad de un futuro mejor, si queda la fuerza para que esto no se vaya a la verga, habrá que acordarse de los personajes de este director español y de ver a lo lejos como vienen caminando unas putas solidarias, unos desempleados militantes y unos niños que sueñan con poder vacacionar alguna vez en una playa soleada.