viernes, diciembre 07, 2012

Kiss me deadly, brillante noir


Kiss me deadly (El beso mortal), es un noir de Robert Aldrich que aparece en 1955, cuando ya se atisbaban los epílogos de este fabuloso género fílmico. La película irrumpe brutalmente con una joven y linda rubia sólo cubierta por su gabardina, que completamente atribulada trata de parar algún auto en medio de una carretera en busca de auxilio; ella casi se lanza sobre un coche deportivo el cual derrapa y casi se estrella, pero cuyo conductor finalmente decide darle el aventón. Así arranca este clásico que tiene como protagonista a Mike Hammer, un cínico investigador privado, especialista en casos de divorcio, galán y chantajista, que cuenta con Velda su polifuncional secretaria, side-kick y amante, con quien hilvana todos sus casos.
El hecho detonador de la película es el aventón a la misteriosa rubia llamada Christina, en homenaje a la poetisa Christina Rosetti (hermana de Dante Gabriel Rosetti), quien es misteriosamente torturada y asesinada por una panda de anónimos pistoleros haciendo pasar el crimen como si fuera un accidente de coches, mientras transitaban la carretera junto a Mike en busca de una estación de buses.
Mike, muy pertinaz él, después de sanarse después del accidente automovilístico que acarreó la muerte de Christina, impetuoso se larga a la carga con el fin de aclarar el misterio que envuelve a la misteriosa rubia. En su camino comprobaremos que Hammer es tipo de estirpe marlowesca, con mayores tintes de gigoló, en una trama escrita por A.I. Bezzerides que rezuma el confuso y magnético estilo chandleriano plagado de personajes y de giros de trama, con todos los motivos que le puedes pedir a un noir de casta: femmes fatales, matones con cachiporra en mano, personajes chantajeados y amedrentados, secuestros, asesinatos, sombras, muchas sombras, luces, pocas luces, y así tantos recovecos que hacen del cine negro algo tan seductor.
La pesquisa es sumamente borrosa, confusa, y toda la trama gira en torno a un McGuffin formidable. Como en muchas excelentes historias el viaje es más importante que la conclusión, pero en este caso ambos son igualmente fascinantes, ambiguos y desconcertantes. Todo esto ornamentado por la maravillosa fotografía de Ernst Laszlo plagada de planos picados y cenitales que le dan un vértigo especial a la narrativa, además de acompañamiento de música clásica de Chopin, Schubert y Brahms que le otorga un guiño bastante solemne y distintivo a todo el entorno noir.
Para definir este oscuro clásico, sólo amerita una palabra: brillante.  

lunes, octubre 01, 2012

Un burdo threesome al cliché: Oliver Stone y su último filme "Savages"



Mi primer recuerdo de Oliver Stone se remonta a mi tierna infancia cuando fanatizado por las películas bélicas, evoco con amargura que mis padres se negaron a llevarme a ver "Platoon" (Pelotón), a lo cual siguió tal indignación de mi parte que el año siguiente inopinadamente me enviaron al cine junto a mi hermano y mi abuelo a ver "Full Metal Jacket" (Nacido para matar), la cual era incluso menos apropiada para un niño de 10 años que la de Stone. 

Mi segunda memoria sobre Oliver se remonta a la adolescencia, en los albores de salir del colegio, cuando en patota con los amiguetes vimos "Natural Born Killers" (Asesinos por naturaleza) la cual nos impactó tremandamente y provocó en uno de los changos la frase "vamos a patear taras", arrebato que provocó en mi una desproporcionada vergüenza ajena bajando los decibeles de la impresión que había causado en mi el filme mencionado. 

Muchos años después, Oliver Stone no es precisamente un director en forma, incluso es fácil encasillarlo entre los realizadores fuera de forma por lo que viene haciendo hace ya casi 15 años, donde ha primado la faceta política (siempre ha estado fascinado por la política, p.e. "JFK" o "Nixon" dentro de su filmografía) de defensor de las izquierdas latinoamericanas (haciendo apologías de Castro, Chàvez, Evo, etc.) y mostrando una crítica faceta de George W. Bush en "W.".

Adentrándonos un poco en la obra del polémico director estadounidense, vemos que pese a su fama, pocos han sido sus triunfos rutilantes y desde una perspectiva muy personal sólo me atrevería a señalar las mencionadas "Natural Born Killers" y "Platoon" como grandes acierto fílmicos que dejaron buenas memorias; el resto demasiada paja y escasísimo trigo.

Con el fin de recobrar algo de auge en el mainstream y recuperar revuelo mediático y buena taquilla se lanzó en su último proyecto, "Savages", a retratar una historia fronteriza de narcotráfico con una pléyade de actores famosos (Benicio del Toro, Salma Hayek, John Travolta y Demián Bichir) acompañados por incipientes caras bonitas como actores principales.

El resultado es un bodrio de proporciones mayúsculas, donde la idea o la secuencia más aceptable del filme retumba a recontracliché o a vil copia. Los personajes principales, dos maestros del tráfico de drogas políticamente correcto (valga la paradoja) de la súper marihuana, Ben y Chon, son, el primero un altermundialista que ayuda a los niños de África, sueña con vivir en las playas de Indonesia y quiere dejar el negocio del cáñamo para dedicarse a las expansión de energías alternativas y ecológicas; el segundo, por otra parte, fue ex-combatiente de Afganistan (de donde trajo las mejores semillas macoñeras del orbe) e Irak, perturbado y violento que tiene una guarnición de amigos en plenas playas californianas con la mitad del armamento de Bruce Wayne. A todo esto mientras saborean sus ganancias a plan de surf y fumadas en bongs, compartiendo sin resquemores el amor de Ofelia (Blake Lively), su californiana diva, la cual goza, según sus palabras, de como el psicópata Chon la culea y el budista Ben le hace el amor. 

Todo ese estereotipado rollo nos los escupen a la cara en menos de 15 minutos, hasta que se meten en la trama los mexicanos, otra infame burla de caracterización donde Del Toro es el despiadado matón y Salma Hayek es la cruel reina del cartel, la "Madrina" (uno no entiende como se prestan a estas cosas), que además tiene a una malcriada, despilfarradora y arrecha hija estudiando en California que apenas quiere hablarle a su madre. Para colmo los oriundos de Tijuana utilizan para comunicarse con nuestros "macoñeros buen rollito" el ringtone de El Chavo del Ocho. ¡Se imaginan!

Para controlar el negocio de los magistrales botánicos californianos los carteleros raptan a su preciada ninfa y la película girará en los grandes ardides informáticos y armamentísticos que Ben y Chow usan para rescatar a su tercio de naranja.

No existe secuencia, giro de tuerca o uso musical que no haga mofa del espectador, tratándolo como tarado (como apunte cuando están de camino al desierto para un encuentro final copia la música Leone, cuando la "Madrina" llega a EEUU usa música Iñárritu cortesía de Santaolalla, y así podríamos seguir enumerando). Te podrías echar unas risas, suponer que es una película en cachondeo, pero es imposible entrar en complicidad con Stone y con las barrabazadas que te cuenta, utilizando para rematar un final doble con el recurso de rewind "a lo" Haneke en Funny Games. ¡Vomitivo! Para terminar la película, como no, en la laguna azul follando en trío.

Quizás, después de tantos desplantes que ha hecho a su carrera el mejor parado de todo el filme sea un halopécico Travolta, muy mal por Hayek y Del Toro, que pese a ese gustito que ostentan por la autoparodia, se presten a tremendo mamarracho.

Sabemos que gigantes de la dirección como Egoyan, Kusturica o Wong- Kar Wai no están pasando sus momentos más inspirados, y no es que quiera comparar a estos monstruos del cine con un pueril Oliver Stone, ¡que las deidades me libren!, sino que no estar inspirado o tener a las musas extraviadas, no es justificativo para ejecutar un harakiri cinematográfico tan burdo y poco ceremonioso como lo es "Savages", y con el agravante de hacer salpicar al público tus hediondas vísceras.  Pésimo por Oliver Stone, del que ya no queda ni el buen recuerdo de la niñez, quien debería dejar sus aspiraciones de mainstream, dejar de lacerar al ya vilipendiado cliché y colgar los botines, o quizás como último suspiro hacer un favor mutuo viniendo a Bolivia a colaborar con Sanjinés para hilvanar una magnífica secuela de Insurgentes. 

martes, agosto 07, 2012

España, o el absurdo de la "democracia"

No me cabe ninguna duda que todos en algún momento podemos considerar algo como ilégitimo en contraposición a que pueda ser legal. En muchas ocasiones vemos como tildamos una ley de injusta, poco ética, inmoral… Parece olvidarse que las leyes no sólo están escritas por hombres, sino que son aplicadas por seres semejantes a nosotros que tienen su particular interpretación de las mismas.

No es raro tampoco escuchar a los que no son partidarios de un gobierno afirmaciones que cuestionan la legitimidad del mismo o de sus decisiones. Argumentos se esgrimen de todo tipo y fundamento. Y se hace con mucha más frecuencia que la que hoy nos pretenden hacer ver los que prestan su apoyo a los gobernantes españoles actuales.

Puedo comprender que haya muchos que entiendan que no hay motivos suficientes como para tomar la drástica medida de cercar el Congreso para presionar a quienes hoy lo ocupan a que lo abandonen. Pero no me resultan creíbles aquellos que dicen que no se puede resolver una situación de ilegitimidad con otra medida ilegítima. Es una falacia. Y lo es, desde el mismo momento en que una democracia se autodefine como tal y deposita la legitimidad del poder en la voluntad del pueblo; y si una mayoría del mismo entiende que los que lo representan han establecido unos mecanismos para usurparle su soberanía, puede y debe sublevarse ante dichos representantes.

Podré estar de acuerdo en los límites de la capacidad de aguante de cada cual. Y en la interpretación que se puedan hacer de palabras y hechos. Incluso en las medidas a adoptar o los medios a utilizar para conseguir revocar un gobierno. Pero decir que no se puede derrocar a un gobierno calificado como ilegítimo saliendo a la calle y cercando o tomando el Congreso sólo puede hacerse desde una posición teórica: Se sigue considerando como legítimo a dicho gobierno.

Es falso decir que las urnas son las únicas garantías de legitimidad a la hora de gobernar en democracia. Y el gran Saramago ya nos mostró en una de sus novelas la falacia que se esconde tras tal afirmación y las consecuencias que en la sociedad tiene el convertir al ciudadano en mero votante. La legitimidad no sólo reside en un resultado electoral, también consiste en cumplir las promesas o los programas, en la defensa del interés común, en la protección de las instituciones públicas, en el respeto al ciudadano, en la mejora de las condiciones de vida de los más desfavorecidos, en dejar el país en unas condiciones al menos similares a como se coge… La legitimidad de un gobierno democrático reside en muchas más cosas que el mero voto, y aunque a nuestras elecciones no lleguen observadores internacionales para validar nuestra calidad democrática, es evidente que la percepción mayoritaria en la ciudadanía sobre sus gobernantes es francamente nefasta. Paradójicamente, hay dictadores que han pasado a la historia con mejor opinión de quienes fueron represaliados.

En mi opinión, si la situación política y ciudadana general no da un giro de 180 grados, no merece la pena quedarse aquí a criar a un hijo. Prefiero lo desconocido en un lugar con condiciones de vida mucho peores, a esta sensación de opresión que nos ofrece las ventajas de las democracias occidentales en donde el ciudadano no es más que un número de DNI, una filiación a la seguridad social, un voto y/o un perfil de facebook.

jueves, julio 12, 2012

La posesión de la pelota y la muerte del resultadismo


Es recurrente la frase que afirma que dentro de cada aficionado al fútbol habita un entrenador. No creo que sea muy certera dicha frase pues en el mejor de los casos podemos encontrarnos con meros alineadores; y no creo errar mucho si afirmo que entre los que se tienen por seguidores de este deporte son mayoría aplastante los fanáticos de la victoria. Cantar goles y recitar un par de alineaciones no hace que uno sepa de fútbol. De hecho, al probable mejor jugador de la historia, el hecho de haber metido dos de los goles más repetidos y citados siquiera le ha servido para desentreñar los misterios tácticos y estratégicos del balompié. D10s se tornó indigente el día que se sentó en el banquillo. Pero, tal y como ya se ha dicho tantas y tantas veces, esa es otra historia...


Viene siendo habitual que las visiones excluyentes y totalizadoras traten de imponer unos criterios en detrimento del resto. Casi siempre, parece que la victoria parece justificarlo todo y otorgue razones al modo en que pueda hacerlo el resolver una ecuación. Y así como quienes defienden el fútbol de toque se ven refrendados por las victorias de la selección española y el Barcelona, el triunfo del Chelsea en la Champions cuenta con sus particulares gurús. El ejemplo es extensible a cualquiera que haya ganado algo digno de mención para los juntaletras de los mass media. Personalmente, yo estoy a otra cosa. He disfrutado de infinidad de equipos independientemente de su esquema y estilo de juego. Quizás, sentir los colores de un equipo menor me permita disfrutar de modo distinto los grandes prodigios y hechos heróicos propios de los dioses. He de añadir, que a los carros de los que triunfan suele arrimarse mucho advenedizo. Y no es muy distinto su papel de aquellos que mientras sacan a hombros de la plaza al torero se van haciendo con jirones del traje de luces que convertirán en las reliquias que den sentido a sus supersticiones.

Al hilo de los triunfos de los equipos (Barcelona y selección española como máximos exponentes) que practican lo que ya se conoce como “tiqui-taca” se está construyendo una especie de imaginario en base a las sensaciones epidérmicas más que en el analisis profundo del juego. Quizás sea cosa de los tiempos o la consecuencia apropiada de esta cultura de la simbiosis entre el veni vidi vici y el fast food. Así pues, se da por bueno que el dominio abrumador de la selección española en la posesión debiera traer como consecuencia directa una miríada de disparos a puerta; y a razón de lo anterior, las goleadas debieran estar aseguradas. Si le das a un hooligan una estadística que alimente su fanatismo, bien puede desarrollar un razonamiento similar...

Lo “novedoso” de esta manera de jugar es que se defiende con la pelota y se somete al rival a un castigo tanto físico como mental. No es en vano que los mejores partidos de la selección española (contra Rusia en 2008, Alemania en 2010 e Italia en 2012) lo fueron porque dichos equipos salieron a disputarle la posesión de la pelota y sufrían cuando no la tenían en su poder. Los rivales, cada vez más y mejor conocedores de las posibles fisuras de esta manera de entender el juego, han ido acentuando el énfasis en los aspectos defensivos y ofensivos que podrían darles la victoria. Presión axfisiante hacia Xavi Hernández, impedir que Iniesta reciba la pelota en tres cuartos de cancha y salidas fulgurantes en contraataque tras robo de la pelota. Aquellos equipos de mayor poderío físico intentan presionar en zonas más adelantadas mientras les dura la gasolina. Si los partidos se prolongan más allá de los 90 minutos, curiosamente la selección española, plagada de jugadores de aspecto endeble y una brutal carga de partidos a lo largo del  año, llega en mejores condiciones para disputar los minutos del alargue... Y es que suele pasar que quienes hacen correr la pelota suelen cansarse menos que quienes corren tras de ella. Otra de las “novedades” de este sistema.

Asímismo, el combinado español, ante las diferentes soluciones que le han ido oponiendo los rivales, ha ido optando por prescindir de los delanteros centro, de los arietes, de la figura del hombre-objetivo, en definitiva, del tradicional 9 o punta de ataque. Y los ha ido sustituyendo por enganches, extremos o volantes ofensivos dependiendo de las circunstancias del rival y el momento de partido.

En todo el tiempo que llevo viendo fútbol, sólo un equipo tuvo un dominio similar de la competición y del juego: El Milán de Arrigo Sacchi. Era un placer verles jugar y sobre todo pude aprender mucho de todos los que en su camino hacia el triunfo le opusieron resistencia. Nadie pudo jugar como ellos, ni siquiera parecido. Y los que le sucedieron lo hicieron con modelos de juego muy diferentes y ninguno tan dominante.

En estos últimos cuatro años de dominio del binomio Barcelona-España, se ha comprobado que renunciar a la posesión de lo pelota es como jugar a la lotería: rara vez toca. Aunque “comprensible”, resulta muy triste ver como equipos plagados de jugadores con una calidad enorme, salen a no disputar la posesión de la pelota a quienes disfrutan con ella. No creo que sea buena idea dejar que el rival disfrute de la opción de poder desarrollar sus virtudes. Y me parece mezquino menoscabar el juego de quien pone y propone el fútbol porque no cree mil ocasiones ante once grandes jugadores cuyo único empeño cierto es defender, defender y defender. Cuando uno ha tenido que ver a Samuel Etoo jugar de lateral, o a Didier Drogba, Roque Santacruz y a otros grandes delanteros marcando en su propia área a los centrales rivales, no puede culpar a quien busca la manera de derribar los muros de Numancia de no ver un juego brillante. Las distintas soluciones tácticas que se les ocurren a todos esos “The Special One” pueden ser muy respetables, pero en tanto que defensivas (y nada novedosas, pues ya Maguregui y otros muchos antes ya intentaron colgar a sus once del larguero), no creo que su apuesta sea precisamente ofrecer un bonito espectáculo a quien va a verlos. Y no sé si ha de ser elogiable de por sí el hecho de buscar soluciones tácticas que posibiliten mantener este sistema de juego que consiste en tener la pelota el mayor tiempo posible y lo más cerca del área rival. Pero desde luego, no tiene mucho sentido parangonar ambas estéticas sobre todo cuando tantos y tantos que se dicen entendidos (tanto de uno como de otro “bando”) fundamentan sus disquisiciones en función del resultado.

lunes, julio 02, 2012

Enhorabuena a España campeón


Los grandes equipos se miden en los grandes momentos, y así lo hizo España. Un equipo que durante el torneo transitó sin demasiado brillo, eso sí, fiel a su estilo de hacer de la posesión del balón y del toque de éste su principal arma ofensiva y defensiva, mostrándose muy poco certero de cara al gol y sin demasiada brillantez de sus geniales individualidades. En cambio, en el encuentro decisivo, el equipo tuvo lo anterior y más ya que apareció el talento de Xavi Hernández, Fábregas y Silva para inclinar la contienda desde los primeros aprestos y, cómo no,  Jordi Alba, el jovencísimo lateral del Valencia que ahora vestirá los colores blaugranas,  la mayor estrella española de la competición sin lugar a dudas, que aportó no sólo con su despliegue incansable sino con un golazo de mayúscula factura.

La eficacia en la final fue el factor decisivo y desequilibrante, ya que entre el primer y segundo gol, Italia se adueñó del balón y de las situaciones que siempre resolvió el magistral Casillas; después del segundo arponazo Italia no tuvo al fuerza para volver al partido, a lo que colaboró además la pésima fortuna de perder a dos jugadores por lesión (Chiellini y Motta) quedándose con 10 futbolistas durante el último un tercio del partido, en consecuencia el resto fue un picnic para la “furia” de otrora, tiki-taka-tiki-taka.
España erradicó en los noventa minutos finales cualquier duda que sembró en el camino y con sólo tres jugadores del plantel por encima de los 30 (Casillas, Hernández y Alonso) se postula como el candidato máximo a vencer en el mundial de Brasil, erigiéndose como una de las selecciones más gloriosas de la historia de nuestro deporte. Tuvo este conjunto en el “Sabio de Hortaleza” Luis Aragonés su cimentador, y en Guardiola su gran apuntalador, de ahí mantener y ostentar el estilo y los protagonistas del mismo, las claves de esta tercera e indiscutible victoria consecutiva, todo un glorioso hito. A Del Bosque reprocharle que con ésta pléyade de magistrales futbolistas,  debería apostar más por uno que otro jugador de punta que le permita alcanzar en los marcadores la supremacía que demuestra en el juego, como  fue también en la final con dos goles más cuando ingresaron Pedro y Torres.

Un párrafo final se merece Italia que,  pese a la derrota final ha mostrado un nuevo semblante basado en un juego con respeto y cariño a la pelota, violando esa norma que rige en su constitución que prohíbe alinear más de un delantero y un media punta en su esquema titular; Prandelli hizo la vista gorda de esa máxima constitucional, dejó en el trastero el artero “catenaccio” e hizo de Pirlo su emblema enviando al olvido esas viejas italias que tenían en defensas como Cabrini, Baresi, Maldini o Cannavaro su mayor figura. Ojalá Italia mantenga esta estela tan positiva que dejó en la Euro, que seguro que más temprano que tarde se otorgará satisfacciones.

Se nos va la Euro 2012 y ahora resta aguardar el próximo mundial, para despedirnos un sonoro enhorabuena a España que año tras año escribe en letras doradas y escarlatas ínclitas páginas en los anales del fútbol mundial.


lunes, junio 18, 2012

Grecia, a por el rapto de Europa


Grecia, ha sido el epicentro fundacional de casi todo lo que hoy conocemos como cultura occidental, en esas tierras mediterráneas surgieron la democracia (Solón y Pericles), las ciencias históricas (Heródoto y Tuscídides), la geometría euclidiana (Euclides), la filosofía (Tales, Parménides y Heráclito) e incluso a través de uno de sus insignes mitos el nombre de la propia Europa, quien fue una hermosa joven fenicia que es raptada por el libidinoso dios Zeus que en forma de toro blanco la lleva desde sus tierras a la isla helénica de Creta.

Grecia que hace 25 siglos en la era de Pericles y Sócrates vivió su máximo esplendor, hoy enfrenta una tremenda crisis económica que la tiene como país bordeando un abismo que podría desembocar en su expulsión de la Unión Europea, hecho que de sucederse encumbraría el mayor bochorno histórico de la historia del continente, dado lo contradictorio de expulsar a quienes en un origen fundaron y crearon un legado de la mayoría de las cosas que se juzgan buenas en la Europa y en el mundo actual.   

Ángela Merkel, Canciller actual de Alemania, es la persona que más rígida e implacable ha sido en la imposición de medidas radicales y asfixiantes para "paliar" la crisis griega y por ende una de las personas más odiadas en la nación helénica. El hecho de que al gigante económico y futbolístico Alemania le toque enfrentar a la débil y vilipendiada económica y futbolística Grecia, nos ofrece el choque con más morbo de toda la escena de cuartos de final.

Como siempre el fútbol ofrece un incruento ámbito de redención y orgullo nacional, y ese ha sido el escenario en que los griegos han podido vivir sus horas más gloriosas desde que se liberaron de los turcos el siglo pasado. Su inopinado triunfo en la Eurocopa del 2004 fue el mayor batacazo que se haya dado en la historia de este deporte, venciendo al campeón vigente (Francia), al mejor equipo (Rep. Checa) y al local (Portugal, al que derrotaron en dos ocasiones en inauguración y final) donde los guerreros "aqueos" de esa gesta así como todo su pueblo celebraron semejante epopeya por todo lo alto.

Una vez más Grecia volvió a la Eurocopa como una escuadra de relleno que se veía la menos fuerte incluso en el grupo débil del torneo. Otra vez el desdén mostrado hacía ellos estuvo demasiado errado, ya que su espíritu espartano salió a flote y pese a los desastres arbitrales contra ellos (en el primer partido le expulsaron a Sokratis por doble amonestación y en ninguna de las dos veces había cometido ni si quiera falta; y en el tercer partido no sólo no cobraron un claro penal a su jugador emblema Karagounis haciendo zozobrar la victoria obtenida, sino que además lo amonestaron y no podrá jugar contra los germanos), pero se repusieron a la adversidad y están de nuevo en zona de definición dejando afuera a los locales y a los geniales rusos dueños de un equipo de calidad envidiable pero de un ostensible pecho frío.

El viernes 22 el universo del balompié les ofrecerá a los griegos la herculeana tarea de derrotar a Alemania, estará en la arena de Gdansk la chance de que la golpeada nación helénica pueda rememorar los tiempos de Leónidas y Temístocles en las guerras médicas, o los antiquísimos mitos de Heracles y Odiseo, y poder darle a la Merkel y a sus bárbaras tribus un disgusto de proporciones. Si se diera el milagro futbolero, nada, absolutamente nada cambiaría en el marco económico-político de Europa, pero implicaría un desquite de proporciones históricas que traería un bálsamo de moral y alegría a un pueblo al que tanto le debemos cada vez que mencionamos la palabra cultura.

lunes, junio 11, 2012

4-6-0


El análisis que deja España-Italia es opuesto a todo lo que se podría haber pensado a priori; Italia nos dejó una imagen fresca, inteligente y si bien no atrevida, seguro que fue mucho más peligrosa que su rival; España en cambio, pese a la fidelidad con su filosofía de juego, se tornó aburrida y predecible, lo cual la tuvo coqueteando con el abismo.

Vicente Del Bosque presentó un versión inédita de España o casi de cualquier equipo de fútbol, ya que saltó al campo sin un sólo delantero, con 4-6-0, que quizás no puede denominarse como tal por el escalonamiento de los talentosísimos volantes con los que cuenta. España tiene en la posesión de la pelota y en el buen trato de ésta, sus bazas para el triunfo, pero que un atacante patee al arco no contraviene con la lógica de lograr la victoria.

Italia en el primer tiempo, sin llevar el peso del partido, hizo zozobrar a Casillas en varias ocasiones, mientras España dependía exclusivamente del arte de Iniesta para crear cualquier atisbo de peligro. En el segundo tiempo España decidió adelantarse más y provocó la aparición de Buffon, pero Italia con Balotelli, Cassano y en última instancia Di Natale de forma vertical y furtiva creó peligro inminente hasta que éste último convirtió tras una formidable jugada del sempiterno Pirlo.

La fortuna de España fue que el empate se gestó rápido en una excelente triangulación entre Iniesta, Silva y Fabregas (una de las escasísimas apariciones inspiradas de éstos últimos).

No fue hasta el minuto 74 que Del Bosque apostó por incluir un delantero en su escuadra, el decadente "Niño" Torres, que si bien mostró la falta de forma que lo aqueja hace más de dos años, evidenció que con un delantero España fue más incisivo y pateó el tablero consiguiendo dos ocasiones mano a mano ante Buffon, desperdiciadas en ambos casos por Torres. Es evidente que el "Niño" de otrora no aparece hace tiempo y eso justifica su exclusión del once inicial, pero se podría intentar con Llorente o con Negredo la búsqueda del "Squilacci" español versión 2012.

Italia, por paradójico que suene, nunca renunció al triunfo y siempre con dos delanteros atacó a España aprovechando la contra y creó constante peligro, mostrando una buena fisonomía que invita a pensarlo entre los posibles favoritos, aunque se yergue la eterna incógnita sobre la versión que ofrecerá el día que le toque asumir el protagonismo.

La imagen de España fue aburrida y ojalá Del Bosque busque algún revulsivo en su plantilla para poder darle profundidad y gol a su orquesta de toque. Si en el Barcelona, que ostenta a Messi, se hacía patente la ausencia de Villa, hoy se ha podido comprobar cuanto hecha de menos España al "Guaje" con el agravante de que su "Mister" ni insinúa querer reemplazarlo.

Publicado en el matutino Página 7 el lunes 11 de junio.

lunes, mayo 21, 2012

Cech, Lampard y Drogba realizan una celestial justicia futbolera

Ahora que el Chelsea ya es el campeón de Europa, y el camino triunfal ya ha sido trazado, es difícil señalar cual es el punto de inflexión exacto que ha hecho posible la proeza, tan buscada por estos mismos blues durante 8 años. Unos alegan que es cuando Ashley Cole sacó sobre la línea lo que era el cuarto gol del Napoli por ende eliminación, otros cuando Messi erró el penal en Camp Nou, otros el gol de Ivanovic ante el Napoli, otros el gol de Ramires al final del primer tiempo y así podríamos estar todo el día. Yo me voy a pronunciar por un hito en esta gestión futbolística del Chelsea y es la contratación de André Vilas-Boas (AVB), quien es reclutado por Roman Abramovich en un intento de emular lo que otrora había conseguido con Mourinho, un técnico joven y ganador que venga a ser el revulsivo para obtener un Chelsea triunfal, y por un acto fortuito e impensado del destino, el magnate ruso lo logró.

AVB llegó al Chelsea a desplegar una serie de conceptos futbolísticos bastante ajenos a los que los blues venían predicando por casi dos lustros, y no sólo por entercarse con el 4-3-3, o por hacer que Juan Mata sea el jugador más importante de toda la escuadra, sino porque, sin que al menos yo pudiera entenderlo, llegó con la premisa de que en Chelsea había que empezar una etapa de renovación, hacer un borrón y cuenta nueva, no sólo con la idiosincrasia futbolística que había convertido a un pequeño equipo londinense en uno de los competidores europeos por excelencia, sino que en ese afán se resumía que los bastiones de esa idiosincrasia debían ser barridos del mapa para marcharse sin pena ni gloria.

En esa inopinada y brutal lógica que trajo el portugués junto a su alcurnia y a su elegancia, dictaminaba que Cech, Ivanovic, Terry, Lampard y Drogba debían aparecer cada vez más efímeramente en el onceno titular y cada vez que aparecieran parecer más inútiles. AVB pretendía mear el territorio, y erradicar con susodicha meada el corazón de una década de glorias blues y patrimonio futbolístico mundial.

No es por tener nada en contra de Juan Mata, quien es un excelente jugador y tiene un futuro gigante, el cual seguramente será el líder futbolístico del Chelsea en un futuro muy próximo, pero no era el momento para legarle esa conducción que había sido de Lampard quien ha sido el paradigma del volante “inglés” comiéndose la cancha de área a área año tras, manejando los ritmos de juego de su equipo y por añadidura acostumbrar a sus fieles a marcar un promedio de 15 goles por temporada, casi nada.

El pertinaz AVB nos quería hacer creer que Torres o que Sturridge, o que el mismo Lukaku estaban más aptos que un acabado Drogba, que ya había perdido esa estamina, como su hambre de gol y de títulos. Cech y Terry tuvieron más minutos en el campo pero siempre observados con ese desdén de que ya perdieron no sólo actualidad sino verdadera capacidad para hacer lo que mejor hacían.

En todas las anteriores alusiones, creo que se encuentra la clave triunfal de esta versión “avejentada” y triunfal del Chelsea, ya que cuando Abramovich no soportó más al ver a su escuadra devenido en un mero equipo de relleno en la Premier League y que era vapuleado sin rubor alguno por el Napoli en la Champions, erradicó a AVB quien había llegado a redefinir el futuro, y dejó a Roberto Di Mateo, quien más bien redefinió el pasado.

AVB había dejado su huella, sus huellas eran heridas, llagas irritadas en el corazón de guerreros futbolísticos de gran ralea, hombres descalificados a los que se les había entregado una soslayada jubilación anticipada, y en esa huella, en esas heridas se cocía algo extraordinario, un vehemente torbellino de pasión futbolera que iba a ser devuelto como un sopapo a aquel elegante noble que había tildado de inútiles y extemporáneos a tantos monstruos del fútbol.

Así fue que en el partido de vuelta contra el Napoli, el día 1 después de AVB el Chelsea ganaba de manera épica un partidazo de mil emociones y de corazones a mil, quizás el mejor partido de toda la competición, y el 4-1 dejaba una evidencia indeclinable, que si el fútbol del Chelsea tenía alguna chance de supervivencia en Europa o localmente, era a través de sus sempiternos gladiadores, no por nada marcaron los goles Drogba, Terry, Lampard e Ivanovic, y Cech fue la muralla viviente que evitó tantos otros de los napolitanos. Una pléyade de titanes ajados mas brutalmente rejuvenecidos, heridos pero rebosantes de orgullo y con afán de venganza, de demostrarle al mundo que los habían subestimado, que los habían dado por muertos antes de tiempo. Ese aire de gesta que brotó en Stamford Bridge aquella noche se fue expandiendo por toda Europa y subestimar los felinos ojos de Drogba en estado de trance era toda una insensatez.


La vieja guardia había rejuvenecido al Chelsea y había creado un clima de contagio tan poderoso que uno veía en Ramires, en David Luiz o en Meirelhes, hombres de la nueva camada, un fuego interno que los homologaba con sus pares de antaño.

El Benfica fue un trámite, y las triquiñuelas del destino hicieron que la soñada final bipolar quede desechada por un sorteo que puso en el camino de madridistas y culés a sus bestias negras.

El Chelsea consumo una injusticia gigante al eliminar a un Barcelona superior en todo como ser posesión de pelota, dominio de juego, creación de situaciones de gol, exceptuando ese dominio en dos ámbito, la eficacia en la puerta contraria y en la misión de evitar goles cantados. Fabregas abatido decía que el Chelsea había creado sólo tres ocasiones de gol en toda la eliminatoria, y era cierto y lapidario, convirtió las tres y en una gran revancha futbolística eliminaba al equipo que inmerecidamente lo había privado de la segunda final de sus historia con un soberbio derechazo de Iniesta, la única situación de gol del Barcelona en 90 minutos de aquella turbulenta noche londinense.

El concepto de injusticia se hizo el tópico más usado de toda la verborrea futbolística después de la mencionada eliminación catalana, y pregunto sobre ese tópico, si no es una injusticia futbolera que cracks como Rivaldo, Nedved, van Nielstelrooy o Ibrahimovic nunca hayan ganado una Champions. A mi me parece que si, como puede haber tantos otros ejemplos válidos de jugadores y equipos que nunca consiguieron la orejona habiéndola merecido.

Resulta que el coraje, el desmesurado valor, pasión y competencia a la hora de jugar al fútbol llevaron a Cech, Lampard y Drogba a erradicar lo que hubiera sido una injusticia flagrante del mundo del fútbol, que ellos, sobre todo ellos, y otros grandes escuderos nunca levantaran la orejona por todo lo alto. Y lo hicieron en una coyuntura que no los encontraba en sus años mozos, que les tocaba reemplazar una cantidad de compañeros importantísimos (incluido el merecidamente cuestionado Terry), el jugar ante un equipo en mejor nivel futbolístico y enfrentarlo en sus predios, donde la localía se hacía un desmesurado peso que sobrellevar; a todo eso coyuntural, lo que efectivamente paso es que el Chelsea tuvo el partido perdido tres veces, en el gol de Müller, en el penal de Robben y cuando Neuer puso los penales 3-1; con un conjunto superlativo en su valentía liderado por Lampard, sostenido por Cahill y David Luiz y en detalles individuales como los de Drogba y Cech, tornaron la adversidad en fortaleza y cual titanes que son cambiaron la marea bávara y celebraron por todo lo alto haciendo una celestial justicia futbolera.  
  

lunes, mayo 07, 2012

A Dangerous Method: Notas



1.       David Cronenberg, de entre una prodigiosa generación de “autores” en el sentido duro del término, es de los pocos que ha sabido afrontar el devenir de la década pasada sin caer en una severa crisis narrativa de cinematografía autocomplaciente y, en algunos casos, groseramente masturbatoria, que se limitaba a tener un aroma de las películas de los ochentas y noventas, cuando el (llamado) cine posmoderno o, más a mi gusto, posthitchcockiano, nos regalaba joyas que en este blog nos hemos cansado de loar y que consolidaban esa constelación de creadores alrededor del globo. Con su perdón, no puedo evitar incluir en este fenómeno a gigantes del rubro como Kusturica, Lynch, Kitano, Allen, Almodóvar, Tarantino, Kar Wai, Burton, Egoyan, etc. Esta aseveración responde menos a una nostalgia romántica de un pasado “buen” cine que a la constatación de que todo cambio de orden societal conlleva cambios en todas las actividades y los productos de la cultura: estamos lejos del contexto en el que se produjeron “Reservoir Dogs” o “The Big Lebowsky”. Y esto debido a los cambios en la tecnología y, sobre todo, en el aspecto cultural: se trata de indagar sobre qué es lo que se esperaba de un filme en ese entonces y qué es lo que se espera ahora. Todo cambio tecnológico en el cine genera cambios en la forma de narrar y eso no ocurre por primera vez y los ejemplos de ello abundan: el bajón narrativo que padecieron las primeras películas sonoras se hizo evidente en relación al lenguaje del cine mudo anteriormente consolidado. Actualmente, esta revolución multifacética está correlacionada con la revolución de los medios: el cine de ser El medio por excelencia, se ha convertido en uno más y no forzosamente el más fascinante entre las masas. Las grandes producciones empachan y ya no conmueven más que la hamburguesa posterior a la sala oscura, y, por otro lado, hay una eclosión inédita de producciones independientes, de medios de difusión, así como de un mercado para las mismas. En fin, la hiperinflación de imágenes, símbolos y estímulos de los que vive rodeado el hombre de hoy hacen que el impacto de cada uno de ellos sea cada vez más insignificante y le interpele en menor grado que cuando éstos eran escasos. La competencia que tienen las películas es inmensa y su rol, ni siquiera entre las artes audiovisuales, ya no es el mismo que hace diez o quince años (tanto del lado de la producción como de la audiencia). Esa es la velocidad de las metamorfosis que viven la sociedad y las culturas en nuestros días.



2.       “A dangerous method”, fiel a su título, comprueba que la clave del cine de Cronenberg, más que en el contenido de las imágenes o de las historias – hoy en día habría que ser simplista para quedarse con el estereotipo del “rey del horror venéreo” – radica en el método: el camino, la forma de conducir una historia; esa manera tremendamente filosófica y visceral a la vez que tiene el canadiense, de penetrar en el espectador y sacudir su condición de sujeto desde (muy) adentro: sujeto como portador de una subjetividad pero también, y sobre todo, como ente “sujetado a” fuerzas que lo invaden y determinan, a pesar de cualquier intento de consciencia, razón y voluntad. He ahí el proceso de alienación viral del lenguaje cronenbergiano, he ahí su esencia y su capacidad de adaptarse a temas tan diversos como la mafia, la telepatía, la creación literaria, las adicciones o la realidad virtual, y de extraer relatos de fuentes como el teatro, el cómic y la literatura con la misma facilidad.



3.       La película en cuestión muestra un Cronenberg maduro que ya ha aprendido con maestría el arte de no dejarse seducir por la autoreferencia y de abocarse, con la meticulosidad de un cirujano, a respetar las leyes internas del organismo específico que constituye cada obra para revelar su belleza. “A Dangerous Method” es, indudablemente, una película bella.

4.       Si bien en “The Fly” y en “M. Butterfly” ya habíamos visto el tema del amor como una sublimación de la voraz vocación erótico-tanatológica de la unión (fusión) carnal, Cronenberg nunca había presentado el amor romántico como lo hace en esta pieza minimalista de época. Es que las situaciones, el tono y la tensión que gobiernan sus anteriores filmes son tan ominosos que el tema del amor aparece como un contrapunto necesario para resaltar con más fuerza la fatalidad y la imposibilidad de trascendencia dentro de un mundo regido por leyes similares a las que le acaecen a un insecto, en un trayecto programado y axiológicamente llano. “A dangerous method” deja entrever la posibilidad del amor como cura, un atisbo de transfiguración y trascendencia en oposición a la fusión monstruosa con la otredad (“The Fly”, “Videodrome”, “A history of violence”) o a la compulsiva repetición de una programación viral hasta la autodestrucción (“Shivers”, “Naked Lunch”, “Crash”). El concepto mismo de “cura” aparece por primera vez, como una posibilidad, en un universo cinematográfico donde la patología impera como motor ontológico y estético y donde toda “medicina” resulta fatalmente más monstruosa que la enfermedad en una línea fiel a la tradición de Jekyll y Hyde o Frankenstein. Si en “The Brood” veíamos cómo una terapia de “exteriorización” fracasaba de una manera espeluznante y empujaba a la paciente a “parir” monstruosidades indecibles (Samantha Eggar logra uno de los personajes más escalofriantes de la historia del cine), la “terapia del habla” –  “The taking cure” titula el libro que inspiró la obra que inspiró el filme – aplicada por el Doctor Jung resulta en una metamorfosis dolorosa, cómo no, pero mucho más reconfortante para la paciente, que corona esa transformación con un diáfano embarazo. La atormentada diada relacional amor-enfermedad se ve complementada por un tercer elemento hasta entonces inédito en esta filmografía: la ternura. La tragedia amorosa vivida por Jung y Sabina Spielrein le da un toque de humanidad más-que-reptiliana a este cosmos de personajes que no hacen sino ahondar cada vez más en ese afán de desentrañar la especie que, como la obra en causa, no debería dejar de sorprendernos. Lo valioso de este logro es que se lleva a cabo, era de esperarse, sin el más mínimo recurso a la empalagosa interpretación del romance hollywoodense, salvaguardándose rigurosamente del dramón de época con fines oscaristas.



5.       Es indudable que existe un humor cronenbergiano, no es fácil de asimilar y, en la mayoría de los casos, el proceso no se hace sin cuestionamientos respecto a los propios principios morales, sexuales, digestivos y/o estéticos que uno pueda poseer como espectador. Así es como, en la medida que uno se va alienando a las reglas de este “tejedor de pesadillas”, pasa del terror y el asco, al disfrute y a la vigilancia hacia ciertos dejes de espléndido humor (no en vano Cronenberg viene de una tradición cultural milenaria de grandes humoristas). A pesar de eso, ninguna película se ha acercado tanto al campo humorístico de una manera tan directa como “A Dangerous Method”. En este sentido es necesario remarcar la gran actuación de Viggo Mortenssen – probablemente la mejor de la trilogía –, que encarna a un Freud fiel a una línea biográfica intimista que hace hincapié en su ingenio y mordacidad así como en sus patentes neurosis y paranoias. La aproximación realista no evita que esta versión del padre del psicoanálisis se aliste en ese ejército de personajes perturbadores, paranoicos, excéntricos y faustianos que pueblan la obra del canadiense nutriéndola del mentado humor: como el Doctor Benway en “Naked Lunch”, Vaughan en “Crash”, Brian O´blivion en “Videodrome” o Paul Ruth en “Scanners”. Además de Freud, es imprescindible mencionar en este aspecto el rol, breve pero crucial, de Vincent Cassel interpretando a Otto Gross, como una voz interior lasciva del propio Jung que lo motiva, con bases filosóficas, a ceder ante sus instintos a pesar de su deontología laboral y de su ética marital. Es dificil no emparentar a este personaje con Clark Nova, la cucaracha-máquina-de-escribir-esfínter-hablante que colabora con Bill Lee en la afiebrada adaptación de Burroughs.
     
6.       Cronenberg siempre se enfrenta a un desafío nuevo en cada proyecto, una nueva dificultad respecto a su obra previa; quizás, en este caso, el “peligro” que enfrenta este método cinematográfico radica en el equilibrio que debe mantener el relato entre sus raíces teatrales (tanto la tragedia como la comedia) así como el respeto riguroso al hecho histórico – una inédita perspectiva realista en esta trayectoria – y todo dentro de un relato (tanto en el sentido de narración como en el del paceñismo “relatear”) donde todas las escenas se ligan a través de poquísimas acciones y muchísimos diálogos. Su éxito radica en ese maravilloso casting que permite una implacable solidez en los personajes y en las poderosas relaciones y mutaciones que se van tejiendo en base a esos diálogos cargados de múltiples sentidos. La palabra, como sugiere la escuela pragmática en semiología, es una forma de acción; no se limita a la representación. Esa la razón por la cual el filme se hace sumamente llevadero a pesar de que “pase” muy poco.



7.       Los cuestionamientos en la obra de Cronenberg son, en gran medida, los del psicoanálisis pero, por lo general, de una manera latente (no confundirse: una vertiente posee una naturaleza teórica y la otra, estética, emotiva). Sin embargo, en este caso, estas cuestiones, además, se exponen y se hacen patentes como contenido efectivo de la narración cinematográfica. La inteligencia soberbia del director permite que “A Dangerous Method” pueda ser leída en diferentes niveles y por diferentes audiencias. Si bien es necesaria una base en cuanto a ciertas ideas generales sobre la revolución que implicó e implica el psicoanálisis, los no-iniciados podemos disfrutar porque, como en toda buena película, independientemente del contexto, lo que nos interpela son las relaciones entre los personajes y los cambios que éstas y éstos van sufriendo. Además, y en esto hace hincapié el canadiense en sus propios comentarios sobre el filme, el nacimiento del psicoanálisis constituye, hoy por hoy, una suerte de mito fundacional de los tiempos modernos: Freud, Jung, la Viena de principios de siglo, el diván, el afán positivista y científico como ideología hegemónica, la libido, el complejo de Edipo, etc. Esto le permite abordar el tema científico sin pecar de intelectualista, e incluso hacerlo de una manera sutilmente burlesca, en referencia al arsenal de estereotipos que se mueven alrededor de este "mito".  El lenguaje de “A dangerous method” resulta en un sano equilibrio entre conversaciones altamente teóricas e iniciáticas del psicoanálisis y sentimientos y conflictos arquetípicos de la especie como el amor prohibido, la traición, la amistad, el deseo sexual, la culpa: todas esas experiencias presentes en la gran mayoría de relatos de la especie (desde una vil telenovela mexicana hasta Guimarães Rosa) y que los mismos psicoanalistas trataban de explicar. 

8.       Una joya más en esta pulquérrima filmografía, “A Dangerous Method” cumple con las expectativas y nos lleva a un viaje apasionadamente humano, y eso sin faltar en ningún momento al modus operandi de su padre, que, como todo buen padre, permite el parricidio para ver que su “progenitura” cinematográfica alcance su plenitud y autonomía y no deje de sorprendernos gratamente una y otra vez.

9.       Nos vemos en Cosmopolis.