miércoles, mayo 30, 2007

Dossier (Volumen I): El veto a la Altura

Iniciamos en el lar los Dossiers que serán bloques de artículos unidos por un hilo temático. En éste caso se trata el ingrato tema del veto que se quiere implantar para proscribir los partidos internacionales a 2,500 msnm., lo cual es un tema realmente acuciante para los colaboradores de éste blog por nuestra procedencia y por nuestro incondicional amor por el fútbol, uno de los epicentros de éste blog. Esperamos con impaciencia sus comentarios.

Cubileteros

Índice

El veto a la altura y la filosofía de la derrota



“Ayy la vida,
se me está yendo como se fue mi suerte,
poco a poquito,
pero eso no me hará llorar,
a mí jamás me acobardó la muerte”
Amigo (canción popular), Betzabe Iturralde.

Los domingos sólo sirven para dos cosas: tratar de curar la resaca (tarea imposible pero esperanzadora) y ver fútbol. El resto de lo que ese día significa es sólo tristeza. Este domingo un entrañable amigo me recibió con una aberrante noticia: jugar al fútbol a más de 2500 metros había sido prohibido por la FIFA. La indignación me llenó totalmente y me sacudió un escalofrío: ¿cómo serán de ahora en adelante los domingos en Bolivia?

No quiero acá presentar argumentos por los cuales esta medida es fascista, irracional e hija de puta (mejor: hija de hijos de puta). Ya lo ha dicho mucha gente y lo seguirá diciendo con mayor solvencia y poder de síntesis que yo. Sólo quiero expurgar rabia y penuria, el sentimiento colectivo que nos anega a todos los que transitamos por estas ciudades atrincheradas en los cerros. La indignación no permite ni ironía ni racionalidad, sólo preguntarse: ¿cómo se le puede quitar a un país entero, a tantas ciudades, algo que forma parte esencial de él, cómo puede quitársele a un pueblo entero uno de los sustratos más importantes de alegría, de emoción, de unidad?

No nos encontramos enfrente de un fenómeno menor: en el fondo, en la larga y compleja historia boliviana, sólo dos cosas han logrado que formemos un momento de unidad como país, de identidad nacional: la guerra y el fútbol. Las contiendas bélicas (siempre con resultado adverso: derrota y pérdida territorial de por medio) contra Chile y Paraguay lograron crear una incipiente conciencia nacional que logro algunas articulaciones nacionales, pero esto siempre sucedió en medio de la derrota, de la tristeza, de la muerte. En 1993, cuando en las Eliminatorias mundialistas logramos clasificar al Mundial de Estados Unidos (con un equipo espectacular, con jugadores en un gran momento, con un técnico lúcido y adelantado, con una dirigencia seria y entendida…fenómenos que incidieron más que la altura, piénsese sino en nuestras siguientes “performances” como Selección) el país entero desarrolló una identidad profunda y extendida, una adscripción a estas tierras, una toma de conciencia de lo que es Bolivia y lo que significa ser boliviano, pero esta vez lo hicimos en base a la alegría, a la euforia, al llanto contenido por años y años de ser siempre derrotados, por lagrimas de padres e hijos abrazados, por gritos de mujeres que arrimaban a todos, por un abrazo inmenso entre todos los que compartimos la dicha y la desdicha de nacer en el medio de esta tierra que nos abraza y nos expulsa, que nos cobija y nos evacua, que nos abraza y nos agarra a patadas.

Entonces ¿también nos quieren quitar una de las fuentes más importantes de unión en un país que cada tanto parece que se va a quebrar a pedazos? ¿Nos quieren quitar una de las pocas cosas que nos hace iguales, que nos dirige bajo un mismo objetivo, que nos muestra que todavía queda futuro para esta patria compleja y heterogénea? Bueno, iremos por otros rumbos, iremos juntos por la filosofía de la derrota. Volveremos a salir como fantasmas muertos de Boquerón (el fortín que en Septiembre de 1932 defendieron un puñado de valientes sabiendo que no había forma de ganar pero igual había que seguir peleando), iremos por el caos que iguala, por las manifestaciones colectivas que tumban al injusto como en Octubre de 2003, iremos llorando borracheras de tristeza entre huayños y ch´allas, iremos blasfemando contra los señores de la FIFA que nos quitan la oportunidad de jugar donde hemos nacido. Porque eso es lo que han logrado, nos han mostrado que en momentos tan duros como este, este país construye unidad y se plantea detrás de un suceso que encarna tristeza y muerte. Y eso es lo que está pasando, todos los ciudadanos de este país estamos juntos por la tristeza y desazón que nos causa esta medida.

Encontraremos nuestras formas porque este país no se muere, porque no se le puede quitar nada para que se caiga a pedazos, porque tenemos, como dice Borges, “esa dignidad que solo los perdedores pueden alcanzar”. Podrán derrotarnos todo lo que quieran, podrán postrarnos frente a la más terrible desesperanza, podrán hacer jirones con todos nuestros sueños, podrán mostrarnos la “verdad” impune y aciaga cada segundo. Pero nosotros seguiremos acá re-viviendo sueños, reconstruyendo epopeyas póstumas, reencontrándonos en medio de una ch´alla y una cerveza. Pero el punto de fondo es el siguiente: ¿lo haremos a través de niños corriendo detrás de una pelota de fútbol, a través de millones de almas mirando al equipo de sus amores jugar en la ciudad donde han nacido o lo haremos a través de la derrota, la muerte, el enfrentamiento? la respuesta la tienen solamente los grandes señores de la FIFA.

“Ventaja injusta” o hipocresía de los poderosos


“Nada en el mundo es más peligroso que la
ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.”

Martin Luther King Jr.

Pasaron casi trece años desde la fantástica victoria boliviana ante el coloso futbolístico mundial, Brasil, en las eliminatorias sudamericanas para la Copa del Mundo de Estados Unidos de 1994. Un sorprendente equipo boliviano, con figuras como Etcheverry, Sánchez, Melgar y otros héroes lograron lo que hasta esa fecha parecía imposible, noquear al hasta entonces tricampeón, en competiciones de eliminatorias mundialistas. El histórico resultado (Bolivia 2 – Brasil 0) echó por la borda 40 años de invicto futbolístico, una hazaña digna de ser contada a lo largo de los tiempos. La historia posterior encontraría a Bolivia clasificada por primera vez a la fase final de un Mundial por méritos propios, y a Brasil como ganador de su cuarto título Mundial.

El magnífico triunfo boliviano, realizado en la ciudad de La Paz a 3,600 metros de altura sobre el nivel del mar, caló hondo, muy hondo, en los corazones brasileños, a pesar de ello en aquel momento aceptaron la derrota con dignidad, es por eso que sorprende ahora verse, una vez más, en disputas por un veto a competiciones futbolísticas internacionales por encima de los 2,500 metros sobre el nivel del mar, suena casi irrisorio, menos con argumentos médicos y de ventaja injusta.

Como ya se hizo saber, ningún deportista sufrió jamás graves daños a su salud por realizar prácticas deportivas en la altura, o por lo menos no encontramos antecedentes de que ello hubiera ocurrido, es más, muchos atletas olímpicos realizaron entrenamientos en la altura para mejorar su condición física antes de una competición internacional y una cantidad de record Bolivarianos se batieron en los juegos del 1977 realizados en La Paz. Pero vayamos al análisis de los logros y resultados deportivos, principalmente de fútbol que es lo que ahora concierne:

  • Bolivia logró clasificarse sólo una vez a un Mundial de fútbol, lo citado, en 1994;
  • Ningún equipo boliviano logró consagrarse campeón de una copa Libertadores, de una copa Sudamericana, de una CONMEBOL, ni de una mal llamada MERCONORTE;
  • Salvo el gran club Bolívar, ningún otro equipo boliviano llegó a instancias decisivas en competiciones internacionales;
  • En los últimos siete años ningún equipo boliviano logró siquiera clasificar a la ronda de octavos de final de la Copa Libertadores de América.

Entonces, ¿por qué se pretende hacer creer que la altura es una ventaja injusta ante los rivales que visitan ciudades de considerable altitud, en concreto la ciudad de La Paz?, por lo menos los logros deportivos no indican que ello ocurra, en mi opinión el que juega mejor al fútbol siempre logrará ventajas sobre el rival, no por condiciones territoriales, de temperatura o de altura, sino por términos netamente futbolísticos.

Así, por mucho que intentemos encontrar las causas que llevan a los países vecinos a vetar una condición geográfica de regiones que juegan fútbol en ellas, nuestra “inhumana altura”, no encontraremos razones de peso, puesto que razones médicas y de ventaja injusta parecen ser poco contundentes a la hora de probarlas y son los argumentos utilizados para quienes defienden el infame veto.

¿A qué conclusión podemos llegar?, a que el veto viene orientado por otros motivos todavía no muy claros, que pueden variar entre discriminación o intereses deportivos de las históricas potencias futboleras del continente, léanse Argentina, Brasil y Uruguay, o por ambos. Lo lamentable del hecho es que los países afectados sean discriminados por una actitud fascista en su propio continente, y lo más vergonzoso es que la FIFA – ente deportivo que debe defender una sana competencia del fútbol en cualquier lugar del planeta – auspicie y sea portavoz de tal aberración, atropellando la dignidad y soberanía de varios países que no hicieron nada más que hacer prevalecer el derecho de jugar como locales en el estadio que consideran el mejor para la competencia, aprovechando su ventaja de localía, ya que ser local en La Paz o en la Conchinchina, pasando por el Maracaná de Rio de Janeiro o la Bombonera de Buenos Aires es una obvia, sobrentendida y legítima ventaja.

Está por demás recordar que en una competencia leal se juegan dos partidos, ida y vuelta, con un equipo de local y otro de visitante, no se juega un solo partido en la altura, o un solo partido en el llano, lo hermoso del fútbol es justamente el derecho a una revancha para lograr establecer quien es mejor en el agregado de ambas condiciones y por lo general (lo digo porque el azar puede jugar en contra) siempre el equipo mejor en términos futbolísticos prevalecerá sin importar que se haya jugado a 3,600 metros o a 50 grados centígrados.

Esperemos que el próximo campeón mundial realmente se pueda sentir mundial, puesto que si excluimos a ciertos países o regiones, el sentido de globalidad que encierra la palabra MUNDO no existirá y por cierto el ganador de dicha competencia tendrá a bien llevar con orgullo el título de “Campeón de los países en los que se permite la práctica del fútbol a menos de 2,500 metros de altura sobre el nivel del mar”, esperemos que se lo agradezca a la FIFA y que Oh Rey Pelé le entregue el trofeo.

Equipo chico la puta que te parió, equipo chico la puta que te parió…


Casi todos los domingos, porque mi equipo, el equipo al que yo sigo rara vez juega entre semana, me acuesto con la dichosa cantinela en mis oídos pues cada domingo es una derrota. Pero es mi equipo. Y además, amo el fútbol. Así que domingo tras domingo pego mi oído a la radio para escuchar como perdemos de nuevo. Y me asomo a las 28 pulgadas de mi televisor cada vez que dos equipos dirimen sus carencias ante el balón. Y digo bien, porque el fútbol es ese deporte que deja desnudos a todos aquellos que no se llamen Diego Armando Maradona. A este, le desnuda la vida pero esa es otra historia como diría Onetti.

El fútbol… No puedo decir que me guste todo en él, pero es como las mujeres: puedo soportar que se desangre cada veintiocho días. Puedo soportar que cada mundial desde el año 1986 sea cada vez más lamentable, sigo cada decepción de la selección española aunque juro siempre que esa será la última, trago con dificultad que todavía no se arbitren los partidos con el vídeo, que los jugadores cada vez sean más teatreros, que las televisiones digan qué puedo ver y que no, que ya no haya comentaristas ni narradores sólo estúpidos lameculos sometidos a bastardos intereses, que todo se reduzca a dinero, que se siga mirando a otro lado en la compra de partidos, que los árbitros yerren en la misma dirección, que las mujeres no sepan qué es un fuera de juego, que se le perdonen todas las agresiones a Roberto Carlos, que a los clubes ingleses los compren millonarios rusos, que Brasil, Italia, Alemania ganen por decreto, o el Real Madrid, Barça, Juve, Milán, Bayern, River o cualquier otro equipo etc. que todos podamos recordar…

Lo llevo mal. Cada vez peor. De hecho, de a poco que me voy pasando al fútbol virtual. ¿Qué será lo que me eche de este maravilloso mundo, mi mundo, del mundo que amo?

Esta mañana me enteré que mis amigos bolivianos no podrán ver jugar ya más un partido internacional en La Paz. El miedo se hizo realidad. Imagino vuestra indignación, porque es la mía. ¿Quién hostias son para decir que a más de 2.500 mts. no se puede jugar al fútbol? El fútbol es tan suyo como nuestro. No voy a pedir aunque pudiera, que jamás se vuelva a jugar en Brasil o en Rusia por poner ejemplos de sitios donde el clima es tan benigno como las intenciones de un Havelange o un Blatter cualquiera. La próxima es lo de los campos de hierba artificial. Me imagino que no tendrá con nada que signifique llenarse los bolsillos mediante comisiones depositadas en bancos suizos.

Pronto dimitiré de esto del fútbol, pues cada vez se parece menos a sí mismo. A los que quedéis, luchad, llamadlos mercenarios hijos de puta, reventadles las de lunas sus coches, escupidles en los zapatos. Nuestra pasión nos da derecho a algo mejor de lo que nos ofrecen. Y si se remiten al puto valor del dinero, compradlos con dinero falso. No somos meros consumidores de highlights, nuestra memoria es la gloria de todos ellos. Con eso, están más que pagados.

Joder… que no se va a poder jugar a fútbol en Bolivia y en paisajes semejantes, y seguro que lo primero que construirán en la luna será una réplica de Maracaná…

Iñaki Arbeloa
desde Madrid, España

Democracia universal vs. Fascismo futbolero: Cuestiones sobre el veto a la altura


El fútbol es uno de las manifestaciones más universales y democratizantes que hay hoy en el mundo, lo practican hombres y mujeres, gordos y flacos, buenos y malos, lo siguen niños y ancianos, pobres y ricos, chinos y nigerianos, evangelistas y ateos y así podemos seguir enumerando las causas porque el fútbol es uno de los agentes que transversaliza casi cualquier sociedad humana. Ahora una cosa hemos obviado en la enumeración anterior y es dónde y en qué condiciones se juega el fútbol, creo entender que en el desierto, en la nieve, en la playa, en las montañas, en el frío, en el calor, en la humedad y así podemos seguir hasta abarcar todas las topografías y climas del orbe, y por eso el fútbol es un fenómeno democratizador global, porque no importa la raza, el credo, la afiliación política, la temperatura o el lugar geográfico de quien y donde se practique, porque se lo practica en todos los paralelos y latitudes donde haya un amago de esfera y un niño dispuesto a golpearlo con el pie.

La FIFA como ente supremo, organizador y defensor de lo que es el fútbol, es el encargado de velar y proteger tal universalidad, por eso dicha institución congrega a todos sus afiliados a participar en la Copa del Mundo, la cual se disputa durante tres años por todos sus integrantes clasificando los mejores 32 a ser finalistas de las finales de la Copa del Mundo a ser disputadas cada cuatro años en un país sede.

En los albores del inicio de la XIX Copa del Mundo nos encontramos con una resolución anunciada en el último congreso de la FIFA de que “Por razones médicas y para proteger la salud de los jugadores, el Ejecutivo resolvió que, en el futuro, no se deberá disputar partidos internacionales a una altura superior a los 2,500 m.s.n.m.”, lo cual es un leso acto de fascismo deportivo, ya que todo ese concepto hermosamente democrático y globalizante se derrumba por una imposición intolerante y discriminatoria, justificada de manera endeble, ambigua y arbitraria, violando de esta forma el propio objeto y sino de sus estatutos que rezan lo siguientes en los sucesivos artículos e incisos:

Artículo 2 Objetivos
Los principales objetivos de la FIFA son: a) mejorar el fútbol y entregarlo al mundo, considerando su carácter universal, educativo y cultural, así como sus valores humanitario, concretamente mediante programas de desarrollo y juveniles.

Artículo 3 Lucha contra la discriminación

Está prohibida la discriminación de cualquier país, individuo o grupo de personas por su origen étnico, sexo, lenguaje, religión, política o por cualquier otra razón, y es punible con suspensión o exclusión.


Esas encomiables razones que forman el corazón del ente de marras, están sufriendo un aberrante acto de vilipendio enunciado y promulgado por ellos mismos, al juzgar la imposibilidad de practicar el fútbol a nivel internacional en poblaciones de altitud superior a 2,500 m.s.n.m., lo cual excluye a por lo menos tres capitales sudamericanas: Bogotá, La Paz y Quito quedando excluidas a su vez ciudades de países como Perú, Chile y Venezuela, y fuera de sudamérica México, Argelia, Nepal, India o Estado Unidos, lo cual detenta contra la misma esencia de lo ecuménico del juego que la FIFA hipócritamente pretende defender, ¿no son acaso la geografía y la etnia dos factores innatos, inexorables e inalienables del ser humano? Atentar contra esto en el derecho de no poder practicar en fútbol internacional es una discriminación patente que según los mismos estatutos es punible y causa de suspensión o exclusión ¿a quién se debe penar o suspender o excluir? ¿Será a la FIFA misma por violar sus propios estatutos? Menuda contradicción.

Para sustentar el veto se aducen razones medicas y de protección al jugador, argumentos que parecen tan absolutos, solventes y cuantiosos como la cantidad de jugadores que han sufrido daños físicos a causa de la altura. Los antecedentes son tan escasos por no decir inexistentes que el veto que se quiere instaurar parece una oda a la discriminación.

Pero todo esto no deja de ser sospechoso. ¿Por qué la FIFA ciegamente quisiera contravenir sus más latas predicas y supuestas defensas? ¿No parece más bien un complot manipulado por Julio Grondona, Ricardo Texeira y Nicolás Leoz, todos de países sudamericanos con interés real de no jugar en la altura, que casualmente son los representantes del continente en el Consejo de la FIFA? ¿No será el miedo de estos personajes de que se aumente el número de partidos a disputarse en la altura el que los lleva a manipular la situación de tal modo que por lo menos cuatro países se vean perjudicados con el fallo? ¿No es vergonzoso y cobarde que los fútboles más grandes de América, Argentina y Brasil, usen estas infames argucias para favorecer sus triunfos, cuando nunca en el pretérito lo han necesitado e igualmente han prevalecido en el campo de juego? ¿No existe acaso una inmensa negligencia y afán de sabotaje en un nefasto personaje como el boliviano Romer Osuna, tesorero de la Conmebol y esbirro del mismo Leoz, quien no hizo notificación alguna al país en los albores de un anuncio como éste? ¿No habrá dentro del seno del fútbol boliviano un oscuro interés para permitir semejante usurpación de nuestro derecho, como otrora se dio bajo la presidencia de Edgar Peña que vendió la sede a Brasil para que Bolivia juegue en Santa Cruz en la eliminatoria para España ´82*?

Todas estas cuestiones nos intrigan y si fueran verdad nos indignarían de sobremanera por su pérfido proceder y su fascista quehacer. Esperemos que en una alianza conjunta todos los países afectados hagan causa común y defiendan su inalienable e innato derecho territorial y futbolístico para que no triunfen un puñado de corruptos y ventajistas cobardes, y sea que finalmente la pelote no se manche, y que se de un triunfo de la tolerancia, del fútbol y de su enorme e insobornable universalidad.


*Fe de erratas: Como indica Marcelo en su comentario la cesión de la sede fue en las eliminatorias para México ´86.

domingo, mayo 27, 2007

Marlowe, Fenner y el agente de la Continental: algunas notas sobre la novela negra


“Van Dyke había caído de rodillas tomándose el estomago. El pelo le caía sobre la frente mientras el saco, que tenía un solo botón abrochado, estaba inflado como una bolsa. - Déjemelo, Marlowe. - ¿Ahora que está blandito? No, compañero, no le pegue nunca a un hombre que está peleando con otro.” Osvaldo Soriano, Triste, solitario y final.

La fórmula, a priori, parece bastante simple: un asesinato, una intriga, un tipo duro, una mujer fatal, un cachiporrazo y un final que devele todos los misterios. La estructura, a priori, parece bastante simple: un encuentro con un personaje (casi siempre femenino) que plantea un dilema, la búsqueda a través de extraños sucesos y complejos personajes, el encuentro, repentino y extraño, con el hilo que desencadena la verdad de los sucesos. El tono, a priori, parece bastante simple: lenguaje parco, narración simple y dura, diálogos convincentes y ocurrentes. A priori, a priori.

Sin embargo, la novela negra relacionada a Chandler, Mcoy, Goodis, Hammet o Hadley Chase entre tantos otros tiene algunos componentes subterráneos que la hacen fascinante y sugestiva. Entre muchos, en este escrito se pretende abordar algunas características del protagonista (había pensado usar la palabra héroe, pero no me queda claro si es un epíteto que retrata a los actores centrales de las aventuras detectivescas) de este género: el detective.

Mucho se ha escrito sobre la novela negra, a veces me parece que sucede con ella un fenómeno parecido al fútbol: mucho tiempo pareció un espacio banal y simplón (hasta cierto punto despreciado por los intelectuales) para después ser “redescubierto” desde la academia como una fuente insondable de lucidez y encanto. Entre tantos escritos, alguna vez creo haber leído algún artículo de Piglia donde afirmaba que la novela negra era también un manifiesto político contra el orden establecido en los Estados Unidos, un alegato contra la dominación de la sociedad capitalista y uno de sus mecanismos más ríspidos de coerción: la policía. No recuerdo bien el artículo y la interpretación sea tal vez muy libre (aunque en el caso de Piglia, por razones prosaicas, eso no tiene mucha importancia) pero me parece posible poder deducir que el detective simboliza muchas veces un espacio de resistencia social, un ente libre ajeno al Estado, capaz de encontrar la solución a problemas que la incompetente policía no puede resolver. Por otro lado queda otro guiño político, la crítica a la burguesía gringa: su falta de transparencia, sus turbios secretos, sus hipócritas convenciones, sus deslealtades…en fin, su decadencia (tal vez acá sea importante acotar la pertenencia de Hammet al partido comunista norteamericano).

Pero tal vez el rasgo que más me seduce de estos protagonistas, el que pretendo reseñar modestamente en este escrito, más allá de sus conceptualizaciones como símbolos de intransigencia frente al Imperio, es la encriptada ternura con la cual realizan sus acciones. Hay en Marlowe, Fenner o el agente de la Continental (personajes de Chandler, Hadley Chase y Hammet respectivamente) una extraña devoción a su trabajo, una lealtad con ellos mismos y con sus clientes, un compromiso tácito en llevar a cabo el trabajo con entereza y honestidad, una preocupación extrema por el destino de sus contratantes, más allá de la búsqueda del misterio y la verdad. En ese sentido, encuentro una diferencia con exponentes de otra vena de la novela negra: Dupin y Sherlock Holmes (protagonistas de Poe y Conan Doyle), para ellos la búsqueda de la verdad es un juego de inteligencia, una postura personal e individual ante el misterio, más que una preocupación ética social frente a las vicisitudes de una persona en aprietos. Preocupación teñida de ternura que muestran Marlowe, Fenner y el agente de la Continental; veamos algunos peregrinos ejemplos.

Marlowe, en “Playback”: se observa como el cansancio y el aburrimiento del detective se van tamizando por el amor y la ternura; a pesar de que se ha dicho que por ser la última novela de Chandler el amor aparece más directamente, casi como un artificio, es innegable que la llamada de Linda al final de la novela (que se ha ido hace tiempo y cuyo recuerdo acecha como un fantasma las cavilaciones de Marlowe) y la reacción del detective terminando con un: “Estoy aquí. Igual que siempre” (planteándole que la esperará como y para siempre) sólo confirman rasgos que el personaje había mostrado antes con muchas mujeres fatales que daban rienda suelta a sus aventuras.

Fenner, en “El secuestro de Miss Blandís”, se inmiscuye desde palco al ver que la policía no entendía ni un poco de lo que estaba pasando, decide entrar al caso por una motivación ética más que monetaria: el sufrimiento de una hermosa dama secuestrada por una banda de rufianes que la someten a malignos vejámenes. Cuando la rescata, sabe que la muerte, por los traumas psicológicos, ya se ha apoderado del alma de la muchacha, la lleva a un hotel antes de que vea a su padre e intenta (desde la dureza que sólo tiene un detective privado) insuflarle un poco de consuelo y tranquilidad, sin embargo intuye que ya es tarde…poco después la mujer se lanza desde el balcón al vacío.

El agente de la continental, en “Cosecha Roja”, transita por Personville (mejor: Poisonville), una ciudad marcada por el crimen, los gangsters y el envilecimiento por el dinero. El entorno lo va marcando, convirtiendo su aséptica manera de entender un crimen en un odio profundo y planificado hacia el entorno. Sin embargo, aún en estas complejas demarcaciones hay algo puro: la fidelidad con el trabajo, el incipiente amor por Dina Brand y la toma de conciencia de la consecuencia de los duros en contraposición a la hipocresía de otras personas.

Estos son sólo algunos ejemplos para inferir un esbozo del proceder de los detectives duros, de la devoción a su trabajo, de sus convicciones particulares, de la ternura que, camuflada y subrepticia, dirige sus pasos por el misterio y la incógnita.

En una entrevista, allá por 1973, Onetti aseveró que era un ávido lector de novelas policiales. “A quién lee” le preguntaron. “Dashiell Hammet o Raymond Chandler” respondió. “¿Descubre al asesino?”. Pensó un poco, se arremolino en la silla y contestó: “Siempre. Basta con tener humildad”.

martes, mayo 22, 2007

Desafíos del cineasta boliviano ante las nuevas tecnologías*


Debido al escaso y valioso tiempo de ponencia es necesario abreviar los pensamientos que surgen tras una reflexión personal sobre los temas que hemos venido a tratar y que tanto nos interesan. Esta reflexión puntual se enfoca, ante todo, en los problemas y ventajas de las nuevas tecnologías en nuestro contexto de producción.

En primer lugar me parece imperativo recalcar lo relevante de lograr una concordancia entre forma y contenido, no solo en las manifestaciones audiovisuales sino en toda expresión artística. En un pequeño seminario de dirección con Marcos Loayza quien, aclaro, no tiene otro parentesco con nosotros que el común denominador de desenvolverse en el mundo audiovisual, éste nos dijo, no sin bastante lucidez, que lo único que puede determinar si una película es buena o mala no depende del contenido en sí o del aspecto formal en sí, sino la medida en que la historia sea fiel al universo que proponen sus premisas estéticas y narrativas.

El arte posmoderno, más que una tendencia en sí se trata de una especie de buffet donde están a disposición del artista todo un bagaje de recursos estéticos, simbólicos y narrativos así como una considerable paleta de instrumentos que, en las etapas clásica y moderna, se veían limitados a determinados contextos de elite situados en puntos privilegiados del planeta o simplemente no existían. El arte posmoderno, más que una nueva propuesta, más que una ruptura, consiste en crear una visión personal, subjetiva a través una forma singular de darle uso a todos los instrumentos antes mencionados. A lo que apunto con esta reflexión es que el contexto en el que nos toca hacer cine no es un contexto de ruptura sino más bien de re-lectura. En ese sentido yo me declaro en una posición anti-posmodernista desde una perspectiva tanto artística como filosófica, el arte ha sido siempre re-lectura del pasado, reminiscencia; los grandes revolucionarios en el arte han sido grandes conocedores y amantes de sus antecesores, mezclando alquímicamente ciertas técnicas de estos con nuevas intuiciones, nuevos instrumentos, en nuevos contextos socioculturales. En ese sentido el arte sería desde el principio, lo que me parece absurdo, posmoderno. Nadie nunca inventa nada nuevo, todo se ha hecho antes, lo lindo es re-leer, re-pensar las obras del pasado.

Si me refiero tan enérgicamente a esta condición acumulativa y retroalimentativa del arte, y más específicamente del cine, es porque si el nuevo cineasta boliviano no tiene esa humildad de seguro se enfrentará a un gran problema cuando se vea delante de todo este nuevo arsenal de instrumentos que permiten abaratar costos y dejar volar y violar la imaginación en todo sentido. Hoy por hoy, la fascinación que nos provoca el hecho de que sea accesible producir una película nos puede también hacer olvidar de que es necesario una idea que sustente a la aventura cinematográfica. Otro peligro de tener una isla virtual de edición que tenga todos los instrumentos de montaje hasta hoy conocidos como el Final Cut o un laboratorio virtual de fotografía como el Photoshop no quiere decir que la persona que lo maneje entienda esos instrumentos y los utilice óptimamente. La precariedad instrumental del pasado era útil en el sentido de que si un creador se aventuraba a experimentar en un contexto clásico era porque estaba siendo guiado por una idea: Vértigo de Hitchcock, Soy Cuba de Kalatozov o El Testamento del Doctor Mabuse del maestro Fritz Lang son películas filmadas con instrumentos del pasado pero ideas muy contemporáneas formalmente. Todo ya se ha hecho, y si el cineasta boliviano no se sumerge en la historia del cine puede caer en la deriva de creer que está inventando la pólvora y quizás solamente está repitiendo de mala manera lo que ya se había ideado hace cuarenta años sin necesidad de una G5.

Todo ya se ha hecho y eso antes del cine digital: cámaras de movimiento inexplicable, dobles exposiciones, efectos inverosímiles de desdoblamiento, pantallas partidas en cuantos cuadros se quiera, aceleraciones, montajes frenéticos, cambios estroboscópicos de positivo a negativo, sobreimpresiones múltiples, apariciones y desapariciones de personajes, todo ya se ha hecho y quizás no sea necesario ir más allá de Meliès en la historia del cine para comprobarlo: lo importante, y a eso se deberían dedicar las escuelas, es enseñar a hacer uso de esos instrumentos conceptualmente, enseñar el lenguaje cinematográfico para que el joven cineasta tenga una estructura básica para empezar a experimentar. Es necesario también que el joven cineasta se empape más de cine clásico, latinoamericano, de autor o nouvelle vague que de cine pirotécnico hollywoodiano o de videos de MTV. Esto lo digo, primeramente, y justamente dentro de la exigencia de conjunción entre fondo y forma, dado que en nuestro contexto de producción por más abaratados que sean los costos debido a la tecnología digital jamás se puede llegar a las perfecciones técnicas de cualquier película que nos llega al ilustre cine “Monje Campero” y digo cualquiera, no Matrix o El Señor de los anillos. Y en segundo lugar ¿Queremos hacer ese tipo de cine? Ojalá que no. No digo en base a esto que haya que hacer cine indígena y social como hizo en su momento Sanjinés, pero en Bolivia hay tantas historias que contar que no se parecen en nada a lo que Hollywood pretende que sería una pena que el cineasta boliviano se contagie de la enfermedad de lo políticamente correcto tan querido en Hollywood y tan ajeno a nuestra realidad.

El peligro de las nuevas tecnologías surge de manera alarmante cuando se trata de concebir ese concepto tan fabuloso y confuso como es el de “experimentación”. El joven cineasta boliviano tiene que enfrentar dicha amenaza con mucha humildad. En ese sentido los cineastas realmente experimentales como David Lynch, Lars Von Trier o Peter Greenaway pueden ser buenísimos como nefandos ejemplos para los nuevos realizadores de cine ya que su osadía estética y narrativa puede llevar al nuevo artista a decir: “todo vale” y perder el rigor que caracteriza una obra maestra o, lamentablemente, perder el rigor de una obra que cumpla los mínimos requisitos para ser difundida en salas. No debemos olvidar que estos tres genios no solo han dominado la estética clásica sino que se la han apropiado de una manera personal y cuando la han negado ha sido con todo el conocimiento de causa y no tras un capricho aparecido al juguetear con el Final Cut.

El cine digital, que comprende toda una nueva serie de instrumentos de producción y post-producción, es una bendición para el cineasta boliviano dado que ya tiene acceso al bagaje material de una producción audiovisual pero también puede tornarse en una maldición si, al verse sobrepasado por los instrumentos, se olvida del contenido, de la idea, de la puesta en escena, del guión, de la construcción de los personajes, de la historia y consigue a penas lograr un compendio de elementos inconexos proyectados en una pantalla que no transmiten absolutamente nada: cero emociones, cero reflexiones, cero belleza, cero mensaje. Este segundo escenario puede ser terrible para la producción nacional a largo plazo ya que la competencia nacional del cine hollywoodense del “Monje Campero” y “Cine Center” van a ser películas de pésima calidad, que se pretendan innovadoras y no lleguen a ser ni grotescas. Es necesario, y con esto quiero concluir, lograr no solamente una invasión de “juguetes de alta definición” sino una invasión de ideas cinematográficas, hace falta un diálogo con los maestros del pasado sin importar la diferencia contextual de espacio-tiempo ya que el lenguaje universal que todos queremos hablar es el cine y una buena película lo es en la Bolivia post-emenerista como en la Francia de las vanguardias o en Rusia comunista. Una película genial puede haber costado 150 millones de dólares o diez mil, lo importante son la ideas y cómo expresarlas ¿Dónde pescar estas ideas? En la vida cotidiana, en las películas, novelas, cuadros y canciones del pasado, en una peluquería, en una revolución o en una fantasía de semi-vigilia. ¿Quién sabe? Para esa faena no hay escuela pero ello no quiere decir que no sea la primera y más importante etapa de construcción en una obra de arte: con el Final Cut y la HDV ya tenemos con qué hacer ahora cabe más que nada pensar, mucho, mucho en qué hacer. Muchas gracias.

*Esta ponencia fue expuesta el viernes 13 de abril en La Paz, Bolivia en el marco del Encuentro de Cineastas Sub-40: visiones e inquietudes organizado por el CEDOAL y el CONACINE, donde Diego y Alvaro Loayza fueron invitados en representación de Cubitel Producciones; ésta ponencia completa de Alvaro Loayza antes posteada en el blog.

sábado, mayo 19, 2007

Egocentrismo de un pájaro: tantas idas y venidas… y corridas


Egocéntrico ¿yo? Preguntome con notorio desagrado el muy desventurado al leer este encabezado.

“Si, tú, hijo de perra…” le respondí con prontitud y aplomo, no me iba a dejar intimidar por él esta vez, pese a que finge una mirada con desdén desde ahí abajo cual patricio que se cree. No es que yo esté loco como norcoreano deprimido por el hecho de discutir con “él”, mas al contrario, es una muestra de total coherencia y sanidad mental ya que a partir del día hoy, Él no podrá regir mi vida en todo momento y ocasión a total agrado como lo ha hecho hasta ahora.

Invade mis momentos más privados, irrumpe en conversaciones, interrumpe películas, corrompe los más puros pensamientos, hasta osó perturbar jornadas futboleras con una sola idea fija: panochita… tibia, jugosa, brillante, deleitable y agridulce panochita. Y es que es tan insaciable en el tema panochesco que no le importa el contexto de la misma; la portadora puede ser una deli como any given chota, le da igual… de todas formas es una panocha, se dice a sí mismo.

Explicado esto queda en evidencia, y a favor de muchos desdichados que alguna vez en su existencia hundiéronse en lo mismo, que yo no soy ocasionalmente chotero sino, más bien, “él” es reincidentemente chotipanochero. Sueno hasta cierto punto esclavizado en mis apreciaciones pero no exagero nada. Nos las damos de seres superiores y pensantes y considero que es mera exageración ya que solamente somos una extensión -con ciertas facultades- de nuestro miembro que es único señor y amo. Dada su naturaleza pasional y dramáticamente carnal, el tuerto tieso es el ser más corrompible que habita el planeta y sus caprichos han desencadenado grandes eventos en la faz de la tierra: han caído imperios, importantísimos descubrimientos se vieron retrasados, continentes desaparecieron, guerras surgieron. Nuevas teorías de eminencias sobre el tema sostienen que el mismísimo Hitler sucumbió a causa de la panochita de la buena de Eva Braun (menudo nombre de pila que le pusieron a la doña), puesto que se la pasó culeando como cabrón durante la caída del régimen nazi. Incluso protagonistas de corazón pedroso y carácter altamente voluble e inflamable como el entrañable Nazi de las salchipapas (ver artículo del Nazi) se ven sosegados y seducidos por una buena panocha fresca.

Por lo tanto la próxima que nos miremos con cierta complicidad con alguien y se comente: “¡puta! que arrecho es ese cojudo…” pensemos primero que NO es su culpa, es solo una víctima más de las innumerables triquiñuelas del morador inferior. A todas esas señoritas que se ven acosadas por entes escabechados en alcohol, mis disculpas, pero os repito, NO es culpa del santo varón. Si es de por sí complicada labor controlarlo sin estimulantes en el cerebro, deben imaginarse lo duro de lidiar sin la sobriedad, el único moderador de la milenaria cachilera. No es fácil, sean un poco más comprensivas.

Es así que pese a que no dije nada bueno del señor éste, de todas maneras se merece mi respeto y el de todos y de todas. Valga que, conciente de que de los placeres sin pecar, el mejor es cagar… ¡!!!chinga tu madre!!!!! Prefiero pasármela pecando que ejercitándome…manda la divina voluntad del gran “señor” de los anillos de cuero.

Urtika

jueves, mayo 17, 2007

¿Quién dijo que el fútbol es sólo un juego en Bolivia?



¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales. (Eduardo Galeano)

Comparto la idea, que la metáfora impregna la vida cotidiana, no solamente el lenguaje, sino también el pensamiento y la acción, pues nuestro sistema conceptual ordinario en términos del cual pensamos y actuamos, es fundamentalmente de naturaleza metafórica. Así, Eduardo Galeno, dijo que el fútbol es el opio de los pueblos, que el gol es el orgasmo del fútbol, que como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna.

Mucha gente encuentra en el fútbol el único espacio de identidad en el que se reconoce y el único en el que de veras cree, hay quienes dicen también que son sorprendentes los resultados de esta terapia capaz (el efecto fútbol) de devolver los perdidos sentimientos de pertenencia y fraternidad: el deporte, y sobre todo el fútbol, es uno de los pocos lugares que brindan refugio a quienes no encuentran lugar en el mundo, y mucho contribuye al restablecimiento de los lazos solidarios rotos por la cultura de la desvinculación que hoy por hoy manda en el mundo (Bolivia no se encontraría al margen de tal panorama).

Tan evidente llegaría a ser “el efecto fútbol” que si nos retrotraemos –por un instante- a los años dorados y maravillosos, previos al 1994 –cuando fuimos al mundial de EEUU- con alegría mental, nostálgica y hasta melancólica, vienen a nuestro recuerdo esas inolvidables jornadas de algarabía y felicidad, empapadas de identificación, unidad y concilio entre los bolivianos, se había dado –sin querer queriendo- una unión nacional de carácter cuasi-conyugal… un matrimonio de hecho cargado de los mejores sentimientos de amor y pasión.

Saltan a la memoria, las caras pintadas en tricolor, de grandes y chicos, los sentimientos de orgullo por lo nacional, unas cholitas cargadas por Trucco, quitarle el invicto al Brasil, la defensa conjunta de Rimba por el matecito de coca, la cartita para el record, las banderas bolivianas por doquier...ganarle a Chile en su propia cancha, las goleadas a Venezuela, se sentía que no eran sólo once valientes jinetes los que se encontraban cabalgando en busca y obtención de la gloria... eran más de nueve millones de bolivianos repartidos en todo el mundo los que nos sentíamos ganadores, que formábamos parte de algo grande, importante y relevante, sentíamos que estábamos destacando en forma positiva en una vitrina donde destacaba lo bueno, donde sólo los triunfadores podían ingresar, coreábamos nuestro nombre patrio con orgullo, resaltaba y brillaba nuestro esfuerzo, nuestra organización, nuestro valor ...fue un objetivo conseguido por méritos propios... a puro pulmón…que tiempos aquellos...¿no?. Quien no recuerda a ese Bolivia–Alemania en la inauguración del Mundial… ya el resultado no interesa, estábamos y habíamos llegado valientemente a la ansiada y magna cita deportiva universal.

Fue cabalmente en ese entonces que la FIFA, nos clasificó dentro de su ranking, en el puesto Nº 41 por delante y encima de Chile (46), Ecuador (57), Perú (71), Paraguay (85) y Venezuela (109) –la campaña se inició cuando nos encontrábamos en el puesto 89- (al efecto consúltese el Libro El salto al futuro de la FBF). Dicho ranking, es reflejo de muchas otras cosas que se encuentran por detrás del simple número y del puesto, entre ellas, el esfuerzo, el sacrificio, el talento y preparación de los futbolistas, la capacidad del cuerpo técnico, la planificación, la decisión... y en especial, el compromiso, responsabilidad, organización, planificación, decisión y mentalidad ganadora de quienes se encuentran a cargo del proyecto... de la dirigencia. Fue un momento en el que pensamos que nuevos y buenos tiempos se avecinaban a todo vapor, a toda máquina y a todo chancho… se generó una renovadora y refrescante ilusión para todos los bolivianos… inocentemente, pensamos que las tormentas de derrotas y sin sabores deportivos, habían sido sorteadas, que se les había dado el pasaje de ida, sin retorno (el one way ticket) ...que ilusos e inocentes nosotros ¿no…?

Con motivo de la citada calificación que realiza la FIFA, a modo de ilustración, debe mencionarse que en la elaboración del ranking (véase la página FIFA.com) se consideran, entre otros, los siguientes factores: Competiciones preliminar y final de la Copa Mundial, Competiciones preliminar y final de campeonatos continentales, la Copa FIFA/Confederaciones y Partidos amistosos. La clasificación tiene en cuenta también otros factores además de la derrota o la victoria, se evalúa el número de goles, número de partidos disputados, los resultados anteriores, el lugar donde se juega y la importancia del encuentro, también tiene importancia la fuerza del adversario. Como se advierte e infiere hasta acá, el lugar de privilegio de quienes encabezan el listado, de los ganadores (en el ranking) está reservado para los que hacen bien las cosas... así de simple. Llegar a clasificar en lo alto del podio elaborado por la FIFA denota la existencia de las cualidades indicadas (el esfuerzo, sacrificio, devoción, talento, responsabilidad, decisión, buena organización, etc.).

Fue la dirigencia de ese entonces, junto a su cuerpo técnico y jugadores, quien tuvo a su cargo la enorme responsabilidad y desafío de darle semejante alegría y felicidad al país; fue quien apostó a la posibilidad del éxito, quien fue en contra de la historia y de las estadísticas, fue el culpable de hacernos ilusionar y pensar que todo iba a cambiar, fue quien se hizo cargo de una batuta que nadie había tomado (no había ninguna posta que tomar pues en los sesenta años previos nada se había hecho al respecto). En ese entonces fue inaugurada una verdadera embajada ambulante, encargada de hacerle saber y conocer al mundo entero que en Bolivia también se conciben, fabrican, cocinan y elaboran proyectos serios y responsables; en ese entonces utilizamos a la pelota como una bandera portadora del corazón y sentimientos de todos y cada uno de los bolivianos... Nótese entonces… el fútbol no es sólo un juego … la “selec” (como dicen los changos) era el estandarte nacional para propios y ajenos a tal deporte... fue una locura...

Pasados los años, después de dicha campaña, ahora ya en el 2007, cuando nos encontramos en el puesto Nº 101 de la FIFA, por detrás y debajo de todo el mundo (de Gabón, Congo, Zimbabue, Moldavia, Cuba, Panamá y Venezuela entre otros) nos damos cuenta, con lamento boliviano, que el efecto fútbol, la alegría, la ilusión, la embajada ambulante, el estandarte, el opio de los pueblos, la sensibilidad social lograda en esa época, el orgasmo colectivo y toda la percha de sentimientos de otrora, que aún sigo extrañando con melancolía, se han caído y se han roto; forman parte del pasado y posiblemente nunca más vuelvan.

Este lamentable diagnóstico apocalíptico, bajo la lupa de este fanático de la selección, encuentra justificación y respaldo entre otros aspectos, en una sensación de falta total de liderazgo en el fútbol, en la existencia sucesiva de dirigentes que han visto a ese hermoso deporte (portador de ilusiones) como un medio de satisfacción de sus más bajos, trasnochados y embriagados instintos e intereses, así como en la ausencia de planes, espíritu ganador, planificación, programas y estrategias (de largo y mediano plazo) en beneficio del –tan venido a menos- Fútbol nacional. Esa actitud, en similares condiciones trasladadas al sector público, siguiendo el artículo 70 Constitucional, daría lugar a la sucesiva censura de actos y a la obligada renuncia de los cuestionados, junto a la paralela prosecución en su contra de sucesivos procesos en todas las materias realizables del Derecho.

Así, en el entendido que el fútbol es –aún- el opio de los pueblos (de Bolivia también) desde la visión de quien cree que el fracaso logrado con sobrados méritos propios, no se debe a la falta de talento de los jugadores en el país, sino en una endeble, deficiente y malintencionada dirigencia -socapada por la opinión pública en general- abrigo aún la esperanza que esa realidad es posiblemente corregible y que en un futuro próximo han de aparecer y surgir líderes que sientan y conciban al fútbol y a la selección nacional –no como un business con chasco- sino como un espacio que provee identidad, que restablece sentimientos de pertenencia y fraternidad... reintegrador de lazos solidarios, ahora en continua extinción en nuestro territorio también.

Finalmente, si concebimos al fútbol y a la selección nacional como patrimonio originario de los bolivianos –de interés de todos nosotros- porqué no generar o adoptar mecanismos más eficaces en la toma de decisiones en beneficio del fútbol nacional. Atentos a las nuevas prácticas impuestas por las nuevas formas de participación ciudadana, incorporadas a través de los distintos impulsos sociales de moda (contemporáneos) resultaría necesario pensar en la incorporación de herramientas que nos permitan a todos los interesados –de forma desinteresada pero con interés en el éxito del fútbol nacional- conocer y fiscalizar el manejo de los fondos empleados en las campañas deportivas de la selección, y salir en resguardo de la generación de ideas y decisiones para no permitir que el fracaso de nuestro fútbol sea una constante en nuestra patria… abramos el debate… jallalla.

Alejandro Montaño Torres
Hincha y Fanático de la Selección Nacional

sábado, mayo 12, 2007

1 + 1 = 1: Problemática post-heleogabálica sobre el arquetipo del Doble



1. Una noche, al calor de unos buenos vinos argentinos y de unos calamares a la romana (cortesía de Edipo Von Kirki Carvallo), me embarqué en una titánica discusión con mi hermano sobre un tema que nos concierne a todos. Les comento. Yo sostenía (no sin cierta osadía requeteneoplatónica) que todo y todos tenemos un arquetipo, y desde las cosas más singulares como ser: el camba, el estronguista, el cine negro, Mario, el loro de Frigo o el gato llamado Grumo; todo y todos poseemos (me enterqué en el asunto) nuestro modelo prístino y luminoso. Un modelo primordial… A lo que mi hermano refutaba, junto al recién llegado Agapito, que el Arquetipo, justamente, es una figura primordial depurada de todo contexto socio-histórico. El arquetipo desde su perspectiva se constituía ante todo en una imagen formadora y no formada: El Héroe, la Bruja, el Descenso Infernal, La Noche Iluminada, La Noche Oscura, el Monstruo, el Ángel, todo ese ejército supralunar de entes de luz. Mi lucha es a cara e´perro respecto a los derechos arquetípicos del ser singular. Empero, a continuación nos regiremos por la segunda posición para tratar a una de esas imágenes primordiales, capaces de ser tanto figuradas en diferentes culturas como ser abstraídas del estado latente en ellas mismas, eso sí – y allí radica su belleza – de manera irreductiblemente singular.

2. ¿Quién carajos escribe William Wilson? Qué macabra sensación cuando, al terminar la pequeña joya que nos regaló Poe, me puse a pensar: ¿Si Wilson muere al fin de la narración cómo puede contarnos la historia? Además, las últimas palabras no son las de Wilson perdulario, tramposo e inmoral sino las de Wilson taciturno, correcto y acosador: el Otro. Joe Gillis, en Sunset Boulevard, muchos años más tarde nos dará una lección similar: ¿Cuál será esa lección?

3. Borges, en El Libro de los Seres Imaginarios, incluye tanto a la Pantera (el más sutil de los felinos) y a los Elfos como al Doble. No es un libro teórico sobre los mitos o los arquetipos sino un catálogo de animales imaginarios: un bestiario. Allí empieza mi cuestionamiento sobre la delgada e inexistente línea entre los mundos sutiles y los mundos materiales. Pensé que, como en una estructura fractal, los animales imaginarios son seres de tránsito entre una especie singular y un arquetipo universal, unos más para un lado y otros más para otro. El Doble es ambos: un Arquetipo abstracto, casi una matemática de la esencia humana, así como un ser de carne, monstruo, bicho que merodea, que espera detrás de la puerta.

4. La teoría lacaniana, si bien para muchos es pedantería estructuro-oscurantista llevada a la caricatura, comporta un elemento primordial y sumamente dilucidador sobre nuestra TRAGEDIA COMO SERES DE LENGUAJE. El niño se reconoce como ser distinto y portador de una ipseidad (condición de lo que es mismo) en el momento en que se reconoce delante del espejo en una imagen, ilusión, o sea, en el momento de asimilar la mirada del otro a través de una concordancia de movimientos y de proporciones. Pero esto no es suficiente en absoluto, el niño confirma esa intuición cuando reconoce la mirada de un tercero en el espejo que verifica esas coincidencias formales: el niño deviene el otro para ser él mismo. Para ser yo mismo debo de verme desde fuera, para ser uno debo ser dos y sino no puedo ser.

5. El Otro puede ser idéntico como William Wilson en William Wilson o lo absolutamente contrario como lo que aparece en el lienzo del retrato de Dorian Gray. Puede ser hombre o mujer, puede estar dentro de tus sueños u oculto detrás de la cortina de la ducha. Puede ser uno o pueden ser dos. Puede ser tú o puede ser yo.

6. Spider adulto está presente en la misma habitación que Spider niño en el opus de Cronenberg; magnífico tratado sobre la esquizofrenia: considerada en occidente como una patología. En La Nación Cladestina de Jorge Sanjinés, ese desdoblamiento del héroe Mamani-Maisman, jamás es enfocado como una patología sino más bien como una cosmovisión. La esquizofrenia es una “enfermedad” moderna y positivista.

7. La política occidental siempre fue la siguiente: a los crios, educarlos; a los locos, encerrarlos; a los salvajes, colonizarlos (o jugar tiro al blanco con ellos). ¡Qué brutos! No sabían (y no saben aún) de lo que se estaban perdiendo: ¿Qué tiene en común la visión de los niños, los locos y los salvajes? Que el Doble no les da miedo. Es tan natural como hacer pis o caca. Y al Doble, como a todo ser animado del mundo material, intermedio o sutil, hay que serle respetuoso o te muerde. Es real pero misterioso, una matemática viscosa incomprensible por la lógica identitaria de Aristóteles y menos por la dicotomía cartesiana. Mayor sabiduría hay en encontrar las continuidades entre el mundo de la vigilia y el de los sueños que reforzar los candados de las puertas que hemos construído para separarlos.

8. ¿Cuál es el Doble de la vida?

lunes, mayo 07, 2007

Peripecias de un iruñés en la tierra del verdadero carnaval


(i)
Uno, que es pecador por antonomasia, y por hereje también, lo es sin complejo de culpa alguno. Y la falta, que en este caso me sobra en extremo, es la de ejercer de chauvinista recalcitrante: cuando uno es de Pamplona no le hace falta añadir lo de ¿y qué? Soy de Pamplona, y si los demás queréis, pues aplaudís. Bueno, pues no sé si más por pecador o por pamplonés, me gusta la fiesta, la juerga, la diversión, el cachondeo… Sanfermines claro: Muchas horas robadas al sueño y varias patadas en el hígado, amén del resto de elementos imprescindibles de la Fiesta. Porque los Sanfermines lo son con mayúscula. Son la Fiesta más grande de este jodido planeta. Lo sé porque he estado en varias de las que aspiran a competir y… ni de coña. Simplemente no están mal. Entiendo lo del orgullo de los paisanos, pero Pamplona es única. ¡Joder!, yo iba a hablar de Oruro y me salió el pamplonica pues…

Pues eso, que tiene sentido hablar de Oruro con la mirada de un iruñés. Y si a uno, que ha vivido la Fiesta entre las fiestas en su plenitud, llega a un lugar que es la taza de váter del culo del mundo, y se encuentra en medio de un carnaval en el que los disfraces no son barrocos intentos de obras de arte, sino la expresión de todas las vertientes del alma humana, de sus aristas, y si uno desde la grada se deja arrastrar, y de repente se ve convertido en tinku (porque yo, ya me siento tinku) y en medio de la algarabía popular comparte todo lo que al ser humano le hace digno de considerarse tal, y como sin querer se encuentra con que la capacidad de emocionarse sigue ahí, que uno puede seguir sorprendiéndose para bien, que la empatía no es un impulso eléctrico a un cuarto de amperio, que la sonrisa hace que se alcen las orejas… Joder, Oruro ha de ser muy grande si consigue que el descreído pecador impenitente que soy yo se emocione como cada vez que visita su tierra. Joder con los orureños. Joder con su Carnaval. Así se le quitan a uno las ganas de la cuaresma. Está visto que nunca podré dejar de pecar…
(ii)
Es curioso como de un tiempo a esta parte, como todo aquel que necesita un cambio de paradigma coge una mochila y se larga al culo del mundo para encontrar la taza de váter. El problema de todo occidental que agarra una mochila es que a pesar que se deja los explosivos en casa, lo deja todo hecho una mierda. A la gran mayoría, para salir de su aburrimiento y de la rutina les sería suficiente con empezar a hacer crucigramas; el problema es que de eso no se puede hacer una foto que sirva de salvapantallas. Detesto a aquellos que piensan que conocer un país es dormir un par de días en el suelo comiendo cosas que no permitirían que sus madres cocinaran. Si el ansia por conocer otras vidas fuera cierta saludarían con más frecuencia a sus vecinos. Pero tiene que ser un coñazo no tener nada interesante que contar en las reuniones anuales de antiguos alumnos. Esa maldita necesidad que surge cuando se empieza a hablar y ver en la mirada de los otros, ojos como platos… Para aquellos que no tenemos cuchillo y tenedor, o no comemos o lo hacemos con la mano.

Iñaki Arbeloa

miércoles, mayo 02, 2007

La búsqueda del qué y el cómo en el nuevo marco estético-tecnológico*


Es a partir de Jorge Sanjinés cuando surge la verdadera peripecia del cine boliviano, es de su cine profundamente comprometido política e ideológicamente, que anexado a una formalidad plagada de carencias y limitaciones, logra con sus filmes una gran potencia y crudeza cinematográfica acentuando en la precariedad fílmica que utiliza, lo tremendo, valioso y sobresaliente que había en las historias que contaba. Más de cuarenta años han transcurrido desde que el maestro Sanjinés empezara haciendo películas, y pese a ser una referencia invaluable e ineludible en nuestro cine, hasta, podría decirse, una suerte de norte para todos los que venimos después de él, hay que tener claro que el tiempo ha transcurrido y el mundo ha cambiado mucho. El mundo bipolar de la guerra fría ha fenecido, el mito de la panacea comunista se ha desvanecido, el sueño de la revolución con la metralleta al hombro hoy ya no tiene lugar, los ideales que en los 60 plagaran las esperanzas e ilusiones de los jóvenes que se veían capaces de cambiar el mundo se han debilitado de gran manera. Todo esto ha repercutido en las artes; como toda la fruición ideológica, política y revolucionaria influyó en su momento y provocó el Tercer Cine sudamericano con Sanjinés y Rocha a la cabeza, y que tantos otros cineastas en diferentes latitudes del orbe concentraran sus esfuerzos en narrar y denunciar una realidad política, ideológica y social. Hoy vivimos en un mundo de desazón política, la utopía se ha desbaratado casi en su totalidad, aunque en Bolivia muchos difusamente han vuelto a creer en ella.

No creo que la desazón política deba implicar el dejar de hacer un cine con una fuerte sustancia política o con una subyacente o patente crítica social, todo arte debe detentar contra algo, debe tener el sino de la insatisfacción y la perpetua búsqueda de algo. Pero creo que hoy hacer un cine marcadamente político que devenga en ideológico está obsoleto. El arte tiene la dicha de la metáfora y la metáfora puede ser el camino para abordar cualquier preocupación y abordarla sin tener que filmar un panfleto.

Pienso que las preocupaciones deben expresarse en otros términos, y ya no entre el maniqueo mundo de izquierdistas reaccionarios y derechistas revolucionarios, sino en un mundo diverso y complejo donde cada cineasta debe proponer su óptica y sus preocupaciones tratando de expresarlas de la forma más honesta y adecuada posible sin caer en burda politiquería o ideología que no se pliega a los tiempos que corren. El arte desde siempre ha sido un bálsamo, tanto para el artista como para el que se nutre del arte de otros, una manera de expurgación que pretende liberar. Las formas de liberarse mediante el arte son infinitas y eso tendrá que encontrarlo, en este caso, cada cineasta por su cuenta, entendiendo y canalizando cual es la efervescencia que lo impele a hacer cine, y hoy creo que estamos muy lejos de que la ideología sea la preocupación más importante, ya que además es patente que la ideología tiene la gran facilidad de bifurcar y de confrontar en vez de fusionar o unir.

Hoy estamos a la búsqueda. Nuestras pesquisas son dos, dos cosas que Sanjinés halló otrora y las conjuncionó maravillosamente en su cine, y son el qué y el cómo. Para fortuna de un país de escasos recursos, la aparición de la tecnología del video digital es un magnífico regalo. A partir del emergente cine digital uno puede prever la aparición de una nueva estética entre los cineastas bolivianos, cosa que todavía no se está dando claramente. Hay algunos géneros emergentes, pero no algo que se entienda como una nueva estética juvenil. En los últimos años en que se ha estado experimentando con el instrumento digital, las suertes han sido muy dispares y lamentablemente, la mayoría con un éxito muy escaso. Creo que uno de los pocos logros importantes del cine boliviano último y que justamente, va ligado con una nueva estética de “cine digital”, es “Lo más bonito y mis mejores años” de Martín Bouloq, donde se observa una excelente conjunción entre forma y contenido. Pese a que muchos buscan hacer un cine a la vieja usanza a través del digital, creo que hay que entender que tenemos entre manos un utensilio distinto al viejo y hermoso celuloide. Bouloq se desembaraza de todo contenido y prejuicio ideológico y formal para narrarnos una historia desgarrada de personajes alienados que buscan encontrar ese algo que dé sentido a sus pálidas vidas. ¿Es o no es acaso un tema acuciante de nuestros días? A mí si me lo parece y de ahí la valía del filme tanto en qué y en cómo esta contado.

En nuestra búsqueda de una nueva estética cinematográfica, asumo que son necesarias dos cosas. Primero rodar y experimentar mucho para conocer nuestra nueva herramienta y conjugar las capacidades que ésta nos permite con todo nuestro arsenal de ideas y propuestas narrativas. Segundo, asentar una cultura de cine en Bolivia, a lo que no creo que debe darse únicamente por la vía de las escuelas de cine, sino por muchos y diversos derroteros, que lo que provoquen en la gente sea un interés creciente a ver todo tipo de cine, buscar tener acceso a éste, poder discutirlo hasta saciar, comentarlo y analizarlo, creando así una “cultura cinematográfica” que permita a los nuevos realizadores de lactar de todo lo hecho antes para poder instrumentalizarlo en su favor, ya que no creo que haya mejor escuela de cine, que ver y ver mucho cine, y muy diferente desde Godard hasta John Waters, pasando por Howard Hawks y llegando a Zhang Yimou.

Por la irrupción de las nuevas tecnologías el cine aparece como una moda entre lo jóvenes, además de la irrupción de nuevas escuelas de cine, lo cual no se ha cristalizado todavía en verdaderos grupos o movimientos de creación cinematográfica como lo fueron la “Nouvelle Vague” en Francia o el “Cinema Novo” en Brasil, aunque dada la coyuntura eso es hoy en día posible. Los movimientos son una de las pocas vías de explosión y expansión cinematográfica, al aunar preocupaciones comunes, y esto sumado a la actual facilidad económica de realizar productos audiovisuales con nuevas tecnologías, debería ser la aspiración y búsqueda del cine boliviano como conjunto; el crear orgánicamente uno o dos movimientos que le insuflen a nuestro cine de un nuevo talante, energía y vanguardia en cuanto a contenido y continente.

En cuanto al producto audiovisual en sí, han cambiado muchas cosas y otras no tanto con la avalancha digital. El alcance a cámaras e islas de edición de una calidad aceptable ha permitido que mucha gente experimente con las nuevas tecnologías, además de poder animarse a realizar proyectos, lo cual ha dado mayor amplitud a los productos surgidos en los últimos años. Lo que no ha cambiado es que el cine sigue siendo un arte muy intrincado y que requiere, aunque no siempre, sí en la mayoría de los casos, un equipo técnico, logístico y artístico que le permita al director plasmar su visión con la mayor precisión posible, para lo cual se requiere un alto estándar técnico, por ende un equipo capaz. Muchas veces damos por descontado que el trabajar en video es más fácil de lo que hubiera sido en cine, eso es cierto si hablamos de cifras, no así de un resultado estético acerca del producto. No creo que Winterbottom o von Trier, pese a estar grabando en video, tomen más a la ligera producciones como “24 hour party people” o “Dogville” en relación a cuando filmaban en celuloide. El fácil acceso a nuevos formatos ha influido en la cantidad de material producido, y esto ha derivado en mayor difusión del material rodado acá, y en lo que se ha visto un decrecimiento del nivel de la producción, en el sentido de ver propuestas de calidad muy baja presentadas en el cine, lo cual es una señal de alerta. Experimentar, rodar mucho material y realizar muchos proyectos me parece excelente (como dije anteriormente rodar es una de las dos mejores vías para aprender el oficio), pero tanto los directores, creadores, así como nuestro entorno cercano y el entorno grande del cine, debemos ser críticos y autocríticos, analizar y cribar muchas cosas, sobre todo antes de emprender un proyecto que pretenda alcanzar la gran pantalla. Yo puedo querer rodar una peli de mi perro, mis monólogos dedicados a la luna o mi peregrina idea nihilista de destruir la sociedad, pero no debo pretender que la gente pague para ver tales cosas, para eso lo cuelgo en Youtube y que lo vea a quien le apetezca. Si algo es exhibido en el cine, se espera que al menos haya habido una cierta selección de calidad narrativa y técnica, por ende un trabajo que permita que tal producto sea proyectado en las salas comerciales. El hecho de que algo nacional tenga la duración como para el cine no quiere decir que cumpla los requisitos para ser proyectado en tal medio, es como en el fútbol, el ser joven y nacional no te hace ser buen futbolista, si eres buen futbolista tendrás un sitio en cualquier equipo, sino, no. En el cine es igual, si haces una buena película, es justo que ésta se exhiba, sino no. Abogo por la ayuda a los realizadores bolivianos, pero no a costa de producir y proyectar cualquier bazofia hecha por alguien nacido acá, ahuyentando a la gente de las salas, además de emparentar injustamente al cineasta boliviano con malas películas lo cual sería una condena tanto para el cine nacional como para la gente con buenas propuestas.

Por eso hay que luchar por un creciente aprendizaje de hacer cine y de un concienzudo trabajo de directores y de equipos, tanto creativo, técnico como crítico para fortalecer nuestra producción. Muy pocas veces más quiso decir mejor, apostemos por la calidad, no por la cantidad, así que quienes entiendan sus intereses comunes y sus vocaciones conjuntas luchen por un nuevo cine boliviano, lleno de movimientos y proyectos plagados de ideas y de propuestas narrativas, ya que lo digital ha llegado en auxilio de nuestras carencias económicas, no así para solventar nuestro vacío creativo.

* Esta ponencia fue expuesta el jueves 12 de abril en La Paz, Bolivia en el marco del Encuentro de Cineastas Sub-40: visiones e inquietudes organizado por el CEDOAL y el CONACINE, donde Diego y Alvaro Loayza fueron invitados en representación de Cubitel Producciones; próximamente se subirá la ponencia de Diego Loayza.