Ya terminaron los primeros partidos de un evento muy esperado y ansiado, pero por ahora muy criticado, llamado Mundial Sudáfrica 2010. Viendo las distintas reacciones en medios de prensa, en las charlas cotidianas de fútbol y en otros lugares de expresión, la voz unánime es clara “Que mundial de mierda” y me pongo a recordar que ese calificativo se lo viene aplicando desde hace varios años y hace muchos mundiales, y se vienen a mi mente distintas interrogantes, pero me parece que todo se resume a la siguiente pregunta que intentaré responder:
¿Por qué existe tanta disparidad entre lo que ofrecen los protagonistas y lo que demandan los consumidores (los futboleros)?
Evidentemente que el fútbol mostrado en el mundial no llega al nivel de atrocidad del fútbol boliviano pese a que eventualmente se presentan algunas groserías muy recurrentes en nuestro fútbol, pero la queja definitivamente no pasa por ahí, sino por la falta de dinamismo y gol (mezquindad de juego) que se está viendo en este mundial, que es el que hasta ahora peor promedio de goles tiene en la historia.
La principal preocupación de casi todas las 32 selecciones mundialistas se reduce en este momento a pasar a octavos de final como sea; la calidad de juego y la cantidad de goles viene muy por atrás, o incluso no importa, ¿por qué pasa eso? A mi entender por la terrible vergüenza y dolor que implicaría principalmente para las selecciones protagonistas quedar eliminadas en primera ronda, cabe recordar que Argentina y Francia en el 2002 eran las dos mejores selecciones de ese momento, y terminaron yéndose a sus países al cabo de tres partidos. La prensa y la futboleros del país rioplatense no se ahorraron ninguna crítica hacia su selección después de aquel empate con Suecia 1 -1 que eliminó a los dirigidos en ese entonces por Bielsa.
Se me ocurre que al considerar al éxito como un sinónimo de felicidad y por ende que el éxito como fin justifica todos los medios, genera esta locura y bronca en los futboleros de las selecciones llamadas a ser protagonistas, ante la no obtención de la copa. Estos equipos salen a la cancha con esta terrible sentencia y con la obligación de hacer felices a sus hinchas por medio del éxito, el fracaso no tiene lugar.
Por otro lado para las selecciones de un segundo nivel que son la gran mayoría (Paraguay, Costa de Marfil por citar algunas) y sus respectivos seguidores, tienen la preocupación por efectuar un buen papel, ¿Qué quiere decir hacer un buen papel? Llegar lo más lejos posible y mientras más lejos mejor, así de simple, si bien el listón no esta colocado tan arriba (salir campeón), la eliminación (fracaso) en primera ronda no tiene lugar y las consecuencias son las mismas que le ocurrirían a aquellas selecciones llamadas a ser protagonistas si esto llegaría a suceder.
Para aquellas selecciones de un tercer nivel como Nueva Zelanda por ejemplo, no hacer un bochorno (comerse 7 ante Italia y 6 contra Paraguay) es el objetivo, aquí el dilema del éxito no aparece, pero como no están llamadas a nada más y sus condiciones técnicas son casi nulas, esperar un buen espectáculo por parte de ellas es imposible.
¿Pero qué ocurre con aquellos futboleros y prensa cuyos países no se encuentran representados en el mundial? ¿Aquellos a los qué el éxito o fracaso de una determinada selección no los alegraría o deprimiría de gran manera? Sencillamente se quedan condenados a ver lo que este miedo a perder ofrece dentro del campo juego, que normalmente es un bodrio aburridísimo. Este tipo de futbolero a su vez cae presa de la expectativa la cual, debido a la concentración de figuras de gran nivel dentro del campo de juego y el tremendo aparato de mercadeo con su excesiva publicidad, crece desmesuradamente al punto de que uno cree que lo que va a ver es la máxima y mejor expresión de la humanidad y de toda su historia; pero eso nunca ocurre, la máxima expresión resulto ser muy normal, la astronómica expectativa ni remotamente se cumple, el miedo a perder se impone y se produce la eterna sentencia “Que mundial de mierda”.
En síntesis, la desmesurada expectativa más la exigencia de éxito a como de lugar por parte de los espectadores y el miedo a las consecuencias de la derrota que conlleva el perder por parte de los protagonistas, hacen muy difícil ver buenos partidos, pero creo que reducir o cambiar estos factores se hace cada vez más difícil. De ahí que lo único que puede beneficiar el espectáculo es el VALOR y el GUSTO POR EL BUEN JUEGO de los protagonistas, algo que hasta ahora Alemania, Chile y España (pese a la derrota) mostraron.
En ningún momento pretendo quitar la importancia a la búsqueda del éxito y la consecución de este, pero considero que si seguimos creyendo que el éxito (ganar) es el fin último de todo y lo es todo y no le otorgamos la justa valoración que se merecen las formas (el juego) más allá del resultado seguiremos viendo por mucho tiempo mundiales carentes de buen juego.
Fernando Biadós
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