lunes, julio 08, 2019

Lo que nos deja la Copa América 2019


Con la Copa América finalizada y Brasil como justo campeón, no sin muchos peros, nos resta hacer un análisis de la competición, y aunque nos incomode, todo lo ocurrido en estas tres semanas nos conduce a no hablar tanto de fútbol sino del revestimiento de todo lo ocurrido durante la competición.

Una tema queda patente y es que la Copa América o el Sudamericano, como se llamaba antaño, ha quedado devaluado, y es sobre todo por causa de la Conmebol que, en vez de cuidar y valorar su producto estrella, lo ha dejado a su suerte, sin darle la atención, el cariño y el revestimiento que se merece el torneo continental de selecciones más antiguo del orbe.

Enumerando:  

1) Hemos visto un nivel futbolístico bastante chato, sin escuadras de excepción, sin partidos vibrantes ni memorables (quizás las semifinales han sido la excepción), con muchos agravantes que confabulan contra el rendimiento deportivo, como ser el pésimo estado de los campos de juego. Pensar que estos escenarios deportivos fueron muchos construidos y todos reformados para el mundial del 2014 y donde se juega habitualmente una liga tan importante como el Brasileirao. Hasta los jugadores locales como Thiago Silva criticaron con severidad el césped donde se disputaron los encuentros.

2) Asombra la asimetría y falta de coherencia para armar competiciones con reglamentos claros y consecuentes: es una ridiculez que cuartos de final no tengan prórroga, y que el alargue se habilite a partir de las semifinales. ¿Cuál puede ser la causa para hacer esta diferenciación de criterios? No tenemos la menor idea (algo parecido hicieron en Copa Libertadores, donde toda la competición valora los goles de visitante y se quitaba dicha norma en la final). El resultado es que de los 4 partidos de la primera instancia eliminatoria, tres resultaron ser 0-0, con los equipos más débiles amurallándose para llegar a los penales y, en dos casos puntuales, consiguiendo su objetivo. Reglamentos que en vez de favorecer, le restan al espectáculo que deben proteger.

3) Huelga decir que los arbitrajes plagados de polémicas fueron en su mayoría muy deficientes y que el uso discrecional del VAR ha manchado de gran manera toda la Copa. En un inicio parecía que los árbitros no podían tomar una decisión importante sin escudarse en el VAR, creando un aura de burocracia y con poquísima  certidumbre en sus propios criterios. Ya en la semifinal de Argentina vs. Brasil llegó el sumun obviando dos penales clarísimos, uno, el primero y más importante, cuando Agüero fue derribado por Dani Alves, no fue ni revisado y de esa jugada se gestó el segundo gol de la verdeamarelha; el VAR debió juzgar penal y anular el tanto de los locales. Lo que pudo ser fácilmente un 1-1 se convirtió en un casi lapidario 2-0. El VAR bien gracias. A todo esto y con una falta increíble de lógica y coherencia en el uso de la nueva tecnología, poquísimo ayudo la transmisión televisiva de origen, que en los momentos de uso del VAR casi nunca mostro imágenes en las que el televidente pudiera formar su propio juicio, ni aprender el por qué de las faltas cobradas o desestimadas. Es increíble que el deporte más popular del mundo haya sido tan tardío en la implementación del vídeo arbitraje, pero es aún más inverosímil que no haya aprendido nada de otros deportes que lo practican de forma eficiente hace mucho más, por ejemplo del rugby o del fútbol americano donde los referís explican después de la revisión el motivo de cualquiera sea la decisión adoptada, el ojo de halcón del tenis, en el cual el damnificado nunca queda huérfano, ya que siempre puede apelar un fallo en caso de sentirse perjudicado, y el vídeo le dará o no la razón (en el caso del fútbol la posibilidad de solicitar una revisión debe ser mucho menor que la del tenis, por ejemplo 1 revisión por tiempo, y en caso de estar en lo correcto mantener la posibilidad de solicitar otra revisión, en caso de equivocación, se pierde esa posibilidad).  Esto daría a todos el sentido de que no existe la indefensión ni el sentido perverso de verse perjudicados no sólo por un cuarteto arbitral, sino por un septeto de colegiados malintencionados, que llaman a revisión lo que les viene en gana. Por todo esto creo que FIFA, IFAB y todas sus confederaciones deben trabajar seriamente en que el VAR sea algo que mejore cualitativamente el deporte, en vez de ser un aparato burocrático, anticlimático y que finalmente permita lo que vino a erradicar, la injusticia y perjuicio de un fallo erróneo.

4) Por último, lo penoso de ver las canchas con muy pocos espectadores, llenas de claros y asientos vacíos, sin el público local involucrado en la misma, lo que denota una precaria labor de promover/marketinear el evento a nivel local, y la desmesura en los precios de las localidades para un evento que recibió tan poca publicidad y ofreció tan discreto atractivo deportivo. Además cabe ver el engañoso comunicado que ofreció el Comité organizador cuando antes de iniciarse el torneo indicó que habían vendido el 65% de las entradas, cifra tan poco verosímil, que el partido inaugural entre Brasil vs. Bolivia se quedó al borde de tener un 70% de asistencia. Tuvieron que jugar el clásico Brasil vs. Argentina en semifinales para poder contemplar un estadio repleto. Estadios vacíos desprestigian un evento, lo hacen ver irrelevante o falto de jerarquía, todo lo contrario a lo que debería ser un Sudamericano.

El fútbol sudamericano está en crisis, desde que Brasil gano la Copa de Mundo hace 17 años, el continente no ha vuelto a levantar ese magno trofeo, desde el 2013 no se gana el Mundial de Clubes, la final de la Copa Libertadores por los escándalos acaecidos se tuvo que jugar en Madrid y por último en fútbol femenino no tuvo ni una escuadra de América del Sur entre sus 8 finalistas. El panorama está oscuro, el que fue desde siempre el continente del fútbol viene perdiendo año tras año su preminencia en el balompié mundial, y con una Conmebol sin ninguna autocrítica y con meras ganas de lucrar dejando de lado al deporte en sí y al público que lo ama, no hace más que sumir a Sudamérica en una crisis futbolística de alto calado.

5) Cómo apostilla, cabe apuntar que Bolivia fue el peor del torneo de forma indiscutible, nuestros árbitros no dirigieron un solo partido; dentro del panorama desolador apuntado anteriormente, ¿dónde quedamos nosotros? Nuestra autocrítica debe muy honda, y nuestras tareas muy arduas para dar vuelta a la demacrada realidad que nos envuelve.

Publicado en Página Siete el 8 de julio de 2019