miércoles, enero 26, 2011

El retorcido y fabuloso Kanye West

Poco conocía yo de un tal Kanye West, había escuchado un par de canciones que me gustaban mucho (“Flashing Lights” que tiene un espectacular vídeo dirigido por Spike Jonze y “Gold Digger” en colaboración con el actor Jamie Fox), sabía que era un reputado productor musical, que era uno de las figuras más afamadas y egocéntricas (lo cual me figuro debe ser dificultoso en ese entorno) del mundo del hip-hop, conocía alguna colaboración eventual con Rihanna o con Jay-Z y por último había presenciado su sabroso exabrupto en los Video Music Awards de MTV cuando inopinadamente y agresivamente salió a escena a interpelar a Taylor Swift por haber ganado un premio que al entender de Kanye (y de casi el 99% de la población mundial) debía ser de Beyoncé.

Eso era todo, hasta que por curiosidad me bajé su último y loado disco “My beautiful dark twisted fantasy”. Nunca antes había escuchado un disco de hip-hop entero voluntariamente, pero quedé atrapado, por no decir hipnotizado desde la primera canción “Dark Fantasy”, que con unos cánticos que evocan a unas sirenas odiseicas algo posmodernas, ya me tenían enganchado. “Gorgeous” continua la sesión y prosigue el fluido discurrir de algo que es atrapante y que no tiene nada de ordinario. Continua “Power” (obviamente aludiendo al suyo) con unos coros femeninos que cíclicamente se repiten al fondo al compás de las palmas, donde las ráfagas raperas te largan líneas como “Now I embody every characteristic of the egotistic” o “Holy, powers, Austin, Powers/Lost in translation with a whole fuckin' nation/They say I was the abomination of Obama's nation” o “I know damn well y'all feelin' this shit/I don't need yo' pussy, bitch, I'm on my own dick” donde ese aparente egocentrismo se hace patente, evidente y lacerante (por ejemplo no faltan en las letras comparaciones con Mohamed Alí). Luego viene “All of the lights”, quizás la canción más comercial y poppy del álbum donde acuden, como en todo el trayecto, una pléyade de colaboradores tales como Rihanna, Alicia Keys y Elton John, por mencionar algunos, pero además durante el disco aparecen y reaparecen hip-hoperos de la talla de Jay-Z, Kid Cudi, Pusha T, Bon Iver y la irreverente neófita de protuberantes posaderas Nicki Minaj (a la mayoría de los cuales he empezado a conocer y luego apreciar gracias a este fantástico microcosmos que es el “…dark twisted fantasy”).

Kanye es totalmente consciente de su talento, y muchas veces, según lo leído su percepción de lo que hace es mucho mejor para él que para el resto del mundo, sobre todo en los que se refiere a sus cuatro discos anteriores, entre los que algunos consideran obras maestras y otros sobrevalorado talento malgastado. Kanye es totalmente convencido de que es omnipotente y que las cosas debe llevarlas más allá, y eso hace en “Runaway”, la mejor canción del disco, una seductora oda a los douchebags, assholes, scumbags y jerkoffs, o sea por todo el mundo (Kanye incluido), por lo cual reiteradamente se celebra un merecido brindis; la procacidad que acompaña todo el disco está, como no, en esta maravillosa canción, pero evocando un maravilloso contrapunto con la melodía y sentimiento que aflora en el tema. West no contento con la canción o con el disco hizo toda una película de 34 minutos de “Runaway” (filmada en las fabulosos entornos de Praga) donde un Fénix femenino aterriza sobre su lujoso motorizado, él se enamora de la antropomórfica ave, guiándola en su cotidianidad hasta que esta un tanto asqueada del mundo huye. El vídeo de la canción se concentra en una cena de lujo en un inmenso hangar donde la Fénix pasa casi inadvertido y Kanye toma el piano y se larga con la canción a cuestas acompañado de una extraordinaria compañía de ballet, otra vez haciendo gala de un sensacional contrapunto.

No cabe obviar la perversa, retorcida e hilarante “Monster” otra de las tantas cimas del disco donde quizás más sobresale el rapeo de Kanye y de sus lugartenientes Jay-Z y Nicki Minaj, ni “Hell of a life”, otro momento excelente donde Kanye rapea al ritmo del estribillo de la mítica “Iron Man” de los Black Sabbath: “Have you lost your mind?/Tell me when you think we crossed the line/No more drugs for me, pussy and religion is all I need/Grab my hand and baby we'll live a hell of a life”; nos hace saber su idea de una “Hell of a life” la cual es: “I think I fell in love with a porn star/And got married in a bathroom/Honeymoon on the dance floor/And got divorced by the end of the night/That's one hell of a life”.

Creo que el súmmum del deterioro de mi personalidad de metalero (autoparódico y vilipendiado, aunque todavía firme como un papayo) es la aceptación de que he quedado fascinando por un álbum de hip-hop, la evidencia es incontrastable, Kanye West ya está ahora en mi agenda de conocidos y inevitablemente cuenta con mi sentido aprecio, más allá de lo posero y traidor que pueda sonar. “My beautiful dark twisted fantasy” es un tremendo viaje de 13 canciones que quitándole el “my” es muy difícil de describir mejor que su autor, como algo hermoso, fantasioso, oscuro y sobre todo recontratorcido.