jueves, septiembre 27, 2007

A Osvaldo Soriano

”- Yo espero que usted averigüe por qué quieren asesinar a ese hombre a toda
costa - me dijo Voltaire-. Le preparé algunos informes; léalos en el camino.
- Soy un calígrafo, me preocupo por la nitidez del trazo, no por la verdad
de las palabras, que es oficio de otros. De los filósofos, por ejemplo."

Pablo De Santis, El calígrafo de Voltaire

Sí, ya sabes que no queda salida, que no hay un espacio donde el poder y la autoridad no estén presentes. Sabes que el miedo es una moneda colectiva, una acción cotidiana, un tono extendido. Pero sigues buscándote la vida, cantando tangos entre balas, picanas y cuerpos tirados al océano en toda América. Y la redención te espera a cada vuelta de esquina, en cada ser que trasunta contigo por el pavor y la amargura. Esa redención con el mundo, esa tibieza que te hace sentir que este es un paraje menos inhóspito y solitario, esa tranquilidad de estar en casa, ese sentimiento perpetuo de que (a pesar de lo que creas) nunca estás solo. En medio de un tren, recorriendo la noche, te enjuagas una lágrima, apoyas tu cabeza en el hombro de tu amigo muerto y sueñas volver a tus cuarteles de invierno.

Si, ya sabes que el poder maligno está en todos lados, que no hay posibilidad de construir otro orden, otra realidad, otra existencia. A pesar de eso, has llorado hoy por el Chaco (por Boquerón, Ustarez y Busch) y, corriendo en medio de la tundra tan lejos de casa, has izado la bandera nacional y escupido sobre la embajada paraguaya. Sabes que el nacionalismo es una invención del Estado, sabes que la acción colectiva sólo engendra monstruos que continúan a su padre. Aún así, cuando recibes la carta del lúcido activista-guerrillero que llega para redimir la nación africana que te acoge, te sacude un espacio de esperanza. Te liberas un poco de las dudas y sientes que la liberación es posible, que el mañana distinto es una posibilidad latente. Levantas el mauser cuando ves llegar la avioneta revolucionaria y el ejercito de primates invade la capital. Él baja del avión, te inclinas y le dices mirándolo a los ojos: “a sus plantas rendido un león”.

Sí, ya sabes que nunca encontrará el enigma, que tu búsqueda detectivesca es sólo una búsqueda existencial. Sabes que la dureza no está en la cachiporra sino en escucharla a ella desde lejos sin soltar una lagrima. Que la ternura es un aliciente ético y de acción más fuerte que cualquier suma de dinero. Sabes que en el fondo el único misterio que en verdad quieres resolver está dentro de tus complejos, tus taras, tus incapacidades. Pero prefieres seguir tras la academia, tras la búsqueda de la comedia, tras los intersticios absurdos e inasibles de las carcajadas. Una dura mirada y una voz socarrona te acompaña, repartiendo puntapiés y puñetazos a tu lado, jugando ajedrez hasta la madrugada, entre cafés y cigarros. Te despides de él una mañana bajo el sol rutilante, los ojos morados y el cuerpo magullado, mientras caminas sabes que estás triste, solitario y final.

Sí, ya sabes que la derrota fue completa, que tu país se cae a pedazos, que nos quitaron todo, que se van todos, que los que quedamos estamos solos, aletargados por la decepción, el miedo y la tristeza. Sabes que al otro lado de la frontera, estarías mejor. Pero la tierra, el olor de la pertenencia y los ojos de la memoria te mantienen caminando por estos parajes. Encontrando personajes que viven como pueden, saciando sus hambres con sueños y jirones de alimento. Sabes que todos los sueños se han terminado y que las ausencias te destruyen por dentro. Pero alguna cerveza te espera en un tren abandonado, vendido por los poderosos de antes, así que sigues caminando. Rumiando esta tierra, dando vueltas en círculos dentro de tus perennes demonios, porque sabes que ya sólo una sombra pronto serás.

Ya lo sabes, Osvaldo, ya lo sabes.

viernes, septiembre 21, 2007

Saudades (o qué cojones, nostalgias)


Ufffff... Ya hace tiempo que tuve la intuición que querer en esta vida te aboca a ese círculo vicioso que consiste en echar siempre a alguien de menos. No hay solución ni para un misántropo como yo. Hace unos cuantos años que conozco a Alvaro, e intuyendo que la vida es una especie de chiste, fue contándonos unos cuantos como empatizamos (pronúnciese con acento gaucho y después, sonría). Como todo en esta vida se puede medir por un valor, sea por estar omnipresente o por no percibir su ausencia, la genética nos vino a hacer a ambos a imagen y semejanza de los nuestros. Uno no es así por generación espontánea. Tiene que tener unos precedentes. Y nosotros nos parecemos a nuestros padres mal que nos empute, que sinceramente, es bien poco. Y no sé si esto tiene algo que ver en que él se emocione con los dichosos griegos, o que yo ejerza de gentil defensor de los hebreos. El hecho es que el tiempo de comer kebaps en un tugurio pakistaní por Huertas u ¿Hortaleza?, pareció acabar el día en que Alvaro se convirtió en emigrante de ida y vuelta. Nadie contaba con mi palabra de vasco y su amor por Madrid. Le prometí visita y cumplí.

Es conocido por muchos mi fascinación por La Paz sin necesidad alguna de ser socio de Greenpeace o Amnistía Internacional. Mi amor por ese botxo es a pelo. Pero no es menos cierto, que si me voy a pasar la vida regresando a la, por ahora, capital de Bolivia, es porque allí conocí al clan Trasunto. Con permiso de Gilda, me vais a permitir que lo denomine así. Uno sólo puede decir que tiene dos familias porque en ambas se siente como en casa. Y en chez Trasunto, que parece que siempre esté de jornadas de puertas abiertas, uno no sólo se siente como en su hogar de toda la vida, sino tiene esa sensación de pertenecer a algo, de ser uno más, de tener más de un padre y una madre sin trámites de adopción, sin ser un hijo de puta. Siento el exabrupto pero me lo he puesto como si fuera el mismísimo Felipe II.

Hace pocos meses que me volví de mi segunda estadía en La Paz. Dos increíbles meses. La primera fueron quince días. La siguiente, ¿quién sabe si para siempre? Hoy es el día en que me siento más colla que nunca, pero por Trasunto, y también por Arbeloa. Guido, Gilda, Diego, Alvaro, gracias por muchas cosas intangibles (de nuevo con acento gaucho). Sé que no hace falta pero lo he decir: mi casa también es vuestra casa, aunque todavía pertenezca a esa generación tan española que todavía vive con sus padres.

No es por que crea que haya que luchar por un mundo más justo, que también. Ni porque sea un militante de la razón práctica, a mi pesar. Estas palabras habían de ser dichas, pues aunque bien conocidas, compartidas y públicas, una vez más, me apetecía expresarlas.

miércoles, septiembre 19, 2007

Death Proof u otro ensayo de la factoría Tarantino

"There are few things fetching as a bruised ego on a beautiful angel. (Hay muy pocas cosas tan atractivas como el ego magullado de un hermoso ángel)"
Stuntman Mike, Death Proof, Quentin Tarantino

Quentin Tarantino desde que hiciera Jackie Brown allá por 1998, se está convirtiendo más que en un cineasta original en un gran ensayista del cine, ya que cada película o experimento que ha sacado desde entonces, está más cerca de un ensayo fílmico, un palimpsesto plagado de referencias cinematográficas, guiños autorales, diferentes puestas en escena genéricas mezcladas en un todo y otros rasgos de cinéfilo erudito, complementado y enriquecido, eso si, con su prodigiosa facilidad para moverse entre cámaras, actores y bandas sonoras.

Así llegamos a Death Proof, su último ensayo fílmico, parte del proyecto Grindhouse, que realizó en conjunto con su pana mexicano Robert Rodríguez (quien dirigió el “segmento” Planet Terror), que constaba de dos cintas de serie B como las que se solían proyectar a par en Estados Unidos durante los 70s y 80s en las salas de cine conocidas como Grindhouse, así como también en los auto cinemas. Los cines Grindhouse fueron desapareciendo paulatinamente, debido mayormente, a la industria del vídeo casero hasta que en los 90s ya se habían extinguido por completo, a lo cual el dúo de amigos quería servirle un provechoso homenaje.

Debido a que el proyecto de a par Grindhouse no resultó en taquilla según lo esperado, se decidió estrenar las películas por separado en el resto del mundo, lo cual nos permite referirnos en éste texto únicamente a la parte correspondiente a nuestro reservoir dog.

Death Proof es una vintage movie (película añejada), cuya imagen y estética kitsch nos evoca y nos sitúa en los años setenta, aunque se lleva a cabo en nuestros días. El hermoso (DeLuxe) color, el montaje desfasado y las frecuentes rayas que “adornan” la pantalla son una inigualable máquina del tiempo con la que juega Tarantino para llevarnos de nuevo a los muy permisivos y pecaminosos auto cinemas de antaño.

La trama se divide en dos historias vinculadas por un personaje de aciaga calaña, Stuntman Mike (Kurt Russell), quien maneja un recauchutado coche negro “a prueba de muerte” con una calavera en el capó y persigue bellas jovencitas con diversas técnicas que oscilan entre la más fina seducción a los más criminales embistes automovilísticos. En la primera historia conocemos a un grupo de amigas, lideradas por la DJ Jungle Julia (Sydney Poitier) y su amiga Butterfly (Vanessa Ferlito) en una movida noche de bares. La segunda nos narra un día libre de cuatro amigas que trabajan en el mundo del cine que tienen la intención de manejar un coche idéntico al que condujera el mítico Kowalski en el clásico del género automotriz Vanishing Point (digresión: a la cual la banda Primal Scream le ha dedicado un tema extraordinario e imprescindible titulado “Kowalski”)

En la certera intención de dibujarnos una película de género, que podríamos definir como “terror sobre ruedas”, Tarantino no puede con su genio*, y nos empieza a plagar con su fecundo imaginario: los garitos llevan nombres como “Güeros” o “Texas Chilli Parlor”, la atmósfera del filme pende del (siempre) magistral manejo de la banda sonora acompañadas de las contoneantes y generosas curvas de las damas en sensuales danzas, aunque ésta vez exagera en su culto a la rockola de acetatos, y los diálogos muestran algunos momentos de gran agudeza e insidia tarantiniana; la gentileza de la sangre es estrictamente perteneciente al género.

El problema reside no en los conocidos y elogiables hábitos del ensayista, sino en que frecuentemente cae en el vicio de autocitarse demasiado, en Death Proof encontramos las sonadísimas “Big Kahuna Burgers” o los cigarrillos “Red Apple Tans”, escuchamos la tonada silbada en Kill Bill, así como vemos a los comisarios tejanos de la misma, una protagonista negra que parece la hermana melliza de Samuel L. Jackson, sobre todo por su entonación y sus maneras procaces, sus masajes de pies mencionados hasta saciar (aunque esta vez acompañados de un fetichismo de pies del cual el mismísimo Buñuel podría sentirse celoso u opacado) el emblemático plano visto desde la maletera y para acabar nuestra incompleta enumeración, un plano secuencia bastante lánguido y quasi intrascendente que emula el desayuno de apertura en Reservoir Dogs, lástima que sin la enjundia o sazón que provee la virginidad de la diva Madonna. Demasiadas referencias onanistas para el probado talento del director, que a su vez se entremezclan con otro sinfín de alusiones a otros gurús del género que por la época y sitio geográfico que me vio nacer difícilmente puedo identificar con certeza.

Pese a todo esto, el popurrí fílmico triunfa, es entretenimiento salvaje provisto de una atmósfera de deliciosa condimentación cinematográfica, y aunque se esfuerce (o no) en ser cutre, Tarantino tiene uno o dos dedos de Rey Midas chapado a lo gringo que siempre le da frutos y el permite sacar varios conejos del tongo. Pero, pese al disfrute que nos otorga, creo que es necesario humedecer su dedo y pasar la página a su etapa ensayística (o quizás mejor dicho, hombre de citas o citador), y mostrarnos no cuantos westerns spaguetti, mangas, explotation films o cintas nouvelle vague ha visto y que conoce de memoria y que puede imitar cuando quiere, sino que la próxima, aunque la espera sea prolongada, nos entregue una dosis de Tarantino embotellada y precintada en un envase que en la etiqueta se lea únicamente en letras claras y rutilantes “Quentin”, esperemos que este anhelo no sea una pura ficción.

*Índole o condición según la cual obra alguien comúnmente

Escuchar: Down in Mexico, "Death Proof OST", The Coasters

Escuchar: Hold Tight!, "Death Proof OST", Dave, Dee, Dozy, Beaky, Mick and Tich

martes, septiembre 11, 2007

Flaquezas y deambulaciones en el mundo de la alta "Cultura": sobre la última novela de Gabriel Báñez


“Cultura” (Sudamericana, 2006), novela del escritor platense Gabriel Báñez, nos presenta un tinglado en las esferas de la “alta” cultura institucional, protagonizado por Ibáñez, un esquizofrénico cobaya y yonqui de otra sacra institución -la psiquiátrica-, funcionario él, que nos narra entre otras cosas las idas y correrías de la “Gorda Vietnamita” o “Rojiza del Sudeste Asiático” que es la Secretaria de Cultura que con su orondo porte y su omnisciencia organizacional comanda la CULTURA (con mayúsculas, por favor) además de ser provocadora de suculentas cachileras y arrechuras dependiendo a cual de los Ibáñez se les pronunciaran.

“La gordura era una afirmación endocrina de sus conocimientos” es una afirmación de tantas que van marcando el tenor hilarante de la narración, donde nada puede tomarse en serio, exceptuando los funcionarios mismos que merodean por la trama, urdiendo todo tipo de estrategias en pos de la cultura que derivan en guerras estéticas entre instituciones culturales, todas con los más churriguerescas siglas que subsumen en su apelativo la inefable esencia de su ínclito organismo. Siglas como ser MACARACO (Museo Artístico de las Comunicaciones Argentinas para la Realización de Actividades Coreográficas y Orquestales), MUPIPA (Museo de Pintores Paisajistas), CORFUFA (Centro Orgánico de Fotografías Urbanas del Foro Artístico), CATA (Club de Arquitectos Teóricos Anónimos) o PEDIN (Polo Estratégico de Desarrollo Indistrual), parecen salidas o ideadas en el PREMUDE (Primera Escuela de Embrutecimiento) lugar donde transcurriría la fallida novela del “disociado” protagonista Ibáñez. Toda esta sarta de banal y ridícula sacralización institucional, se nos hace tan familiar en Bolivia, que la parodia que nos cuenta Báñez parece la contemplación de un telediario nuestro a la hora de la comida con todos los condimentos, excluyendo el epíteto de las guerras de la novela permutándolo por “antiestéticas”.

Nuestra experiencia con la alta cultura y su infinita ridiculez es algo muy temprano, quizás remontado a la epifánica aparición de la profesora de música de primaria con sus divinos firuletes de diva trasnochada trayendo bajo el caluroso sobaco las partituras empastadas de magníficos himnos de niñez como "Señor Sol", "Toda Mojada de Lluvia" o "Niño Latinoamericano", y Báñez riega nuestros recuerdos ensanchándonos la vivencia. No podemos evitar descojonarnos ya sea con las insignes siglas onomásticas, o el celebérrimo culto que tiene el autor por ese menospreciado arte nominológico que es el justo asestamiento de un cabal apodo (para añadir algunos más cabe mencionar “Mujer de Indochina”, “Mariposa adorable” , “Globalizada Vietnamita”, “Funcionaria Vietcong” o por último “Cetáceo Taiwanés”), o las increíbles escenas perpetradas en aras de la mayor gloria de la CULTURA como ser “Un día con la familia Bach” cuyo fragmento transcribimos a continuación:

El Pensador Errante había llegado de Capital, de donde la Operadora Asiática lo había repatriado de sus huestes más mercenarias y de onda: Recoleta, el ICI, el Museo de Arte Moderno. Dictaba cursos sobre teoría del arte a las excresencias del barrio norte, septuagenárias que pronunciaban Lyotard y Pontalis sin que se les cayera un solo colgajo de cirugía. De sus periplos reflexivos, uno de los hallazgos más soberbios que rescato el pensador errante fue el espectáculo “Un día con la familia Bach”, por el que se invirtieron varios miles de dólares.
- Ramírez . . .
- ¿Sí?
- ¿No es música culta la de Bach?
- En miligramos me cuesta creerlo.
El hallazgo consistía en representar un día completo en la vida del compositor Juan Sebástian Bach, para lo que se improvisaron un tingaldo en el patio central del Pasaje, unas callejuelas adoquinadas y mampostería de telgopor y acuarela. Una semana estuvo trabajando la sección Mantenimiento para reproducir lo que era la aldea de Eisenach. El proyecto tenía como objetivo introducir lúdicamente los conceptos de la música en el público infantil, así como incentivar pedagógicamente a los más chicos en un módulo de la currícula que la Secretaría de Cultura consideraba esencial para la formación del individuo: la integración artística en el periodo de sociabilización infanto-juvenil.
- Ningún arte atraviesa nuestra conciencia como lo hace la música, la música es la dimensión refractaria de nuestro propio yo.
- El Rivotril, Ibañez.
El Pensador Errante había implementado una estrategia mix, según sus palabras: la presentación luz y sonido en la Casa de Tucumán, y una exhibición en pantalla, con una computadora central que reproducía las partituras y armonías más difundidas del obeso. El engendro incluía muñecos tipo Disney que caminaban entre el público y repartían un turrón junto a una historieta con el guión de la obra. Se cursaron invitaciones a sociólogos, pedagogos, docentes y psicologos sociales para participar de la puesta en vivo. Un folleto explicaba, en el lenguaje del gerenciamiento cultural, la interrelación dinámica de los distintos miembros que conformaban la red familiar del clan Bach.
El punto más alto de la obra fue cuando desde una de las ventanas superiores de una casita tirolesa se asomó la madre de Bach, gritando como una energúmena:
- ¡Juan Sebástian, Juan Sebástian, el té está servido!
El así pronunciado Juan Sebástian apareció entre los cortinados con una panza descomunal, caminando a los saltitos y con un arco de violín en una mano:
- ¡Ya voy madre, ya voy, en cuanto termine esta composición profana subiré a merendar!
El coro de los más chicos no tardó nada:
- ¡Gordo puto, pelotudo! – le gritaron desde todos los rincones.
Bach resultó ser una sufrida mujer que trabajaba en protocolo del municipio, una vieja militante del feminismo barrial y de las ollas Essen que, harta de los discursos en réplica, los últimos años los había dedicado a colaborar en cuanto acto solidario se organizaba. La pobre terminó con el bisoñé escupido y el chaleco por el piso. El Pensador Errante admitió que el arco de violín había sido un referente inadecuado pero insalvable debido a la falta de recursos. Arcángeles Cepeda, sin embargo, con brillantez de funcionaria concluyó que el proyecto había sido movilizador en el sentido funcional del término. Claro que la sanción política no se hizo esperar: a las dos semanas al cazador de ideas lo echaban a patadas en el culo. No obstante, tanto a Ibáñez como a mí ese fracaso inicial de la nueva gestión nos conmovió por su ingenuidad. “Mariposa adorable”, anotó él. Fue, creo, nuestra primera muestra de debilidad.

Así paulatinamente, van sucediéndose las desfachatadas iniciativas y personajes del mundo cultural, sin que nuestras carcajadas mermen un ápice, ya sea por la “homilías y reconvenciones” del “espléndido y rotundo” monseñor Humberto Rega, las cuales se publicaban en suplementos dominicales con títulos como “El aborto bastardo”, “Modernidad y relajo” o “Aberraciones de la cultura fornicaria”, o por las traducciones en papel biblia del bardo Máximo J. Firestone, que en letra diminuta rezaba que estaban publicadas por las universidades de Oxfordt o Cambridget, o la concienzuda revisión por parte de Ibañez de “un libro necesario”, imprescindible se podría decir de título “Perspectivas ambientalistas de la identidad barrial y sociopolítica de la periferia urbana” .

La novela de Báñez es una finísima burla de todo tópico sacro que toca y nos hace patente cuan absurdamente solemne, fútil y burda (y entre paréntesis risible) puede ser la burocracia institucional en cualquiera de sus facetas (sobre todo en paises tan bien adiestrados en este lastre como ser los latinoamericanos, donde Bolivia se encuentra en una situación vanguardista), aunque en el caso particular de la novela, citando a nuestra querida y actual Ángeles Cepeda, el Mamotreto de la Conchinchina, “. . . la cultura es la mariposa de la aldea global”.

miércoles, septiembre 05, 2007

32 claves y pistas para comprehender INLAND EMPIRE


1. Los ángeles, como los demonios, son.

2. Todos somos ángeles o demonios de otras personas.

3. El tiempo no se limita a una dimensión lineal ni diacrónica sino a una sincro-diacronía, a una extensión más-que-espacial; se puede deambular por ella a través de los símbolos.

4. Comprender jamás es explicar. Comprender es abrazar.

5. El todo se reproduce en cada una de sus partes.

6. Todo tiene sentido.

7. Nada tiene sentido.

8. Cuan oscura es la trastienda de lo que realmente somos, más allá del rol exógeno que determina nuestro ser social.

9. El deseo y el miedo ¿Cuánto tienen en común y cual es la relación metonímica entre estas dos condiciones de nuestro ser?

10. Hollywood Bvd., desengaño, tormenta.

11. Las almas viajan a través de múltiples cuerpos y vidas individuales para realizar designios que no son inteligibles para el ser humano (pudiendo ser de otra manera para otras especies). Nosotros somos los caballos de genios de otras orbes del mundo espiritual, los hermanos sub-saharianos lo saben bien.

12. Los fantasmas (en todas las acepciones de este concepto) encuentran medios de deslizarse a través del tiempo y el espacio por puertas paralelas a las que alcanza la percepción. Por ende, los fantasmas son.

13. Nadie puede conocer la noche sin conocer los horrorosos caminos del alcohol (evocando a Saenz).

14. El tiempo es una espiral compuesta de espirales, que a su vez están compuestas de espirales y así ad infinitum. Librarse de ese ciclo para poder contemplarlo en su Belleza, es el reto de todo viaje espiritual.

15. El cine es un reflejo de la vida y viceversa.

16. El cine tiende al metalenguaje como las partículas del universo tienden a cohesionarse.

17. ¿INLAND EMPIRE será la película más realista de Lynch?

18. La luz y el lenguaje ¿Cuál simboliza a cuál?

19. Dios existe, lejos pero existe.

20. Santas putas, putas santas: delgada cortina roja.

21. ¿Cuál es el rol del espectador en INLAND EMPIRE? ¿Qué es verse en un cine vacío? ¿En pantalla gigante?

22. ¿Por qué Kingsley es tan huevón?

23. Sociológicamente ¿Qué quiere decir el mundo de Hollywood y qué el de Inland Empire?

24. ¿Quién decide volver?

25. ¿Cuál es el oficio más antiguo?

26. El mundo y sus derivados están en el interior, lo demás es ilusión.

27. Un mundo de hombres cirqueros y mujeres prostitutas ¿Qué tipo de intrigas albergará?

28. ¿Hay algún cura en INLAND EMPIRE?

29. ¿Qué provoca una reflexión?

30. ¿Cuál es la casa de los conejos?

31. Qué diferentes destinos: Dale Cooper y Susan Blue.

32. Extraño es lo que hace el amor… cuando estás tan sola.