Con la Copa
América finalizada y Brasil como justo campeón, no sin muchos peros, nos resta
hacer un análisis de la competición, y aunque nos incomode, todo lo ocurrido en
estas tres semanas nos conduce a no hablar tanto de fútbol sino del
revestimiento de todo lo ocurrido durante la competición.
Una tema queda
patente y es que la Copa América o el Sudamericano, como se llamaba antaño, ha
quedado devaluado, y es sobre todo por causa de la Conmebol que, en vez de
cuidar y valorar su producto estrella, lo ha dejado a su suerte, sin darle la
atención, el cariño y el revestimiento que se merece el torneo continental de
selecciones más antiguo del orbe.
Enumerando:
1) Hemos visto un
nivel futbolístico bastante chato, sin escuadras de excepción, sin partidos
vibrantes ni memorables (quizás las semifinales han sido la excepción), con
muchos agravantes que confabulan contra el rendimiento deportivo, como ser el
pésimo estado de los campos de juego. Pensar que estos escenarios deportivos
fueron muchos construidos y todos reformados para el mundial del 2014 y donde
se juega habitualmente una liga tan importante como el Brasileirao. Hasta los
jugadores locales como Thiago Silva criticaron con severidad el césped donde se
disputaron los encuentros.
2) Asombra la
asimetría y falta de coherencia para armar competiciones con reglamentos claros
y consecuentes: es una ridiculez que cuartos de final no tengan prórroga, y que
el alargue se habilite a partir de las semifinales. ¿Cuál puede ser la causa
para hacer esta diferenciación de criterios? No tenemos la menor idea (algo
parecido hicieron en Copa Libertadores, donde toda la competición valora los
goles de visitante y se quitaba dicha norma en la final). El resultado es que
de los 4 partidos de la primera instancia eliminatoria, tres resultaron ser
0-0, con los equipos más débiles amurallándose para llegar a los penales y, en
dos casos puntuales, consiguiendo su objetivo. Reglamentos que en vez de
favorecer, le restan al espectáculo que deben proteger.
3) Huelga decir
que los arbitrajes plagados de polémicas fueron en su mayoría muy deficientes y
que el uso discrecional del VAR ha manchado de gran manera toda la Copa. En un
inicio parecía que los árbitros no podían tomar una decisión importante sin
escudarse en el VAR, creando un aura de burocracia y con poquísima certidumbre en sus propios criterios. Ya en la
semifinal de Argentina vs. Brasil llegó el sumun obviando dos penales
clarísimos, uno, el primero y más importante, cuando Agüero fue derribado por
Dani Alves, no fue ni revisado y de esa jugada se gestó el segundo gol de la
verdeamarelha; el VAR debió juzgar penal y anular el tanto de los locales. Lo
que pudo ser fácilmente un 1-1 se convirtió en un casi lapidario 2-0. El VAR
bien gracias. A todo esto y con una falta increíble de lógica y coherencia en
el uso de la nueva tecnología, poquísimo ayudo la transmisión televisiva de
origen, que en los momentos de uso del VAR casi nunca mostro imágenes en las
que el televidente pudiera formar su propio juicio, ni aprender el por qué de
las faltas cobradas o desestimadas. Es increíble que el deporte más popular del
mundo haya sido tan tardío en la implementación del vídeo arbitraje, pero es
aún más inverosímil que no haya aprendido nada de otros deportes que lo
practican de forma eficiente hace mucho más, por ejemplo del rugby o del fútbol
americano donde los referís explican después de la revisión el motivo de
cualquiera sea la decisión adoptada, el ojo de halcón del tenis, en el cual el
damnificado nunca queda huérfano, ya que siempre puede apelar un fallo en caso
de sentirse perjudicado, y el vídeo le dará o no la razón (en el caso del
fútbol la posibilidad de solicitar una revisión debe ser mucho menor que la del
tenis, por ejemplo 1 revisión por tiempo, y en caso de estar en lo correcto
mantener la posibilidad de solicitar otra revisión, en caso de equivocación, se
pierde esa posibilidad). Esto daría a
todos el sentido de que no existe la indefensión ni el sentido perverso de
verse perjudicados no sólo por un cuarteto arbitral, sino por un septeto de
colegiados malintencionados, que llaman a revisión lo que les viene en gana.
Por todo esto creo que FIFA, IFAB y todas sus confederaciones deben trabajar
seriamente en que el VAR sea algo que mejore cualitativamente el deporte, en vez
de ser un aparato burocrático, anticlimático y que finalmente permita lo que
vino a erradicar, la injusticia y perjuicio de un fallo erróneo.
4) Por último, lo
penoso de ver las canchas con muy pocos espectadores, llenas de claros y
asientos vacíos, sin el público local involucrado en la misma, lo que denota
una precaria labor de promover/marketinear el evento a nivel local, y la
desmesura en los precios de las localidades para un evento que recibió tan poca
publicidad y ofreció tan discreto atractivo deportivo. Además cabe ver el
engañoso comunicado que ofreció el Comité organizador cuando antes de iniciarse
el torneo indicó que habían vendido el 65% de las entradas, cifra tan poco
verosímil, que el partido inaugural entre Brasil vs. Bolivia se quedó al borde
de tener un 70% de asistencia. Tuvieron que jugar el clásico Brasil vs. Argentina
en semifinales para poder contemplar un estadio repleto. Estadios vacíos
desprestigian un evento, lo hacen ver irrelevante o falto de jerarquía, todo lo
contrario a lo que debería ser un Sudamericano.
El fútbol
sudamericano está en crisis, desde que Brasil gano la Copa de Mundo hace 17
años, el continente no ha vuelto a levantar ese magno trofeo, desde el 2013 no
se gana el Mundial de Clubes, la final de la Copa Libertadores por los
escándalos acaecidos se tuvo que jugar en Madrid y por último en fútbol
femenino no tuvo ni una escuadra de América del Sur entre sus 8 finalistas. El
panorama está oscuro, el que fue desde siempre el continente del fútbol viene
perdiendo año tras año su preminencia en el balompié mundial, y con una
Conmebol sin ninguna autocrítica y con meras ganas de lucrar dejando de lado al
deporte en sí y al público que lo ama, no hace más que sumir a Sudamérica en
una crisis futbolística de alto calado.
5) Cómo
apostilla, cabe apuntar que Bolivia fue el peor del torneo de forma indiscutible,
nuestros árbitros no dirigieron un solo partido; dentro del panorama desolador
apuntado anteriormente, ¿dónde quedamos nosotros? Nuestra autocrítica debe muy
honda, y nuestras tareas muy arduas para dar vuelta a la demacrada realidad que
nos envuelve.
Publicado en Página Siete el 8 de julio de 2019
1 comentarios:
Fue buen campeonato, la próxima sera para nosotros, felicitaciones.....
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