lunes, septiembre 28, 2009

El Fantasista de Rivera Letelier, o el último partido antes del fin del microcosmos


“Entonces, mientras el Fantasista miraba hacia la cancha con la fascinación con que se mira hacia un abismo, apareció la Colorina con su maletita en la mano. Sin decirle nada, lo hizo sentar en el suelo y se puso a friccionarle las piernas con salicilato. Expedito González no hacía sino mirarla con ojos de perro agradecido. A nosotros, el gesto de la Colorina nos hizo recordar aquella inolvidable escena bíblica (vista en una película en tecnicolor y cinemascope) en que María Magdalena se arrodillaba piadosamente a lavarle los pies a Cristo. Y, entrando también al área sentimental, se nos humedecieron los ojos de emoción.”
Hernán Rivera Letelier, El Fantasista


“Pero lo cierto es que Cachimoco Farfán –y en esto coincidíamos todos, sin excepción- nos enseñó algo que aprendimos y asimilamos como una verdad absoluta: que un gol o una buena jugada, como cualquier asunto importante en esta vida, no estaba completo si no se relataba, si no se contaba, si no se narraba y recreaba con la magia de las palabras”.
Hernán Rivera Letelier, El Fantasista


Lunes. Coya Sur. Campo salitrero en Chile al borde de su cierre definitivo. Un último partido de fútbol contra los eternos rivales del campamento vecino de María Elena. Los Comemuertos vs. Los Cometierra. Una exigua esperanza para los primeros de revertir la abrumadora paternidad que ejercen los odiados rivales. Providencialmente aparece un crack itinerante, un artista de la pelota, un malabarista del balón en las calles del campamento acompañado de una extraña mujer. Su nombre: Expedito González, El Fantasista. Las plegarias han sido escuchadas por las desérticas deidades y ha aparecido el salvador para el partido del domingo, epílogo de la vida del Coya Sur. La única misión: hacerlo quedar una semana hasta el día del partido.

“El Fantasista” es una novela de Hernán Rivera Letelier, escritor chileno nacido en la localidad de Talca, que versa sobre lo anterior y mucho más, porque “El Fantasista” no sólo es la historia de una estrella del balompié que milagrosamente aparece en un campo minero en los albores de un partido definitivo, sino que narra, en una estructura de siete capítulos (cada uno equivalente a un día de la semana) intercalados con la narración en directo del partido por parte del chalado relator del pueblo Cachimocho Farfán, el acontecer cotidiano y la vida de un pequeño campamento mediante cotilleos y referencias a los oficios, amores y desvaríos de sus pobladores, y como no, de lo trascendental que puede ser el fútbol como dador de sentido dentro del seno de una comunidad.

Y es que en la convivencia del fútbol y la literatura que es “El Fantasista” se crean entre el triángulo conformado por el fútbol, el amor y el inseparable binomio vida/muerte dos elementos esenciales, los condimentos, por no decir los leitmotiv de la existencia: los personajes y el humor, inherentes a las largas conversaciones de amigos aderezadas por licor. La vida del pueblito se nos cuenta a través de los hábitos de sus pobladores, todos, como habitualmente ocurre como los que conforman el género humano, tienen sus peculiaridades, excentricidades, afanes y oficios. Por nombrar a algunos del repertorio de Rivera Letelier están el ya mentado Cachimocho Farfán, relator deportivo del campamento, ex-estudiante de medicina al borde de la demencia, que mezcla todos los conocimientos de la ciencia de los galenos y los cotilleos de la localidad para otorgarle a su narración un tono críptico, épico y soezmente erudito que se desvela en frases como “esa flaca cara de caballo y poto chupado que camina como si llevase el catéter de Eustaquio metido en el culo” o cuando en su relato nos describe al canchero otro personaje para destacar de esos pagos “. . . aquí ya está el nunca bien ponderado don Silvestre Pareto, que además de ser un buen rayador de canchas, es también según las lenguas viperinas, el más implacable envenenador de perros al servicio del departamento de Bienestar; según estás lenguas gangrenosas, don Silvestre Pareto, con sus albóndigas envenenadas, ha exterminado más perros que judíos mataron los nazis allá por las Alemanias, ha matado más quiltros que cristianos mató la peste negra allá por las edades medias; pero en el fondo es buena gente este anciano, este hombrecito callado y eficiente como un estafilococo, siempre servicial, siempre atildado . . .”


He ahí dos ejemplos a los que se les puede añadir el del Choche Maravilla, o el Casanovas de la localidad, quien es el líder del campamento en una rivalidad que está más allá del fútbol, que trata de la conquista de las jóvenes mancebas del campamento vecino; en esos avatares el Choche Maravilla está definido como “Un toro de lidia que además ostenta el récord inalcanzable para cualquier cristiano común y silvestre de haber hecho parir a cuatro hembras eleninas –dos solteras, una viuda y una casada-, y a la vuelta de un solo año.” O mencionar a don Benigno Ramírez, un extravagante referí que dirigía sin quitarse el sombrero y evaluando en cada falta la hoja de vida laboral y moral de los jugadores para otorgar sus fallos y por último a la Loca Maluenda, enjundiosa y furiosa jefa de la barra brava de la localidad, esposa del arquero titular de la selección del pueblo Tarzán Tirado y quien deja en entredicho la fidelidad de El Fantasista en los albores del decisivo cotejo.

Y dentro de todo este pandemonio de hábitos, costumbre y personajes, se cuece en el meollo de la novela, que por un lado o por el otro todos estos se vinculan o relacionan con el fútbol, y con la eterna y tenaz rivalidad con Los Cometierra, el equipo contrario; ya sean las gestas o los miedos sexuales de los jugadores, que están estrechamente vinculadas a sus cábalas y o las fobias futboleras de éstos, o las metáforas e imágenes linguísticas que usan, o cualquier oficio que por más periférico que sea por algún extraño recoveco viene a ligarse al fútbol aunque sea para despotricar de él y satanizarlo a todo pulmón como es el caso del hermano Zacarías Ángel.

“El Fantasista” es una oda al fútbol, pero vinculada a su más íntima cotidianeidad, a su vínculo inextinguible e indiscernible con la vida de la comunidad, con ese microcosmos llamado Coya Sur, con ese fin del mundo que se avecina con la extinción del campamento, con esa histeria colectiva y personal, con el amague de redención que puede provocar un encuentro que nunca es un partido más, sino EL PARTIDO, y como la literatura puede hallar un punto justo e ideal, una suerte de limbo para empatarse con el fútbol y narrarlo sin que las palabras agoten el tiempo y eso solo es posible en el punto penal, que es donde la esclavitud temporal del fútbol y el libertino cronos de la literatura se miran a los ojos aguardando el designio final.

2 comentarios:

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

Silvestre Pareto, para cualquier sociológo avisado, tiene una función crucial para que la maquinaria social opere (trazar líneas y matar perros) tanto en sentido literal como metafórico. La descripción es maravillosa. Me hace pensar que realmente el futbol, desde que existe, transfiguró a su manera, a la sociedad humana entera. Su importancia siempre ha sido reducida por las ciencias humanas y se olvidan de que al estudiar al homo ludens (a nivel futbolístico) se pueden revelar las claves de la vida en sociedad y del misterio del lenguaje y la interiorización de las estructuras.

Saluds.

Alvaro G. Loayza dijo...

Oneiros, "El Fantasista" está dotado de muchos ejemplos sociológicos paradigmáticos, hasta de los menos sociales y gregarios como el caso del arquero, el No. 1, Tarzán Tirado del cual se nos dice que "de niño eligió jugar de guardavallas porque éste vestía distinto a sus compañeros, porque tenía el número uno, porque nadie le daba órdenes ni lo mandaba a jugar a otro lado, porque era dueño absoluto de su puesto, y porque jugaba solo: si le hacían un gol tonto, la vergüenza era sólo suya; y si atajaba un tiro imposible, la gloria era toda para él." Y así nos encontramos con más y más especímenes que nos muestran lo inseparablemente imbricadas que están la vida con el fútbol. Saludos!!!