“Así pues cualquiera que hable de extinción es culpable de gran idolatría pues con ello afirma la existencia presente o pasada de algo distinto de Él. Que Allah, ¡Alabado sea Su Nombre!, les guíe a ellos y a nosotros por el verdadero camino.”
Ibn Arabi, Tratado de la Unidad
Antiguo daguerrotipo
Como una borrachera de sentimientos, aprendizajes y sucesos, sin saber bien el por qué de la mayoría de las causas fundamentales de nuestra presencia, la vida pasa y la permanencia, en esta cancha, es sólo una apariencia, una ilusión del espíritu: todo corre y muta al ritmo frenético o calmo, como se quiera, de un titán muy poderoso que llamamos tiempo. La base del asunto. Las reglas del juego.
El hombre siempre ha buscado cabalgar al misterioso monstruo, domar al uroboros del tiempo como ha domado otras bestias. Sin embargo, de entre las bestias, ésta es la más implacable y se necesitan las mayores fuerzas del espíritu para vulnerarla en su furia: la pintura rupestre, las pirámides de Egipto y América, la enorme gama de manifestaciones musicales del orbe, los cantos y poemas de las naciones, los monumentos y museos de las grandes capitales, el budismo, la Constitución Política del Estado, el carnaval de Oruro y de Rio de Janeiro, la astrología, todo, todos son intentos de neutralizar al coloso, de encantarlo como a una serpiente (para muchos se trata, efectivamente, de una serpiente supracósmica) y vislumbrar, como en una reminiscencia, lo permanente y, en algunos casos, lo inmortal.
La fotografía juega un papel muy importante en la relación que el hombre ha ido estableciendo con el tiempo. La aparición de esta práctica de cierto cariz alquímico ha modificado las profundidades psíquicas de la especie, los sueños y la idea de lo que somos y de lo real. Hoy en día, que estamos invadidos de imágenes, símbolos y visiones artificiales, se ha generado un efecto inflacionario en la imagen simbólica y esto ha conllevado a una pérdida de “valor” simbólico, emocional y estético de la imagen creada por el hombre.
Retrato de August Sander
Dentro de esta tendencia, la fotografía misma ha perdido importantes roles que se había ganado merecidamente durante el siglo pasado. Por ejemplo, el rol que tenía esta práctica en tanto que “portadora de verdad” o estampa de un hecho, se ha perdido al menos en el campo del peritaje: con la tecnología de manipulación y la ausencia de soporte material que cunde entre los miles de “fotógrafos” de hoy, la imagen fotográfica se ha convertido en una evidencia no muy de fiar. Asimismo, aquel solemne rol que tenía de mediador de la memoria, se ha visto víctima del efecto inflacionario arriba mencionado; esto de tal manera que ha perdido la cualidad mágica de evocación. Es tal el exceso de imágenes que tenemos de nosotros mismos y de los demás, del cuerpo y del espacio, de lo lindo y de lo feo y de lo real y lo irreal; y además el acceso a ellas es tan fácil que el fenómeno se ha banalizado y, en muchos casos, hasta la insignificancia.
Bolivia, a pesar de su condición tercermundista, no ha dejado de ser afectada por este efecto cultural masivo que han generado los nuevos medios electrónicos de información e imagen. La red, el conjunto orgánico de medios que sintetizan la información, está presente en todos los estratos sociales: la asociación entre teléfono, cámara, Internet, Facebook, Photoshop, etc., está presente en la vida de muchos y lo estará en la de muchos más aún. La relación que estas generaciones establecen con la imagen no es la que establecían nuestros padres cuando examinamos esos álbumes familiares y, menos aún, la de nuestros abuelos que invertían en la fotografía como invertían los nobles en hacerse inmortalizar por los más hábiles retratistas. Es en esas épocas, en la pubertad de la práctica fotográfica, cuando en Bolivia aparece un monstruo, un hombre que debiera considerarse entre los artistas y personajes de mayor aporte a la cultura y a la historia nacional: Julio Cordero Castillo.
4 comentarios:
Interesante.... llega un momento en que todo arte, estilo o movimiento pierde su fuerza vital.. ahí aparecemos los "bichos raros" o mejor dicho nostálgicos avanzando lentamente sin ansias de alcanzar en el tiempo a los demás... espero la segunda parte... saludos...!!!
La segunda parte es la mejor.
Saludos y gracias por la fidelidad a este viejo blog.
Estoy confundida…..antes de escribir debo decir que no se nada de fotografia…pero no me parece raro, ni triste, ni banal el degenerar una “esencia”, de mutarla hasta contradecirla, asi como ocurre con casi todo, la materia está en constante transformacion, y por ello no es raro que las ideas y conceptos tambien. O no? (además el que se transformen, no significa que dejaran de existir) sobretodo cuando se trata de una herramienta que el hombre en particular utiliza para catarsis de sus expresiones, no importa con que objetivo, una expression al fin y al cabo es completamente subjetiva, a pesar de que tengas un objetivo totalmente racional y practico. Por ejemplo tal vez se podria decir que un cuadro en blanco es la antitesis de la pintura, y puede que asi sea, pero el mismo hecho de que exista y de que podamos sacar esa conclusion, ya es efectivo, o no?…..La fotografia puede que se haya prestado a la manipulacion de muchos medios, pero asi como el hombre, le pone un valor al oro, por ser un material bonito y brilloso, asi con nuestro romantisismo, aun creo que la mayoria de las personas sienten a la fotografia como un instrumento magico y transcendental, por eso su popularidad.
Lucía, verdad, reconozco que en el artículo se enfoca el cambio negativamente, tampoco hay que ignorar que si bien se ha banalizado, también se ha democratizado. Lo que no se puede negar es que hay un cambio y por ende un cambio de significado. Y a pesar de que lo que dices es verdad, lo del efecto inflacionario no deja de serlo tampoco. No aborrezco ni adoro el cambio pero de que las cosas no son como antes no lo son.
Saludos desde los Andes LPB
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