jueves, noviembre 03, 2011

"Beau Travail (Buen Trabajo)" de Claire Denis

A la media hora de haber empezado a ver “Nashville” de Robert Altman, mi humor no pudo resistir mas y la abandoné buscando otra alternativa a la dinámica coral y alborotada de la película del norteamericano, y cayó justo a mis manos “Beau Travail (Buen Trabajo)” de la francesa Claire Denis, de la cual hasta la fecha nunca había podido ver ningún filme.

“Beau Travail” es un poderosa película, situada en la costeña nación africana de Djibouti centrada en las rutinas de vida y entrenamiento de un grupo de la Legión Extranjera de Francia y narrada en primera persona por el nostálgico Sargento Galoup que en el presente se encuentra en Marsella y rememora aquellos tiempos de la Legión. El filme es propuesto y dispuesto enteramente por Denis como una coreografía. La realizadora echa a andar la película con una secuencia de danza en una discoteca local con un grupo de chicas lugareñas bailando, avanza en la trama con una sarta de escenas de entrenamiento y lucha de los reclutas con un intencionado sentido estético de convertirlo en un coreografiado ritual de danza, cerrando el metraje con una peculiar secuencia de baile a cargo del personaje principal. El ritmo que propone la directora no cesa jamás, y es el agua uno de los elementos que le permite jugar con esa incesante cadencia, contrastada siempre con la desértica geografía del país africano.

Galoup es un sargento no apto para la vida civil, devoto de su oficial superior el Comandante Bruno Forestier, a quien reverencia y admira profundamente en su interior, pese a no exteriorizarlo explícitamente; pero la relación de ambos se ve perturbada por la llegada de recluta Sentain, una presencia de angelical perfección que pasa a ser elogiada y admirada por el Comandante, lo que desatará los irrefrenables celos de Galoup, sentimiento que acarreará la perdición del Sargento.Denis se esmera en que cada imagen dote a la película de un significado casi ritual, casi sacro, donde la fotografía con sus cuidados movimientos de cámara y selección de lugares (combinando lo marítimo con lo desértico de la región) y la música se pliegan en la actividad cotidiana de los reclutas (entrenamiento físico, lavado y planchado de ropa, celebración de cumpleaños, etc.) exaltando un sentimiento homoerótico entre ellos y celebrando la figura de Sentain otorgándole un aura crística.

La directora francesa cohesiona todo de una forma tan precisa que la película triunfa en sus pretensiones temáticas y visuales, terminando la cinta de una forma totalmente sorprendente lo cual nos permite remitirnos y evocar el final de “Simón del Desierto” de Luis Buñuel, otra película de ascesis religiosa situada en desérticas planicies con un estrambótico final musical, que seguramente en algún momento inspiro a Denis. El visionado de “Beau Travail” me confirma la gran reputación de Claire Denis como uno de los directores más importantes de la Francia contemporánea.

domingo, octubre 09, 2011

Baile y Fuga

(Texto publicado en la revista Quimera, sept 2011)


Sergio Pitol

Una autobiografía soterrada

Anagrama, 2011

La prosa de Pitol se aproxima a la fuerza de atracción de los conceptos. Gira acompasadamente en su órbita, baila, aumenta la velocidad y luego emprende la fuga. La prosa jamás pretende llegar al corazón del concepto ni lo hace surgir como una revelación definitiva que a la larga se sentiría como algo banal, pedante hasta la irritación. En cambio la prosa surca y pule lo que toca en una danza sencilla y a su paso no queda más que una corriente llena de vórtices donde flotan los pedacitos del concepto, pulverizados. Se trata de una forma de conocimiento cada vez más anómala cuyo signo es el placer del movimiento, el devenir y la mutación de las ideas alentado por el pulso secreto de la poesía. Esa forma anómala de conocimiento se llama literatura. Y la formidable red fluvial Pitol queda expuesta, más aún si cabe, en este libro que reúne fragmentos de diarios, notas ensayísticas, apuntes borrosos, anécdotas y una entrevista con el amigo Carlos Monsiváis. A estas alturas ya no nos sorprende que Pitol se las haya arreglado de nuevo para que semejante diversidad no zozobre en un cansino pastiche de simulaciones, sino que todo ese material heterogéneo fluya en el cauce de la prosa, con sus corrientes internas, sus remolinos y las infinitas ramificaciones de la desembocadura. Como lo aclara él mismo al describir sus sospechas hacia el vanguardismo del nouveau roman y Tel Quel, la necesidad de innovación formal no podía partir del rechazo de los recursos desarrollados por la novela del XIX, ni mirar con ciego desdén a Dickens o a Galdós por su fidelidad a la trama. Del mismo modo, su pertenencia a la cultura mexicana jamás estuvo reñida con una apertura hacia todas las tradiciones y literaturas. De hecho, su obra quizás pueda entenderse como un viaje incesante de idas y venidas entre lenguajes, donde las identidades se vuelven dudosas mascaradas, códigos pervertidos de utilidad imprecisa.

Siempre en deuda con el gran Alfonso Reyes, el clasicismo de Pitol no es el refugio aristocrático de la armonía apolínea, libre de todo conflicto. Su clasicismo es tensión muscular, agonística, placer, lucha, fiesta. Laocoonte y la temible serpiente, el invasor longobardo que en plena batalla, iluminado por la visión fantástica de una ciudad, se cambia de bando y muere defendiendo a Roma. “Hay un aspecto que especialmente me toca del legado romano”, escribe Pitol, “su permeabilidad a las otras culturas. Durante años Roma envió a sus mejores hijos a la Escuela de Atenas, y a sus propias deidades incorporó rebautizándolo el amplio reparto del Olimpo griego; aún más, el culto a esos dioses coincidió con otros: Isis y Osiris, Mantra y también con las creencias de cristianos y judíos (…). Ese carácter de simultaneidad en lo diverso es el que realmente me interesa del mundo latino. Estrechar los límites y encerrarse en ellos siempre ha significado empobrecerse.”

En franco pleito contra ese empobrecimiento, contra la gravedad de los descubridores de verdades, contra la autocomplacencia de los melancólicos, contra la afectación de los sepultureros, Pitol nos propone su paganismo celebratorio. Una actitud vital que es a la vez un estilo, la auténtica elegancia: la manera sobria y risueña de enfrentarse a la muerte, la natural aceptación de la simultaneidad de los tiempos, la serena transformación del cuerpo de la escritura en el definitivo carnaval de las sensibilidades históricas.


Como ocurre con Montaigne, Pitol hace lo que le da la gana. Grita, susurra, brinca, nos hace guiños, suelta una carcajada, llora discretamente, reconoce valientemente sus limitaciones y, delante de nuestras narices, transforma esas supuestas carencias en sus principales virtudes, de modo que allí donde parece haber un agujero teórico, surge un fructífero pozo de genuinas reflexiones sobre las relaciones entre el arte y la vida. Tanta libertad resulta contagiosa.

miércoles, septiembre 21, 2011

“Mi nombre es Rufus” (de Juan Terranova) o el efímero sueño de destrozar una guitarra en un escenario

“Músicos anónimos, ensayando en los sótanos del mundo, yo los saludo.”

“Mi nombre es Rufus”, Juan Terranova

Una de las primeras grandes frustraciones de la vida es cuando uno de forma lógica y realista se da cuenta que el sueño de ponerse la camiseta número 9 ante una tribuna colmada de fanáticos y hacer el gol que provoque el derrumbe de tribuna será irrealizable, ya que uno es meramente un expeditivo lateral izquierdo en el equipo del curso y se conforma no con romperla, sino con no cagarla. El sueño de la niñez hecha añicos, pero eso se recompone con la adolescencia avecinándose. Empieza otra de las añoranzas que es la de tocar la guitarra ante otra multitud distinta y hacerla vibrar con un salvaje y desgarrador riff de guitarra como lo harían Dimebag Darrell de Pantera o Kerry King de Slayer. Segundo porrazo con la realidad, uno puede secuenciar varios acordes pero ni el oído, ni los dedos alcanzan la velocidad ni el virtuosismo deseado, ni la banda comformada por tus amigos augura tener las canciones ni los y las seguidoras de una banda mítica, así que a colgar la guitarra en la misma perchera onírica que los kichutes.

No es nada grave, es algo bastante común lo que me ocurrió, sino en el mundo habrían tres clases de hombres: los grandes futbolistas, las estrellas del rock y pequeño grupo de los parias; al contrario, los grandes futbolistas y las estrellas de rock son muy escasos por eso causan furores y devociones; lo que no te priva de intentar ser músico y a través de la guitarra eléctrica tratar de vivir los sueños más alocados. Eso es lo que nos cuenta Juan Terranova* en su deliciosa novelita “Mi nombre es Rufus”(Interzona, Buenos Aires, 2008).

“Mi nombre es Rufus” cuenta en primera persona las peripecias del guitarrista de la banda punk Birmania en el Buenos Aires de principios de los noventa, hasta su disolución siete años más tarde. La novela está contada en fragmentos numerados, en las que el protagonista de forma aleatoria y anarquista narra las peripecias del grupo y un sinfín de comentarios, valoraciones, sentencias y acotaciones en torno a lo que se vivía y se escuchaba en el parque Rivadavia y sus inmediaciones en aquel entonces.

El narrador pulula por la novela innombrado, al cual por una licencia auto otorgada pasaremos a llamar Rufus, como el título de la misma. Rufus es un guitarrista que ama la guitarra, ama la música y desea vivirla en libertad, pero siempre respetando los marcos autoimpuestos como la decisión estilística y moral que representa ser parte de una banda de punk: “Yo nunca había tocado rock de esa manera, menos con gente. Me costó entender la idea de que es un hecho cultural completo, no sólo musical.”. Rufus es el espectador y participe que con cierta distancia analítica nos narra lo que se cocía entre el Mono (el baterista), Kike (el bajista) y Javi (el cantante) los otros integrantes de Birmania: “Nos gustaba The Clash. Era donde más coincidíamos.”

Se intuye en todo momento que la relación de Rufus es de forma intrínseca con la música y con la vivencia de la misma, no tanto con el estrellato y las desmesuras del rockanroll, como si lo vive el Javi, el egocéntrico, carismático y genial cantante que tiene una relación con su escasa fama, con las drogas y con todas las mujeres que caen a su alrededor “El Javi era el que más cogía. Le daba a todo. Le interesaba mucho la cantidad. Un día podía estar con una chica hermosa y al otro día con una mina reventada. Monopolizaba el camarín para él solo. – Sos un cliché – le dije una vez. – Y vos sos un pelotudo – me respondió.”

Rufus también pretende hacer entre epigrama y epigrama un vademecum de lo que es hacer rock “El Mono estudiaba en un colegio industrial y tenía mi edad. Estábamos los dos en quinto año y él después pasó a sexto. Eso también ayudo mucho. Para hacer rock hay que saber de electricidad.”. Cada tanto te larga consejos técnicos: “El punk en la guitarra implica saber glisar y ligar tanto como aprender a cortar” o cuando habla de componer canciones “Otra técnica buena es afanar. Afanar acordes, progresiones, ideas. Y después tratar de esconderlas con ideas propias, taparlas con otra cosa. Si es muy evidente que es un choreo es porque está mal digerido”, mandándose de rato en rato frases lapidarias: “Las métricas irregulares son fantásticas. Transforman el barro en oro”.

Un goce añadido que tienen los fragmentos que profiere Rufus es que son a su vez aforismos, sobre todo cuando al final de ellos larga una sentencia: “ La identidad viene en los matices pero tienen una sola arteria sonora” o “el rock es un cocodrilo negro que se come la cola a si mismo” o “caminamos de lo cocido a lo crudo y volvimos, pero nunca llegamos a pisar sangre.”.

En el universo musical de Rufus es de implicancia moral y existencial la esencia del punk y de lo punk, es la religión elegida y no se puede transar: “También en 1991, Guns N´Roses presentó Use You Illusion I y II. A mí siempre me pareció un álbum doble excepcional, pero no lo decía porque se daba a la confusión. A principios de los 90 era el punk o Axl Rose. No había reconciliación posible”, porque “Paul Simonon pegándole con el bajo al escenario en la tapa de The Clash. Eso es punk: gestos reciclados con convicción.” Rufus disecciona el punk y su espíritu “El punk nació como producto de la decadencia. Su esplendor fue su final” y es difícil definir lo punk mejor que él con la siguiente imagen: “El Javi amaba las cucarachas. Las atrapaba con las dos manos y se las metía vivas en la boca. Eso es punk”y realmente lo es.

En el devenir de la novela aparecen montones de héroes del rock desde leyendas como Black Sabbath , los Sex Pistols, Frank Zappa, Jimmy Page y Jimmi Hendrix a pilares del rock argentino como Sumo, Attaque, Los Redonditos de Ricota o Todos tus muertos, pasando por Tom Waits, David Bowie, Red Hot Chilli Peppers o Metallica. Como todo biografía que se precie, está llena de álbumes míticos, conciertos asistidos y personajes gigantes, aunque también la novela contiene algunas alusiones literarias a Cioran, Paul Valery o Badeuleire o alguna muy despectiva hacía Borges, que fue uno de los causantes del fin de Birmania cuando Kike empezó con su lectura “–Borges es un viejo de mierda que escribe para los que escuchan a Fito Paez – lo cortó el Javi. Kike puso una cara de sorpresa tan compungida que al Mono y a mí se nos escapo una risa” y complementa el narrador sentenciando lleno de idiosincrasia “Borges puede ser todo lo que quieras. Pero no es punk”.

Mientras avanza la narración empiezan a aparecer los momentos de triste introspección: “Hay un momento en tu vida, un momento inevitable, en el que te preguntás porque estás haciendo lo que estás haciendo, si lo estás haciendo bien, y si no tendrías que estar haciendo otra cosa. Es inevitable”. Rufus narra como la vida erigida en torno a Birmania y al rock se va derrumbando con el tiempo como enemigo mortal “ Lo que te liquida, el gran reformatorio de la vida, es el tiempo” y eso te expone a otra vida y a otro personaje totalmente distinto al que había idealizado al lado de la guitarra “Si la persona que fui hace unos años me viera hoy entrar al supermercado y dudar frente a la góndola de los pañales seguro haría un comentario irónico”, y Rufus prosigue “El supermercado es como el embudo de espejos. La prueba de fuego. No hay forma de zafar. Abajo de esos tubos de neón blancos, el libro de tu historia personal se vuelve transparente como una cortina de baño”. El sueño inevitablemente hecho trizas.

Pero está en la evocación, en la vivencia de aquello que alguna vez fue Birmania todo el deleite que provoca “Mi nombre es Rufus” y Juan Terranova triunfa, consiguiendo realizar un tributo de melómano a todo aquel que tuvo el efímero sueño de destrozar una guitarra frente a una sarta de desaforados en estado delirante.

* Juan Terranova también tiene publicado en Bolivia su libro de cuentos "Música para rinocerontes" editada por Editorial El Cuervo.

martes, agosto 09, 2011

Sobre la obra de Salvador Sanz


Yo te voy a mostrar la única verdad. ¡Existe la perfección! Para alcanzarla debes experimientar la muerte de tu cuerpo imperfecto. Sólo así tu conciencia podrá emprender el viaje hacia el plano más elevado de la realidad.”

Gillette, “Desfigurado”, Salvador Sanz


El Festival paceño “Viñetas de Altura 2011” acogió, entre sus invitados internacionales, al porteño Salvador Sanz, autor de admirables novelas gráficas como “Nocturno”, “Legión” o “Angela della Morte”. Hoy en día, en lo que a América Latina concierne, se puede calificar la obra de este autor como una de las más logradas tanto gráfica como narrativamente. Mostrando una aproximación al cómic en tanto que oficio, Sanz no guardó secretos respecto a la elaboración de sus historietas y compartió técnicas e ideas con todos los que fuimos a escucharle; más allá de todos los componentes que se combinan en este pulquérrimo trabajo hay uno que resalta: incontables horas-culo dibujando frente al tablero.

Añadiendo un eslabón a la historia del cómic argentino, el autor de “Nocturno” se alinea en la tradición de artistas como Osterheld y Solano López que, con “El Eternauta”, crearon universos donde la ciencia ficción no está peleada con la crítica social, la filosofía existencialista y la búsqueda de personajes complejos (en relación al dualismo ético que presenta la historieta de superhéroes). Sin embargo, por la época que le toca representar, en la obra de Sanz se denotan búsquedas diferentes, obsesiones más acordes a su generación; en consecuencia, a esta tradición argentina, se deben sumar influencias literarias, musicales, cinematográficas y de historietas de lejanos parajes del globo, y así atisbar algunos ingredientes que alimentan esta fascinante y misteriosa obra: P. K. Dick, Lovecraft, Cronenberg, Carpenter, Kubrik, el manga japonés, el death metal, el rock gótico y la noche porteña son, entre otras, fuentes de ideas que se manifiestan, adoptadas de una manera muy original y auténtica, en el cómic de Salvador Sanz.



A pesar de ostentar un dibujo que oscila entre el perfeccionismo formal clásico y el dramatismo romántico, con un dominio exquisito de la forma y de la luz, no se debe olvidar que Salvador Sanz es, ante todo, un contador de historias y que, antes de toda esa puesta en escena de maravillosas secuencias dibujadas con una veracidad extraordinaria, lo que prima es una idea que guía estructuralmente el encadenamiento de imágenes.

Sus relatos están embebidos en un aura de misterio que, en la mayoría de los casos, deviene en terror. La inquietud platónica respecto a la unión-separación entre el cuerpo y el alma se sitúa como motor que engendra la aventura. Por ende, cuando entramos en el laberíntico programa narrativo de este autor, hay que estar preparado para oscilar entre diferentes realidades, estructuras ontológicas diferenciadas que se relacionan de diversas (y peligrosas) maneras: de contenido a continente, por paralelismo, subordinación, contradicción, etc. Esta preocupación, créanme por favor, no nace con “Matrix”, ni con “Desfigurado” (opera prima de Sanz anterior al bodrio de los Wachowski), esta preocupación nace de la tradición hermética que Platón plantea en el famoso “Mito de la caverna”: donde se propone la existencia de un mundo verdadero y de otro, ilusorio, que sería una especie de derivado caricaturesco del primero. Lo maravilloso del arte es que cada quien puede hacer su propia adaptación del susodicho mito sin pecar de plagio y, más bien, puede darle una impronta sorprendentemente personal.

Así vemos como el totemismo en “Nocturno”, la metempsicosis en “Angela della Morte”, el apocalipsis en “Legión”, la catóptrica metafísica en “Desfigurado”, son estructuras en las que los personajes se ven escindidos por la revelación de otra realidad y, por ende, de una nueva identidad: la metamorfosis será el doloroso camino que tendrán que sufrir y esto tanto a un nivel psicológico, como físico, corporal, dado que, en esta obra, el cuerpo es la campo de juego donde se manifiestan los diferentes niveles de realidad y es símbolo de esta ambigüedad.

Contrariamente al relato heroico clásico, aquí nos enfrentamos a personajes que son trasladados irremediablemente y, en lugar de oponerse a una tendencia antagónica, siguen una fuerza que los sobrepasa hasta conocer la metamorfosis definitiva. La ciencia, devenida ya en mito dentro de nuestra cultura moderna, tiene un rol preponderante en la intriga de esta obra: el conocimiento, por sus potencialidades, es sujeto de una pugna política y causa antagonismos entre grupos que combaten en guerrillas ideológicas, inmersos en un confuso mundo de espionaje industrial. Estos ingredientes, como habíamos dicho, no son nuevos en absoluto e incluso se reconocen como leitmotifs de diferentes géneros (como el horror y la ciencia ficción). Lo interesante de este corpus de historietas es la forma en la que estas estructuras y relaciones entre los géneros se acomodan y se re-inventan para crear un viaje que domina todas las armas del cómic para envolver al lector, por un instante, en una atmósfera específica. Las historias, a pesar de nutrirse de diferentes géneros, evaden de manera inteligente los clichés, tan nocivos en todo proceso creativo.

Interesante descubrimiento entre los numerosos “Tejedores de pesadillas” que deambulan por este lar: la historieta tiene un arsenal incontable de recursos para transportarnos a universos de fascinante peligro y bellezas insospechadas. Salvador Sanz, dentro de su propia línea, no duda con respecto a esa función del cómic, esa vocación narrativa y acierta en los instrumentos que pone a disposición de lector para atraparlo como un ave rapaz y llevarlo a una oscura ciudad de Buenos Aires con criaturas y entidades insospechadas para un imaginario diurno.

jueves, agosto 04, 2011

Equipo ideal de la Copa América 2011

Como fuera fiel tradición de éste espacio bloguero durante la Copa del Mundo, recogemos ahora el equipo ideal de la Copa América de Argentina 2011. El torneo estuvo en un nivel muy por debajo de las expectativas, lo que suele ser moneda común en los grandes certámenes de selecciones, mucho ruido y pocas nueces. En favor del torneo está el triunfo de un merecido campeón que reafirma el gran mundial realizado y se erige como el mejor equipo sudamericano de los últimos años, enhorabuena Uruguay; como no, de esa escuadra emerge el mejor jugador del torneo que es Luis Suárez, incansable y temible delantero del Liverpool. El mejor portero fue Justo Villar, quien fue el gran factor para que Paraguay pudiera llegar a la final sin ganar un sólo partido, el nuevo arquero de Estudiantes de La Plata estuvo monumental haciendo atajadas increíbles, como la que realizó con el pie ante un remate de Pato en el área chica en el partido contra Brasil. Muslera tuvo también un excelente torneo lo que muestra su crecimiento, y lo deja a uno pensando que si así hubiera sido su desempeño en el mundial pasado (en el que cometió graves errores que le costaron muy caro a su seleccionado), quizás Uruguay hubiera podido soñar en algo más. Ahora nos quedan las eliminatorias que se enmarcan dentro de una brutal paridad para alcanzar las cuatro plazas y media, lo que las pinta apasionantes lo cual no quiere decir que vayan a ser vistosas.

lunes, julio 25, 2011

El Uruguay del “Maestro” en el Olimpo futbolero

Es grato constatar que, en los últimos dos grandes torneos de selecciones, los campeones lo lograron con holgados méritos y sobrada justicia; en otro momento se podrá debatir sobre el nivel de la copa. Uruguay jugó en la final su mejor partido del torneo, haciendo diferencia desde el primer minuto con un Suárez filoso a quien Villar le ahogó el gol; posteriormente, el brillante arquero paraguayo evitó otra caída tras un poderoso cabezazo de Lugano y en la continuación de la jugada debió terminar en penal y expulsión de Ortigoza tras la mano de éste después del cabezazo de Coates. Pero Uruguay no desmayó y continuó avanzando hacía el arco guaraní, por lo que el premio no tardó en llegar con el afortunado gol de Suárez que se desvió en Verón. La supremacía celeste prosiguió y fue tan contundente que, con el gol de Forlán antes de la finalización del primer tiempo, cerró prácticamente el encuentro.

Paraguay insinuó algo más en la segunda parte más por vergüenza deportiva que por capacidad, pero fue insuficiente y en cada contragolpe Uruguay se mostró mucho más peligroso, dando rienda suelta a la fiesta con el último gol de Forlán en una jugada de contra espléndidamente llevada por Cavanni y Suárez.

El equipo que entusiasmó al continente el año anterior en la Copa del Mundo tuvo entre sus bazas al portero Muslera quien había sido muy flojo en Sudáfrica, pero que ahora se consolidó otorgando seguridad y realizando excelente atajadas. En defensa, Lugano es no sólo el líder y bastión anímico del equipo, sino un jugador capaz de despejar todo y hacer un daño tremendo en el área contraria con su colosal juego aéreo. Por la izquierda Álvaro Pereira siempre mostró criterio para jugar, un despliegue inmenso y además gran oportunismo para convertir. Egidio Arévalo, como en el mundial, fue un perro de presa que marcó, mordió y recuperó como nadie. Adelante, Suárez estuvo brillante en todas las facetas del juego, luchando en la recuperación, peleando cada balón, desequilibrando con su gambeta y velocidad y como no, goleando como es su costumbre, lo que lo erige no sólo como el mejor jugador del sudamericano, sino como uno de los mejores delanteros del mundo en la actualidad. Forlán por su parte jugó muy bien todo el torneo, pero el arco se le hizo esquivo, pero el fútbol fue justo con él y le permitió anotar dos goles vitales en la final que le dan su justo lugar en el panteón uruguayo.

Un párrafo final para el “Maestro” Tabárez, el sabio conductor uruguayo, que ha construido un muy buen equipo a su imagen y semejanza, un cuadro que tiene inteligencia, solidez y equilibrio, no posee flaquezas, tiene talento, total convicción en lo que hace y una mentalidad ganadora. El equipo de Tabárez y Forlán se erige como la mejor generación uruguaya en mucho tiempo, muy superior a la de Francéscoli y De León, porque ha recuperado la tradición del gran juego uruguayo de antaño perfeccionándolo, ya que ha dejado en el olvido ese viejo adagio charrúa de que el fútbol se gana con huevos y patadas (es inédito y sorprendente que ganaran el trofeo Fair Play). Enhorabuena al “Maestro”, un técnico de lujo, y a todo Uruguay por éste magnífico logro futbolístico.

lunes, julio 18, 2011

La celeste prevalece ante otro hundimiento Argentino

En un partido de altísima intensidad y emoción, prevaleció finalmente Uruguay, que tuvo la fortuna de convertir en su primer acercamiento al arco y la adversidad de jugar como 60 minutos con un hombre menos, dada la predecible expulsión de Diego Pérez, autor del gol de Uruguay. Tras la anotación charrúa a los 5 minutos, Argentina se hizo dueña del juego y los siguientes 30 minutos no sólo empató sino que desplegó una marcada hegemonía y su mejor juego con un Messi que hacía daño en cada intervención.

La expulsión marco el partido, paradójicamente a favor de los uruguayos, que con un hombre menos, aprovecharon la precaria defensa que suponen Burdisso y Milito que con reiteradas faltas otorgaron a Forlán la posibilidad de buscar a sus recios cabeceadores, por lo que Lugano golpeó en dos ocasiones el palo.

En el segundo tiempo, el partido fue más enmarañado y menos vertical, pero se demostró la jerarquía de los entrenadores de cada cuadro; Batista envió a Messi al medio y perdió desequilibrio, además de no poder crear ninguna ecuación que permita aprovechar la superioridad de futbolistas en el campo; mientras en la vereda del frente Tabárez ordenó a su equipo en la inferioridad, Egidio se adueñó del centro de la cancha en su soledad y fabricaron en la contra dos situaciones fantásticamente elaboradas por Suárez, que Forlán no puedo concretar. Argentina con la entrada de un lúcido Pastore en vez de un obtuso Di María mejoró considerablemente y gozó de chances claras, todas resueltas con gran acierto por Muslera, sobre todo en una doble atajada espectacular tras un tiro libre de Tevez que se desvió y que Higuaín alcanzó a rematar en el rebote. Mascherano fue expulsado de forma objetable al acabar el partido y acaeció el alargue.

Casi sin piernas, Uruguay se dedicó a aguantar el empate en base a la fiereza de Lugano y al gran corazón del resto; Argentina en cambio dominó sin poder hacer diferencia, Higuaín y Messi estuvieron muy cerca de anotar pero el palo y Muslera ahogaron el rugido del “Cementerio de los Elefantes”. En los penales Uruguay triunfo después de que Tevez fuera el único en errar un penal. Uruguay con su valentía, inteligencia y con la sabiduría de su magistral técnico se meten en semifinales. Argentina resultó ser el elefante finado en un Sudamericano hecho a su medida, en el cual no pudo estar ni siquiera entre los cuatro mejores, pagando en cuartos todo lo mal que hizo en la fase de grupos, aumentando a 18 los años que lleva la albiceleste sin levantar un trofeo, lo que deja evidenciar que la era Grondona ha pasado del cenit vivido entre el 86 al 93 a un ocaso que no atisba la luz mientras su vetusto conductor se aferre irasciblemente al timón de este barco a la deriva.

miércoles, julio 13, 2011

Clásico rioplatense en cuartos y bochorno mexicano

Poco se puede decir del triunfo de Uruguay. Fue merecido e incuestionable pero no holgado, estrelló dos pelotas en los palos que no le permitieron definir antes el encuentro. Sobresalieron por su esfuerzo Diego Pérez, un león en el centro del campo y Luis Suárez, combativo y despierto en el ataque aunque no le llegaron ocasiones de gol; Diego Forlán es un jugador especial, inteligente y desequilibrante, pero la fortuna de cara al gol no le sonríe todavía en éste sudamericano, lo cual no le quita su importancia y trascendencia como gozne de todo el ataque oriental.

La ristra de resultados que acumulan Uruguay y Argentina conlleva que en cuartos de final veremos un partido que muchos hubieran anticipado como posible final, ambos se quedaron cortos en partidos que pudieron ganar, pero el pecado es más por parte de Argentina que, en un grupo mucho más endeble y accesible, apenas pudo sumar 5 unidades. Uruguay tampoco estuvo demasiado acertado, sobre todo a la hora de vulnerar el arco opuesto, pero las dos selecciones rioplatenses auguran que sus atacantes tienen todavía muchas balas en la recámara. Eso lo veremos con total atención el sábado en un clásico, en una batalla que seguro premiará al más efectivo de los dos.

De México –dos veces finalista de ésta competición- cabe apuntar que tuvo una performance bochornosa, no tanto por sus 0 puntos, o por lo propuesto en la cancha, sino por esa lamentable y denigrante decisión de llevar un plantel sub-22 a foguearse a la Copa América, tirando por la borda todo el prestigio logrado con anterioridad. La Copa América no es un lugar de fogueo, o de preparación, es sino el Torneo de Selecciones más antiguo del mundo, uno de los más prestigiosos del orbe, donde jugaron Pelé, Garrincha, Di Stéfano, “Tucho” Méndez, Ugarte, Obdulio Varela, Sivori, Spencer, Teófilo Cubillas, Maradona, Valderrama, Ronaldo, Rivaldo y tantos otros monstruos del fútbol mundial, como para que México y Costa Rica decidan mandar seleccionados alternativos (para eso mejor la hombría de Japón de claudicar antes de enviar un elenco de segunda), y peor aún, que la Conmebol lo permita, devaluando su ínclito y afamado certamen, al cual deberían proteger de éste tipo de desubicaciones y mediocridades en vez de permitirlas y consensuarlas.

jueves, julio 07, 2011

Dos de Copa América: Argentina y Brasil


Romero y Moreno mitigan la frustración Argentina, mas no la de Messi (7-7-2011*)

Segundo partido de Argentina y segundo fracaso de Argentina. Romero fue la figura albiceleste y eso resume en pocas palabras la performance del equipo de Batista. Argentina llevó el trámite del juego de forma cansina e ineficiente como contra Bolivia, con tres medio centros como lo son Mascherano, Cambiasso y Banega sin poder hilvanar fútbol, sin crear circuitos para la pelota y con una bajísima eficacia para completar pases.

Al frente estaba una Colombia con dos cartas fundamentales: su fuerza física en la marca y la explosión en la salida; esto fue suficiente para controlar a la pléyade de delanteros argentinos (los albicelestes terminaron jugando con cuatro delanteros) y contragolpear de forma notable aunque sin poder concretar. Con Carlos Sánchez como bastión en el medio, quitando, golpeando donde duele y no se ve, y repartiendo con justeza y criterio, además de la solidez de Perea y Yepes, Colombia construía su fútbol con la salida de los laterales o con la inteligencia de Guarín para explotar las zancadas de Falcao o Ramos; tampoco cabe obviar la ayuda recibida mediante las groseras fallas de Milito o de Burdisso, que no culminaron en gol porque Dayro Moreno le privó al árbitro de cobrar un alevoso penal y de expulsar a Burdisso, al errar un gol sin arquero.

Colombia se retiró del partido conforme y optimista, Argentina se fue desolada, aunque en la cancha los méritos fueron inversos, Argentina debería irse conforme con ese punto ya que los cafeteros debieron haber ganado el cotejo.
Ya sabemos que Banega y Cambiasso no son ni cercanamente Xavi ni Iniesta, independientemente a esto Messi sigue acumulando frustraciones con su selección lo que se evidencia cuando estuvo cara a cara con su mejor amiga la pelota, sin intrusos, en un tiro libre y casi la saca del estadio; su rostro mostraba más angustia que la del plantel en general y es que a Messi le han cargado una mochila a su medida (o a la del jugador del Barza) pero él se mira al espejo y no se reconoce, nosotros tampoco; Lionel no es ni de cerca el peor de Argentina, pero de todo lo que se le encomienda es el que más lejos está de cumplir, todavía tiene tiempo aunque éste no es infinito y Batista no parece tener las luces para sacarlo de su soledad y frustración.

Sin diferentes ni diferencias (3-7-2011*)

Llevamos tres días de Copa América y parece que ya queda poca cabida para sorpresas. Bolivia dio un campanazo en la inauguración ante Argentina y ahora Venezuela le empata a Brasil sin demasiados sobresaltos. Más que los empates, sorprende que ni Brasil, ni Argentina mostraron una superioridad que haga ver los resultados finales como injustos, esto sin restarles ningún mérito a Venezuela ni a Bolivia que, con orden táctico, denuedo, esfuerzo y un poco de atrevimiento, merecieron lo que consiguieron.

Ya apuntábamos en el pasado Mundial, que en los últimos lustros el fútbol va alcanzando una nivelación sorprendente porque en los tres cimientos que lo fundamentan -lo táctico, lo físico y lo técnico- ya no existen superioridades evidentes ni en lo táctico, ni en lo físico, por lo que es decisivo hacer diferencia a través de la única vertiente en la cual todavía existen grandes distancias, lo técnico o el talento que ostentan los jugadores. El equiparamiento apuntado sigue siendo palpable en el inicio del sudamericano, pero lo que huelga por su ausencia es el tercer pilar basado en el desequilibrio que puedan producir la calidad técnica de los Messi y Tevez, o en el caso de Brasil los Neymar y Robinho.

Brasil arrancó el partido para ejercer su mayor caudal técnico y plasmarlo en el marcador; pudo hacerlo en tres jugadas, un remate al palo de Pato, una salvada providencial del zaguero Vizcarrondo y otro remate de Pato que controló seguro Vega. Brasil insinuaba sobre todo a través del trajín y buen pie de Dani Alves, pero en el segundo tiempo tanta era la proyección del lateral, que Venezuela fue creyendo en que podía adelantar filas y generar algún peligro y, fue por la banda de Alves con Arano y la potencia de Rondón, que Venezuela empezó a equilibrar la tenencia de la pelota, las situaciones en los arcos y por ende el trámite del partido. Brasil perdió convicción, perdió llegada y perdió a Pato que en el segundo tiempo fue una sombra de lo que fuera el delantero más peligroso de la primera parte. Neymar, Robinho y Ganso, los talentosos, fueron tan intrascendentes durante todo el encuentro que se consumó la segunda sorpresa mayúscula en tres partidos. Muy bien por los equipos trabajadores, enorme la deuda de los equipos grandes y de sus jugadores diferentes.

* Publicados en el diario Página 7 de la ciudad de La Paz, en las fecha señaladas

jueves, junio 16, 2011

“Hunger”, poderosísimo debut de Steve McQueen

“Hunger” es el filme debut del británico Steve McQueen, quien en una entrevista mencionó que allá entonces por 1981 cuando tenía unos 12 años tres eventos marcaron indeleblemente su retina: los disturbios de Brixton, el triunfo del Tottenham en la FA Cup, y la huelga de hambre de Bobby Sands, quien fue comandante y preso político perteneciente al I.R.A. (Irish Republican Army), el cual es el personaje principal de la película.

“Hunger”, es una exploración fílmica en tres actos muy definidos de una prisión en Irlanda del Norte en 1981 donde los reclusos son prisioneros políticos del I.R.A. El primer acto discurre en una descripción de los hábitos y condiciones en las que vivían los convictos, la segunda es una sola secuencia del diálogo entre Bobby Sands y su párroco, donde el primero aclara la decisión de realizar una huelga de hambre hasta las últimas consecuencias, y por última el tercer acto muestra las consecuencias de dicha acción.

El filme es sumamente vívido, radical y visceral; por la trama que aborda y el entorno que exhibe es imposible no presentar una cinta cargada de sordidez. El realizador pese a empatizar con los reclusos logra gambetear el maniqueísmo, mostrando retazos de humanidad por parte de los guardias y el terror y brutalidad de la que ellos también era presas. La descripción del trato en la cárcel bordea lo infrahumano, en lo que uno observa el inmenso tesón y convicción de los conscriptos para aguantar los vejámenes más violentos y escatológicos, con la finalidad de luchar por sus demandas y sus derechos que se enmarcan en sus creencias básicas por lo que entre otras demandas se niegan a utilizar ropa de un preso convencional, dado que no se consideran criminales bajo ningún concepto sino presos políticos. El alegato mas que satanizar al funcionario policial, es una ácida e imperdonable crítica al despiadado y deshumanizado mandato de la odiosa Thatcher en Gran Bretaña que empezó el año 1979, como a cualquier otro régimen anterior o actual haga gala de la tortura y de la degradación de los derechos humanos como método sobre sus presos.

El epicentro del filme y una de las mejores secuencias vistas en años, es el diálogo entre Bobby Sands y su sacerdote de confianza. Casi la totalidad de la secuencia (de mas de 20 minutos) es un plano fijo, donde todo se centra en una conversación plagada de intensidad, matices, complicidades, lecturas entre líneas, convicciones morales, memorias y una pasión, sentimiento y compasión brutal de parte de ambos individuos, cada uno con una poderosa y convencida postura, pero en frontal disidencia. El virtuosismo de los guionista (el mismo McQuenn y la dramaturga irlandesa Enda Walsh), sumada al talento y precisión de los actores Michael Fassbender (Sands) y Rory Mullen (el cura), provocan un estremecimiento a través de la forma en que ambos desnudan sus almas a través de las líneas, haciendo de la escena un monumento a la autenticidad, y valga la redundancia a la pasión, convicción y ahínco del ser humano en su más marcado y respetado disenso.

El desenlace, la inmolación a través del hambre de Bobby Sands, va en el mismo tono sombrío, dramático y extremo de toda la película con un atisbo de redención. La película de McQueen viene sobrada en alma y carácter, es un excelente logro cinematográfico que pincela con planos y detalles precisos la realidad de un inframundo; concluyendo “Hunger” es una poderosa y desasosegante apología de lo indomable en espíritu humano.

miércoles, junio 08, 2011

Mad Men: La Madison Av., los años sesenta y la historia de un país

Mad Men, multipremiada serie que ya deambula camino a su 5ta. Temporada, es una exquisita travesía por la Avenida Madison de Nueva York, donde se cocían todos los fregados del mundo publicitario de la capital del mundo, ergo el apelativo Mad(ison) Men que los mismos publicistas acuñaron para autodenominarse. La vida de los personajes de la serie gira en torno a grandes ideas, whisky, cigarrillos y relaciones adúlteras, con un periférico condimento de vida familiar. Don Draper es el ícono de la serie, gurú, genio y creativo de una firma publicitaria, que através de su elegancia, encanto devenido en petulancia, seduce a clientes y a un amplio abanico de damas de variados estilos e intereses, desparramando su éxito a borbotones.

Siguiendo la trayectoria de Draper, de su agencia y de los personajes que lo rodean, uno va adentrándose en la realidad histórica que vivía Estados Unidos en el transcurso de la década de los sesentas, donde está situada temporalmente la serie. El punto de partida es que la desmesurada apología del cigarrillo como sinónimo de rebeldía, madurez, hombría, glamour y tantas otras cosas que lo hacían parte inextricable de la vida cotidiana desde el desayuno hasta entremés de las contiendas nocturnas, sufre sus primeros ataques reflejados a través de la popular revista Reader´s Digest (Selecciones) denunciando que éste es dañino para la salud, por lo que las campañas publicitarias deben dar un golpe de timón para seguir fomentando su consumo. Esa es una primera alusión al quehacer cotidiana de una sociedad que avanza y muta a pasos sigilosos o agigantados, ya sea con la aprobación de la pastillas anticonceptivas (parte de la liberación femenina que es uno de los epicentros temáticos de la serie), o con la brutal tensión de la crisis de los misiles cubanos que a muchos les hizo pensar en un final de los tiempos, o con el proyecto de derribar la legendaria Penn Station y erigir el hoy mitiquísimo Madison Square Garden, o el completo desasosiego de una nación que contemplaba como su presidente era brutalmente asesinado, o ya para acabar la enumeración el fabuloso knock out de Cassius Clay a Sonny Liston, como no, fuente de inspiración de una publicidad para maletas Samsonite.

La década de los sesenta es a su vez, una época tan marcada por vicisitudes trascendentales que conmovían a todo el mundo, y de lo cual no están exentos los protagonistas de Mad Men como la muerte de Marylin Monroe o la fulgurante aparición de un cuarteto denominado como The Beatles, así se ven envueltos en los eventos históricos las mujeres y secretarias de la agencia publicitaria que quedan descorazonadas por el suicido de la sensación rubia, así como queda enloquecida la pequeña hija de Draper al saber que le han conseguido tickets para ver a los melenudos oriundos de Liverpool.

Así es como mientras irrumpen romances, o los agentes de cuentas van en busca de nuevos clientes, se observa la batalla electoral entre Kennedy y Nixon, o lucha por los derechos civiles de la raza negra, a los cuales uno de los publicistas más visionarios, Pete Campbell ve como un poderoso mercado emergente, así como se debe llegar a las compañías de aeronáutica que están inmersas en una carrera sin precedentes para alcanzar la meta máxima para la raza humana: la luna.

Esos son los meandros históricos por los que avanzan la apasionante Mad Men, que aparte de su sabroso contexto este se ve trascendido por un universo que goza de las crisis de identidad de Draper, las sabrosas curvas de la despampanante Joan Holloway o el desternillante humor de Roger Sterling entre tantas cosas mas; parafraseando a Dylan, uno de lo sumos íconos de la época: the answer my friends is blowing in DVD.