Gillette, “Desfigurado”, Salvador Sanz
El Festival paceño “Viñetas de Altura 2011” acogió, entre sus invitados internacionales, al porteño Salvador Sanz, autor de admirables novelas gráficas como “Nocturno”, “Legión” o “Angela della Morte”. Hoy en día, en lo que a América Latina concierne, se puede calificar la obra de este autor como una de las más logradas tanto gráfica como narrativamente. Mostrando una aproximación al cómic en tanto que oficio, Sanz no guardó secretos respecto a la elaboración de sus historietas y compartió técnicas e ideas con todos los que fuimos a escucharle; más allá de todos los componentes que se combinan en este pulquérrimo trabajo hay uno que resalta: incontables horas-culo dibujando frente al tablero.
Añadiendo un eslabón a la historia del cómic argentino, el autor de “Nocturno” se alinea en la tradición de artistas como Osterheld y Solano López que, con “El Eternauta”, crearon universos donde la ciencia ficción no está peleada con la crítica social, la filosofía existencialista y la búsqueda de personajes complejos (en relación al dualismo ético que presenta la historieta de superhéroes). Sin embargo, por la época que le toca representar, en la obra de Sanz se denotan búsquedas diferentes, obsesiones más acordes a su generación; en consecuencia, a esta tradición argentina, se deben sumar influencias literarias, musicales, cinematográficas y de historietas de lejanos parajes del globo, y así atisbar algunos ingredientes que alimentan esta fascinante y misteriosa obra: P. K. Dick, Lovecraft, Cronenberg, Carpenter, Kubrik, el manga japonés, el death metal, el rock gótico y la noche porteña son, entre otras, fuentes de ideas que se manifiestan, adoptadas de una manera muy original y auténtica, en el cómic de Salvador Sanz.
A pesar de ostentar un dibujo que oscila entre el perfeccionismo formal clásico y el dramatismo romántico, con un dominio exquisito de la forma y de la luz, no se debe olvidar que Salvador Sanz es, ante todo, un contador de historias y que, antes de toda esa puesta en escena de maravillosas secuencias dibujadas con una veracidad extraordinaria, lo que prima es una idea que guía estructuralmente el encadenamiento de imágenes.
Sus relatos están embebidos en un aura de misterio que, en la mayoría de los casos, deviene en terror. La inquietud platónica respecto a la unión-separación entre el cuerpo y el alma se sitúa como motor que engendra la aventura. Por ende, cuando entramos en el laberíntico programa narrativo de este autor, hay que estar preparado para oscilar entre diferentes realidades, estructuras ontológicas diferenciadas que se relacionan de diversas (y peligrosas) maneras: de contenido a continente, por paralelismo, subordinación, contradicción, etc. Esta preocupación, créanme por favor, no nace con “Matrix”, ni con “Desfigurado” (opera prima de Sanz anterior al bodrio de los Wachowski), esta preocupación nace de la tradición hermética que Platón plantea en el famoso “Mito de la caverna”: donde se propone la existencia de un mundo verdadero y de otro, ilusorio, que sería una especie de derivado caricaturesco del primero. Lo maravilloso del arte es que cada quien puede hacer su propia adaptación del susodicho mito sin pecar de plagio y, más bien, puede darle una impronta sorprendentemente personal.
Así vemos como el totemismo en “Nocturno”, la metempsicosis en “Angela della Morte”, el apocalipsis en “Legión”, la catóptrica metafísica en “Desfigurado”, son estructuras en las que los personajes se ven escindidos por la revelación de otra realidad y, por ende, de una nueva identidad: la metamorfosis será el doloroso camino que tendrán que sufrir y esto tanto a un nivel psicológico, como físico, corporal, dado que, en esta obra, el cuerpo es la campo de juego donde se manifiestan los diferentes niveles de realidad y es símbolo de esta ambigüedad.
Contrariamente al relato heroico clásico, aquí nos enfrentamos a personajes que son trasladados irremediablemente y, en lugar de oponerse a una tendencia antagónica, siguen una fuerza que los sobrepasa hasta conocer la metamorfosis definitiva. La ciencia, devenida ya en mito dentro de nuestra cultura moderna, tiene un rol preponderante en la intriga de esta obra: el conocimiento, por sus potencialidades, es sujeto de una pugna política y causa antagonismos entre grupos que combaten en guerrillas ideológicas, inmersos en un confuso mundo de espionaje industrial. Estos ingredientes, como habíamos dicho, no son nuevos en absoluto e incluso se reconocen como leitmotifs de diferentes géneros (como el horror y la ciencia ficción). Lo interesante de este corpus de historietas es la forma en la que estas estructuras y relaciones entre los géneros se acomodan y se re-inventan para crear un viaje que domina todas las armas del cómic para envolver al lector, por un instante, en una atmósfera específica. Las historias, a pesar de nutrirse de diferentes géneros, evaden de manera inteligente los clichés, tan nocivos en todo proceso creativo.
Interesante descubrimiento entre los numerosos “Tejedores de pesadillas” que deambulan por este lar: la historieta tiene un arsenal incontable de recursos para transportarnos a universos de fascinante peligro y bellezas insospechadas. Salvador Sanz, dentro de su propia línea, no duda con respecto a esa función del cómic, esa vocación narrativa y acierta en los instrumentos que pone a disposición de lector para atraparlo como un ave rapaz y llevarlo a una oscura ciudad de Buenos Aires con criaturas y entidades insospechadas para un imaginario diurno.
2 comentarios:
lindo!!! hoy es tu cumple y solo quiero desearte lo mejor y que tengas un buen día! besos y abrazos mile
Thank iu very mucho
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