domingo, agosto 12, 2007

Muertos 1 – Vivos 0: Bienvenidos a la ciudad de los Cuculis


"¡Espérame allí! No dejaré de encontrarme contigo en ese profundo valle."
Henry King, Obispo de Chíchester

El terror tiene mil derroteros. Al igual que la muerte. Sin embargo ella yace ahí detrás, en lo siempre-aguardando del universo: infigurable, inefable, inimaginable. La monstruosidad es un recurso poderoso del espíritu poético de la humanidad para figurar lo infigurable, nombrar lo innombrable: un monstruo figurado es un miedo neutralizado, un algo invisible, indiferenciado – en la noche del inconsciente –, devenido visible. El recurso a la figuración de la monstruosidad es, en el caso de los humanos, tan antiguo como el miedo a la muerte, y a todas las causas que llevan a ella, aunque éstas varíen desde un virus como el HIV hasta moscas teleguiadas por brujas. El rostro de la muerte es el mismo y no lo conocemos aun, y eso a pesar de tener con ella una cita segura: en el lugar preciso, a la hora exacta...

El terror tiene mil derroteros: uno de ellos es el comic. Alvaro Ruilova es un ejemplar artista que ejerce hoy por hoy en este rubro. Su obra* linda entre el realismo cruel de Victor Hugo Viscarra** y la fantasía macabra de George A. Romero en un contexto sumamente paceño, deliciosamente paceño, crudamente paceño. Allí aparecen maravillosamente encuadrados los barrios del Tejar, el mercado Rodríguez, el Cementerio. La cultura de ladera se revela con una lucidez, un humor y un terror que impactan (emocionan) realmente: sin panfletos, sin política y sin discursos trasnochados, de los cuales ya estamos hasta las guindas y sobre todo cuando se infiltran en las obras de “arte”. Así como es una historia de La Paz profunda, tiene elementos del terror – y del humor – universal que permitirían que sea disfrutada por cualquier polaco o libanés (aunque ellos tengan un Cuculi mayor que deben enfrentar llamado Israel, Dios los bendiga).


Un Cuculi es tanto lo que aterroriza como el terror que produce: me da cuculi, he visto un cuculi, tiene cara de cuculi, se escucha en calles y casas de la urbe andina. Monstruo, fantasma y terror sin objeto (el peor de todos), el Cuculi existe. En “El Partido de la Oscuridad”, Ruilova construye una historia trágica y aterradora como en su opera prima “Noche de Mercado”, sin embargo aquí añade elementos hilarantes y una acción de poderosísima tensión narrativa: me refiero a un partido de futbol entre vivos y muertos. Estos últimos son monstruos maravillosamente caracterizados, futbolistas del averno, condenados desbordando y dribleando en pos de clavarla al ángulo para llevarse como premio el alma de algún mortal. El desenlace del partido es inteligente e inesperado, además de ominoso y desolador, cómo no.

Me declaro enemigo de la metáfora y, sobre todo, aclaro al lector que la mayor de las veces me da urticaria caer en la “lectura sociológica” de cualquier tipo de narración o composición que se ponga ante mis ojos. Sin embargo en “Cuentos de Cuculis” me parece inevitable: el monstruo que dibuja Ruilova es una imagen gore y pesadillezca del marginal de La Paz, habitante del frío, muerto viviente, hijo del abismo, condenado, intocable, temido por las familias (en sueños y en vigilia), cobijadas en el calor de sus hogares... mientras mugen, junto al viento helado de la cordillera, los habitantes de la eterna noche. En “Noche de Mercado” aparecía en la urbe un monstruo que, según se suponía, solamente vivía en la noche helada del altiplano: Meqala, terrible divinidad aymara de la sequía, el hambre y la podredumbre así como espíritu de la impureza y del adulterio. La figuración de este monstruo es tan escalofriante como la desgarradora historia que subyace detrás: un huérfano de la calle, hundido en el alcohol y males peores que ha de ser sacrificado para apaciguar a la Bestia.

El comic es, sin duda, un primo del cine en cuanto a su manera de significar. Narratividad fusionada con plástica es el campo en el que ambos tienen que asentar su contenido. Alvaro Ruilova conjuga los dos imperativos armoniosamente y al leer “Cuentos de Cuculis” uno disfruta tanto de los cuadros (hermosos retratos paceños) y de la historia así como del “montaje” que sugiere una dinámica en crescendo hasta ser capaz de hacernos gozar de un partido de futbol en base a una secuencia lineal de cuadros fijos óptimamente combinados lámina tras lámina. A todos los que tengan acceso, les invito a leer este maravilloso comic que nos hace viajar a una La Paz que, por el exceso de realismo, deviene fantasmagórica y delirante, todo dentro de una elegante edición de más de cuarenta páginas que también vale la pena rescatar.



* Para mayor información ver www.cuentoscuculis.blogspot.com
** Notable escritor paceño (1958 - 2006) de obras como "Coba: Lenguaje secreto del hampa boliviano", "Borracho estaba pero me acuerdo", "Alcoholatum y otros drinks", etc.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cholambre, buen articulo sobre este comic, realmente es bueno y todo aquel que le guste esta ciudad y sus seres nocturnos, debe darle una chequeada. La capacidad del autor para mezclar entes andinos milenarios con otros seres de la noche y hacerlos interactuar con gente de barrios populares de La Paz es increible. Los dibujos son muy buenos.

Saludos

Machi

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

¡Sería ver unos cuantos Cuculis en la pantalla grande dirigidos por David Cronenberg!

Juerza, Machito, juerza