Los Jamapichiris, que en aymara significa los levanta mierda, son el equipo más laureado en la historia cachera de Cubitel, tres veces han levantado la copa de parejas, dos veces el duo compuesta por Guido Loayza y José María Sanzetenea y en otra ocasión el tándem integrado por el mismo Guido y Mario Piñeiro. Debido a esa trayectoria tan llena de logros, entrevistamos a los primeros para que nos revelen algún arcano que ha hecho posible tanta gloria cachera en el joven pretérito. No deja de ser curioso y evocativo que la copa capturada definitivamente por ellos ostenta el nombre de Sanzetenea y Portales al ser donada por José María mismo al principio de la era cachera.
¿Ustedes que ya han jugado durante años y se han convertido en la pareja más exitosa del juego, cuál es su percepción de todo lo que se cuece en y alrededor a los campeonatos de cacho de Cubitel?
Guido Loayza: Los campeonatos de cacho de Cubitel son grandes eventos que rescatan viejas tradiciones paceñas y bolivianas, desde muy jóvenes hemos practicado este juego con el mismo entusiasmo, y creemos que son para nosotros muy apasionantes porque logramos saltar barreras generacionales y se transversalizan desafíos y emociones cuando participamos en un torneo de estos.
José María Sanzetenea: El espíritu de equipo y de competencia se mezclan en una forma lúdica muy interesante porque, con diferentes idiosincrasias, maneras de pensar, edades o disciplinas de formación, dan lugar a una original forma de integración y fraternidad.
En forma más particular ¿Cuáles consideran ustedes que sean los ingredientes esenciales o qué tipo de empatía se necesita para conformar una pareja tan sólida como Jamapichiris?
GL: Yo creo que es necesario dar lo mejor de uno para el éxito del equipo y por el otro lado tener que soportar y apoyar a la pareja para que prevalezca el equipo, es decir, es un tema de total empatía, de confianza, de fe, de creer que se va ganar y que no se va ganar por uno mismo, sino por dos.
JMS: La empatía se manifiesta en un diálogo del equipo, donde aprendes a expresar y aceptar criterios o decisiones de juego, con total espíritu de cuerpo, y siempre dentro del ese vital ambiente de competencia festiva.
¿Existe acaso una metafísica del juego o alguna propiedad oculta o esotérica que lo envuelva y lo separe del mero azar y la fortuna?
JMS: Sostengo una tesis que indica que el cacho tiene tres componentes esenciales que le dan cuerpo al juego. El primero está vinculado al know how, a la experiencia, al saber anotar, al tener una idea precisa de cuando, como y porque anotar en un determinado partido, modalidad o contrincante; un segundo componente que es la suerte, sobre como vienen los dados y que no tiene nada que ver con la habilidad de cada jugador o de cada equipo; y el tercer componente que es un feeling, un nosequé, es el elemento que hace que uno juegue con emoción y que charle con los dados, y que con la pareja uno pueda ver que es lo que va ocurrir. Pienso que es algo sobre lo que debería hacerse un estudio que nos permita ver como evoluciona la efectividad de una pareja a lo largo de un juego con la emoción, con el corazón que se pone en el juego. Probablemente vamos a poder constatar que, del poco calor del inicio de un torneo al momento en que se torna más emotivo, se tiene paulatinamente números crecientes, mejores anotaciones y una eficacia mucho más alta. Consiguientemente esos tres parámetros, know how, suerte y espíritu, si se quiere darle un nombre, y no necesariamente en una proporción determinada, son los componentes que hacen al cacho tan particular.
GL: Las ciencias físicas al igual que las ciencias humanas, no serian, según el sabio belga Ilya Prigonine, más que una suma de azares, decía que el azar forma parte de la realidad física, que la materia como la vida, tienen un carácter aleatorio y que el paso del caos al orden se lo hace con un gran consumo de energía. En el cacho es como si los dados tuvieran una vida propia y uno debe poner esfuerzo y concentración mental para poder leer o escuchar lo que dicen los dados. A veces se puede y a veces no y creo que eso es lo que hace la diferencia.
Einstein decía que “Dios no juega a los dados”, contrariamente Prigonine considera que “Dios juega efectivamente a los dados”, lo cierto es que con toda suerte de teorías mucho más modestas, cábalas y amuletos las huestes de Cubitel juegan a los dados con gran pasión.
¿En qué momento se vislumbra el desenlace del juego, o sea si los augurios están de parte de uno acarreando bienaventuranza o es que la tarde se va tornar aciaga?
JMS: Es difícil decir en qué momento desde que se inicia el juego, cuándo empiezas a vibrar al unísono o en comunión con los dados, o al contrario, te das cuenta de que las cosas se están poniendo pesadas y no sabes por qué, si es por suerte -por lo que te viene en los dados- o si estás jugando mal. ¿Cuándo? En algún momento del partido. Lo único seguro es que viene de la mano con la imprevisibilidad que tiene el juego mismo.
GL: Yo solamente me doy cuenta y racionalizo en que momento se ha hecho aciago el juego cuando termina, porque mientras estoy jugando siempre pienso que se puede ganar. Yo tengo la percepción de que así como nunca creo que está perdido, nunca creo que este ganado, por eso es un juego tan apasionante, uno lo vive momento a momento hasta el final.
JMS: Sí, esa sensación extrasensorial en realidad se manifiesta en algún momento pero no necesariamente al principio o al final, es durante y eso no es hasta que el último dado ha corrido en el último de los tiros. Pero no hay un momento preciso; es algo que se va viviendo momento a momento como decía Guido, y tu esperanza no muere, y confías en que la suerte o ese nosequé puedan poner un mayor porcentaje en esa mesa de tres patas. Pero decir si estás bien o mal no es hasta el último momento cuando se echó la última lanzada. Ahí es cuando sabes como te fue.
Más allá del juego como tal, ¿qué significa para un participante todo el ritual que hay alrededor del campeonato; que tiene que ver con singani, con cumbia, con juntarse y demás cosas?
JMS: Me gusta mucho la conjunción, de idiosincrasias, de tradiciones, de lo que sabemos conforma equipo o fraternidad a pesar del alto grado de competencia que se encuentra en estos eventos. Y cualquiera el resultado, sales contento y realizado por el hecho de que ves esa conjunción, de diferentes percepciones, planificaciones de juego o desarrollo de estrategias. Todo ese paquete de música, de trago, porque tiene que ser con singani (risas), de amigos, es lo que hace único al juego. Me admira ver mujeres jugando con un grado de seguridad y precisión impresionante, con experiencia, capacidad de anotación y deducción inmediata, en un juego que por tradición es de viernes de soltero.
GL: Yo creo que es una cosa fantástica, todo el entorno de estos campeonatos de Cubitel y creo eso sólo se va valorar en su justa medida cuando pasen diez o veinte años y los participantes y amigos puedan recordar todo, el local, que felizmente es muy paceño, muy tradicional, muy antiguo, muy en la plaza Murillo, la excelente organización, ese variopinto grupo de competidores al final tan unidos detrás del juego y de la mística. Creo que se está generando un gran sostén para la amistad y para el grupo. Con el tiempo se van ha acordar del Marabú y de los torneos de Cubitel, de la Copa Sanzetenea Portales y de la Copa de la Muleta. Son cosas muy lindas porque representan una edad, una pasión, una amistad y un grupo de gente que se vuelca en esto a competir, a pelear en una mesa y que merece que se logre mantener en el tiempo.
Por último, para cerrar, que cada uno narre el tiro cachero más importante de su vida, ese tiro que diferencia entre ser un cachero de antaño o un mero lanzador de dados.
JMS: Es muy difícil decir cual es el mejor, pues se va perdiendo en la memoria, pero como me ocurrió en un último torneo, donde sólo podíamos jugar un simple full -de mano-, el pedirlo y que venga, como zapato a tu medida, es consecuencia de la fe y en su momento, el mejor y más importante tiro de la vida.
GL: Yo no tengo dudas, el mejor tiro que lancé fue cuando jugábamos Mario Mercado con Lothar Kerscher, y Alfredo Rojas conmigo. Jugábamos la planilla mensual del Bolívar en tripleta y estábamos perdiendo desastrosamente; Mario Mercado ya estaba dando los grandes vítores, y Alfredo Rojas lanzó sus tres últimos tiros y nada (N.d.E. se estaba jugando la modalidad de generala, que a diferencia del alalay comprende tres tiros sin volteos en vez de dos tiros con dos volteos), yo lance dos y no pasó nada, y lancé el último y fue una dormida de ases, así que tuvieron que pagar dos planillas, pero más que las planillas era el hecho de haber ganado un partido que ya estaba totalmente perdido. Ese ha sido para mí el lanzamiento más fantástico y de muchos que he sacado (risas).
Ernesto Wanchaca-Pardo e Infundio Patráñez
Reporteros, cotillas y difamadores
2 comentarios:
que paso con una oreja de la copa?
Es que ésta copa es lo opuesto a la orejona de la uefa, esta es la desorejada, ajada de tanta gloria la pobre!!!
Saludos.
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