martes, agosto 09, 2011

Sobre la obra de Salvador Sanz


Yo te voy a mostrar la única verdad. ¡Existe la perfección! Para alcanzarla debes experimientar la muerte de tu cuerpo imperfecto. Sólo así tu conciencia podrá emprender el viaje hacia el plano más elevado de la realidad.”

Gillette, “Desfigurado”, Salvador Sanz


El Festival paceño “Viñetas de Altura 2011” acogió, entre sus invitados internacionales, al porteño Salvador Sanz, autor de admirables novelas gráficas como “Nocturno”, “Legión” o “Angela della Morte”. Hoy en día, en lo que a América Latina concierne, se puede calificar la obra de este autor como una de las más logradas tanto gráfica como narrativamente. Mostrando una aproximación al cómic en tanto que oficio, Sanz no guardó secretos respecto a la elaboración de sus historietas y compartió técnicas e ideas con todos los que fuimos a escucharle; más allá de todos los componentes que se combinan en este pulquérrimo trabajo hay uno que resalta: incontables horas-culo dibujando frente al tablero.

Añadiendo un eslabón a la historia del cómic argentino, el autor de “Nocturno” se alinea en la tradición de artistas como Osterheld y Solano López que, con “El Eternauta”, crearon universos donde la ciencia ficción no está peleada con la crítica social, la filosofía existencialista y la búsqueda de personajes complejos (en relación al dualismo ético que presenta la historieta de superhéroes). Sin embargo, por la época que le toca representar, en la obra de Sanz se denotan búsquedas diferentes, obsesiones más acordes a su generación; en consecuencia, a esta tradición argentina, se deben sumar influencias literarias, musicales, cinematográficas y de historietas de lejanos parajes del globo, y así atisbar algunos ingredientes que alimentan esta fascinante y misteriosa obra: P. K. Dick, Lovecraft, Cronenberg, Carpenter, Kubrik, el manga japonés, el death metal, el rock gótico y la noche porteña son, entre otras, fuentes de ideas que se manifiestan, adoptadas de una manera muy original y auténtica, en el cómic de Salvador Sanz.



A pesar de ostentar un dibujo que oscila entre el perfeccionismo formal clásico y el dramatismo romántico, con un dominio exquisito de la forma y de la luz, no se debe olvidar que Salvador Sanz es, ante todo, un contador de historias y que, antes de toda esa puesta en escena de maravillosas secuencias dibujadas con una veracidad extraordinaria, lo que prima es una idea que guía estructuralmente el encadenamiento de imágenes.

Sus relatos están embebidos en un aura de misterio que, en la mayoría de los casos, deviene en terror. La inquietud platónica respecto a la unión-separación entre el cuerpo y el alma se sitúa como motor que engendra la aventura. Por ende, cuando entramos en el laberíntico programa narrativo de este autor, hay que estar preparado para oscilar entre diferentes realidades, estructuras ontológicas diferenciadas que se relacionan de diversas (y peligrosas) maneras: de contenido a continente, por paralelismo, subordinación, contradicción, etc. Esta preocupación, créanme por favor, no nace con “Matrix”, ni con “Desfigurado” (opera prima de Sanz anterior al bodrio de los Wachowski), esta preocupación nace de la tradición hermética que Platón plantea en el famoso “Mito de la caverna”: donde se propone la existencia de un mundo verdadero y de otro, ilusorio, que sería una especie de derivado caricaturesco del primero. Lo maravilloso del arte es que cada quien puede hacer su propia adaptación del susodicho mito sin pecar de plagio y, más bien, puede darle una impronta sorprendentemente personal.

Así vemos como el totemismo en “Nocturno”, la metempsicosis en “Angela della Morte”, el apocalipsis en “Legión”, la catóptrica metafísica en “Desfigurado”, son estructuras en las que los personajes se ven escindidos por la revelación de otra realidad y, por ende, de una nueva identidad: la metamorfosis será el doloroso camino que tendrán que sufrir y esto tanto a un nivel psicológico, como físico, corporal, dado que, en esta obra, el cuerpo es la campo de juego donde se manifiestan los diferentes niveles de realidad y es símbolo de esta ambigüedad.

Contrariamente al relato heroico clásico, aquí nos enfrentamos a personajes que son trasladados irremediablemente y, en lugar de oponerse a una tendencia antagónica, siguen una fuerza que los sobrepasa hasta conocer la metamorfosis definitiva. La ciencia, devenida ya en mito dentro de nuestra cultura moderna, tiene un rol preponderante en la intriga de esta obra: el conocimiento, por sus potencialidades, es sujeto de una pugna política y causa antagonismos entre grupos que combaten en guerrillas ideológicas, inmersos en un confuso mundo de espionaje industrial. Estos ingredientes, como habíamos dicho, no son nuevos en absoluto e incluso se reconocen como leitmotifs de diferentes géneros (como el horror y la ciencia ficción). Lo interesante de este corpus de historietas es la forma en la que estas estructuras y relaciones entre los géneros se acomodan y se re-inventan para crear un viaje que domina todas las armas del cómic para envolver al lector, por un instante, en una atmósfera específica. Las historias, a pesar de nutrirse de diferentes géneros, evaden de manera inteligente los clichés, tan nocivos en todo proceso creativo.

Interesante descubrimiento entre los numerosos “Tejedores de pesadillas” que deambulan por este lar: la historieta tiene un arsenal incontable de recursos para transportarnos a universos de fascinante peligro y bellezas insospechadas. Salvador Sanz, dentro de su propia línea, no duda con respecto a esa función del cómic, esa vocación narrativa y acierta en los instrumentos que pone a disposición de lector para atraparlo como un ave rapaz y llevarlo a una oscura ciudad de Buenos Aires con criaturas y entidades insospechadas para un imaginario diurno.

jueves, agosto 04, 2011

Equipo ideal de la Copa América 2011

Como fuera fiel tradición de éste espacio bloguero durante la Copa del Mundo, recogemos ahora el equipo ideal de la Copa América de Argentina 2011. El torneo estuvo en un nivel muy por debajo de las expectativas, lo que suele ser moneda común en los grandes certámenes de selecciones, mucho ruido y pocas nueces. En favor del torneo está el triunfo de un merecido campeón que reafirma el gran mundial realizado y se erige como el mejor equipo sudamericano de los últimos años, enhorabuena Uruguay; como no, de esa escuadra emerge el mejor jugador del torneo que es Luis Suárez, incansable y temible delantero del Liverpool. El mejor portero fue Justo Villar, quien fue el gran factor para que Paraguay pudiera llegar a la final sin ganar un sólo partido, el nuevo arquero de Estudiantes de La Plata estuvo monumental haciendo atajadas increíbles, como la que realizó con el pie ante un remate de Pato en el área chica en el partido contra Brasil. Muslera tuvo también un excelente torneo lo que muestra su crecimiento, y lo deja a uno pensando que si así hubiera sido su desempeño en el mundial pasado (en el que cometió graves errores que le costaron muy caro a su seleccionado), quizás Uruguay hubiera podido soñar en algo más. Ahora nos quedan las eliminatorias que se enmarcan dentro de una brutal paridad para alcanzar las cuatro plazas y media, lo que las pinta apasionantes lo cual no quiere decir que vayan a ser vistosas.

lunes, julio 25, 2011

El Uruguay del “Maestro” en el Olimpo futbolero

Es grato constatar que, en los últimos dos grandes torneos de selecciones, los campeones lo lograron con holgados méritos y sobrada justicia; en otro momento se podrá debatir sobre el nivel de la copa. Uruguay jugó en la final su mejor partido del torneo, haciendo diferencia desde el primer minuto con un Suárez filoso a quien Villar le ahogó el gol; posteriormente, el brillante arquero paraguayo evitó otra caída tras un poderoso cabezazo de Lugano y en la continuación de la jugada debió terminar en penal y expulsión de Ortigoza tras la mano de éste después del cabezazo de Coates. Pero Uruguay no desmayó y continuó avanzando hacía el arco guaraní, por lo que el premio no tardó en llegar con el afortunado gol de Suárez que se desvió en Verón. La supremacía celeste prosiguió y fue tan contundente que, con el gol de Forlán antes de la finalización del primer tiempo, cerró prácticamente el encuentro.

Paraguay insinuó algo más en la segunda parte más por vergüenza deportiva que por capacidad, pero fue insuficiente y en cada contragolpe Uruguay se mostró mucho más peligroso, dando rienda suelta a la fiesta con el último gol de Forlán en una jugada de contra espléndidamente llevada por Cavanni y Suárez.

El equipo que entusiasmó al continente el año anterior en la Copa del Mundo tuvo entre sus bazas al portero Muslera quien había sido muy flojo en Sudáfrica, pero que ahora se consolidó otorgando seguridad y realizando excelente atajadas. En defensa, Lugano es no sólo el líder y bastión anímico del equipo, sino un jugador capaz de despejar todo y hacer un daño tremendo en el área contraria con su colosal juego aéreo. Por la izquierda Álvaro Pereira siempre mostró criterio para jugar, un despliegue inmenso y además gran oportunismo para convertir. Egidio Arévalo, como en el mundial, fue un perro de presa que marcó, mordió y recuperó como nadie. Adelante, Suárez estuvo brillante en todas las facetas del juego, luchando en la recuperación, peleando cada balón, desequilibrando con su gambeta y velocidad y como no, goleando como es su costumbre, lo que lo erige no sólo como el mejor jugador del sudamericano, sino como uno de los mejores delanteros del mundo en la actualidad. Forlán por su parte jugó muy bien todo el torneo, pero el arco se le hizo esquivo, pero el fútbol fue justo con él y le permitió anotar dos goles vitales en la final que le dan su justo lugar en el panteón uruguayo.

Un párrafo final para el “Maestro” Tabárez, el sabio conductor uruguayo, que ha construido un muy buen equipo a su imagen y semejanza, un cuadro que tiene inteligencia, solidez y equilibrio, no posee flaquezas, tiene talento, total convicción en lo que hace y una mentalidad ganadora. El equipo de Tabárez y Forlán se erige como la mejor generación uruguaya en mucho tiempo, muy superior a la de Francéscoli y De León, porque ha recuperado la tradición del gran juego uruguayo de antaño perfeccionándolo, ya que ha dejado en el olvido ese viejo adagio charrúa de que el fútbol se gana con huevos y patadas (es inédito y sorprendente que ganaran el trofeo Fair Play). Enhorabuena al “Maestro”, un técnico de lujo, y a todo Uruguay por éste magnífico logro futbolístico.

lunes, julio 18, 2011

La celeste prevalece ante otro hundimiento Argentino

En un partido de altísima intensidad y emoción, prevaleció finalmente Uruguay, que tuvo la fortuna de convertir en su primer acercamiento al arco y la adversidad de jugar como 60 minutos con un hombre menos, dada la predecible expulsión de Diego Pérez, autor del gol de Uruguay. Tras la anotación charrúa a los 5 minutos, Argentina se hizo dueña del juego y los siguientes 30 minutos no sólo empató sino que desplegó una marcada hegemonía y su mejor juego con un Messi que hacía daño en cada intervención.

La expulsión marco el partido, paradójicamente a favor de los uruguayos, que con un hombre menos, aprovecharon la precaria defensa que suponen Burdisso y Milito que con reiteradas faltas otorgaron a Forlán la posibilidad de buscar a sus recios cabeceadores, por lo que Lugano golpeó en dos ocasiones el palo.

En el segundo tiempo, el partido fue más enmarañado y menos vertical, pero se demostró la jerarquía de los entrenadores de cada cuadro; Batista envió a Messi al medio y perdió desequilibrio, además de no poder crear ninguna ecuación que permita aprovechar la superioridad de futbolistas en el campo; mientras en la vereda del frente Tabárez ordenó a su equipo en la inferioridad, Egidio se adueñó del centro de la cancha en su soledad y fabricaron en la contra dos situaciones fantásticamente elaboradas por Suárez, que Forlán no puedo concretar. Argentina con la entrada de un lúcido Pastore en vez de un obtuso Di María mejoró considerablemente y gozó de chances claras, todas resueltas con gran acierto por Muslera, sobre todo en una doble atajada espectacular tras un tiro libre de Tevez que se desvió y que Higuaín alcanzó a rematar en el rebote. Mascherano fue expulsado de forma objetable al acabar el partido y acaeció el alargue.

Casi sin piernas, Uruguay se dedicó a aguantar el empate en base a la fiereza de Lugano y al gran corazón del resto; Argentina en cambio dominó sin poder hacer diferencia, Higuaín y Messi estuvieron muy cerca de anotar pero el palo y Muslera ahogaron el rugido del “Cementerio de los Elefantes”. En los penales Uruguay triunfo después de que Tevez fuera el único en errar un penal. Uruguay con su valentía, inteligencia y con la sabiduría de su magistral técnico se meten en semifinales. Argentina resultó ser el elefante finado en un Sudamericano hecho a su medida, en el cual no pudo estar ni siquiera entre los cuatro mejores, pagando en cuartos todo lo mal que hizo en la fase de grupos, aumentando a 18 los años que lleva la albiceleste sin levantar un trofeo, lo que deja evidenciar que la era Grondona ha pasado del cenit vivido entre el 86 al 93 a un ocaso que no atisba la luz mientras su vetusto conductor se aferre irasciblemente al timón de este barco a la deriva.

miércoles, julio 13, 2011

Clásico rioplatense en cuartos y bochorno mexicano

Poco se puede decir del triunfo de Uruguay. Fue merecido e incuestionable pero no holgado, estrelló dos pelotas en los palos que no le permitieron definir antes el encuentro. Sobresalieron por su esfuerzo Diego Pérez, un león en el centro del campo y Luis Suárez, combativo y despierto en el ataque aunque no le llegaron ocasiones de gol; Diego Forlán es un jugador especial, inteligente y desequilibrante, pero la fortuna de cara al gol no le sonríe todavía en éste sudamericano, lo cual no le quita su importancia y trascendencia como gozne de todo el ataque oriental.

La ristra de resultados que acumulan Uruguay y Argentina conlleva que en cuartos de final veremos un partido que muchos hubieran anticipado como posible final, ambos se quedaron cortos en partidos que pudieron ganar, pero el pecado es más por parte de Argentina que, en un grupo mucho más endeble y accesible, apenas pudo sumar 5 unidades. Uruguay tampoco estuvo demasiado acertado, sobre todo a la hora de vulnerar el arco opuesto, pero las dos selecciones rioplatenses auguran que sus atacantes tienen todavía muchas balas en la recámara. Eso lo veremos con total atención el sábado en un clásico, en una batalla que seguro premiará al más efectivo de los dos.

De México –dos veces finalista de ésta competición- cabe apuntar que tuvo una performance bochornosa, no tanto por sus 0 puntos, o por lo propuesto en la cancha, sino por esa lamentable y denigrante decisión de llevar un plantel sub-22 a foguearse a la Copa América, tirando por la borda todo el prestigio logrado con anterioridad. La Copa América no es un lugar de fogueo, o de preparación, es sino el Torneo de Selecciones más antiguo del mundo, uno de los más prestigiosos del orbe, donde jugaron Pelé, Garrincha, Di Stéfano, “Tucho” Méndez, Ugarte, Obdulio Varela, Sivori, Spencer, Teófilo Cubillas, Maradona, Valderrama, Ronaldo, Rivaldo y tantos otros monstruos del fútbol mundial, como para que México y Costa Rica decidan mandar seleccionados alternativos (para eso mejor la hombría de Japón de claudicar antes de enviar un elenco de segunda), y peor aún, que la Conmebol lo permita, devaluando su ínclito y afamado certamen, al cual deberían proteger de éste tipo de desubicaciones y mediocridades en vez de permitirlas y consensuarlas.

jueves, julio 07, 2011

Dos de Copa América: Argentina y Brasil


Romero y Moreno mitigan la frustración Argentina, mas no la de Messi (7-7-2011*)

Segundo partido de Argentina y segundo fracaso de Argentina. Romero fue la figura albiceleste y eso resume en pocas palabras la performance del equipo de Batista. Argentina llevó el trámite del juego de forma cansina e ineficiente como contra Bolivia, con tres medio centros como lo son Mascherano, Cambiasso y Banega sin poder hilvanar fútbol, sin crear circuitos para la pelota y con una bajísima eficacia para completar pases.

Al frente estaba una Colombia con dos cartas fundamentales: su fuerza física en la marca y la explosión en la salida; esto fue suficiente para controlar a la pléyade de delanteros argentinos (los albicelestes terminaron jugando con cuatro delanteros) y contragolpear de forma notable aunque sin poder concretar. Con Carlos Sánchez como bastión en el medio, quitando, golpeando donde duele y no se ve, y repartiendo con justeza y criterio, además de la solidez de Perea y Yepes, Colombia construía su fútbol con la salida de los laterales o con la inteligencia de Guarín para explotar las zancadas de Falcao o Ramos; tampoco cabe obviar la ayuda recibida mediante las groseras fallas de Milito o de Burdisso, que no culminaron en gol porque Dayro Moreno le privó al árbitro de cobrar un alevoso penal y de expulsar a Burdisso, al errar un gol sin arquero.

Colombia se retiró del partido conforme y optimista, Argentina se fue desolada, aunque en la cancha los méritos fueron inversos, Argentina debería irse conforme con ese punto ya que los cafeteros debieron haber ganado el cotejo.
Ya sabemos que Banega y Cambiasso no son ni cercanamente Xavi ni Iniesta, independientemente a esto Messi sigue acumulando frustraciones con su selección lo que se evidencia cuando estuvo cara a cara con su mejor amiga la pelota, sin intrusos, en un tiro libre y casi la saca del estadio; su rostro mostraba más angustia que la del plantel en general y es que a Messi le han cargado una mochila a su medida (o a la del jugador del Barza) pero él se mira al espejo y no se reconoce, nosotros tampoco; Lionel no es ni de cerca el peor de Argentina, pero de todo lo que se le encomienda es el que más lejos está de cumplir, todavía tiene tiempo aunque éste no es infinito y Batista no parece tener las luces para sacarlo de su soledad y frustración.

Sin diferentes ni diferencias (3-7-2011*)

Llevamos tres días de Copa América y parece que ya queda poca cabida para sorpresas. Bolivia dio un campanazo en la inauguración ante Argentina y ahora Venezuela le empata a Brasil sin demasiados sobresaltos. Más que los empates, sorprende que ni Brasil, ni Argentina mostraron una superioridad que haga ver los resultados finales como injustos, esto sin restarles ningún mérito a Venezuela ni a Bolivia que, con orden táctico, denuedo, esfuerzo y un poco de atrevimiento, merecieron lo que consiguieron.

Ya apuntábamos en el pasado Mundial, que en los últimos lustros el fútbol va alcanzando una nivelación sorprendente porque en los tres cimientos que lo fundamentan -lo táctico, lo físico y lo técnico- ya no existen superioridades evidentes ni en lo táctico, ni en lo físico, por lo que es decisivo hacer diferencia a través de la única vertiente en la cual todavía existen grandes distancias, lo técnico o el talento que ostentan los jugadores. El equiparamiento apuntado sigue siendo palpable en el inicio del sudamericano, pero lo que huelga por su ausencia es el tercer pilar basado en el desequilibrio que puedan producir la calidad técnica de los Messi y Tevez, o en el caso de Brasil los Neymar y Robinho.

Brasil arrancó el partido para ejercer su mayor caudal técnico y plasmarlo en el marcador; pudo hacerlo en tres jugadas, un remate al palo de Pato, una salvada providencial del zaguero Vizcarrondo y otro remate de Pato que controló seguro Vega. Brasil insinuaba sobre todo a través del trajín y buen pie de Dani Alves, pero en el segundo tiempo tanta era la proyección del lateral, que Venezuela fue creyendo en que podía adelantar filas y generar algún peligro y, fue por la banda de Alves con Arano y la potencia de Rondón, que Venezuela empezó a equilibrar la tenencia de la pelota, las situaciones en los arcos y por ende el trámite del partido. Brasil perdió convicción, perdió llegada y perdió a Pato que en el segundo tiempo fue una sombra de lo que fuera el delantero más peligroso de la primera parte. Neymar, Robinho y Ganso, los talentosos, fueron tan intrascendentes durante todo el encuentro que se consumó la segunda sorpresa mayúscula en tres partidos. Muy bien por los equipos trabajadores, enorme la deuda de los equipos grandes y de sus jugadores diferentes.

* Publicados en el diario Página 7 de la ciudad de La Paz, en las fecha señaladas

jueves, junio 16, 2011

“Hunger”, poderosísimo debut de Steve McQueen

“Hunger” es el filme debut del británico Steve McQueen, quien en una entrevista mencionó que allá entonces por 1981 cuando tenía unos 12 años tres eventos marcaron indeleblemente su retina: los disturbios de Brixton, el triunfo del Tottenham en la FA Cup, y la huelga de hambre de Bobby Sands, quien fue comandante y preso político perteneciente al I.R.A. (Irish Republican Army), el cual es el personaje principal de la película.

“Hunger”, es una exploración fílmica en tres actos muy definidos de una prisión en Irlanda del Norte en 1981 donde los reclusos son prisioneros políticos del I.R.A. El primer acto discurre en una descripción de los hábitos y condiciones en las que vivían los convictos, la segunda es una sola secuencia del diálogo entre Bobby Sands y su párroco, donde el primero aclara la decisión de realizar una huelga de hambre hasta las últimas consecuencias, y por última el tercer acto muestra las consecuencias de dicha acción.

El filme es sumamente vívido, radical y visceral; por la trama que aborda y el entorno que exhibe es imposible no presentar una cinta cargada de sordidez. El realizador pese a empatizar con los reclusos logra gambetear el maniqueísmo, mostrando retazos de humanidad por parte de los guardias y el terror y brutalidad de la que ellos también era presas. La descripción del trato en la cárcel bordea lo infrahumano, en lo que uno observa el inmenso tesón y convicción de los conscriptos para aguantar los vejámenes más violentos y escatológicos, con la finalidad de luchar por sus demandas y sus derechos que se enmarcan en sus creencias básicas por lo que entre otras demandas se niegan a utilizar ropa de un preso convencional, dado que no se consideran criminales bajo ningún concepto sino presos políticos. El alegato mas que satanizar al funcionario policial, es una ácida e imperdonable crítica al despiadado y deshumanizado mandato de la odiosa Thatcher en Gran Bretaña que empezó el año 1979, como a cualquier otro régimen anterior o actual haga gala de la tortura y de la degradación de los derechos humanos como método sobre sus presos.

El epicentro del filme y una de las mejores secuencias vistas en años, es el diálogo entre Bobby Sands y su sacerdote de confianza. Casi la totalidad de la secuencia (de mas de 20 minutos) es un plano fijo, donde todo se centra en una conversación plagada de intensidad, matices, complicidades, lecturas entre líneas, convicciones morales, memorias y una pasión, sentimiento y compasión brutal de parte de ambos individuos, cada uno con una poderosa y convencida postura, pero en frontal disidencia. El virtuosismo de los guionista (el mismo McQuenn y la dramaturga irlandesa Enda Walsh), sumada al talento y precisión de los actores Michael Fassbender (Sands) y Rory Mullen (el cura), provocan un estremecimiento a través de la forma en que ambos desnudan sus almas a través de las líneas, haciendo de la escena un monumento a la autenticidad, y valga la redundancia a la pasión, convicción y ahínco del ser humano en su más marcado y respetado disenso.

El desenlace, la inmolación a través del hambre de Bobby Sands, va en el mismo tono sombrío, dramático y extremo de toda la película con un atisbo de redención. La película de McQueen viene sobrada en alma y carácter, es un excelente logro cinematográfico que pincela con planos y detalles precisos la realidad de un inframundo; concluyendo “Hunger” es una poderosa y desasosegante apología de lo indomable en espíritu humano.

miércoles, junio 08, 2011

Mad Men: La Madison Av., los años sesenta y la historia de un país

Mad Men, multipremiada serie que ya deambula camino a su 5ta. Temporada, es una exquisita travesía por la Avenida Madison de Nueva York, donde se cocían todos los fregados del mundo publicitario de la capital del mundo, ergo el apelativo Mad(ison) Men que los mismos publicistas acuñaron para autodenominarse. La vida de los personajes de la serie gira en torno a grandes ideas, whisky, cigarrillos y relaciones adúlteras, con un periférico condimento de vida familiar. Don Draper es el ícono de la serie, gurú, genio y creativo de una firma publicitaria, que através de su elegancia, encanto devenido en petulancia, seduce a clientes y a un amplio abanico de damas de variados estilos e intereses, desparramando su éxito a borbotones.

Siguiendo la trayectoria de Draper, de su agencia y de los personajes que lo rodean, uno va adentrándose en la realidad histórica que vivía Estados Unidos en el transcurso de la década de los sesentas, donde está situada temporalmente la serie. El punto de partida es que la desmesurada apología del cigarrillo como sinónimo de rebeldía, madurez, hombría, glamour y tantas otras cosas que lo hacían parte inextricable de la vida cotidiana desde el desayuno hasta entremés de las contiendas nocturnas, sufre sus primeros ataques reflejados a través de la popular revista Reader´s Digest (Selecciones) denunciando que éste es dañino para la salud, por lo que las campañas publicitarias deben dar un golpe de timón para seguir fomentando su consumo. Esa es una primera alusión al quehacer cotidiana de una sociedad que avanza y muta a pasos sigilosos o agigantados, ya sea con la aprobación de la pastillas anticonceptivas (parte de la liberación femenina que es uno de los epicentros temáticos de la serie), o con la brutal tensión de la crisis de los misiles cubanos que a muchos les hizo pensar en un final de los tiempos, o con el proyecto de derribar la legendaria Penn Station y erigir el hoy mitiquísimo Madison Square Garden, o el completo desasosiego de una nación que contemplaba como su presidente era brutalmente asesinado, o ya para acabar la enumeración el fabuloso knock out de Cassius Clay a Sonny Liston, como no, fuente de inspiración de una publicidad para maletas Samsonite.

La década de los sesenta es a su vez, una época tan marcada por vicisitudes trascendentales que conmovían a todo el mundo, y de lo cual no están exentos los protagonistas de Mad Men como la muerte de Marylin Monroe o la fulgurante aparición de un cuarteto denominado como The Beatles, así se ven envueltos en los eventos históricos las mujeres y secretarias de la agencia publicitaria que quedan descorazonadas por el suicido de la sensación rubia, así como queda enloquecida la pequeña hija de Draper al saber que le han conseguido tickets para ver a los melenudos oriundos de Liverpool.

Así es como mientras irrumpen romances, o los agentes de cuentas van en busca de nuevos clientes, se observa la batalla electoral entre Kennedy y Nixon, o lucha por los derechos civiles de la raza negra, a los cuales uno de los publicistas más visionarios, Pete Campbell ve como un poderoso mercado emergente, así como se debe llegar a las compañías de aeronáutica que están inmersas en una carrera sin precedentes para alcanzar la meta máxima para la raza humana: la luna.

Esos son los meandros históricos por los que avanzan la apasionante Mad Men, que aparte de su sabroso contexto este se ve trascendido por un universo que goza de las crisis de identidad de Draper, las sabrosas curvas de la despampanante Joan Holloway o el desternillante humor de Roger Sterling entre tantas cosas mas; parafraseando a Dylan, uno de lo sumos íconos de la época: the answer my friends is blowing in DVD.

jueves, marzo 10, 2011

Copia Conforme: delicioso encuentro cinematográfico entre Kiarostami y Binoche

“Copia conforme” (“Copie conforme”), es la última película del maestro iraní Abbas Kiarostami, quien por primera vez realiza un filme fuera de su país. Hace ya algunos años mi tía, que es admiradora de Juliette Binoche, me decía, que uno de los grandes anhelos de la afamada actriz era poder hacer una película con el director iraní, después de un tiempo prudencial su cometido se cumplió y el encuentro final entre director/actriz resultó sumamente convincente.

“Copia conforme” parece versar sobre el encuentro de un escritor inglés y crítico arte/literatura y una vendedora de arte francesa admiradora del trabajo del primero en la Toscana italiana. Este encuentro permite al director debatir sobre diferentes temas relacionados al arte, como el interminable debate del estatuto sobre la copia y el original, pero sobre todo le otorga la posibilidad de jugar con los roles e identidades de sus protagonistas que sin ninguna ruptura aparente tornan sus personalidades, sus vínculos personales y sentimentales, su relación con el pretérito y tantos otros matices que permiten dos sobresalientes interpretaciones por parte de Binoche y de William Shimell.
Todo el desarrollo del filme se desemvuelve a partir de la subida al coche de ella para dar un paseo por interesantes sitios de la preciosa Toscana. Como siempre Kiarostami es un magistral filmador de pasajeros en coches en movimiento (ver por ejemplo “Ten” o “El sabor de la cereza”), uno los sus motivos cinematográficos favoritos, y en este caso su cámara sin moverse en absoluto presenta un plano formidable donde se superponen tres capas de imágenes, los protagonistas sentados en los dos asientos delanteros, el paisaje del fondo que va cambiando según va dejando atrás el motorizado, y el reflejo que nos brinda el parabrisas con toda una arquitectura invertida de la ciudad que van abandonando con el cielo como firmamento. La cantidad de información visual no deja de ser deleitable y se erige como una de las secuencias más lindas jamas filmadas con un plano fijo mezclando en incesante movimiento del automóvil; si a eso le sumamos toda lo conversado, el rebalse de información y la preciosidad de la imágenes nos provocan poder repetir de nuevo la experiencia de contemplar ese mismo plano una y otra vez.

La película homenajea a varias películas de viajes sentimentales como ser “Te querré siempre” (“Viaggio in Italia), obra maestra de Roberto Rosellini con la bella Ingrid Bergman y George Sanders que interpretan un matrimonio que zozobra en un recorrido ante los fastuosos paisajes de Napoles, o la adolescente travesía por Viena de Richard Linklater “Antes del amanecer” (“Before Sunrise”) con Ethan Hawke y Julie Delpy.

Siempre es un placer ver una película de Abbas Kiarostami, y en su primera incursión occidental, el pulso de su cámara y de sus encuadres, de su ritmo narrativo y de la pléyade de matices que aborda cada vez que se lanza a filmar, triunfa como siempre, no sin la ayuda de sus extraordinarios actores de donde sobresale un impresionante Juliette Binoche, que con muy buen tino anhela y atisbaba un encuentro cinematográfico tan delicioso como fructífero.

miércoles, enero 26, 2011

El retorcido y fabuloso Kanye West

Poco conocía yo de un tal Kanye West, había escuchado un par de canciones que me gustaban mucho (“Flashing Lights” que tiene un espectacular vídeo dirigido por Spike Jonze y “Gold Digger” en colaboración con el actor Jamie Fox), sabía que era un reputado productor musical, que era uno de las figuras más afamadas y egocéntricas (lo cual me figuro debe ser dificultoso en ese entorno) del mundo del hip-hop, conocía alguna colaboración eventual con Rihanna o con Jay-Z y por último había presenciado su sabroso exabrupto en los Video Music Awards de MTV cuando inopinadamente y agresivamente salió a escena a interpelar a Taylor Swift por haber ganado un premio que al entender de Kanye (y de casi el 99% de la población mundial) debía ser de Beyoncé.

Eso era todo, hasta que por curiosidad me bajé su último y loado disco “My beautiful dark twisted fantasy”. Nunca antes había escuchado un disco de hip-hop entero voluntariamente, pero quedé atrapado, por no decir hipnotizado desde la primera canción “Dark Fantasy”, que con unos cánticos que evocan a unas sirenas odiseicas algo posmodernas, ya me tenían enganchado. “Gorgeous” continua la sesión y prosigue el fluido discurrir de algo que es atrapante y que no tiene nada de ordinario. Continua “Power” (obviamente aludiendo al suyo) con unos coros femeninos que cíclicamente se repiten al fondo al compás de las palmas, donde las ráfagas raperas te largan líneas como “Now I embody every characteristic of the egotistic” o “Holy, powers, Austin, Powers/Lost in translation with a whole fuckin' nation/They say I was the abomination of Obama's nation” o “I know damn well y'all feelin' this shit/I don't need yo' pussy, bitch, I'm on my own dick” donde ese aparente egocentrismo se hace patente, evidente y lacerante (por ejemplo no faltan en las letras comparaciones con Mohamed Alí). Luego viene “All of the lights”, quizás la canción más comercial y poppy del álbum donde acuden, como en todo el trayecto, una pléyade de colaboradores tales como Rihanna, Alicia Keys y Elton John, por mencionar algunos, pero además durante el disco aparecen y reaparecen hip-hoperos de la talla de Jay-Z, Kid Cudi, Pusha T, Bon Iver y la irreverente neófita de protuberantes posaderas Nicki Minaj (a la mayoría de los cuales he empezado a conocer y luego apreciar gracias a este fantástico microcosmos que es el “…dark twisted fantasy”).

Kanye es totalmente consciente de su talento, y muchas veces, según lo leído su percepción de lo que hace es mucho mejor para él que para el resto del mundo, sobre todo en los que se refiere a sus cuatro discos anteriores, entre los que algunos consideran obras maestras y otros sobrevalorado talento malgastado. Kanye es totalmente convencido de que es omnipotente y que las cosas debe llevarlas más allá, y eso hace en “Runaway”, la mejor canción del disco, una seductora oda a los douchebags, assholes, scumbags y jerkoffs, o sea por todo el mundo (Kanye incluido), por lo cual reiteradamente se celebra un merecido brindis; la procacidad que acompaña todo el disco está, como no, en esta maravillosa canción, pero evocando un maravilloso contrapunto con la melodía y sentimiento que aflora en el tema. West no contento con la canción o con el disco hizo toda una película de 34 minutos de “Runaway” (filmada en las fabulosos entornos de Praga) donde un Fénix femenino aterriza sobre su lujoso motorizado, él se enamora de la antropomórfica ave, guiándola en su cotidianidad hasta que esta un tanto asqueada del mundo huye. El vídeo de la canción se concentra en una cena de lujo en un inmenso hangar donde la Fénix pasa casi inadvertido y Kanye toma el piano y se larga con la canción a cuestas acompañado de una extraordinaria compañía de ballet, otra vez haciendo gala de un sensacional contrapunto.

No cabe obviar la perversa, retorcida e hilarante “Monster” otra de las tantas cimas del disco donde quizás más sobresale el rapeo de Kanye y de sus lugartenientes Jay-Z y Nicki Minaj, ni “Hell of a life”, otro momento excelente donde Kanye rapea al ritmo del estribillo de la mítica “Iron Man” de los Black Sabbath: “Have you lost your mind?/Tell me when you think we crossed the line/No more drugs for me, pussy and religion is all I need/Grab my hand and baby we'll live a hell of a life”; nos hace saber su idea de una “Hell of a life” la cual es: “I think I fell in love with a porn star/And got married in a bathroom/Honeymoon on the dance floor/And got divorced by the end of the night/That's one hell of a life”.

Creo que el súmmum del deterioro de mi personalidad de metalero (autoparódico y vilipendiado, aunque todavía firme como un papayo) es la aceptación de que he quedado fascinando por un álbum de hip-hop, la evidencia es incontrastable, Kanye West ya está ahora en mi agenda de conocidos y inevitablemente cuenta con mi sentido aprecio, más allá de lo posero y traidor que pueda sonar. “My beautiful dark twisted fantasy” es un tremendo viaje de 13 canciones que quitándole el “my” es muy difícil de describir mejor que su autor, como algo hermoso, fantasioso, oscuro y sobre todo recontratorcido.

domingo, diciembre 12, 2010

Burn after reading: o la perfección cinematográfica según los hermanos Coen

Joel y Ethan Coen se caracterizan por proponer un cine autoral que difícilmente se puede encerrar en claves de lectura o conceptos reductores como en el caso de ciertos de sus contemporáneos (Lynch, Kusturica, Almodóvar, Cronenberg, Egoyan, etc.). De hecho, a primera vista, se podría decir que la única marca común que se encuentra en su obra variopinta es que sus películas son buenísimas, requisito insuficiente para ser llamado “autor”. Para ello, la crítica y el análisis cinematográfico necesitan leitmotifs, obsesiones, autoreferencias, universos, etc. Al parecer, la apuesta de estos maestros, consiste en revertir el paradigma del “autor” como un renegado contra los géneros cinematográficos y el cine convencional.

La primera marca de su cine, y es imposible darse cuenta de ello tomando en cuenta las películas de manera aislada, es la voluntad de rendir un homenaje al cine mismo, al arte cinematográfico, a sus géneros, a sus clásicos, a sus fetiches y a sus divinidades. Cada filme que nos presentan representa una vocación (consciente o inconsciente, ¡qué importa!) de servir al cine más que servirse de él. Así, los amantes del film noir, del género policiaco, del cine de gangsters, de la comedia, del surrealismo, del realismo, etc., seguramente van a encontrar una o más pelis de los Coen que los van a interpelar.

Y, sin embargo, hay algo en esta obra, algo tan coeniano que no permite encasillar ninguna de sus películas en los cánones de los géneros arriba mencionados. No es fácil encontrarlo y es casi increíble que este misterioso elemento estructural se concentre tanto en propuestas como “Barton Fink” y “The man who wasn´t there” como en “Ladykillers” o “Raising Arizona”.

Después de darle vueltas y vueltas a esta obra sale a la luz la piedra angular que mueve el cine de estos singulares hermanos: la poética del error humano. Fue tras ver con sumo placer, y por tercera vez, la infravalorada “Burn After Reading” que tuve la revelación. Esta macabra historia, centrada en el corazón de Washington vestida con una traje burocrático-existencialista, nos regala un elenco de antología: John Malkovitch, Tilda Swinton, George Clonney, Frances McDormand y Brad Pitt, en uno de sus papeles más brillantes.

Quizás debido a que salió posteriormente a la ganadora del Oscar “No Country for old men”, esta joya pasó sumamente desapercibida y eso que, para algunos puristas (valga la diplomacia), se trata de un legado aun mayor que la acreedora de la estatuilla. En todo caso “Burn after reading” nos muestra imagen tras imagen, la quintaesencia del cine de estos hermanos que es uno de los mayores aportes a las artes audiovisuales de nuestra era.

Así como nos hicieron vivir la glamorosa locura de Los Angeles en “The big Lebowsky”, el frenesí capitalista de Nueva York en “The hudsucker proxy” o el spleen monocromático de Fargo en “Fargo”, en esta ocasión nos transportan a la capital de los USA – es menester resaltar la fascinación que tienen estos directores por recorrer su país de origen en su travesía por el universo del cine –. Malkovitch, viejo funcionario de un servicio de inteligencia se ve desempleado por su dipsómano afán, su infiel e inescrupulosa mujer quiere el divorcio y una justa separación de bienes. En una confusión informática, un disco con información secreta cae en manos de un asistente de gimnasio que no está dispuesto a salir sin una tajada del asunto, acompañado por una señora solitaria y, en apariencia, inofensiva. Toda la trama ya está planteada, la película de espionaje perfecta está sobre el tablero y el espectador se sienta esperando el giro maestro. Pero (esa es la palabra que marca esa tendencia narrativa y estética en la propuesta coeniana) lastimosamente las cosas en la vida real, como en el cine de este par, no son siempre tan perfectas, los giros no son tan maestros, tan matemáticos, las mentes no son tan brillantes, las historias de unos se cruzan con las de otros, las consecuencias de los actos son imprevisibles por el actor de los mismos, el ser humano es débil, caprichoso, egocéntrico, inseguro, coqueto y, la mayor de las veces, estúpido. Pesimista perspectiva antropológica pero suficiente como para servir de base para una creación sublime (recordándonos la contrahecha humanidad que embellecía un tal Velásquez).

Una vez planteados los personajes, el suspenso y la tensión narrativa, las cosas empiezan a desencadenarse de una manera muy poco probable para un esquema narrativo clásico pero no para la vida tal y como es y, menos, para estos dos conocedores de la esencia humana. Sin entrar en detalles, “Burn after reading” se burla, de una manera genial, de los servicios de inteligencia: de su proceder, de su confiabilidad en una época no apta para guardar secretos (no me voy a prolongar recordándoles Wikileaks). Sin artificios, plantean la (considerable) posibilidad de la injerencia del error, de las pasiones, de los irracionales consejos del bajo vientre, en los procedimientos institucionales más oficiales.

Revisando “Blood Simple”, “The Big Lebowsky” (casi un remake alucinado de “The Big Sleep” de Howard Hawks) y otras películas de este maravilloso corpus, se puede reconocer la pasión que tienen los Coen por el film noir, en el sentido ortodoxo del término. A veces, se deja ver, en sus historias, una obsesión por encontrar variaciones a las estructuras del género. Una de esas “estructuras” de la narrativa noir es, indudablemente, la femme fatale: esa mujer que deviene, por su belleza, sus encantos y el poder que aquello le otorga, en aquella emisaria de la fatalidad para ella misma y su entorno. En “Burn After Reading” esta experimentación narrativa alcanza niveles sumamente inesperados y nos presenta a Frances McDormand (que ya nos había mostrado algo de esta faceta en su tierna juventud en la opera prima de los hermanos) encarnando a una femme fatale inédita en la historia del cine y que, sin embargo, cuela perfectamente con el rol estructural de este paradigma: su ambición, su vanidad y su egoísmo, sirven de motor narrativo para los sucesos nefastos que acaecen. Cincuentona en búsqueda de ese quimérico self-respect, valor tan caro para una sociedad en exceso competitiva, se ve en la situación perfecta para mover los hilos a su favor y lo hará con la misma frialdad que una Ava Gardner, Jane Greer o Lauren Bacall en aquellos memorables clásicos del género.

Sutil, discreta, sin desmesuradas pretensiones artísticas, comerciales o narrativas, este filme da en el clavo en todos los aspectos que pueden hacer de un filme una experiencia sensacional, fresca, reconfortante, entretenida y nos deja, servidita sobre la mesa, la clave para entender la pretensión global de la obra de Joel y Ethan: el error, la falla del sistema, la incomunicación, el desencuentro, como bases estructurales del acontecer en la vida humana. Pero la cosa no se queda ahí, sino que vemos la capacidad de generar una estética, una sublimación, una poética cinematográfica de esta condición tan olvidada tanto por el cine de Hollywood como por los autores llamados “realistas” que creen que se puede mostrar los hechos sin la participación activa de la subjetividad.

Sin nada que envidarle a lo mejor de su obra (lo mejor de lo mejor) como “The big Lebowsky”, “Millers crossing” o “Barton Fink”, esta historia debería quedar como un testimonio de que se puede hacer buen cine en una época donde hasta algunos de los más grandes han perdido el norte en cuanto al (no tan) noble ejercicio de esta práctica artístico-industrial. No duden en verla o volver a verla que, en este caso, no hay pérdida alguna.