miércoles, enero 30, 2008

CARNIVALE: Magia, mentiras y televisión

Everything is imposible until it ain´t
Ben Hawkins, Carnivale


Ayer terminé de ver la segunda temporada de la maravillosa serie de televisión Carnivale de HBO. Lastimosamente, como muchos adeptos de esta nueva índole de producción, me quedé decepcionado, impotente ante la idea de que la tercera y definitiva temporada había sido cancelada. Es que no es la primera vez que HBO lo hace sino que también canceló la gran serie épica western Dead Wood. Mi pregunta es la siguiente: ¿Por qué, si la mentada productora apuesta por una serie televisiva que tenga todo el rigor histriónico, producción, estética y simbología de una película de autor (de 36 horas de duración), cede tan fácilmente al imperativo de rating que se encarga de llenar de mediocridad a la mayoría de programas destinados a la pantalla chica? ¿Acaso HBO no se jactaba de no ser propiamente televisión sino HBO? Porque una cosa es un hecho: en primer lugar Carnivale seguramente cuesta una millonada exorbitante (la producción no tiene nada que envidarle a una del gran Hollywood), en segundo lugar es un hecho que su propuesta de forma y contenido no son aptos para satisfacer a las masas ávidas de Sex and the city, Boston Legal, The Sopranos o Desperate Housewives. Y no es que me disgusten esas series, más bien al contrario pero hay que saber darle su lugar a las cosas: es más fácil encontrar público para identificarse con mujeres pre-menopáusicas buscando el polvo de su vida o de abogados exitosos buscando… el polvo de su vida (vaya coincidencia) que con freaks de feria en los años treinta cuando Estados Unidos se parecía más a la provincia Pacajes que a la lujosa Miami de P. Diddy o a la glamorosa Nueva York de Sarah Jessica Parker. En pocas palabras: Carnivale es una inversión desmesurada si se toma en cuenta la audiencia potencial que genera su trama y estética. Hoy por hoy ¿quién quiere pensar cuando ve la televisión? Lo interesante era la apuesta de HBO, a pesar de eso: inversiones considerables para producciones serias, historias insondables, abstractas, artísticas, cómo se quiera decir. La televisión, bajo esta perspectiva, sería el receptáculo de relatos rara vez vistos en el mundo audiovisual. ¿Cómo sería traducir una novela a lo Victor Hugo, un relato a lo Guimaraes en lenguaje audiovisual con toda su densidad, su poesía, sin caer en abstracciones (como lo hace una película)? ¿Cómo se puede extender todo un universo que contemple hasta los más mínimos detalles del día a día y no de un sólo personaje sino de varios y que a la vez se pregunte lo que toda epopeya se pregunta, es decir, cuál el destino del Hombre? Además ¿quién quiere chuparse un relato de ese calibre por televisión? Algunos sí, pero no muchos. En todo caso, no los suficientes como para recuperar a corto plazo la gran inversión (como las Crónicas de Narnia en la pantalla grande o CSI en la chica). Pero para esos pocos estaba HBO, una especie de mecenas de producciones para que los cinéfilos se regocijen hasta la saciedad y a través de esa caja ridícula que, por lo general, hipnotiza a las masas con estupideces de calibre olímpico. Estaba, dije. Estaba. Pero HBO también me ha confirmado que la libertad creativa que tiene el cine independiente jamás existirá en televisión y que cuando aparece algo genial, algo brillante en televisión, su destino es la desaparición; simplemente porque no satisface a las masas embrutecidas por Paris Hilton y la pornografía políticamente correcta de MTV. Parafraseando al héroe Ben Hawkins, quien se encarga de emitir las líneas del epígrafe, se podría decir que en televisión todo es posible hasta que deja de serlo.

¿Qué plantea Carnivale? ¿Qué es tan ominoso y denso en la trama que haya hecho que no alcance a las masas y deba de ser objeto de un aborto? Es tiempo de dedicarnos brevemente al universo mismo que plantea la serie en cuestión. En primer lugar, y eso es lo maravilloso, Carnivale trata, ante todo, de magia y poderes metafísicos. ¿Pero qué tema hay más en boga en los espíritus de las audiencias de nuestros tiempos que la magia? Desde el complejo infantil inyectado por Disney, las travesías de Harry Potter, las curvilíneas adolescentes de Charmed, Gandalf el Blanco, hasta las propagandas de Coca Cola, celulares, detergentes y bancos; nuestro público posmoderno es un goloso consumidor de “magia” en la pantalla grande como chica; niños y grandes se deleitan con aquel mundo de ensueño donde todo es posible. Sin embargo, justamente me pregunto, de qué magia estamos hablando. En Carnivale el sentido que se le da a la magia no viene de ese trasnochado paternalismo folclórico que nos propone Aladino, Blanca Nieves o Harry Potter; de esa visión nostálgica de la ultra-modernidad respecto a un universo del cual no sé sabe absolutamente nada excepto que estaba “encantando”: ¡Mierda comercial! La magia que se expone en Carnivale es la que respeta su sentido arcaico, original: un intersticio peligroso entre materia y espíritu, combinaciones misteriosas para abrir compuertas entre el sueño y la vigilia, conocimientos ominosos para influenciar a aquellos que moran el más allá: fuerzas, poderes que no son aptos para todos, círculos iniciáticos, símbolos encarnados, peligros, peligros y más peligros. Probablemente he ahí la razón por la que la magia presentada en esta serie no fuera del agrado de los atontados consumidores estándar de televisión.



Personajes de funambulesca extravagancia se interrelacionan en el desierto más árido del alma americana: el enano Samson (intepretado por el genial Michael J. Anderson de Twin Peaks y Mulholland Dr.), hombre confiable y con los pies en la tierra, dirige a los carnies, siguiendo fielmente las órdenes de una “Gerencia” un tanto reservada; Ben Hawkins, un ex – presidiario que se queda en la miseria absoluta como muchos en su país, pero que, como pocos, tiene un gigantesco poder espritual. Lodz, un clarividente ciego con intenciones tan turbias como la humareda de opio que invade sus pensamientos para ayudarlo a tener visiones; Sofie, la lectora del Tarot y su madre, telépata en estado vegetativo, Apolonia (capaz de asustar hasta a los incondicionales de Lynch); Jonesy, el hombre de confianza de Samson y director técnico de la feria; Rita Sue y Stumpy, la prostituta y su marido que viven las angustias y pasiones más humanas. Además, a parte de todo eso, se pinta una historia paralela y quizás la más ominosa de todas: el hermano Justin, un religioso visionario que debe sufrir una transformación dolorosa hasta darse cuenta de quién es realmente. Justin está siempre acompañado por su diabólica hermana Iris.

Al final de la segunda temporada, semejante relato, donde la lucha entre el Bien y el Mal se encarna en el pintoresco y aterrorizante cosmos circense, se ve propulsado hacia un vector narrativo riquísimo en posibilidades y llena al espectador de ansias por saber más: los orígenes y los derroteros de la epopeya que se juega en Norteamérica y no en vano. Sabemos, por imágenes oníricas y recuerdos afiebrados, que el destino del mundo, a través de las dos guerras mundiales, está relacionado con estos personajes que ignoran la magnitud de su misión… Nosotros también la ignoraremos, por siempre y por culpa de HBO. ¡Qué falta de seriedad y compromiso! Así que termino con una recomendación: si alguna vez los engancha una serie de HBO y es muy, muy buena, tengan cuidado que lo más probable es que los deje colgados. Creo que a los freaks sólo nos satisfacen en el cine, en la oscuridad absoluta de la sala, sin publicidad y en las sesiones de medianoche.


11 comentarios:

Alvaro G. Loayza dijo...

Es absolutamente cierto lo que dices sobre la infiel actitud de HBO hacía sus fans, pero pese a todo, prefiero que me dejen colgado a nunca haber conocido o merodeado las hediondas calles de Deadwood y al perverso y maravilloso Al Swerengean.
Carnivale, es como tu lo pintas un antro de confluencias metafísicas donde en cada corazón hay pesares demasiado grandes como para no huir con ellos.
Saludos!!!

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu completo post sobre la serie. ¡Es una putada que se acabara!

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

Loayza: Quizás el problema de Carnivale es la ausencia de sentido del humor. Sin embargo hay que darse cuenta que ese aspecto, el humor, en el dustbowl en aquella época era el más escaso de los oros...

Profesor: Primero permitame felicitarle por su excepcional desempeño en Futurama, en segundo lugar agradecerle por el comentario y en tercer lugar unirme a su disgusto debido al aborto de Carnivale.

Seguimos en contacto

javistone dijo...

Carnivale es más grande que la vida, yo la terminé de ver hace un par de años y la sigo teniendo muy presente, Brother Justin es uno de los mayores y mas retorcidos cabronazos que ha dado la televisión.
Saludos.

PD: Y también escribí un artículo sobre carnivale hace tiempo, tu pareces haber tenido mas aceptación. ;-)

Anónimo dijo...

He llegado aquí por casualidad, buscando artículos sobre Carnivàle, y he de decir que estoy completamente de acuerdo en todo lo que has dicho. Además leí en algunos sitios antes de terminar de ver la serie, que cerraban la mayoría de líneas argumentales, cómo??? el final de la serie creo que abre muchísimas, no ????

Tere dijo...

Totalmente de acuerdo con el artículo. La serie me fascinó como ninguna antes, incluida Twin Peaks, a la que suelen referirse la hora de introducir Carnivale.

Una putada que la HBO decidiera cancelarla. Más aun cuando al final de la segunda temporada se descubre por que derroteros quería llevarnos en realidad el creador de la serie. Creo haber leido que Carnival se planeó originalmente para 6 temporadas, al menos podían haber hecho una tercera resumiendo. Porque sinceramente, es un pecado lo que han cometido abortando Carnivale de esta manera. En definitiva, una lástima que algo que pudiera ser una obra maestra de la televisión moderna acabe de una manera tan vergonzosa.

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

¿Más que Twin Peaks? En todo caso es indudable que es buenísima. ¿Qué haremos para saber qué pasa con Justin y su hija? ¿Hawkins y Samson?... Bah, a mi también me da bronca.

Saludos Tere

Anónimo dijo...

Excelentes tus comentarios y puntos de vistas. En verdad me pliego totalmente a ellos. Lamentablemente no es la primera vez que una cadena de televisión me deja colgado a la expectativa de saber si en algún momento se les ocurrirá volver a poner la serie en el aire.
Saludos

Gustavo

Pd: buenísima la analogía de los abogados y sex and the city :)

Anónimo dijo...

Realmente es una de las pocas series que dejan a un lado su sentido comercial, para ofrecer al espectador planteamientos bastante profundos dentro de una simpleza aparente que envuelve. ¿EXiste el bien y el mal como polos opuestos, ò coexisten en equilibrio?
De verdad que es lamentable, que una producciòn tan impecable, que replantea conceptos filosòficos existenciales, y teològicos nos deje expectativas sin respuestas...
Creo que HBO nos debe una explicaciòn.

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

Amén amigo anónimo. Sigue pasando por el lar y si te animas, por "El burócrata o la salteña".

Anónimo dijo...

uuu q mala onda q se haga colgDO LA SERIE HBO UNA MIERD WEE
Q PASA CON EL HERMANO JOSTIN