martes, febrero 13, 2007

El lar de los disconformes ...

El lar de los disconformes… Y ¿qué lugar no es ese? En fin, que cuando a uno le ofrecen escribir desde un sitio llamado tal y además le sugieren que podría dar rienda suelta a su incomprendida simpatía por La Paz, de nuevo he de sonreírme para mis adentros pues ya estamos a vueltas, una vez mas, con las recurrentes paradojas.

En el lar de los disconformes uno puede hablar de casi todo, incluso con la pretensión de no decir demasiado. Quién lo diría… Se podría esperar encontrar con toda suerte panfletaria de vocingleros en actitud quejumbrosa, pero apenas si se puede encontrar un jodido taco. Y claro, por mero efecto pendular, viendo que la primera expectativa se frustra el lector, en actitud de espera nuevamente, pensaría que los textos a encontrar son los de unos cuantos iluminados dispuestos a transformar el mundo según las tesis de un edulcorado Tony Blair: El temible cambio tranquilo, la entropía silenciosa… Mierda de posmodernos que ni quejarse saben. Pero no, aquí nada se propone, tan sólo se habla un tanto de fútbol, o se esbozan visiones sobre el arte, o se proponen nuevas exégesis de cristo. Tal vez haya una clara vocación de hermeneutas en todos nosotros o simplemente hablamos por no callar.

Qué tiene que ver esto con mis simpatías con La Paz: todo y nada como aqueste lar. La Paz es el botxo* más grande donde se asienta una ciudad. A diferencia de los bilbaínos, los paceños no presumen de ello, pero presumir más que un bilbaíno es harto difícil, ya se sabe, así que para qué intentarlo… Aunque dudo mucho, para estupor de los del botxo vasco, que los paceños se preocupen de tales cosas. De hecho las preocupaciones de los paceños podrían ser cualesquiera que se les ocurriesen, pero parecen estar a otra cosa. Aunque nunca se sabe…Abundando en esta peculiaridad geográfica, si Roma se asienta en siete colinas, el botxo paceño comienza a unos cuatro mil cien metros y parece finalizar a los tres mil quinientos aproximadamente. El día que los insectos sean los únicos que moren este puñetero planeta, aquí estará la residencia de la hormiga león. Y así parece que se ha ido construyendo esta ciudad, con todo aquello que tenia a bien asomarse y caer por el precipicio. Que nadie se equivoque, La Paz no es ningún estercolero, sólo que el orden responde a la casuística de la fuerza gravitatoria. La geometría y los planes urbanísticos no pueden sino ser una boutade de la física moderna. Aquí todo se desparrama por el lógico cauce de la caída. Todo es un eterno e inútil trepar de aquellos que parecen querer resistirse, o un languidecer de quienes saben que una lucha cotidiana contra la primera ley de Newton no tiene demasiado sentido. Y mientras la hormiga león no venga a campar por sus respetos, todos tranquilos. Vaya lar de los disconformes… Pero qué no decir de Roma o de Paris… Por cierto, ¿alguien sabe para qué sirvió el mayo del 68? Ni para masturbarse sin complejo de culpa.

En fin, que La Paz, no solo es un recurso geográfico para quien busca un poco de la misma. Es también ese sitio donde la noche muestra un espectáculo casi neolítico, con todos los perímetros del botxo iluminados, cuevas en que las hogueras alumbran el descanso o la borrachera de sus moradores, que bien merecidas tienen ambas alternativas. Porque beber para un paceño es apuesta sobrevenida. Nada de rito sacramental ni hostias en vinagre. El paceño bebe porque sí. Y si acaso, se debería fundamentar en la lógica fisiológica que dice a pulmones grandes, el hígado habrá de ser enorme. ¿Por qué si no? Y si no, al carajo con la proporcionalidad de las medidas renacentistas del ilustre Leonardo y desde hoy yo reivindico como canon de belleza a Chewacka y a Frida Khalo.

Otra peculiaridad de La Paz es que, desde Europa, siempre se llega dando un rodeo. Para los amantes del deambular a ninguna parte, para los que detestan el destino, La Paz es una especie de Atlántida, de Parnaso, de Olimpo. Aunque hay quien dice que no es sino el Hades… Y en cierto modo es así, un Purgatorio en el que el soroche, a la que corres un poco, te hace toser y esputar hasta quedarte sin fluidos. Salvo que seas de los alrededores de Bilbao, claro… A La Paz no se llega, se arrumba. A La Paz no ha de hacérsele propaganda no sea que toda suerte de friquis domingueros decidan que esta de moda. Flaco favor le haría yo si contara porque me vengo aquí a cada tanto. No, no diré lo que es La Paz para mí… La Paz es para mí, y para los paceños

Iñaki Arbeloa

* N. del E.: agujero en euskera.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado esa frase "A la Paz desde Europa siempre se llega dando un rodeo" Contiene tantas lecturas con sólo una línea!

Un saludo!

(Y yo también espero quedarme en ese lar)