viernes, febrero 19, 2010

"Anatomy of a murder" y "Ascensor para el cadalso": jazz, créditos y momentos mágicos del cine

Cuando en 1994 se lanzó la película “Pulp Fiction”, ésta incluía una poderosísima secuencia de créditos basada en las canciones “Misirlou” de Dick Dale & His Deltones y “Jungle Boogie” de Kool & The Gang; sabíamos a raíz de dicho inicio que algo grande, algo de suma importancia estaba por empezar. Finalizados los casi 150 minutos de metraje, los que llevados por las acreditaciones intuimos una película imponente, no nos habíamos equivocado, estábamos frente a uno de los mayores logros fílmicos de la década y luego sabríamos que la intención del director era, como no, la de otorgar mediante los créditos todo un ambiente grandilocuentemente pop de que se avecinaba un película tan pretenciosa como poderosa a partes iguales.


Muchas décadas antes, a fines de los cincuentas, el magistral artista gráfico Saul Bass, dejaba a las audiencias, una vez más, boquiabiertas con la gran secuencia de créditos de “Anatomy of a murder” (Anatomía de un asesinato) del director Otto Preminger, a la que se acompañaba, sumaba y hacía a dicha introducción al filme doblemente maravillosa, la inefable música de Duke Ellington. Bass y Ellington nos entregaban una suerte de prolegómeno a algo que tenía muy grandes aspiraciones, a algo que parecía excepcional, ya que su principio definitivamente lo era.

“Anatomy of a murder” cuenta con la amanerada y diestra interpretación de James Stewart en el rol principal como el abogado Paul Bigler. El actor se encontraba en estado de gracia, ya que venía de interpretar “Rear Window” (La ventana indiscreta, 1954) y “Vertigo” (1958) de Alfred Hitchcock, y protagonizaría en breve “The man that shot Liberty Valance” (El hombre que mató a Liberty Valance, 1962) de John Ford, mostrándose en lo que sería el pico de su carrera actoral participando en películas indelebles dentro de la historia del cine. “Anatomy of a murder” es una película en dos partes o episodios bien marcados, el primero gira en torno a la contratación de abogado defensor y las pesquisas del mismo sobre los motivos de un asesinato pasional por parte de un teniente del ejército después de que su esposa fuese dudosamente violada. Todo este episodio tiene un aura que evoca al film noir o cine negro, con la bella actriz Lee Remick interpretando el papel de la ultrajada esposa del acusado ejerciendo esa peligrosísima atracción de femme fatale. La segunda parte o episodio será todo el procedimiento judicial que si bien es la parte central del filme, no goza de la atracción y dinámica primera parte, debido también a la ausencia casi total de las notas de Duke Ellington que dotan de intriga y seducción a los primeros compases de la película.


Tan importante es la banda sonora en “Anatomy of a murder” que nos evoca directamente a una película francesa estrenada un año antes, “Ascensor para el cadalso” (Ascenseur pour l´echafaud, 1958), monumental debut del realizador Louis Malle (a mi parecer una de las mejores opera prima del séptimo arte) que narra un asesinato planificado a la perfección por una pareja adúltera (con la estelar actuación de Jeanne Moreau), en el que por un somero error todo se complica creando una sucesión de acontecimientos tensos, confusos, equívocos y fatales. Para muchos estudiosos, “Ascensor para el cadalso” es la piedra fundadora de la Nouvelle Vague, ya que goza de una frescura completamente renovadora y contiene un acercamiento cinematográfico a Paris mostrando un talante que luego glorificarían Godard, Truffaut y otros. Pero el paralelismo evocador que existe entre la cinta francesa y “Anatomy of a murder” es el exquisito jazz de la banda sonora; la música en la película de Malle está compuesta e interpretada por un inspiradísimo Miles Davis quien con cuatro intérpretes franceses grabó la totalidad de la misma en una sola sesión que transcurrió desde las 11 de la noche a las 5 de la mañana. La trompeta de Miles Davis acompasa la película en su integridad, y al igual que la sesión del brillante jazzero, el filme transcurre en una afiebrada noche y madrugada parisina.


Los ritmos jazzeros de Miles Davis y Duke Ellington son mágicos e inspiradores y cargan cuando les toca sonar con fluida sutileza el peso de ambos filmes. El resultado de “Ascensor para el cadalso” es más exitoso y redondo, Miles no abandona nunca el trasfondo y acompañamiento, así que la atmósfera parisina y la realización de Malle tienen a su ángel guardián en todo momento. Lamentablemente en “Anatomy of a murder” a Duke le es vetado el ingreso a la corte, y eso menoscaba el brillo final de la obra de Preminger, lo cual no le quita a todas las secuencias del juicio una importancia e influencia relevante en lo que serán los posteriores dramas judiciales, que hasta hoy en el cine y en la TV nos inundan con diverso tipo de éxito e ingenio.

El cine goza de momentos mágicos, el cine y el jazz han conjugado momentos mágicos -Malle, Miles, Duke y Bass hacen que estos ocurran-, y estos momentos pueden durar toda una película, ese es el caso de “Ascensor para el cadalso” o “Pulp fiction”, o su duración se puede limitar a una secuencia de créditos y a algunas escenas más, como es el caso de “Anatomy of a murder”, cuyo conjunto nos deja indudablemente una buena y recomendable película, pero que no culminó con esa maravillosa brillantez que auguró en los breves instantes de sus acreditaciones.

2 comentarios:

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

Es verdad que la idea de elaborar créditos singulares es sumamente moderna en la historia del cine y los intentos anteriores a los que aparecieron desde la nouvelle vague son escasos, sin embargo, es menester destacarlos: Night of the Iguana de Huston tiene una secuencia de créditos sumamente singular y estéticamente innovadora.
En cuanto al matrimonio entre el cine y el jazz no hay que olvidar el famoso dúo Howard Shore - Ornette Coleman en la obra magna Naked Lunch de Cronenberg o el endiablado solo de Fred Madisson en Lost Highway (la peli en sí es un homenaje a todos los géneros musicales).

Alvaro G. Loayza dijo...

Oneiros, Bass es un maestro de los créditos, muchas películas de Hitchcock tuvieron su genial mano, como ser Psycho o North by Northwest. En cuanto al Jazz tus menciones son muy elogiables, sobre todo en respecto a Naked Lunch. Saludos.