lunes, mayo 25, 2009

Los diez goles que más grité en mi vida



Para el Oso, por el llanto en la Curva.

“En efecto, la memoria es una realidad plural, dinámica, proteiforme. Más que una realidad dada, fijada, se trata de un magma, de un proceso. Es cierto que no se la puede considerar como una placa que registra –de forma neutra, notarial, desde lo externo- nuestras experiencias. Es reactiva, huye al control plenamente lógico. Es enigmática, en ocasiones puntualiza en la reconstrucción de los particulares hasta la crueldad, a veces de repente bloqueada, apagada, pérdida en un vacío turbio”.
Franco Ferrarotti, Las historias de vida como método.

10) Deportivo La Coruña 4 – Milán 0. Cuartos de final de la Champions League. 2004. Albert Luque: El partido de ida parecía una sentencia concluyente. El Milán había ganado 4 a 1 en su cancha al Deportivo la Coruña y los cuartos de final parecían estar definidos. Pero, ya se sabe, con ese Superdepor nada estaba nunca definido. El partido de vuelta se jugaba en Riazor y la muchedumbre que colmaba las gradas creía en la gesta heroica. A los cinco minutos, el “Rifle” Pandiani anota el primer gol para el Depor y la eliminatoria parece cada vez más cerca. Pasada la media hora del primer tiempo, Valerón empalma un genial frentazo que deja al equipo español a un gol de la gloria. Todavía hay tiempo, lo más difícil parece haberse realizado, sin embargo el Depor no recula, sigue empujando en busca del gol de la clasificación. Sale la defensa italiana con la pelota, Albert Luque roba el balón, enfrenta al arquero Dida, y clava la pelota al fondo de las mallas. 3 a 0. El Deportivo La Coruña ha realizado la hazaña. En el segundo tiempo, Fran decoraría el resultado y sellaría la enorme victoria del Superdepor por 4 a 0.

9) Vélez Sarsfield – Milán. Copa Intercontinental. 1994. Omar “El Turco” Asad: Madrugada. Algo había en ese Vélez que me seducía terriblemente. Será que desde niño siempre odié a River y a Boca, y por eso ese equipo pequeño triunfando en Argentina me emocionaba constantemente. Ganar en Argentina ya había sido un gran logro, conseguir la Copa Libertadores ya tenía tintes de hazaña, pero jugar contra el gigante italiano parecía una empresa imposible. Me levanté temprano (yo que toda la vida lo que mas he odiado es levantarme temprano), me senté frente al televisor esperando el milagro. El pícaro “Turco” Asad se adelanta a un paso defensivo hacia el arquero, corta el envío y, desde un ángulo imposible, mete al pelota en el arco. Se acabó, Vélez es campeón, Chilavert, Trotta, Asad, Flores, levantan la Copa Intercontinental. Desde Liniers, un grupo humilde levanta el trofeo delante de todo el mundo.

8) Bolívar 2 – The Strongest 2. 2008. Liga del Fútbol Boliviano. Pablo Salinas: Estamos dentro. Por primera vez, nuestra relación con el fútbol excede la pasión enorme del hincha. Con todo lo que eso implica (“nunca volverás a ser el mismo” me dijo un día el Gabo y tenía toda la razón del mundo). Sentados en “Butaca” (nunca antes había ido a ver el fútbol desde una butaca, lugar frío y separado), con los amigos del alma, sufrimos los dos goles que anota el tigre en el primer tiempo. Intentamos reaccionar pero la suerte parece estar echada, no encontramos ni el gol, ni la pelota. El tiempo pasa velozmente. Ya son cuarenta minutos del segundo tiempo y seguimos perdiendo por dos goles. A los cuarenta y uno, el rugido de la multitud festeja un penal para el Bolívar. Arnulfo Valentierra, mediocampista marcado por la calidad y el amor por la pelota, convierte el gol del descuento. Pero casi no queda tiempo. Dos minutos después, desde la derecha parte un centro caprichoso que se dirige hacia Pablo Salinas, quien se lanza y logra desviar el envío hacia las redes. Empatamos en dos minutos. El primer mosh en la historia de Butaca.

7) Deportivo La Coruña – Real Madrid. Final de la Copa del Rey. 2002. Diego Tristán: Festín para el poderoso. Centenario del Real Madrid, final de la Copa del Rey en pleno Santiago Bernabeu. Día para festejar, para mantener la hegemonía, para extender el imperio. La mesa está servida. El heroico Deportivo La Coruña (ese mágico Superdepor, marcado por la tenacidad de Mauro Silva, por la claridad de Valerón y por el olfato de Diego Tristán) destruye la celebración. Le gana 2 a 1 al Madrid, en su propio estadio y el día de su legendario festejo. Tristán, después de un pase de Valerón, la manda a guardar y el Deportivo le gana al Madrid. Algunas veces se cumple la absoluta sentencia del Quijote: “La fortuna siempre está del lado de los buenos”.


6) Liverpool – Milán. Final de la Champions League. 2005. Xavi Alonso: Sólo, echado en la cama de mi cuarto, veía con estupor como finalizaba el primer tiempo de la final de la Champions del 2005, el Milán ganaba holgadamente 3 a 0 al Liverpool inglés. Yo, que siempre voy en contra de los italianos y que iba formando esa época una simpatía por el Liverpool que a veces se ha convertido en fanatismo, puteaba en voz baja contra los milaneses. Me había escapado del trabajo en vano (el funcionariado no da espacio para el fútbol) y creía que la final estaba sellada. Se inicia el segundo tiempo y en diez minutos el Liverpool se pone 2 a 3. Pocas veces he sentido esa emoción de nuevo. Sentado al borde de la cama, observé el penal que le cometieron a Gerard. Xavi Alonso se aprestó a patearlo. Yo, un nudo de tensión y emoción buscando catarsis, me quedé mudo cuando Dida atajó el penal, para saltar después cuando Alonso recogió el rebote y la mandó al fondo de las mallas. 3 a 3, imposible, irreal. “You never walk alone”.

5) Colombia – Alemania. Copa Mundial en Italia. 1990. Freddy Rincón: Cochabamba. Habré tenido diez años. El Mundial era, con diferencia, el mejor momento de la vida. Aún sigue siendo así, aunque la intensidad no es la misma. En vacaciones, hospedado con la familia en la casa de un tío con el que nunca hablaba. Sin embargo, todos los días nos sentábamos juntos a ver el fútbol. Colombia me encantaba: el “pibe” Valderrama con su peinado estrafalario y esa capacidad para mostrar que la inteligencia es más útil que la velocidad y la fuerza física, el excéntrico Higuita que extendía su área de influencia de manera dramática, Higuarán y Estrada, delanteros veloces, fibrosos, filosos. Esa Colombia se enfrenta en el escenario mundial contra la poderosa Alemania. Necesitan del empate para pasar de ronda y dominan el partido frente al gigante. Sin embargo, inmerecidamente, Alemania se pone al frente con un gol de Littbarsky faltando solamente dos minutos para que acabe el partido. El gol es un golpe demasiado duro para los colombianos, parece que la suerte está echada, ya no hay tiempo. De pronto, Leonel Alvaréz corta la pelota, el balón le llega apenas a Valderrama, la controla y logra realizar una hermosa pared para después meter un envenenado envío que deja a Freddy Rincón sólo frente al arquero. Él lo encara y mete la pelota entre sus piernas. Rosquito perfecto, guiño a la niñez y a la infancia, que manda a los colombianos a la segunda ronda del Mundial.


4) Bolivia – Brasil. Final de la Copa América. 1997. Erwin Sánchez: La última herencia de esa alquimia del 93. Los últimos estertores de esa generación dorada y ese proyecto increíble. Jugamos la Copa América en nuestra casa y nos enfrentamos en la final a Brasil. El ambiente está condimentado por los fantasmas de Ugarte, Camacho y tantos otros. Brasil ha venido con todas sus estrellas. Sin embargo, nosotros somos los protagonistas del partido, en el Siles, el equipo boliviano es dueño y señor de la pelota. Sin embargo, no podemos meterla al arco. En un aislado ataque los brasileros se ponen 1 a 0. Las ansias se apoderan del estadio. Seguimos yendo, buscando vehementemente el gol del empate. Le queda la pelota a Sánchez, Le pega desde lejos, tiro rastrero y caprichoso que vence la resistencia, de nuevo, de Taffarel. 1 a 1. Todavía hay esperanza.

3) Bolívar – Boca Juniors. Copa Libertadores de América. 1991. Miguel Sanabria: Desde que tengo memoria, los lunes en la mañana saben al fin del mundo. Saben a tristeza, dolor, fatiga. Menos los lunes de Copa Libertadores, cuando el Bolívar juega a media semana. Desde el lunes se inician, más bien, los hermosos momentos de espera para el partido soñado. Vamos siempre a Preferencia con mi tío. Miércoles en la noche, sentados en nuestro lugar de siempre comemos sándwiches traídos desde casa, comentando sobre Boca Juniors y hablando de un delantero paraguayo recién llegado que dicen que es buenísimo, Miguel Sanabria. El Bolívar de los años noventa es una escuadra temible. Un equipo de primer nivel que puede pelearle a cualquiera en Sudamérica, más aún en el Siles. Pero Boca, es siempre Boca. Nuestro equipo hace una hermosa jugada coordinada, Sanabria se enfrenta al arquero y clava un zapatazo, puñal paraguayo, en la parte superior del arco. Fiesta total, Boca ha caído en el inexpugnable estadio de La Paz.


2) Bolivia – Brasil. Eliminatorias para la Copa Mundial en Estados Unidos. 1993. Marco Etcheverry: Algo especial, distinto, tenía esta Selección Nacional. Los partidos en la Copa América del 93, poco tiempo antes de las Eliminatorias, ya mostraban las características profundas de su juego: el orden defensivo y la creatividad en el ataque, sazonadas estas posturas colectivas con jugadores individuales en un nivel altísimo: Rimba, Cristaldo, Melgar, Etcheverry, Sánchez, Ramallo. La victoria (7 a 1) contra Venezuela en su cancha permitía soñar, pero nadie podía intuir lo que vendría más adelante. Yo estaba en preferencia, habré tenido 13 años. Lo primero que me impresionó fue el canto del himno nacional (creo que nunca lo he vuelto a escuchar así, con tanta emoción y vehemencia). Partido durísimo, contra el invicto de siempre: Brasil. No hay forma de anotar el gol hasta que, faltando poco para el final del partido, nos cobran un penal a favor. Gritos, abrazos, tensiones. Erwin “Platini” Sánchez (posiblemente le mejor jugador de la cancha) le pega al balón. Su remate rebota contra las piernas de Taffarel y un agónico silencio se apodera del estadio. Me senté en la gradería, la cabeza entre mis brazos, impotente, destruido. Sabía que el destino ineludible era el 0 a 0. El unívoco destino que se apodera siempre de estas tierras. De pronto, escucho un murmullo y me levanto. Etcheverry va forcejeando por la banda, es una jugada sin peligro pero ahora cualquier esperanza es útil, lanza un centro intrascendente y la pelota se cuela, mansita, por las piernas de Taffarel y entra al arco. Un rugido no-humano, animal, metafísico, antinatural, intenta canalizar la emoción. Entre el griterío histérico, se logra distinguir “GOL”.



1) Bolívar – Liga Deportiva Universitaria. Semifinales de la Copa Sudamericana. 2004. Ronald García: Curva Norte, 5 horas sentados en el estadio antes de que empiece el partido, jugando cacho esperamos, compleja vigilia, el partido que puede poner al Bolívar en la final de la Copa Sudamericana. Los ecuatorianos son duros, entran a jugar de igual a igual, nada de tirarse al pedo y colgarse de un arco. Nos ponemos arriba 1 a 0, pero ellos siguen atacando y complicando el partido. Están a punto de empatar a cada instante, desde lejos (la Curva Norte es un espacio inmenso hasta el arco de la Curva Sur) vemos como la pelota ronda por el área sin entrar a nuestro arco. De pronto, la pelota le queda al “Nacho” García, levanta la cabeza y clava un zapatazo al ángulo del arco (ese arco que está ahí cerquita). Ni siquiera lo vemos venir a festejar con nosotros: gritos, caídas, gradas, abrazos se funden en un movimiento que me hace terminar en el suelo, acompañado por los amigos de siempre. Después, el sufrimiento: el descuento y la posibilidad cada vez más latente del empate. Sin embargo, al fin llega el pitazo final. El resto son lágrimas.

martes, mayo 19, 2009

Top 5: Ciencia ficción



No soy un fanático de los géneros, como verán, las películas elegidas se sirven de los tipos o elementos estructurales de la ciencia ficción para ahondar en temas que vienen inquietando a la especie desde siempre: el conocimiento de ciencias capaces de atravesar fronteras espacio-temporales infranqueables hoy por hoy, la capacidad de mutar el cuerpo humano, de unir al hombre con la máquina o de sondear la inmensidad del cosmos, en las obras aquí listadas son símbolos que sirven de mediadores hacia conceptos fundamentales respecto a nuestro paso por el mundo. La mayoría de estos filmes son y no son de ciencia ficción y, más bien, forman parte de imaginarios obsesivos de autores obsesivos que trasladaron esa búsqueda al terreno de la ciencia ficción. Espero compartan mis gustos y sino, comenten por qué no. Como siempre, no hay un orden específico.

1) eXistenZ: Normalmente en todos mis top 5 tienen que haber una de Cronenberg y una de Lynch (lastimosamente Dune, a mi juicio, se tiene que ir a desquite). eXistenZ es, como toda peli de este director, mejor a cada vez que se la ve (la sexta es mejor que la quinta, y la séptima que la sexta, etc.). Lo interesante fue que cuando vi este filme por primera vez, no me interesaba en absoluto el cine de autor o la visión de Cronenberg; la vi porque había leído una reseña en un segmento de ciencia ficción dentro de una revista de cultura underground. La película me encantó y no supe decir por qué. Era ese ambiente de noche intimista, en medio de no sé que penumbras de maravilloso colorido. La vi en una ciudad que parecía creada por Allegra Geller (Lovaina-la-Nueva en el reino de Bélgica) en un juego muy anterior a eXistenZ y mucho más imperfecto. Sin embargo, volver caminando a mi casa en la tibia noche pre-veraniega me hizo dudar de la realidad de la realidad (a muchos les ocurre en Lovaina sin necesidad de insertarse un cordón orgánico en un bio-puerto): ¿No será ésta solamente convención? Hoy por hoy me parece que es LA película sobre realidad virtual, es la fórmula cronenbergiana maravillosamente adaptada al mundo de los (video)juegos y de sus infinitas posibilidades (infinitamente peligrosas). En el juego (cualquiera que sea) es el tema de la identidad el que está en juego. Bienvenidos a esta obra maestra más cronenbergiana (un género en sí) que de ciencia ficción. Una pateadura en el culo a Mamatrix en inteligencia, estética y economía temporal.



2) Brazil: Nuevamente, es difícil decir si esta película corresponde cien por cien al género de ciencia ficción, pero si hubiera un género “película filosófica”, “existencialista” o – directamente – cine kafkiano, serían etiquetas que se acomodarían mejor a las peripecias narrativas y estéticas de Brazil de Terry Gilliam. ¿Qué se puede decir de semejante monstruo de película? Gilliam es, por excelencia, el cineasta de la alienación; creador insaciable de universos mareados y vertiginosos. En Brazil asienta ante los ojos del mundo su vocación de buscar los límites entre la realidad y la imaginación, los límites entre el sueño y la pesadilla, la sociedad y el individuo, la lucidez y la locura.


3) 2001: Space Oddissey: El universo es un lugar frío y peligroso, como los confines de la mente humana. Una auténtica película ontológica, sobre el origen del ser, del instrumento y del instrumento como elemento primero de alienación del ser humano en el mismo ser humano (olvídate del universo, a partir de aquí, el universo eres tú y viceversa).

4) Blade Runner: Seguimos en esa vena existencialista. Qué es lo que nos hace ser lo que somos. Blade Runner es una colosal paliza a la ridícula A.I. del zopenco de Spielberg. En un momento de lucidez irreproducible en su carrera, Scott nos regala este poema futurista donde se plantea el asunto de la identidad como una sumatoria de recuerdos, nada más: de ahí su artificialidad y su vulnerabilidad.

5) Star Wars V: The empire strikes back: Me permito agregar esta oscura epopeya intergaláctica a sabiendas de que, por fin, se hizo justicia y fueron encarcelados George Lucas y a su nefasto compinche Steven Spielberg tras haber sido encontrados in fraganti enculando a un storm trooper, teniendo en putrefacción el cadáver de Yoda (sexualmente vulnerado), además de haber enniñado numerosas veces al bueno de Indiana Jones (para más referencias ver “The chinese problem”, Southpark, temporada 12). Antaño, cuando el violador interestelar – buscado en más de doce sistemas – era hombre de bien y de buenas intenciones narrativas, se parió The Empire Strikes Back. Reconozco que he sido fan de la (primera) trilogía – no tanto como esos que numerosas veces se pasaron horas ante un objeto inanimado tratando de darle movimiento a través una extraña entidad llamada fuerza –, reconozco emocionarme y haberme emocionado ante esa encrucijada del imperio a los rebeldes, esa desolación en el helado sistema Hoth, ese oscuro momento en el que Luke se ve ante el espejo más monstruoso, esa declaración de amor antes de la semi-muerte llamada carbonización, en fin: es maravilloso cuando se gastan tantos millones para que ganen los malos y además esa música y esa fotografía galáctico-expresionista (de Peter Suschitzky). Con el tema freudiano a tope (la revelación del padre, la castración-mutilación, la caída, bla, bla, bla), este viaje es más ominoso de lo que creemos y moldeó, allá cuando éramos unos vástagos, unas imágenes bastante lóbregas en nuestro inconsciente. Todo bien con The Empire Strikes Back, todo muy bien.

miércoles, mayo 13, 2009

El éxodo como clave del fortalecimiento de selecciones nacionales y ligas locales

Nos presenta el fútbol de hoy dos hegemonías, la primera a nivel selecciones nos enseña una España espléndida, campeona de Europa como hace tiempo no se veía, dueña de los merecimientos indiscutibles, y otra que es Inglaterra a nivel ligas, ya que desde hace por lo menos un lustro el fútbol inglés posiciona a uno, dos o tres de sus equipos entre los semifinalistas de la Champions League, llegando al culmen el pasado mayo con un enfrentamiento final entre dos británicos. Estas hegemonías que hoy presentan en sus diferentes rubros España e Inglaterra son fluctuantes, otrora las mejores ligas del mundo fueron Italia para luego pasar a España para estar hoy en la isla; en lo que a selecciones respecta Alemania fue durante un gran tiempo dominador del viejo continente para luego ceder el sitial a Francia. Todo este discurrir, si nos sentamos a analizar nos permite encontrar algunas coincidencias, que si miramos con lupa no son tales, y esto refiere a un fenómeno que influye en ambos niveles: el éxodo.

El éxodo refiere a la “emigración de un pueblo o de una muchedumbre de personas”, permutando aquí personas por futbolistas y técnicos, y lo clave que es esta emigración e inmigración para el fortalecimiento de los fútboles nacionales tanto en sus ligas como en sus seleccionados. Es mejor dejar las abstracciones y pasar a ejemplificar como los diferentes éxodos en el mundo del fútbol han ido consolidando los éxitos y fracasos en los últimos veinte años de competencia internacional.

Vamos a empezar con Holanda y Alemania, equipos que a finales de los ochentas dominaban el panorama europeo, el primero campeón de Europa del ´88 y el segundo campeón del mundo del ´90. Holanda el ´88 vivió un año futbolístico mágico siendo campeón en selecciones y con un PSV Eindhoven campeón de clubes. La selección dirigida por Rinus Michels tuvo una campaña fabulosa en la mencionada Eurocopa, con jugadores extraordinarios como Rudd Gullit, Marco Van Basten, Frank Rijkaard y Ronald Koeman entre los más destacados; los tres primeros conformaban la columna vertical del AC Milan de Arrigo Sacchi que es recordado como una de las formaciones más memorables y triunfadoras de la historia del fútbol. Alemania que venía de ser subcampeón en dos mundiales consecutivos tuvo su premio el ´90 con una generación privilegiada de jugadores encabezada por Lothar Matthäus, Andreas Brehme, Jürgen Klinsmann, Thomas Hässler y Rudy Völler, todos ellos futbolistas que se pasearon con gran éxito por el fútbol italiano, siendo los tres primeros el eje de un poderosísimo Inter de Milán. El fútbol italiano luego albergaría otra cantidad de jugadores teutones llenos de talento como Andreas Möller, Jürgen Koller, Stefan Reuter, Matthias Sammer, Karl Heinz Riedle y otros, lo que sería la base para llevar a Alemania a los más alto en la Eurocopa del ´96 y de alcanzar la hazaña de convertir al Borussia Dortmund en campeón de la Champions un año después.

Holanda desde entonces ha continuado exportando hasta hoy una extensa cantidad de talento futbolístico, cabe recordar a Dennis Bergkamp, Marc Overmas, Patrick Kluivert, Philip Cocu, Frank de Boer, Edgar Davids, Edwin Van der Sar, Roy Maakay, Arjen Robben o Rudd Van Nielstelroy, por mencionar unos cuantos, lo cual puede explicar el alto y medianamente sostenido nivel competitivo del seleccionado de los Países Bajos desde su último título europeo y como sus jugadores han sido participes de grandes equipos por toda Europa logrando éxitos constantes con sus aportes como indispensables para los respectivos triunfos y técnicos de maestría aportando la esencia del fútbol holandés por todo el globo como Guus Hiddink, Louis Van Gaal, Dick Advocaat, Frank Rijkaard, etc. Por nombrar algunos equipos, el Barcelona y el Arsenal de la década pasada y el Real Madrid actual son ejemplos de equipos estructurados en base a jugadores holandeses.

Alemania, al contrario, después de la maravillosa época de los campeonatos y del último gran éxodo a Italia, con todas sus figuras en su fútbol local tuvo un último momento de brillo internacional con el Bayern Munich de finales de los ´90 y principios del ´00, cuando alcanzó la Champions League, donde aun permanecía la estela de la gran Alemania con Matthäus, Stefan Effenberg y Mario Basler siendo participes de dichas gestas. Desde entonces, pese a las apariciones de rigor en finales por parte de la selección, el fútbol alemán se encuentra en un ocaso con jugadores y equipos faltos de jerarquía, con un opaco Michael Ballack como símbolo de una generación del cual su emblema y su tosco e intermitente andar por la cancha lo dice todo. Uno de los poquísimos alemanes en el fútbol foráneo de primer nivel, Ballack es el epítome de un fútbol en decadencia siendo un mero engranaje funcional dentro de un Chelsea donde su influencia netamente positiva pasa desapercibida, además Alemania con su mejor y más poderoso representante Bayern de Munich sufrio una estrepitosa caída ante un Barcelona al que le bastó un tiempo en Camp Nou para someterlo, teniendo como atenuante que en el Bayern está la columna vertebral del seleccionado alemán además de contar con estrellas como Ribery, Luca Toni o Lucio para reforzar su onceno.

Francia, mientras tanto, paso la euforia de la era Platini a un descenso a los infiernos que la tuvo ajena a dos mundiales seguidos, pero ante la eventualidad de afrontar la localía en el ´98, otro fenómeno fue una de las claves de un nuevo surgimiento del fútbol galo: la ley Bosman. A pocos fútboles de selección a convenido tanto dicha norma de la Unión Europea (norma que permite a todos los europeos formar parte de equipos extranjeros del mismo continente sin ocupar plaza de foráneo) como a Francia, ya que ésta ha exportado más jugadores que ningún otro país, siendo estos de primer, segundo o tercer nivel además de seguir siendo el eterno puerto de llegada del fútbol de África. El gran éxodo de jugadores franceses debilitó notablemente a sus equipos locales que ya habían ganado la Champions en el caso del Marsella de Boli y Deschamps, y de haber coqueteado con la gloria con el fútbol más espectacular de su tiempo con el PSG de Ginola, Valdo y Weah. Pero al contrario la selección se fortaleció contando en los siguientes años con jugadores eje en grandes equipos internacionales, encabezados por el maestro Zidane, Deschamps y Trezeguet en la Juventus, Petit, Viera, Henry, Pires, Wiltord y Anelka en el Arsenal, Desailly en el Milán y luego en el Chelsea, Djorkaeff en el Inter, Thuram en el Parma y luego Juve, y así tantos otros que fueron los pilares para que Francia en el mundial del ´98 y la Euro del ´00 fuera campeón y gran dominador de Europa y el mundo.

El embajador por excelencia del fútbol francés es Arsene Wenger, técnico del Arsenal londinense, que como hemos visto, no se ha cansado de contar con jugadores de su país para armar una equipo bien llamado por Gustavo Cima “La Orquesta Sinfónica de Londres” por esa juego de respeto y amor por la pelota y su circulación que en sus tiempos mejores llegó a ser majestuoso. Wenger fue con su carácter, sabiduría y buen ojo el que dio sentido al éxodo francés, poniendo en el tapete de la liga inglesa una forma de jugar muy distinta a la acostumbrada antaño en la isla, donde delanteros sin gran potencia física, pero si futbolística, como Henry y Bergkamp podían hartarse de marcar golazos sábado tras sábado interrumpiendo de a ratos la insobornable hegemonía del Manchester Utd. y encandilar al continente con espléndidas actuaciones colectivas e individuales. Hoy Wenger con las bajas de Henry, Pires y Viera, ya no cuenta con referentes franceses que puedan ser los conductores de su proyecto futbolístico, aunque sí cuente con algunas promesas como Nasri, pero es en los hombros del muy joven, inteligente y talentosísimo Cesc Fabregas donde recae tal responsabilidad, y si las tentaciones se lo permiten y Wenger gasta el dinero en jugadores de personalidad que puedan acompañar en juego y responsabilidad al catalán, se puede venir otra época de gloria para el Arsenal. Lo que no deja de asombrar es que a los 21 años un jugador pueda ser el capitán, bandera y líder de uno de los mejores equipos de Europa.

Lo que Wenger ha sido para Francia, hoy, con una cosmovisión muy distinta a Arsene, es para el fútbol Español Rafa Benitez, gurú de un Liverpool que en base a encontrar una identidad futbolística está volviendo al primer plano del fútbol inglés el cual abandonó hace casi 20 años y ha vuelto ha ser esa bestia europea de mediados de los ´80s. Con jugadores ingleses como Gerrard y Carragher, Rafa se ha encargado de darle una envoltura con talento ibérico: el “Niño” Torres, Xabi Alonso, Reina, Riera y Arbeloa son los que brindan ese talante al Liverpool y a su selección. Rafa además se ha convertido en el paradigma del técnico españole exitoso que va a triunfar afuera como lo hicieron o lo hacen Juande Ramos, Vicente del Bosque (hoy repatriado a la selección) o Luis “el Sabio de Hortaleza” Aragonés.

Ese éxodo de cracks y técnicos que marcan tendencia, le han otorgado a la selección española de esa plusvalía que otrora le faltaba, la jerarquía en torneos internacionales. En el mundial de Francia ´98, España llegó con la candidatura a cuestas y talento no le faltaba, Raúl, Hierro, Guardiola, Kiko, Alfonso, Luis Enrique y Sergi Barjuán eran sus figuras y a ellos, a Clemente y a un ajado Zubizarreta les cayo la culpa del estrepitoso fracaso de quedarse en primera ronda. Diez años después Casillas levantaba la Eurocopa, con una España incrédula de su triunfo final, no así de sus convicciones futbolísticas, ya que no hubo quien discuta los méritos del campeón, ya no era “furia”, era un fútbol cerebral llevado por Xabi Hernández e Iniesta, con el liderazgo de Casillas y Puyol, los goles de Villa y Torres, la jerarquía de Senna, Fabregas y Sergio Ramos. Ya no había un ápice de ingenuidad en el plantel español, su derecho de piso lo habían pagado al salir de España, no todos pero si muchos, y habían conseguido erigirse en líderes de sus equipos, cosa que se les reprochó mucho a la generación anterior, la de ser talento auxiliar más no determinante en el Barcelona, Real Madrid o Atletico de Madrid. España hoy ha abierto las puertas de su fútbol y pese a que el Madrid o el Barza tienen muchos de los mejores jugadores, el jugador y el técnico español ya no teme salir, ya no teme triunfar en el extranjero, ya no teme liderar una gesta en un equipo foráneo (léase Fabregas, Xabi Alonso o Arteta), y es esa característica de apertura más, obviamente, el talento de ésta generación, que permite a España estar viviendo estas merecidas horas de gloria. Hoy “La Liga de las Estrellas” ya no está en el tope de las ligas del mundo, ha sido opacada por la “Premier League”, mucho de esto por los españoles en Inglaterra, pero a cambio España está saboreando las ambrosías del triunfo en selecciones desde hace mucho, mucho tiempo. No así la selección Inglesa que busca ahora de las manos de Capello encontrar un rumbo de conjunto ganador, chapa que tiene perdida desde hace mucho tiempo.

Toda la tendencia de los éxodos parece apuntar a una cosa concreta, los jugadores y técnicos que emigran producen el fortalecimiento de sus selecciones nacionales, los fútboles endogámicos no producen triunfos a ese nivel, el desvelamiento de otras latitudes, más las enseñanzas que te brinda el extranjero como las enseñanzas que te permite brindar el extranjero son brebajes esenciales para que crezca un jugador, un técnico, una liga o una selección. Brasil y Argentina no han parado de exportar talentos. Brasil tiene una horda de jugadores afuera que se estima en más de 1,000, tantos jugadores como para poblar 2 ligas nacionales enteras con 25 jugadores para 20 equipos, una bestialidad, de los que siempre han sobresalido unos pocos que han descollado mundialmente como Ronaldo, Rivaldo, Kaká, Ronaldinho o Roberto Carlos. Argentina en menor medida que Brasil, pero con jerarquía análoga ha poblado grandes, medianos y pequeños equipos de Europa con nombres como Maradona, Caniggia, Batistuta, Zanetti, Ayala y Messi. El constante éxodo en el que viven Brasil y Argentina les permite mantenerse en la constelación del fútbol mundial, aunque la temprana emigración de muchos jugadores todavía inmaduros no favorece ni al desarrollo del fútbol de la liga local, ni al de los muchos jugadores cuyo talento se desvanece sin consolidarse jamás.

Italia es una historia aparte. Su liga hace muchos años que perdió la hegemonía que ejerció en los ´80s y gran parte de los ´90s debido a esa mezquindad recalcitrante en su forma de juego, tuvo un éxodo de excelentes jugadores a España e Inglaterra con Vieri y Zola a la cabeza, llegó a las finales de los mundiales del ´94 y ´06, ésta última ganándola, con Buffon y Cannavaro como insignias, siempre al estilo italiano, ese que goza de muchos detractores y pocos defensores hipotéticos, pero de cuya cautela por no llamarla mariconería se ha creado una escuela futbolera que parece ser la tendencia que ha regido el fútbol, aquella que prefiere dos sólidas líneas de cuatro a tres talentosos, anarquistas y fantasiosos delanteros. Y el debate seguirá por tantos años como dure el fútbol, pero mientras hemos cosido algunos ejemplos sobre el éxodo, o sea del porque importar jugadores y técnicos realza las ligas y exportar talento y liderazgo engrandece a las selecciones, y como bien o mal dicen, para ejemplo un botón.

domingo, mayo 03, 2009

Notas sobre el Caravaggio.



“Aquello que constituye el tormento y la dulzura de mi alma es inexpresable y sin nombre. Y esto es también lo que motiva el hambre de mis entrañas”
Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra

“…¿quién no ve en la obra la profunda mirada de Caravaggio sobre sí mismo y la predicción de su propio e inevitable final”
Eugenio Carmona, Caravaggio

“Aquella de enojo ardía
porque, con gran logro,
a cuanta gente ella con su guadaña consumía
tú con tu pincel, a la vida, rehacías”
Giambattista Marino


1. Figuras emanadas de la profunda lobreguez, tan vulnerables como el Alma de la humanidad. Es el silencio, es el olvido, es la nada, el caos. ¿Cómo apareció la primera partícula de luz en el universo? ¿Cuál fue el primer reflejado?

2. Lacan sostenía que la agresividad, en tanto que pulsión, se manifiesta siempre a través de juegos, sueños y/o ensoñaciones de dislocación corporal, miembros separados. Los motivos caravaggianos nos introducen a una gramática de la agresividad sublimada en representación estética. Lo asocio mucho con Cronenberg; más allá del tiempo, el espacio y las prácticas culturales que los separan, se denotan isotopías en el imaginario que manejan sus respectivas obras. Ambos tienen una fascinación por el “otro” cuerpo que no es sino el cuerpo visceral, lleno de fluidos y energías contradictorias, otro cuerpo respecto al cuerpo de Botticelli que poseía (años antes del Caravaggio, siglos antes que Cronenberg) la hegemonía de la estética legítima: se trata de todo un heraldo del Renacimiento triunfante. Por eso, ambos generan y generaron molestia en los espíritus académicos y aferrados al clasicismo que no esperan del arte otra cosa que la representación de lo Bello. Tanto el Merisi (en la pintura) como el rey del horror venéreo (en el cine), se sirven de la plástica para ir más allá de lo bello y obtener un instrumento de conocimiento de nuestras interioridades veladas. Pienso en las degollaciones de los mafiosos en “Eastern Promises” y la obsesión caravaggiana por Juan Bautista y su horrible muerte. Pienso en el incrédulo de Santo Tomás introduciendo impúdicamente el dedo en la llaga de un Cristo de rasgos delicados y me viene a la cabeza un Max Renn de “Videodrome”, introduciendo impúdicamente una pistola en la llaga-vagina que acaba de aparecerle en el pecho. Recuerdo al Mugwump-máquina de escribir, graciosísimo pariente moderno de las Gorgonas: imagen misma (del poder) de la cabeza separada del cuerpo. Qué decir de San Jerónimo escribiendo sus memorias, solitario ante la idea (y presencia) de la muerte y de Spider, atando los cabos de su vida ante un cuadernito, penitente, en penumbras. Tantas imágenes que se corresponden: recuerden esa estética del cuerpo masculino en transe de violencia de “Eastern Promises” o “A History of Violence” y esos lienzos, como “La Flagelación”, que evocan la tortura del Cristo. Más allá del tiempo y el espacio yacen los arquetipos, los artistas son sólo mediums que canalizan éstos últimos hacia nuestra sensorialidad.


3. Parias voluntarios, homicidas, fugitivos, homosexuales y perseguidos por sus propios destinos: Caravaggio y William Burroughs. Pintores del lado oscuro… Mensajeros de la aguja y el puñal.

4. La elección que hace el pintor de tomar modelos de la calle, gente común - rompiendo las normas de decoro de la época -, representa una posición filosófica y estética radical, netamente subversiva para el tiempo que le tocó vivir. Más allá del reconocimiento que los naturalistas del siglo XIX hicieron del lombardo, se denota una voluntad rebelde contra el idealismo renacentista. Caravaggio veía más belleza en los accidentes de las personas singulares que en la pulcritud fría de las formas ideales. Digo más allá del reconocimiento naturalista porque, si bien rescata las formas naturales de sus modelos, el pintor nunca se queda ahí, en la representación de la naturaleza “como se nos presenta”, sino que se sirve de esos modelos en tanto que cuerpos continentes de representaciones simbólicas, casi oníricas, de una esfera nocturna de la imaginación humana. En eso, y en oposición a los naturalismos y/o realismos, Merisi se aproxima más al romanticismo y al simbolismo: se sirve de las formas de la realidad para representar otras realidades, más sutiles quizás, más profundas acaso.

5. La estilización de la luz en Caravaggio no tiene parangón. Si bien el dominio que posee este hombre de las propiedades físicas de la luz es inmenso, en ningún momento su representación corresponde a la “realidad” y menos dadas las condiciones tecnológicas de aquella época. Hoy en día, con un equipo de luces direccionales (flashes de estudio o fresneles), trípodes y banderas (i.e. un equipo de un fotógrafo o director de fotografía), se puede reconstruir el diseño lumínico de un cuadro de Caravaggio como el “David” o “La cena de Emaús”. Sin embargo, en la época, el pintor sólo podía imaginar esos efectos, puesto que el ojo humano es incapaz de percibir ese nivel de contraste sino lo recrea con los susodichos instrumentos eléctricos, capaces de “encañonar” la luz. Esa aproximación teatral de la iluminación refuta todo argumento de un Caravaggio realista (haciendo referencia a su elección de modelos). Su propuesta es la de una humanidad abstracta pero no desprovista de carnalidad, simbolizada en escenas minimalistas pero cargadas de significados densos. Cabe recordar que ese trabajo con la luz es anterior al de Rembrandt y tiene una vocación mucho más “simbolista”, por así decirlo; cosa que lo catapulta (pasando desapercibido y/o siendo rechazado, si hacemos abstracción de los grupos selectos que supieron admirar el genio del lombardo, durante los siglos que lo sucedieron) directamente hasta los siglos XIX y XX, es decir, a la modernidad pictórica.


6. Lena: La virgen prostituta, la prostituta virgen. La más perfecta de las musas.

7. Bacchino malato: En este lienzo, el Caravaggio plasma la esencia de su búsqueda plástica y espiritual. Sobre un fondo penumbroso, resalta un joven cuya corporeidad aparece gracias a una intensa fuente de luz casi cenital: éste haz tan sólo lo rescata a él y a aquella superficie pétrea – donde reposan unos duraznos y un racimo de uvas negras – de las tinieblas sin fin. La soledad de la figura es conmovedora y la búsqueda de empatía en su mirada, a la vez meláncolica y soñadora, es realmente patética, casi una premonición wertheriana. La sensación de paradoja es profunda al mezclar la vida, la energía y la juventud del modelo (Caravaggio mismo) con la enfermedad, la palidez de la piel y la frialdad de la piedra, que sugiere, según algunos especialistas, una lápida. Toda la intensidad y la ternura de Merisi, inconformista, visionario, se plasman en este cuadro invaluable. “Baco (Baquito) enfermo” traduce esa trágica aporía de las fuerzas dionisiacas y de la voluptuosidad de la vida: dada su eminente extinción, su devenir en cenizas. La dialéctica entre el placer y el dolor como realidad predestinada de la condición corpórea, encuentran en esta composición una epifanía. La postura del joven, indudablemente erotizada, y las carnaciones, simbolizando la decadencia de la carne, delatan el carácter proto-romántico, contradictorio y, a veces, autodestructivo de este pintor sin época, recalcitrante a las etiquetas y a los cánones académicos, impermeable a la crítica silenciosa del Señor Tiempo y a la peor de sus sentencias: el olvido.