Georges Bataille, Teoría de la religión
“He knows the use of ashes… he worships god with ashes”
The jeweller, "Filigree and shadow", This Mortal Coil
Hay un grupo olvidado en los trasfondos de la década (prodigiosa) de los ochenta que ha elaborado discos de una magnitud tal que no tienen nada que envidiarle a un "The Wall" de Pink Floyd, "Serpents Egg" de Dead Can Dance, "A Deeper Kind of Slumber" de Tiamat o Disintegration de The Cure en cuanto a álbumes-concepto se refiere. Ese grupo se llama This Mortal Coil (TMC) y puede ser visto como un breve pero hermoso hálito musical venido de otro mundo, de uno más puro quizás, o más oscuro, pero eso sí: ajeno al que conocemos.
Con tan sólo tres álbumes en su discografía, este nombre refiere en realidad a un dream team de la vanguardia post-punk nor-europea en lugar de un conjunto fijo de músicos. En realidad, lo que unifica a TMC es únicamente el concepto o, más aún, el aura de la estética que baña esta maravillosa aventura musical. En resumidas cuentas podemos decir que TMC es el experimento de un productor llamado Ivo Watts Russell, presidente y co-fundador de la (no tan) famosa compañía de discos 4AD. La propuesta de esta institución se caracteriza por una búsqueda de lirismo, poesía y densidad simbólica que aparecían escasos en el movimiento punk y post-punk tan en boga allá por inicios de los ochenta. Grupos como Dead Can Dance o Cocteau Twins son paradigmas de esta derivación introduciendo sonidos angelicales, exóticos y esotéricos, no ya como acompañamiento ambiental (o de transición), sino como contenido principal de la propuesta musical. TMC lleva esta experimentación al extremo y en total libertad creativa: Watts Russell se encarga de combinar a los músicos de su sello naciente para crear discos concepto con las más altas exigencias musicales y no así comerciales. Así, en 1984 aparece en las disqueras underground "It will end in tears”, en 1986 “Filigree and shadow” y en 1990 “Blood”. Decir si el primero o el segundo de los álbumes mentados es el “mejor” de TMC es a patear oxigeno, lo indudable es que “Blood”, a pesar de tener grandes momentos, es inferior a los dos anteriores. La discografía contiene participaciones de miembros de grandes grupos de la corriente como ser Cocteau Twins, Dead Can Dance, Cindytalk, English Speaking y Dif Juz (entre otros).
¿Qué es lo que tiene de especial este curioso proyecto? Quizás se puede resumir la respuesta con este oxímoron: la belleza de la melancolía o la melancolía de la belleza. Sí, estos dos elementos en apariencia opuestos están incondicionalmente ligados en las notas espectrales que infunde, no sin generar escalofríos, este grupo de músicos tocados, sin duda, por la más mágica de las varitas conocida como inspiración. TMC representa la persistencia del espíritu romántico, trascendiendo épocas y estéticas (en referencia al movimiento artístico puntual del siglo XIX conocido como romanticismo), jamás mejor encarnado que por el joven Werther, paradigmático héroe romántico goethiano. ¿En qué aspecto se puede leer en la propuesta musical de TMC vestigios de aquel gran movimiento del siglo XIX? El romanticismo es, ante todo, un manifiesto de nostalgia que había de nacer con la fría racionalización y objetivación del mundo que implica la revolución industrial y la ilustración. Sí, nostalgia es la palabra clave: nostalgia de la comunidad, de la naturaleza y la animalidad, nostalgia de la niñez, de la acción afectiva y del misterio de la muerte antes de la esclerótica visión “iluminada” del pensamiento científico. Lo interesante y desafiante de este movimiento es que prefiere sufrir la melancolía del paraíso perdido pre-moderno antes de buscar su reestablecimiento, como sospechando que ese “lugar” nunca existió en los hechos objetivos sino en un mundo ideal, estético, poseedor de una belleza impalpable en nuestra baja realidad. La manera de aproximarse a esa realidad es a través de la exaltación de los sentimientos, de la nostalgia que en los casos extremos deviene melancolía. El héroe romántico transita y explora los estados emocionales, desde la algarabía loca de vivir hasta las ganas implacables de morir, transfigurándolos en símbolos bellos, el héroe romántico figura la belleza y la inocencia perdidas para siempre ¿A caso esta tarea es posible sin entrar en un estado de profunda tristeza? El ser de un espíritu romántico está preso en un constante dilema entre la nostálgica evasión en el colorido y apaciguante mundo imaginal (al que se llega por vía de la inspiración) y la opaca existencia en un mundo de máquinas humanas y humanos maquinizados. Y si mencionamos la evasión como concepto clave del romanticismo, hay una que es mayor que todas las otras y esta es la muerte; este monstruo despiadado, temido y expulsado por la ideología moderna se transfigura ante los ojos de estos artistas y se convierte en benigno, maternal: en el romanticismo la muerte deviene una añoranza: he ahí el gusto por los paisajes lúgubres, por los edificios en ruina o los ambientes nocturnos.
Si el siglo XIX vislumbraba el advenimiento de un mundo guiado por el pragmatismo de la razón, el imperativo económico y el exilio del mundo espiritual a un nivel ontológico inferior, este siglo que nos toca vivir no ha hecho sino acentuar esta tendencia, y de una manera más fría, vana y carente de ideología – característica que no se les podía reprochar a la industrialización y democratización nacientes –. El espíritu romántico es la otra cara de la moneda y mientras persista la hegemonía simbólica de la modernidad, persistirá también esta contracultura que prefiere refugiarse en la noche negra y sus símbolos a ver bajo la luz de un sol cartesiano. Esto no quiere decir que toda contracultura que se enfrente al espíritu moderno sea romántica. El romanticismo se caracteriza, quizás, por la inactividad, la ensoñación y la resignación frente a otros grupos llamémosles “militantes”. El espíritu romántico no tiene acepciones políticas ya que lo que busca no está en este mundo: aspecto netamente platónico tanto por lo nostálgico (reminiscencia) como por dar importancia fundamental a lo estético como vía de trascendencia.
No es casual que a pesar de las hermosas canciones que componen el corpus TMC, éste grupo sea ignorado por la gran mayoría: su objetivo, fiel a la esencia romántica, nunca fue vender muchos discos, sino más bien quedar como una joya oculta. Al igual que el mentado movimiento del siglo XIX, que fue fundamental para las futuras vanguardias: simbolismo, novela gótica, surrealismo y mucho más; TMC, en el movimiento underground post-punk, sirvió de base a grupos (algunos muy difíciles de encontrar) que llevaron al extremo esta nostalgia romántica y postromántica haciendo referencia directa a Baudelaire (Elija´s Mantle) o a Poe (Sopor Aeternus), además de acercarse más a la instrumentación y estética de la edad media que a lo que hoy conocemos como rock.
Con temas como Song to the siren, I want to live, Strenght of Strings, Not me o Fond Affections, el oyente de TMC viaja por mundos melódicos; oscuros y a la vez coloridos, - donde la emoción cromática aparece mágicamente en el espíritu a través de notas combinadas como “flores del mal” –; océanos oníricos, donde bogan voces tanto masculinas como femeninas envueltas en dulce reverberación y ecos lejanos, casi crepusculares. El oyente atento de TMC se enfrentará a una belleza inconmensurable en la historia de la música underground y, si se encuentra en un estado de sensibilidad wertheriana, quizás se la piensa dos veces en volver al mundo opaco y torpe que habitamos en lugar de apostar por uno mucho más puro y lejano.
“He knows the use of ashes… he worships god with ashes”
The jeweller, "Filigree and shadow", This Mortal Coil
Hay un grupo olvidado en los trasfondos de la década (prodigiosa) de los ochenta que ha elaborado discos de una magnitud tal que no tienen nada que envidiarle a un "The Wall" de Pink Floyd, "Serpents Egg" de Dead Can Dance, "A Deeper Kind of Slumber" de Tiamat o Disintegration de The Cure en cuanto a álbumes-concepto se refiere. Ese grupo se llama This Mortal Coil (TMC) y puede ser visto como un breve pero hermoso hálito musical venido de otro mundo, de uno más puro quizás, o más oscuro, pero eso sí: ajeno al que conocemos.
Con tan sólo tres álbumes en su discografía, este nombre refiere en realidad a un dream team de la vanguardia post-punk nor-europea en lugar de un conjunto fijo de músicos. En realidad, lo que unifica a TMC es únicamente el concepto o, más aún, el aura de la estética que baña esta maravillosa aventura musical. En resumidas cuentas podemos decir que TMC es el experimento de un productor llamado Ivo Watts Russell, presidente y co-fundador de la (no tan) famosa compañía de discos 4AD. La propuesta de esta institución se caracteriza por una búsqueda de lirismo, poesía y densidad simbólica que aparecían escasos en el movimiento punk y post-punk tan en boga allá por inicios de los ochenta. Grupos como Dead Can Dance o Cocteau Twins son paradigmas de esta derivación introduciendo sonidos angelicales, exóticos y esotéricos, no ya como acompañamiento ambiental (o de transición), sino como contenido principal de la propuesta musical. TMC lleva esta experimentación al extremo y en total libertad creativa: Watts Russell se encarga de combinar a los músicos de su sello naciente para crear discos concepto con las más altas exigencias musicales y no así comerciales. Así, en 1984 aparece en las disqueras underground "It will end in tears”, en 1986 “Filigree and shadow” y en 1990 “Blood”. Decir si el primero o el segundo de los álbumes mentados es el “mejor” de TMC es a patear oxigeno, lo indudable es que “Blood”, a pesar de tener grandes momentos, es inferior a los dos anteriores. La discografía contiene participaciones de miembros de grandes grupos de la corriente como ser Cocteau Twins, Dead Can Dance, Cindytalk, English Speaking y Dif Juz (entre otros).
¿Qué es lo que tiene de especial este curioso proyecto? Quizás se puede resumir la respuesta con este oxímoron: la belleza de la melancolía o la melancolía de la belleza. Sí, estos dos elementos en apariencia opuestos están incondicionalmente ligados en las notas espectrales que infunde, no sin generar escalofríos, este grupo de músicos tocados, sin duda, por la más mágica de las varitas conocida como inspiración. TMC representa la persistencia del espíritu romántico, trascendiendo épocas y estéticas (en referencia al movimiento artístico puntual del siglo XIX conocido como romanticismo), jamás mejor encarnado que por el joven Werther, paradigmático héroe romántico goethiano. ¿En qué aspecto se puede leer en la propuesta musical de TMC vestigios de aquel gran movimiento del siglo XIX? El romanticismo es, ante todo, un manifiesto de nostalgia que había de nacer con la fría racionalización y objetivación del mundo que implica la revolución industrial y la ilustración. Sí, nostalgia es la palabra clave: nostalgia de la comunidad, de la naturaleza y la animalidad, nostalgia de la niñez, de la acción afectiva y del misterio de la muerte antes de la esclerótica visión “iluminada” del pensamiento científico. Lo interesante y desafiante de este movimiento es que prefiere sufrir la melancolía del paraíso perdido pre-moderno antes de buscar su reestablecimiento, como sospechando que ese “lugar” nunca existió en los hechos objetivos sino en un mundo ideal, estético, poseedor de una belleza impalpable en nuestra baja realidad. La manera de aproximarse a esa realidad es a través de la exaltación de los sentimientos, de la nostalgia que en los casos extremos deviene melancolía. El héroe romántico transita y explora los estados emocionales, desde la algarabía loca de vivir hasta las ganas implacables de morir, transfigurándolos en símbolos bellos, el héroe romántico figura la belleza y la inocencia perdidas para siempre ¿A caso esta tarea es posible sin entrar en un estado de profunda tristeza? El ser de un espíritu romántico está preso en un constante dilema entre la nostálgica evasión en el colorido y apaciguante mundo imaginal (al que se llega por vía de la inspiración) y la opaca existencia en un mundo de máquinas humanas y humanos maquinizados. Y si mencionamos la evasión como concepto clave del romanticismo, hay una que es mayor que todas las otras y esta es la muerte; este monstruo despiadado, temido y expulsado por la ideología moderna se transfigura ante los ojos de estos artistas y se convierte en benigno, maternal: en el romanticismo la muerte deviene una añoranza: he ahí el gusto por los paisajes lúgubres, por los edificios en ruina o los ambientes nocturnos.
Si el siglo XIX vislumbraba el advenimiento de un mundo guiado por el pragmatismo de la razón, el imperativo económico y el exilio del mundo espiritual a un nivel ontológico inferior, este siglo que nos toca vivir no ha hecho sino acentuar esta tendencia, y de una manera más fría, vana y carente de ideología – característica que no se les podía reprochar a la industrialización y democratización nacientes –. El espíritu romántico es la otra cara de la moneda y mientras persista la hegemonía simbólica de la modernidad, persistirá también esta contracultura que prefiere refugiarse en la noche negra y sus símbolos a ver bajo la luz de un sol cartesiano. Esto no quiere decir que toda contracultura que se enfrente al espíritu moderno sea romántica. El romanticismo se caracteriza, quizás, por la inactividad, la ensoñación y la resignación frente a otros grupos llamémosles “militantes”. El espíritu romántico no tiene acepciones políticas ya que lo que busca no está en este mundo: aspecto netamente platónico tanto por lo nostálgico (reminiscencia) como por dar importancia fundamental a lo estético como vía de trascendencia.
No es casual que a pesar de las hermosas canciones que componen el corpus TMC, éste grupo sea ignorado por la gran mayoría: su objetivo, fiel a la esencia romántica, nunca fue vender muchos discos, sino más bien quedar como una joya oculta. Al igual que el mentado movimiento del siglo XIX, que fue fundamental para las futuras vanguardias: simbolismo, novela gótica, surrealismo y mucho más; TMC, en el movimiento underground post-punk, sirvió de base a grupos (algunos muy difíciles de encontrar) que llevaron al extremo esta nostalgia romántica y postromántica haciendo referencia directa a Baudelaire (Elija´s Mantle) o a Poe (Sopor Aeternus), además de acercarse más a la instrumentación y estética de la edad media que a lo que hoy conocemos como rock.
Con temas como Song to the siren, I want to live, Strenght of Strings, Not me o Fond Affections, el oyente de TMC viaja por mundos melódicos; oscuros y a la vez coloridos, - donde la emoción cromática aparece mágicamente en el espíritu a través de notas combinadas como “flores del mal” –; océanos oníricos, donde bogan voces tanto masculinas como femeninas envueltas en dulce reverberación y ecos lejanos, casi crepusculares. El oyente atento de TMC se enfrentará a una belleza inconmensurable en la historia de la música underground y, si se encuentra en un estado de sensibilidad wertheriana, quizás se la piensa dos veces en volver al mundo opaco y torpe que habitamos en lugar de apostar por uno mucho más puro y lejano.
Escuchar: Song to the Siren, "It Will End in Tears", This Mortal Coil
*Por razones de orden técnico la canción Another Day no está disponible actualmente
6 comentarios:
Es simplemente preciosa... Un millón de gracias por el descubrimiento.
Un saludo!
Opino igual que Rosenrod, es muy bella.
Un saludo a todos!
Maravillosa canción.Opinen en mi blog:
theinphicorridor.blogspot.com
simplemente, hermoso proyecto!!!!!!!! preciosamente melancólico
Esto del romanticismo ha descrito gran parte de mi pensamiento mis emociones mi manera de ser si en realidad es lo que siento y lo experimento al escuchar este maravilloso proyecto estamos como en conección todos los que disfrutamos de esta musica osea soy un romantico melancolico sin la necesidad de entender lo que dicen ya que no hablo ingles son las emociones y las sensaciones las que me hablan y me hacen soñar y añorar un mundo ajeno a esta realidad me siento acompañado en este viaje que es la vida con la musica ella es mi amiga fiel que no me falla nunca, gracias por todo
Hola... tiene meses que pienso en hacer algún escrito sobre TMC, pero tú te volaste la barda con tu ensayo y pues, tendré que pensar qué quiero decir sobre la banda. Me pareció realmente bueno y para leerlo con más calma. La manera como integras esos dos temas, el romanticismo y la música de This Mortal Coil, es realmente buena.
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