Disfruto semana a semana de las variopintas reflexiones del blog el “lar de los conformes disconformes” y como los blogs se consolidaron como medios de comunicación, tribunas de ideas y arte, papeles de confesiones salvajes y cotidianeidades tan intrascendentes como entretenidas me animé a hacer algunas reflexiones sobre la andadura de esta centenaria y joven ciencia de las telecomunicaciones que por ser la infraestructura de una nueva sociedad asume un impensado poder.
“Quien controla el pasado controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado” dice Orwel en “El león y el unicornio”. Lo ha dicho por una razón muy simple, la historia es opinión. Lewis Carroll le hace preguntar a su Alicia en el país de las maravillas “¿Entonces cuál es la clave?” Y le hace recibir esta respuesta: “La clave, querida Alicia, es saber quién escribe la historia”. Las telecomunicaciones hoy, son las que tienen ese poder de escribir y reescribir la historia.
Las telecomunicaciones surgen a fines del siglo XIX, digitales y portando datos por el cable del telégrafo gracias al talento de Morse y Wheatstone. Se vuelven inalámbricas con Maxwell y Marconi: el genio de Maxwell descubre el Telecosmos y verifica que fenómenos como el sordo ruido de Johnson, la energía eléctrica, las ondas de radio, el calor, la luz y los chillones radio gamma, pueden escribirse con una expresión matemática común y conforman el espectro electromagnético. Guglielmo Marconi echa a andar el futuro cuando emite inteligencia a través de ese magnífico fluido imaginario llamado éter.
De ahí, sin solución de continuidad, aparecerán el teléfono, la radio, la televisión, los cables submarinos, las microondas, los satélites, las redes celulares, la Internet y con la red: el e-mail, el Chat y el webblog.
Las telecomunicaciones se reinventan y luego de esa hégira por el mundo analógico de la telefonía vuelven adonde empezaron: a lo digital y los datos. Hacen una simbiosis con la informática para crear la Telemática y convertirse en la infraestructura de una nueva era. De una nueva Sociedad, que es llamada “sociedad de la información y del conocimiento” y este es el hecho que le da trascendencia al desarrollo de esta tecno-ciencia.
Efectivamente, estamos inmersos desde hace algunas décadas en una gran transformación, en un salto cuántico de la historia, en una revolución tecnológica de amplio espectro, análogo al de la revolución agrícola que duraría miles de años o el de la revolución industrial que abarcaría los últimos tres siglos.
Su devenir ha puesto en cuestión y esta interpelando nuestros sistemas políticos, económicos, sociales, religiosos, e incluso nuestros valores. Una nueva civilización está emergiendo, alterando el modo en que vivimos, trabajamos, estudiamos, nos organizamos, nos comunicamos e interactuamos.
Es un hecho, como decía Paul Valery, que el futuro ya nunca más será lo que era. Lo que estamos viviendo es el principio de algo pero, sobre todo, es el final de mucho.
Históricamente, una de las preocupaciones fundamentales de las sociedades ha sido la de lograr desarrollar sistemas de comunicación para romper el aislamiento y la distancia. En la época moderna, primero fueron las hidrovías, después las ferrovías, posteriormente las rodovías y las aerovías, y hoy son las infovías, las que, fundamentalmente, vinculan a los hombres.
Las infovías son las autopistas extendidas a lo largo y ancho de toda la geografía actuando como el siste-ma nervioso de la sociedad de la información y sir-ven de vehículo relacional entre los hombres rompiendo los paradigmas de espacio y de tiempo.
Técnicamente, las células que han permitido su desarrollo son las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Hacen su aparición como consecuencia de la masificación de los medios en el entorno de la digitalización y la convergencia, generando una plataforma multimedia que permite todo intercambio de información inteligente a través de tecnologías.
Su vertiginoso crecimiento se ha basado en una regla empírica, conocida como Ley de Moore, que afirma- a modo de profecía- que la densidad de transistores de un circuito integrado se duplica cada dieciocho meses. Doble de transistores, doble de potencia de procesamiento. O mitad de precio a igualdad de prestaciones.
Los alcances del crecimiento exponencial de la ley de Moore han ido abarcando, otros rubros-seguramente no pensados en 1965 por aquel vidente ingeniero de la Fairchaild, como el ancho de banda, la capacidad de almacenamiento en disco duro, las memorias, los terminales móviles y otros productos que utilizan microchips.
Hoy es casi audible la velocidad del cambio y la verificación de esta ley por la variación de los costos, prestaciones y ciclo de vida de los celulares que son los dispositivos que se han democratizado con mayor velocidad.
Agenda, videojuegos, cámara fotográfica, reproductores de música MP3, sintonizadores de FM y TV, y todo lo imaginable, pronto tendrán balcón con vista al mar, cochera, cuarto de empleadas, yacuzzi, pequeño baño privado.
Parecen no tener límite las facilidades y las aplicaciones de un dispositivo, que, en muy pocos años ha superado primero a las PC, el pasado año a los teléfonos fijos y recientemente a los receptores de TV y que aparecería como el símbolo de la nueva Sociedad de la Información y del Conocimiento, como lo fueron el arado y la locomotora de la Sociedad Agrícola e Industrial respectivamente.
Estamos ahora en un período de cambio llamativamente rápido. Hace tres décadas no existían el ordenador personal, ni el fax, ni los videos y la televisión por cable recién empezaba. Hace quince años el enorme teléfono celular era un artículo de pocos. Cinco años atrás la gente no usaba buscadores de Internet, y tres años atrás la gente no usaba el término blog.
Pero el paso del cambio tecnológico continuará acelerándose, como decía un gurú de la industria “Las telecomunicaciones tienen la temporalidad del perro donde cada año vale por siete” Todo ello y a previsión de una generalización de los sistemas multimedia nos ofrece un panorama afín a lo que McLuhan previó en su aldea global.
En resumen hoy estamos construyendo algo que yo llamo la Segunda Babel, infinitamente más poderosa que aquella primera torre de conexión entre el cielo y la tierra, de la que Jehová dijo: “He aquí que todos forman un solo pueblo y hablan una sola lengua y éste es el comienzo de sus empresas. Ahora, ningún designio será irrealizable para ellos”. Ustedes recordarán que Jehová se opuso a esos designios comunicativos y socializantes nuestros, así que expeditivamente confundió las lenguas para que no pudiésemos entendernos los unos con los otros, y nos dispersó por toda la faz de la tierra. Esperemos que haya cambiado de opinión y nos apruebe las infovías y nos dé la sabiduría de manejar con modestia y responsabilidad social una herramienta o instrumento que, habiendo roto los paradigmas de distancia y aislamiento, nos podrá trasladar a cumplir la agenda del siglo XXI sin haber cumplido, siquiera, la agenda del siglo XX.
Si así lo hacemos, estaremos contribuyendo a escribir la Historia de una sociedad más justa, equitativa y solidaria, donde todos los habitantes de la ciudad y el campo puedan estar más comunicados entre sí y con el mundo.
Megabitio
“Quien controla el pasado controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado” dice Orwel en “El león y el unicornio”. Lo ha dicho por una razón muy simple, la historia es opinión. Lewis Carroll le hace preguntar a su Alicia en el país de las maravillas “¿Entonces cuál es la clave?” Y le hace recibir esta respuesta: “La clave, querida Alicia, es saber quién escribe la historia”. Las telecomunicaciones hoy, son las que tienen ese poder de escribir y reescribir la historia.
Las telecomunicaciones surgen a fines del siglo XIX, digitales y portando datos por el cable del telégrafo gracias al talento de Morse y Wheatstone. Se vuelven inalámbricas con Maxwell y Marconi: el genio de Maxwell descubre el Telecosmos y verifica que fenómenos como el sordo ruido de Johnson, la energía eléctrica, las ondas de radio, el calor, la luz y los chillones radio gamma, pueden escribirse con una expresión matemática común y conforman el espectro electromagnético. Guglielmo Marconi echa a andar el futuro cuando emite inteligencia a través de ese magnífico fluido imaginario llamado éter.
De ahí, sin solución de continuidad, aparecerán el teléfono, la radio, la televisión, los cables submarinos, las microondas, los satélites, las redes celulares, la Internet y con la red: el e-mail, el Chat y el webblog.
Las telecomunicaciones se reinventan y luego de esa hégira por el mundo analógico de la telefonía vuelven adonde empezaron: a lo digital y los datos. Hacen una simbiosis con la informática para crear la Telemática y convertirse en la infraestructura de una nueva era. De una nueva Sociedad, que es llamada “sociedad de la información y del conocimiento” y este es el hecho que le da trascendencia al desarrollo de esta tecno-ciencia.
Efectivamente, estamos inmersos desde hace algunas décadas en una gran transformación, en un salto cuántico de la historia, en una revolución tecnológica de amplio espectro, análogo al de la revolución agrícola que duraría miles de años o el de la revolución industrial que abarcaría los últimos tres siglos.
Su devenir ha puesto en cuestión y esta interpelando nuestros sistemas políticos, económicos, sociales, religiosos, e incluso nuestros valores. Una nueva civilización está emergiendo, alterando el modo en que vivimos, trabajamos, estudiamos, nos organizamos, nos comunicamos e interactuamos.
Es un hecho, como decía Paul Valery, que el futuro ya nunca más será lo que era. Lo que estamos viviendo es el principio de algo pero, sobre todo, es el final de mucho.
Históricamente, una de las preocupaciones fundamentales de las sociedades ha sido la de lograr desarrollar sistemas de comunicación para romper el aislamiento y la distancia. En la época moderna, primero fueron las hidrovías, después las ferrovías, posteriormente las rodovías y las aerovías, y hoy son las infovías, las que, fundamentalmente, vinculan a los hombres.
Las infovías son las autopistas extendidas a lo largo y ancho de toda la geografía actuando como el siste-ma nervioso de la sociedad de la información y sir-ven de vehículo relacional entre los hombres rompiendo los paradigmas de espacio y de tiempo.
Técnicamente, las células que han permitido su desarrollo son las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Hacen su aparición como consecuencia de la masificación de los medios en el entorno de la digitalización y la convergencia, generando una plataforma multimedia que permite todo intercambio de información inteligente a través de tecnologías.
Su vertiginoso crecimiento se ha basado en una regla empírica, conocida como Ley de Moore, que afirma- a modo de profecía- que la densidad de transistores de un circuito integrado se duplica cada dieciocho meses. Doble de transistores, doble de potencia de procesamiento. O mitad de precio a igualdad de prestaciones.
Los alcances del crecimiento exponencial de la ley de Moore han ido abarcando, otros rubros-seguramente no pensados en 1965 por aquel vidente ingeniero de la Fairchaild, como el ancho de banda, la capacidad de almacenamiento en disco duro, las memorias, los terminales móviles y otros productos que utilizan microchips.
Hoy es casi audible la velocidad del cambio y la verificación de esta ley por la variación de los costos, prestaciones y ciclo de vida de los celulares que son los dispositivos que se han democratizado con mayor velocidad.
Agenda, videojuegos, cámara fotográfica, reproductores de música MP3, sintonizadores de FM y TV, y todo lo imaginable, pronto tendrán balcón con vista al mar, cochera, cuarto de empleadas, yacuzzi, pequeño baño privado.
Parecen no tener límite las facilidades y las aplicaciones de un dispositivo, que, en muy pocos años ha superado primero a las PC, el pasado año a los teléfonos fijos y recientemente a los receptores de TV y que aparecería como el símbolo de la nueva Sociedad de la Información y del Conocimiento, como lo fueron el arado y la locomotora de la Sociedad Agrícola e Industrial respectivamente.
Estamos ahora en un período de cambio llamativamente rápido. Hace tres décadas no existían el ordenador personal, ni el fax, ni los videos y la televisión por cable recién empezaba. Hace quince años el enorme teléfono celular era un artículo de pocos. Cinco años atrás la gente no usaba buscadores de Internet, y tres años atrás la gente no usaba el término blog.
Pero el paso del cambio tecnológico continuará acelerándose, como decía un gurú de la industria “Las telecomunicaciones tienen la temporalidad del perro donde cada año vale por siete” Todo ello y a previsión de una generalización de los sistemas multimedia nos ofrece un panorama afín a lo que McLuhan previó en su aldea global.
En resumen hoy estamos construyendo algo que yo llamo la Segunda Babel, infinitamente más poderosa que aquella primera torre de conexión entre el cielo y la tierra, de la que Jehová dijo: “He aquí que todos forman un solo pueblo y hablan una sola lengua y éste es el comienzo de sus empresas. Ahora, ningún designio será irrealizable para ellos”. Ustedes recordarán que Jehová se opuso a esos designios comunicativos y socializantes nuestros, así que expeditivamente confundió las lenguas para que no pudiésemos entendernos los unos con los otros, y nos dispersó por toda la faz de la tierra. Esperemos que haya cambiado de opinión y nos apruebe las infovías y nos dé la sabiduría de manejar con modestia y responsabilidad social una herramienta o instrumento que, habiendo roto los paradigmas de distancia y aislamiento, nos podrá trasladar a cumplir la agenda del siglo XXI sin haber cumplido, siquiera, la agenda del siglo XX.
Si así lo hacemos, estaremos contribuyendo a escribir la Historia de una sociedad más justa, equitativa y solidaria, donde todos los habitantes de la ciudad y el campo puedan estar más comunicados entre sí y con el mundo.
Megabitio
3 comentarios:
Espectacular el cuadro de Bruegel “el viejo” sobre la construcción de la “primera” torre de Babel enclavada ahí en la ribera del Eufrates, en la hermosa y fecunda tierra de las” mil y una noches”, en Babilonia convertida hoy, con propósitos mucho menos altruistas, en una nueva Babel.
En realidad Yahveh boicotea el éxito de la empresa humana para castigar la soberbia de los hombres por creer en el crecimiento sin límite. Cuidado que por creer en la ley de Moore y otras parecidas recibamos el cimbronazo que nos haga despertar. Entretanto sigamos disfrutando del “lar de los conformes disconformes”
De los interminables ladrillos que debian alcanzar el cielo,la confucion bucal que tuvieron que susfrir esos pioneros del blog a causa del ese jaker Yahveh a las nuevas formas de comunicacion que tenemos; con el lar de los conformaes disconformes como el final de muchas cosas y el principio de otras creo que este rinconcito esta a pedir de boca si es que no me cambian la lengua
chubi
...pues a escribir que son dos días.
Gracias por pasar por mi blog!!!
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