martes, octubre 06, 2009

Guiños y remedos en "Liverpool", última apuesta de Lisandro Alonso

Acabando de ver “Liverpool” (2008) la última película del argentino Lisandro Alonso, y primera que me toca ver de él, es imposible no remitirme a otros dos filmes que vi hace algún tiempo atrás con los cuales comparte un íntimo parentesco debido a dos características esenciales: la nieve y el silencio; las películas que a las que hago alusión son “Lejano” (2002) del turco Nuri Binge Ceylan y “Es Invierno” (2006) del iraní Rafi Pitts.

Los tres filmes pese a su diferente nacionalidad e idioma señalan una vocación y una idiosincrasia similar a la hora de agarrar una cámara de cine y emprender el labrado de una película. Las tres se ambientan en terrenos nevados, donde el frío y la aridez de muchos paisajes se hacen un protagonista y una metáfora del alma humana, que trata de percibir un poco de calor dentro de una realidad solitaria, por no decir opresiva.

Filmadas las tres con planos largos, en la mayoría de los casos abiertos para que los personajes hagan elocuentes sus escasos movimientos y su profunda y lacónica soledad aunque se encuentren acompañados. Las tres nos muestran el lento y gélido avanzar de los personajes por las invernales nieves que rodean Estambul, Teherán, o Ushuaia (confín sur de América), y sus parcas relaciones ya sea con un primo, con la esposa e hija, o con la madre e hija, respectivamente.

Todas ellas defienden un estilo de hacer cine, sin grandes aspavientos, con recursos escasos, dejando que el espectador desentrañe los hondos pensares y sentires de los personajes. Esquivan el recurso cinematográfico por excelencia, la elipsis, filman secuencias que acompañan a un personaje caminando largas distancias o haciendo la totalidad de su equipaje, huyen a un montaje dinámico, un corte equivale la mayoría de las veces a iniciar una nueva secuencia. Es una apuesta, valiosa, no fácil de digerir, para nada comercial y en disonancia con el cine entendido como aparato de entretener.

Lamentablemente Alonso nos presenta su película que no llega al espectador, además de no aportar nada novedoso, ni temática, ni formalmente, ya que parece celebrar y citar a las dos anteriores sin innovar casi nada fuera del lugar y el idioma; no logra más que un guiño o un tributo que parece ya algo trillado o un mero remedo con un precario cambio de atuendo. Poco para un cine valiente, valioso y necesario, pero por su voluntaria escasez debe buscar matices que sazonen la propuesta y la hagan más fresca y renovadora, Alonso en este caso no triunfó en el afán.

2 comentarios:

zombre dijo...

Lei con mucha inquietud varias veces esto, hasta que llego el chapulin colorado a mi ayuda. Baudrillard dice El cine de la incomunicación, sin tensión dramática, contemplativo, que se sustrae a los dogmas de la teoría del conflicto central y al vértigo de los acontecimientos, un cine que se corresponde la imagen del mundo como una gran cámara de vacío y de descompresión.

Alvaro G. Loayza dijo...

Zombre, hay que agradecerle al buen Chapulín por haber acudido en tu socorro. El texto de Baudrillar es iluminador en toda la amplitud de su sentido, da una luz y una adjetivación sobre el tipo de cine del que estamos hablando aquí. El texto es perfectamente ajustado y cae como anillo al dedo sobre todo debate que excluya el cine como mero entretenimiento. Te agradezco por tu aporte y ojalá de pie a un mayor debate sobre el tema, o sobre la necesidad auténtica de una propuesta cinematográfica como la que tratamos en éste post. Un abrazo!!!