Una breve muestra del trabajo realizado en materia de aceites en los últimos años por el duendesco personaje del lar conocido como Oneiros, el Cholo o Pulgatron para los creyentes en la existencia de los Transformers de Cybertron. No escatimar en críticas, abucheos e injurias. Algunos de estos lienzos y muchos más ya fueron publicados en el blog www.pescotis.blogspot.com caracterizado por ser profético, para algunos, y terrorista para otros. Darse un vuelco y juzgar.
miércoles, agosto 26, 2009
Óleos para el fin del mundo
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lunes, agosto 10, 2009
"Boogie Nights": el épico sondeo de una época por Paul Thomas Anderson o la mejor película de Martin Scorsese en los últimos 20 años

En una noche de insomnio me tocó prender la TV y dar rienda suelta al inevitable como infructuoso vicio del zapping, afortunadamente pude reconocer los fotogramas de “Boogie Nights”, película de Paul Thomas Anderson que ya había tenido la suerte de ver y de gustar, enmarcada como “Movies that Rock” en la programación de VH1, y decidí volver a mirarla ya que apenas había empezado. Mientras el metraje transcurría, me vi imbuido de lleno en todo el entramado que ofrecía el filme, su director y su reparto; lo cierto es que a no sé que hora de la madrugada terminé chupándome los casi 155 minutos de duración y no por tener un insomnio incorregible, sino por el mágico viaje que “Boogie Nights” ofrece por ese marginal, glamoroso y sectario mundo de la industria porno desde su apogeo fílmico a fines de los setentas y su ocaso videístico desde el principio de los ochentas.
El filme es un fiesta total y completa, una colosal borrachera de película, que como toda borrachera conlleva un poderoso y perseguidor chaki o resaca. Todo lo que se nos cuenta y describe al principio es el descubrimiento de Dirk Diggler (Mark Wahlberg) por parte de Jack Horner (Burt Reynolds), un gurú de la industria pornográfica con el anhelo de llevar su arte al siguiente nivel, que será el evento que provoque un cataclismo en el mundo del porno a raíz de la sensualidad de Dirk, pero sobre todo de su soberbia poronga (misterio que no será fácilmente desvelado durante todo el transcurso del filme), hecho que llevará a Diggler, Horner y todo su séquito de actores y técnicos a un apogeo deslumbrante donde la joie de vivre, la imparangonable libertad y la desmesura excesiva serán los senderos y motivos a seguir. La segunda parte que se inaugura con la noche en la que se festeja la llegada de la nueva década, marcará un giro que sacudirá a la industria y a su vez, de diferentes maneras, al estilo de vida de cada uno del nutrido y fantástico grupo de protagonistas.

La época es descrita en la soleada California entre “bikinis” y pantalones cortos, sátiras fílmicas de “Starsky y Hutch” en versión XXX (de ahí el personaje de ficción Brock Landers y su sidekick Chest Rockwell), así como el poliéster por doquier y una magnífica banda sonora que fluye entre discotecas chic, mansiones y sets de filmación plagados de lindas tetas, piscinas, incontables rayas de cocaína y exceso de pirotecnia.


Me atrevo, muy temerariamente, a calificar a “Boogie Nights” de Paul Thomas Anderson como la mejor película de Martin Scorsese de los últimos veinte años, léase, después de “Goodfellas”. Es como si Martin se hubiera tornado en Paul Thomas, ya aburrido de los gangsters ítaloamericanos de Little Italy, y hubiese mudado su talento en máxima inspiración a filmar con ese tacto y épica que lo caracterizan al mundo pornodisquero de Los Angeles setentero/ochentero abandonando su tan caro New York. Un prodigio de película en todos los sentidos que dejará huella en lo posterior como un filme de fondo épico que se mueve con la soltura y frivolidad de los bailes de la época, con el derroche temático y formal de los magnates que fomentaban ese estilo de vida y con la rigidez y certeza de los embistes del hiperdotado Dirk Diggler.

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