lunes, mayo 21, 2012

Cech, Lampard y Drogba realizan una celestial justicia futbolera

Ahora que el Chelsea ya es el campeón de Europa, y el camino triunfal ya ha sido trazado, es difícil señalar cual es el punto de inflexión exacto que ha hecho posible la proeza, tan buscada por estos mismos blues durante 8 años. Unos alegan que es cuando Ashley Cole sacó sobre la línea lo que era el cuarto gol del Napoli por ende eliminación, otros cuando Messi erró el penal en Camp Nou, otros el gol de Ivanovic ante el Napoli, otros el gol de Ramires al final del primer tiempo y así podríamos estar todo el día. Yo me voy a pronunciar por un hito en esta gestión futbolística del Chelsea y es la contratación de André Vilas-Boas (AVB), quien es reclutado por Roman Abramovich en un intento de emular lo que otrora había conseguido con Mourinho, un técnico joven y ganador que venga a ser el revulsivo para obtener un Chelsea triunfal, y por un acto fortuito e impensado del destino, el magnate ruso lo logró.

AVB llegó al Chelsea a desplegar una serie de conceptos futbolísticos bastante ajenos a los que los blues venían predicando por casi dos lustros, y no sólo por entercarse con el 4-3-3, o por hacer que Juan Mata sea el jugador más importante de toda la escuadra, sino porque, sin que al menos yo pudiera entenderlo, llegó con la premisa de que en Chelsea había que empezar una etapa de renovación, hacer un borrón y cuenta nueva, no sólo con la idiosincrasia futbolística que había convertido a un pequeño equipo londinense en uno de los competidores europeos por excelencia, sino que en ese afán se resumía que los bastiones de esa idiosincrasia debían ser barridos del mapa para marcharse sin pena ni gloria.

En esa inopinada y brutal lógica que trajo el portugués junto a su alcurnia y a su elegancia, dictaminaba que Cech, Ivanovic, Terry, Lampard y Drogba debían aparecer cada vez más efímeramente en el onceno titular y cada vez que aparecieran parecer más inútiles. AVB pretendía mear el territorio, y erradicar con susodicha meada el corazón de una década de glorias blues y patrimonio futbolístico mundial.

No es por tener nada en contra de Juan Mata, quien es un excelente jugador y tiene un futuro gigante, el cual seguramente será el líder futbolístico del Chelsea en un futuro muy próximo, pero no era el momento para legarle esa conducción que había sido de Lampard quien ha sido el paradigma del volante “inglés” comiéndose la cancha de área a área año tras, manejando los ritmos de juego de su equipo y por añadidura acostumbrar a sus fieles a marcar un promedio de 15 goles por temporada, casi nada.

El pertinaz AVB nos quería hacer creer que Torres o que Sturridge, o que el mismo Lukaku estaban más aptos que un acabado Drogba, que ya había perdido esa estamina, como su hambre de gol y de títulos. Cech y Terry tuvieron más minutos en el campo pero siempre observados con ese desdén de que ya perdieron no sólo actualidad sino verdadera capacidad para hacer lo que mejor hacían.

En todas las anteriores alusiones, creo que se encuentra la clave triunfal de esta versión “avejentada” y triunfal del Chelsea, ya que cuando Abramovich no soportó más al ver a su escuadra devenido en un mero equipo de relleno en la Premier League y que era vapuleado sin rubor alguno por el Napoli en la Champions, erradicó a AVB quien había llegado a redefinir el futuro, y dejó a Roberto Di Mateo, quien más bien redefinió el pasado.

AVB había dejado su huella, sus huellas eran heridas, llagas irritadas en el corazón de guerreros futbolísticos de gran ralea, hombres descalificados a los que se les había entregado una soslayada jubilación anticipada, y en esa huella, en esas heridas se cocía algo extraordinario, un vehemente torbellino de pasión futbolera que iba a ser devuelto como un sopapo a aquel elegante noble que había tildado de inútiles y extemporáneos a tantos monstruos del fútbol.

Así fue que en el partido de vuelta contra el Napoli, el día 1 después de AVB el Chelsea ganaba de manera épica un partidazo de mil emociones y de corazones a mil, quizás el mejor partido de toda la competición, y el 4-1 dejaba una evidencia indeclinable, que si el fútbol del Chelsea tenía alguna chance de supervivencia en Europa o localmente, era a través de sus sempiternos gladiadores, no por nada marcaron los goles Drogba, Terry, Lampard e Ivanovic, y Cech fue la muralla viviente que evitó tantos otros de los napolitanos. Una pléyade de titanes ajados mas brutalmente rejuvenecidos, heridos pero rebosantes de orgullo y con afán de venganza, de demostrarle al mundo que los habían subestimado, que los habían dado por muertos antes de tiempo. Ese aire de gesta que brotó en Stamford Bridge aquella noche se fue expandiendo por toda Europa y subestimar los felinos ojos de Drogba en estado de trance era toda una insensatez.


La vieja guardia había rejuvenecido al Chelsea y había creado un clima de contagio tan poderoso que uno veía en Ramires, en David Luiz o en Meirelhes, hombres de la nueva camada, un fuego interno que los homologaba con sus pares de antaño.

El Benfica fue un trámite, y las triquiñuelas del destino hicieron que la soñada final bipolar quede desechada por un sorteo que puso en el camino de madridistas y culés a sus bestias negras.

El Chelsea consumo una injusticia gigante al eliminar a un Barcelona superior en todo como ser posesión de pelota, dominio de juego, creación de situaciones de gol, exceptuando ese dominio en dos ámbito, la eficacia en la puerta contraria y en la misión de evitar goles cantados. Fabregas abatido decía que el Chelsea había creado sólo tres ocasiones de gol en toda la eliminatoria, y era cierto y lapidario, convirtió las tres y en una gran revancha futbolística eliminaba al equipo que inmerecidamente lo había privado de la segunda final de sus historia con un soberbio derechazo de Iniesta, la única situación de gol del Barcelona en 90 minutos de aquella turbulenta noche londinense.

El concepto de injusticia se hizo el tópico más usado de toda la verborrea futbolística después de la mencionada eliminación catalana, y pregunto sobre ese tópico, si no es una injusticia futbolera que cracks como Rivaldo, Nedved, van Nielstelrooy o Ibrahimovic nunca hayan ganado una Champions. A mi me parece que si, como puede haber tantos otros ejemplos válidos de jugadores y equipos que nunca consiguieron la orejona habiéndola merecido.

Resulta que el coraje, el desmesurado valor, pasión y competencia a la hora de jugar al fútbol llevaron a Cech, Lampard y Drogba a erradicar lo que hubiera sido una injusticia flagrante del mundo del fútbol, que ellos, sobre todo ellos, y otros grandes escuderos nunca levantaran la orejona por todo lo alto. Y lo hicieron en una coyuntura que no los encontraba en sus años mozos, que les tocaba reemplazar una cantidad de compañeros importantísimos (incluido el merecidamente cuestionado Terry), el jugar ante un equipo en mejor nivel futbolístico y enfrentarlo en sus predios, donde la localía se hacía un desmesurado peso que sobrellevar; a todo eso coyuntural, lo que efectivamente paso es que el Chelsea tuvo el partido perdido tres veces, en el gol de Müller, en el penal de Robben y cuando Neuer puso los penales 3-1; con un conjunto superlativo en su valentía liderado por Lampard, sostenido por Cahill y David Luiz y en detalles individuales como los de Drogba y Cech, tornaron la adversidad en fortaleza y cual titanes que son cambiaron la marea bávara y celebraron por todo lo alto haciendo una celestial justicia futbolera.  
  

9 comentarios:

Alfredo dijo...

Para mi gusto esta fue una de las finales de la Champions más aburridas de la historia, y en la que terminó ganando el que menos lo mereció, pero es que el fútbol tiene esas cosas.

Un abrazo!1

Alvaro G. Loayza dijo...

Alfredo, el justo ganador tendría que haber sido el Bayern, pero el Chelsea se sabía como underdog desde el principio, estaba diezmado y de visitante, la lógica no era suicidarse y con un equipo de veteranos logró lo que quizás debía haber conseguido antes en condiciones más aptas.
Hasta el minuto 80 hubo muy poco de fútbol, después creo la final se puso frenética, y como final más aburrida, creo que Juve 0- Milan 0 será insuperable.

Un abrazo!

Jon Alonso dijo...

Completamente de acuerdo contigo, Diego. Has hecho una disección quirúrgica sobre la esencia de un equipo inglés vintage, donde la variable de (AVB) improvisada por un boss repleto de divisas nunca fue aceptada por el clan RockandRolla; Terry&Cia, herederos de las mil batallas de los blues por la segunda división made in England. Yo lo viví en primera persona— el barrio más chic de la city— con los hooligans más destroyers de la grada. Justo premio a la veteranía del aftherhours más canalla de la ciudad. El fútbol como la vida y la risa va por barrios. Magnífico artículo y recibe un cordial saludo

Lu dijo...

los alemanes cobraron 20 corners y no paso nada. los negrasones ingleses cobraron uno, y gol de Drogba.

Los vejetes del Chelsea jugaron con alma de barrio, cuando los arrogantes alemanes ya se suponian ganadores.

Drogba merece un capitulo aparte, en un libro aparte. Saludos. Luis

Lu dijo...

los alemanes cobraron 20 corners y no paso nada. los negrasones ingleses cobraron uno, y gol de Drogba.

Los vejetes del Chelsea jugaron con alma de barrio, cuando los arrogantes alemanes ya se suponian ganadores.

Drogba merece un capitulo aparte, en un libro aparte. Saludos. Luis

Alvaro G. Loayza dijo...

J.C., en éste caso no soy Diego, sino el hermano siniestro Alvaro, y mil gracias por tu comentario haciendo tantas aluciones localistas que son tan propias del fútbol inglés y de su espíritu barrial que lo convierte hoy en un ejemplo admirable dentro de un fútbol megacorporativo sin arraigo alguno. El clan RockandRolla como tu lo denominas la lió parda de una forma un poco fortuita pero nutrida de una épica imparangonable, inopinada, casi inexplicable. Un abrazo desde los pagos andinos.

Lu, en el artículo deseaba loar a toda la panda, sin menoscabo de que el héroe máximo de la gesta fue Drogba, el legítimo factotum de toda la gesta, pero pocas veces en el fútbol mundial contemporaneo se ha visto una tan marcada "columna vertebral" que sostenga a un club por tantos años y con tantos éxitos logrados como abortados. Lo de Drogba es tanto derroche de "técnica" como de carisma que se merece su propio libro. Un abrazo.

segiro dijo...

Me ha gustado mucho tu artículo Alva. Comparto particularmente la apreciación de Vilas-Boas. Además creo que la victoria contra el Napoli ha sido el partido más emocionante de la Champions, y para mi el punto de inflexión que explicita una caída y al mismo tiempo expresa con ferocidad la recuperación de un pasado que todavía tenía su vigencia. Tal vez especialmente para los que nos gusta el fútbol inglés y para los que seguimos tantos años a este gran Chelsea fue una alegría aparte.
Un apunte en favor del Chelsea y Lampard, mi jugador favorito desde hace años. La grandeza y audacia de Drogba son reconocibles y creo con justeza reconocidas en los homenajes que le hacen al Chelsea campeón, pero a ratos se olvida que seguramente los partidos más difíciles fueron contra el Barza. Y quien estuvo en el Samford Bridge quitándole la pelotita a Messi y generando la jugada de ese gran gol, fue también el que le hizo ese enorme pase a Ramires en el Camp Nou para quebrar al mejor equipo del mundo. Sólo es un par de ejemplos de las grandezas de a quien tal vez ahora sí, con mayor justicia, se le puede llamar Rey Franciso.

Alvaro G. Loayza dijo...

G.I. Joe, tienes toda la razón Lampard es un jugador extraordinario y uno de los artífices principales de este logro y el eje por años de éste Chelsea. Creo que Lampard sin rubor alguno puede estar situado entre los 10 mejores jugadores ingleses de la historia y creo que el mejor de la última década, con perdón de Gerrard, pero estimo que Frankie es mejor y este logro después de su gran Champions y de su monumental último partido (no recuerdo que haya fallado un pase) le otorgan su sitial. Un abrazo.

Jon Alonso dijo...

Álvaro, me ha encantado tu artículo. Y por supuesto, vuestro blog es una delicia. Cuando quieras darte una vuelta por mío estás invitado. Desde la vieja España, recibe un abrazo y otro para tu hermano, J.C. Alonso