¡Ay! No existe mortal que sea libre.
Pues ora es esclavo de las riquezas o del azar,
ora la muchedumbre de una ciudad o los textos de las leyes
le obligará a utilizar modales no de acuerdo con su criterio.
Eurípides, Hécuba, 864-867
Hace unos años leyendo “El Mal de Montano” de Enrique Vila-Matas me enteré de la existencia de una película titulada “Detour” y de su director Edgar G. Ulmer, ya que el protagonista de la novela había asistido inopinadamente a la función de la misma en un pequeño cine en Budapest donde llevaría a cabo una conferencia; a raíz de lo cual quede sumamente interesado en dicha pieza cinematográfica a la que afortunadamente he tenido acceso hace poco gracias al estrambótico universo de cine pirata que habita en La Paz.
“Detour” es una pequeña joyita de mediados de la década del cuarenta, que podría encuadrarse en el género de road-noir, ya que la carretera será el escenario de las tribulaciones del personaje principal, Al, y de las aciagas vicisitudes de éste junto a la femme fatale de turno y otros virajes de su destino.
“Detour” versa del destino, el destino entendido de forma purista como camino, ese derrotero que uno se traza para alcanzar un objetivo determinado, deseado, añorado, y como un desvío, una digresión puede desmantelar todos los planes, todos los anhelos, todos los sueños. “Detour” nos presenta un camino, y nos narra un extravío, como cuando las abuelitas eufemísticas hablando de un nieto díscolo o aficionado a las malas artes te dicen “se ha desviado del camino”; ese desvío, esa digresión en “Detour” lo es todo, es el equivalente a descarriarte, y lo es en un sentido fatalista y mitológico, un Ananke, el hado se convierte en un derrotero penado por los dioses y el mortal deberá cumplir su destino, su tragedia.
Al, el protagonista, está tan ajeno de poder hacer que su voluntad y sus deseos tuerzan los retorcidos designios que la carretera tiene para ofrecerle, que su deambular se convierte en un mero acatamiento a los sucesivos y macabros sucesos que le acaecen.
Narrada en forma de flash-back, “Detour” es un epítome del fatalismo y del inevitable destino trágico, un epítome destilado de la esencia del noir y de muchas de sus aristas y entrecijos, un epítome del deseo inalcanzado y un siniestro epítome de cómo una curva, un desvío, una digresión, una mera y en teoría inicua decisión, puede ser el minuto catastrófico, involuntario e ineluctable de un trágico y desgraciado destino humano.
2 comentarios:
Me alegra mucho que la hayas encontrado, y que te haya gustado tanto. Inmensa película, si señor.
Un abrazo y felices fiestas.
Faraway, efectivamente una joyita del cine noir, con una duración de 70 minutos y que incluyen todo lo que que tiene que tener una película para ser de culto.
Abrazos y lo mejor para el año entrante!!!
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