lunes, octubre 06, 2008

Mujeres fatales: Jenny Saville y Cecily Brown

Dentro de la pintura figurativa contemporánea – enmarcadas, incluso, en el linaje directo de los colegas y amigos Lucien Freud y Francis Bacon – destacan de manera contundente Jenny Saville (Cambridge, 1970) y Cecily Brown (Londres, 1969). Estas pintoras de la misma generación, que se podría llamar post-escuela de Londres, logran, a través de una conjunción perfecta de técnica y contenido, una visión tremenda y descarnada de la humanidad. El conocerlas y estudiarlas implicó para mi, un ahondamiento en la terrible y compleja relación entre las emociones y su re-presentación hecha cuerpo a través de la inigualable plástica del óleo.

Jenny Saville

La carne inflada hasta el absurdo, la carne de los muertos, carne nuestra, carne sobre la mesa. ¡Buen provecho! De neblina está hecho el futuro, neblina y olor a sangre y a disfunción renal… los dientes expuestos.

Incómodo y hermafrodita pensamiento instalado parásito en sueños de humanos invertebrados y manchados de cal y saliva. Un cuarto sin ventanas, un clítoris de vidrio en la cárcel del alma. Mujer y hombre, presa y depredador. Cuerpo dentro de un cuerpo dentro de un cuerpo. Tejido adiposo para la cena, la que nunca llega.

Llagas en la memoria.

Agonía estirada hasta el olvido.

Cecily Brown

Cuerpo-fuego-lento, fuego intenso. La casa es mi sexo, la tierra, la selva… todo arde como si fuera la última vez. Es la última vez. Silencio… jadeo a medianoche. No hay suficientes orificios, menos apéndices, todo está sometido al coito universal, a aquello que es pornográfico y metafísico, todo se consume en una orgía premeditada por las hordas del caos y lo consiguiente. El rojo profundo del glande inflamado del Diablo, las tetas arañadas de las momias del deseo, en catacumbas esfinterianas de la identidad. Salen homúnculos más pequeños de lugares innombrables para facilitar(se) placer en una nebulosa de sensaciones eléctricas. Todo sirve, todos nos sirven. El mundo está hecho de ganas de follar, el mundo está hecho trizas. Nos dirigimos directo al sol con la lengua afuera y los órganos vitales punzados por las llamas blanco-semen de la retina hipnotizada. La sonrisa se evapora cediendo el paso a una mueca de horror y muerte; nos derretimos sin ton ni son en el museo de las aberraciones. Amplificado cuerpo venenoso, lógica fractal entre las piernas. Cuchillo en mano y ganas locas de bailar tango a fuego lento. De noche lo que arde, arde más duro y despiadado.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

La violencia gráfica de estas güeras es tenaz!

Me hacen recuerdo a esas macabras pinceladas de Freud.

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

Gustavo: Más claro imposible, por eso las considero las legítimas herederas de Freud y Bacon.

Alfredo dijo...

Muy intenso el artículo sobre la obra de dos pintoras no menos intensas, que tienen en el cuerpo femenino un particular campo de batalla en el que afloran sentimientos muy duros y obsesiones muy profundas.

Un abrazo!!