martes, octubre 28, 2008

Disquisiciones sobre la táctica en el fútbol




Para el Dieguex, por la charla técnica en Potosí.

"Ningún equipo juega regularmente bien en el mundo. La causa principal es que si ganara el que desarrolla mejor sus capacidades creativas, se jugaría bien. Pero se juega a neutralizar las capacidades creativas del rival. Entonces, el juego, que originalmente era quien elaboraba mejor, es ahora quien neutraliza mejor. Se desnaturalizó la esencia del juego porque es mucha más peligroso perder que reconfortante ganar"
Marcelo Bielsa.


Primero marquemos bien el terreno. Para hablar sobre la táctica en el fútbol contemporáneo, me parece que es necesario tomar dos premisas centrales que marcan toda la problemática. Por un lado, la obsesión por la victoria, fenómeno del cual he hablado bastante en artículos anteriores y que se esboza sintéticamente en el epígrafe, fenómeno cuyo principal resultado es que cada vez se juegue peor este juego. Por otro lado, la complejidad que domina al fútbol. De nuevo, palabras de Bielsa: "Saber de fútbol, desde mi punto de vista, es interpretar lo que sucede en el juego. Es mentira que es muy simple y que lo entiende cualquiera. Cuando uno escucha hablar a Menotti, uno descubre que ese hombre, evidentemente, algo más que nosotros sabe". Esta complejidad del juego contiene una paradoja. Al ser el fútbol un fenómeno tan popular, además relacionado al tiempo libre, desde el sentido común se lo ve como un espacio eminentemente simple. Desde esta mirada, se pierden todas las profundidades que el fútbol implica. El mejor ejemplo son los periodistas que reducen el análisis dictando números abstractos: 4-3-3-, 4-4-2, etc. (en Bolivia ya es el colmo, porque ni siquiera pueden ver cómo juega un equipo y equipararlo a números; todos siguen pensando que el Bolívar jugó el anterior campeonato con una línea de cuatro defensores, cuando basta mirar el partido para darse cuenta que son tres, pero la mediocridad del periodismo deportivo boliviano no da ni para la ironía).

Desde estas dos premisas, la crisis y la complejidad, a modo de reflexionar sobre la táctica en el fútbol, planteo en este escrito la forma cómo yo jugaría si fuera técnico, o mejor aún, la forma en que juegan los equipos que me gustan.

Esta forma para mi surge desde una herencia larga iniciada en el 70 con Brasil (conducido por Zagallo), continuada con una serie de maestros holandeses (Michels, Cruyff, Van Gaal) para terminar, como una síntesis de todo este proceso, con los equipos de Bielsa. Si uno sigue esta vertiente, se encuentran los fundamentos para hacer del fútbol un juego hermoso, creativo y, claro que si, victorioso.

El mundial del 70 muestra un aspecto esencial a ser tomado en cuenta en cualquier táctica futbolística: la necesidad de contar con los mejores, de adaptar cualquier estructura a los jugadores y, más importante aún, de entender que se necesita calidad para querer hacer algo importante. Alvaro Loayza, en un artículo anterior del blog, plantea claramente este aspecto. Zagallo no dudó en poner juntos a Pele, Gerson, Jairzinho, Rivelinho y Tostao. Cinco genios que jugaban en el mismo puesto, con las mismas características y que lograron construir tal vez el mejor equipo de la historia. No hubo duda en la propuesta del entrenador, prefirió morir en la suya, buscando controlar el balón, jugarlo con juicio y estética, mirando antes el arco contrario que el propio.

Cuando Rinus Michels dirigió Holanda en el mundial de 1974, construyó también una nueva idea esencial en el juego: la movilidad, la obsesión por el desmarque, la invención de espacios para atacar con mayor amplitud. Lo que los periodistas llamaron "la naranja mecánica", era una estructura de constante movimiento, buscando agrandar la cancha, habilitar la mayor cantidad de opciones de pase, inventar mayores y mejores caminos al arco contrario; en suma, era la búsqueda creativa por demostrar que son infinitos los derroteros para llegar al gol. Ese equipo, compuesto entre otros por Cruyff, Neeskens, Van Hanegem y Resenbrink, era un homenaje a la creatividad y al compromiso con el balón, era una oda a la alegría y a la valentía.
Este hito marcó a fuego los sucesivos procesos holandeses. Hay dos que me parecen absolutamente interesantes. El Barcelona de Cruyff y el Ajax de Van Gaal. En el primero, Cruyff desarrolló un equipo que jugaba de memoria y que tenía en el control de la pelota el arma letal para ganar desmesuradamente. Con una línea de tres defensores liderada por Koeman, un mediocampo de increíble calidad con un volante central como Guardiola y un creador como Laudrup, y una delantera liderizada por Stoichkov y Romario. Su apuesta era total, no había una intención esencial de una férrea defensa, sino más bien de cuidarse con la pelota, de controlar el juego desde su fundamento esencial: el balón.

El Ajax de Van Gaal bebía de las mismas vertientes. Su marca de identidad era la posesión de la pelota y la búsqueda del arco contrario. De nuevo, Bielsa: “El modelo ajeno que más me gusta es el Ajax de Louis Van Gaal, o sea un equipo con flexibilidad para componer sus líneas de acuerdo a las exigencias del planteo del rival, en el momento de la recuperación. Además, a mí me interesa que el equipo tenga un proyecto propio e independiente en ofensiva”. Ese equipo, marcado por la intención de penetrar por los costados a través de la profundidad de Overmars y Finidi, de apoyar el juego en la lucidez de Litmanen, de buscar obsesivamente una nueva oportunidad pasando la pelota hacia atrás antes que intentar achuntar un pelotazo al pecho del centrodelantero, fue tal vez uno de los últimos grandes equipo que existió.

A estos distintos condimentos aparecidos en la historia, yo le añadiría otro aspecto esencial: la presión sobre la pelota, la voracidad por recuperar el balón, el vértigo que debe tener un equipo de fútbol cuando no está con la pelota. Este condimento se puede observar en los equipos de Bielsa. Tanto en la Argentina que clasificó al Mundial de Corea y Japón como en el Chile contemporáneo. Los equipos de Bielsa te asfixian a través de la presión, te conducen al error, te maniatan; esto sucede porque su búsqueda primigenia es recuperar la pelota, necesitan de esta materia vital para construir sus proyectos.

Amor por la pelota, creatividad para agrandar el terreno, presión insaciable y respeto por el juego serían los valores esenciales de la forma cómo jugarían mis equipos. En términos más pragmáticos, jugaría con dos punteros y un centrodelantero, un volante central y un armador, dos volantes por las bandas y una línea de tres defensores; es decir: jugaría como juegan los equipos de Bielsa. Una manera de jugar que bebe desde una herencia larga marcada por los valores más importantes del juego: la creatividad, la alegría y la búsqueda honesta de la victoria.

5 comentarios:

Alvaro G. Loayza dijo...

Frichi, pese a no considerarme un bielsista empedernido sin merma de la admiración que le pueda profesar, es imposible que el paladar futbolero no tenga afinidad por los equipos a los que haces mención, de los cuales quisiera resaltar que además de esa filosofía futbolística que plantearon y sobre todo plasmaron sus conductores, dentro de esos equipos habían nombres y hombres que permitían hacer diferencias ostensibles; dentro de ellos menciono dos de mis debilidades de antaño: Jari Litmanen y Hristo Stoichkov, el primero como la estrella más destellante de un firmamento de astros en al Ajax y el segundo el malhumorado y desarreglado búlgaro con una zurda para cambiar partidos, campeonatos, mundiales o cualquier competición en la que se le ocurriera compartir sus remates y sus gruñidos.
Un abrazo!!!

Lorbada dijo...

Toda la razón y muy buenos ejemplos. Me kedo con os de Barcelona y Ajax. En el Barcelona Cruyff jugaba a llevarle la contraria a la prensa, si esta ponia por a maána que la alineación iba a ser una específica él la cambiaba a veces porque sabía que pusiera a quien pusiera iban a ganar. Y ganaban.
En cuanto al Ajax, es el último equipo que he visto jugar en todos sus partidos con una superioridad tan aplastante que los rivales apejnas tenían la pelota en sus pies.

Saludos.

Mario Murillo Aliaga dijo...

Alvarex y Lorbada:

La verdad que no tengo mucho que añadir a sus comentarios, me parece que entran en perfecta sintonía con lo que quería mostrar en mi artículo.

Gracias por la lectura y los comentarios.

Saludos,

Mario.

Lu dijo...

el futbol uruguayo y su epica barrial, como dice Alva, es franca en su actitud. Los jugadores salen a matar al rival no para no perder el partido, sino con la esperanza de ver surgir un angel alado, alguien que juegue caminando sobre las aguas. Y asi surgen tantos buenos jugadores uruguayos.

Slds. Lu

Varios dijo...

Siempre es una alegría leer tus extensos textos sobre fútbol, provocativos y capaces de articular una cantidad interesante de información.
Hace unos años el gran periodista Ezequiel Fernández Moores publicó dos datos demoledores sobre los dos hitos del futbol ofensivo mundial: El Brasil del 70 y Holanda del 74 y 78. Empecemos por Holanda. Rob Resenbrink, puntero izquierdo de la “naranja”, futbolista europeo lúcido, dispuesto a encarar las sombras y las luces del fútbol comentó: “Creo que nuestro fútbol total, más que cambiar al fútbol, empezó a arruinarlo”. Más adelante aclara más su posición, dice: “Porque introdujo la idea de velocidad y atletismo que llevó al fútbol a su actual exasperación. Y a que ahora se piense más en el músculo que en la técnica”. Respecto al Brasil 70, el mismo Ezequiel Fernández Moores muestra otro dato interesante. Cuenta que cuando se cumplieron 30 años del México 70 el diario Folha de San Pablo comprobó estadísticas mediante que los delanteros de aquella selección colaboraban en defensa mucho más que los delanteros del último Brasil campeón. Creo que estos datos, sobre todo el primero, nos obligan a revisar nuevamente ciertos esquemas de los equipos que concentran la utopía de la perfección… Personalmente creo que la cabeza de Arrigo Sacchi, simulando el afán del doctor Frankestein, armó ese “monstruo” que se llama fútbol moderno. Ese monstruo que tiene el chip de ganar sobre todas las cosas. El monstruo diseñado por Sacchi tiene lo mejor del fútbol holandés (74, 78) y algo del fútbol platónico del Brasil 70, más esas dotes prestidigitadoras del catenaccio italiano que envuelven a los rivales en una somnolencia que sólo sirve para adormecer a la víctima con el fin de matarla de forma irrebatible. Y la fascinación de Bielsa por Sacchi es tan grande que creo que es quien perfecciona los atributos del monstruo y le introduce esa magia poética futbolera que sólo tienen los rosarinos. Además Bielsa ha incorporado sutiles metodologías para administrar las circunstancias que impone el azar (tarea imposible, pero verosímil en los marcos delirantes en los que vive el Loco).
Para no ser tan abstracto creo que el monstruo del fútbol moderno tiene dosis de esa obsesión que nace en el vertiginoso juego del fútbol brasilero de los setenta y que pule su funcionamiento con los artificios y los mecanismos de Holanda que introducen en el vocabulario del juego palabras como la “agresividad permanente”, “presión constante”. El gran reto es trabajar la otra vertiente, la del fútbol mezquino, esa obsesión italiana de mirar más su arco que la del contrario y rastrear todas sus influencias en estilos de juego, en discursos, en fin… Esa tergiversación al fútbol holandés que opta como única herramienta la potencialidad física y el orden…

Un abrazo Mario, perdí el celular pásame nuevamente tus fonos.