Grecia,
ha sido el epicentro fundacional de casi todo lo que hoy conocemos como cultura
occidental, en esas tierras mediterráneas surgieron la democracia
(Solón y Pericles), las ciencias
históricas (Heródoto y Tuscídides), la geometría euclidiana (Euclides), la filosofía (Tales, Parménides y Heráclito) e incluso a través
de uno de sus insignes mitos el nombre de la propia Europa, quien fue una
hermosa joven fenicia que es raptada por el libidinoso dios Zeus que en forma
de toro blanco la lleva desde sus tierras a la isla helénica de Creta.
Grecia
que hace 25 siglos en la era de Pericles y Sócrates
vivió su máximo esplendor, hoy enfrenta una tremenda crisis económica que la tiene como país
bordeando un abismo que podría desembocar en su expulsión de la Unión Europea, hecho que de
sucederse encumbraría el mayor bochorno histórico de la historia del continente, dado lo contradictorio
de expulsar a quienes en un origen fundaron y crearon un legado de la mayoría de las cosas que se juzgan buenas en la Europa y en el
mundo actual.
Ángela Merkel, Canciller actual
de Alemania, es la persona que más rígida e implacable ha sido en la imposición de medidas radicales y asfixiantes para "paliar"
la crisis griega y por ende una de las personas más
odiadas en la nación helénica. El hecho de que al gigante económico y futbolístico Alemania le toque
enfrentar a la débil y vilipendiada económica y futbolística Grecia, nos ofrece el
choque con más morbo de toda la escena de
cuartos de final.
Una vez más Grecia volvió a la Eurocopa como una
escuadra de relleno que se veía la menos fuerte incluso en
el grupo débil del torneo. Otra vez el
desdén mostrado hacía ellos estuvo demasiado errado, ya que su espíritu espartano salió a flote y pese a los
desastres arbitrales contra ellos (en el primer partido le expulsaron a
Sokratis por doble amonestación y en ninguna de las dos
veces había cometido ni si quiera falta;
y en el tercer partido no sólo no cobraron un claro penal
a su jugador emblema Karagounis haciendo zozobrar la victoria obtenida, sino
que además lo amonestaron y no podrá jugar contra los germanos), pero se repusieron a la
adversidad y están de nuevo en zona de definición dejando afuera a los locales y a los geniales rusos dueños de un equipo de calidad envidiable pero de un ostensible
pecho frío.
El
viernes 22 el universo del balompié les ofrecerá a los griegos la herculeana tarea de derrotar a Alemania,
estará en la arena de Gdansk la
chance de que la golpeada nación helénica pueda rememorar los tiempos de Leónidas y Temístocles en las guerras médicas, o los antiquísimos mitos de Heracles y
Odiseo, y poder darle a la Merkel y a sus bárbaras
tribus un disgusto de proporciones. Si se diera el milagro futbolero, nada,
absolutamente nada cambiaría en el marco económico-político de Europa, pero implicaría un desquite de proporciones históricas que traería un bálsamo de moral y alegría a un pueblo al que tanto le
debemos cada vez que mencionamos la palabra cultura.